martes, 28 de agosto de 2007

No sabéis ni el día ni la hora...

Mi afición al fútbol me ha hecho volver a escribir. Como el país futbolístico, ando conmocionado por el fallecimiento de Antonio Puerta. Es cierto que está siendo una muerte mediática, no lo niego, pero creo que ello es precisamente por lo extraño que resulta que la muerte llame a la puerta (perdón por el juego de palabras) de un muchacho de apenas 22 años. Tenía todo lo material que en esta vida se puede soñar: una familia que lo quería, una novia que lo amaba y con la que iba a tener un hijo, dinero, fama y poder hacer lo que más le gusta: jugar a fútbol. Pero su corazón no estaba preparado y le jugó una mala pasada. No consiguió vencer el partido de su vida y se va dejando un vacío imposible de llenar para sus seres queridos.

Hace unos domingos nos lo advertía Jesucristo en el Evangelio: "Estad preparados porque no sabéis ni el día ni la hora..." (Mateo 25,13). A pesar de tener esas palabras recientes siempre creemos que eso le toca a los otros, nunca a uno mismo. Hace falta la muerte de alguien cercano (gracias a la tv Puerta era ya un poco de todos nosotros...) para volvernos al Maestro y reconocer que sí, que es verdad, que somos un soplo que pasa o una pelusa que se lleva el viento. Que descanse en paz, que Dios conceda consuelo y esperanza a sus familiares y seres queridos y que el día que nos toque dejar este mundo estemos preparados.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Las vacaciones de un cura

Ya he vuelto de las vacaciones. A muchos les extraña que un cura tenga días libres, así me lo ha expresado mucha gente que me he visto por Sanlúcar y El Puerto; y así lo he comprobado también por algunas alusiones a mi último comentario... Por cierto, vistos los 28 comentarios, creo que voy a abandonar este blog de experiencias cristianas y abriré uno de fútbol, que creo que trae mas cuenta...

Sinceramente, volviendo al tema que hoy trato, creo que las vacaciones son más que nunca necesarias en la sociedad en que vivimos. Evidentemente, uno no deja de ser cura (se es sacerdote las 24 horas del día 365 días al año), pero si deja la labor cotidiana para hacer otras cosas que en el trajín de cada día es díficil realizar (pasear, ir a la playa, leer una buena novela, conversar distendidamente sin pensar que al día siguiente hay una obligación...) Todo ello humaniza y es sano. De paso se dejan de hacer otras cosas, como encender el ordenador o la Tv, gracias a que la programación televisiva en verano es más nefasta aún (si cabe) que durante el resto del año.

Pero sigamos haciendo apología de las vacaciones. Respondiendo incluso a un amigo anónimo (no nos quiso dejar su nombre...) que insinúa que Dios no toma vacaciones, le respondería que precisamente las invento él... ¿o no le suena aquello de "al séptimo día descansó..."?. Evidentemente no dejó ese último día (para los judíos el sabado, pera nosotros el domingo) de ser Dios, pero sí se tomo un merecido descanso después de la ardúa tarea de la creación...

Bromas aparte, todos nos cansamos. El trabajador merece su descanso, y así lo entiende nuestro sistema liberal capitalista. No son buenas unas vacaciones permanentes como tampoco es sano un trabajo asfixiante. Como en casi todo, en el término medio está la virtud. A un buen trabajo, gratificante y bien hecho (y remunerado) corresponden unas buenas vacaciones. Sólo así se reinicia de nuevo el ciclo laboral con ganas de volver al tajo.

Precisamente por el estado de cansancio de los últimos días no os comente dos actividades de las que de nuevo me siento orgulloso por la respuesta obtenida: La peregrinación al Santuario de Consolación de Utrera para ganar el jubileo (y unos Eurillos para la nueva Iglesia..) y la salida procesional del titular de mi parroquia, San Pedro; en el día de su onomástica, el 29 de junio. Muchas gracias a los que hicieron posible esos dos eventos, tan fructíferos personal y pastoralmente.

Bueno, para ser el primer día creo que basta con este alegato pro-vacacional, del que ahora espero que esté disfrutando mi amigo y colega del Barrio Bajo. Un saludo para él (si decide encender el ordenador, cosa que no le recomiendo) y para todos vosotros.