martes, 3 de febrero de 2009

No fueron noticia

Del pasado 2008 se han reseñado bastantes noticias como las más llamativas. A la hora de hacer balance, muchos han sido los números con los que se han querido resumir ese año que se nos fue y nos dejó en la antesala de la crisis que estamos padeciendo cada día más acuciantemente. Sin embargo, hay un dato que ha pasado de puntillas, sin hacer ruido, sin ser noticia mediática, sino más bien lo contrario, un dato objetivo silenciado por aquellos que únicamente recurren a la Iglesia para reseñar algún escándalo o alguna metedura de pata episcopal con la que rellenar sus columnas insidiosas.

Es cierto que la noticia no es nueva (desgraciadamente sucede todos los años), pero sus protagonistas si tienen unos nombres y apellidos concretos. Me refiero a las veinte personas, que, únicamente por ser católicos, han muerto víctimas de la violencia y de la persecución religiosa. Y es que, más allá de la persecución religiosa que sufrimos soterradamente en nuestro país, otra más abierta y sanguinaria sigue diezmando el número de misioneros que año tras año entregan su vida por Cristo y por el Evangelio.

En el dossier anual "Fides", que publica la Congregación Vaticana para la Evangelización de los Pueblos, se nos señala la identidad y las circunstancias de los martirios de estos auténticos testigos del Reino de Dios.

Se trata de monseñor Paulos Faraj Rahho, arzobispo de Mosul (Irak), de dieciséis sacerdotes, un religioso y dos voluntarios laicos.

A esta lista provisional, habría que añadir "la nube de soldados desconocidos de la gran causa de Dios", según la expresión que acuñó hace unos años el Papa Juan Pablo II, de los que no se tiene noticia, y que en muchos rincones de la tierra sufren y pagan con su vida la fe en Cristo.

Algunos, como el padre Brian Thorp, asesinado en su parroquia de Lamu (Kenia), perdieron la vida en violentos intentos de robo, o perecieron al ser asaltados por las calles mientras ejercían su ministerio, quizás sólo para robarles el coche.

Otros fueron eliminados porque oponían con tenacidad el amor al odio, como el padre Bernard Digal, primer sacerdote católico muerto en la campaña de violencia anticristiana llevada a cabo por los extremistas hindúes en el Estado indio de Orissa.

También en India, en el Estado de Andhra Pradesh, fue asesinado el sacerdote carmelita Thomas Pandippallyil, mientras se trasladaba a una aldea para celebrar la santa Misa.
En algunos países, como en Venezuela y Colombia, la violencia y el drama de la pobreza están detrás de los asesinatos del padre Orellana Hidalgo, cuyo cadáver se encontró en su casa de Caracas, y del padre Jaime Ossa Toro, acuchillado en Medellín.

La pequeña comunidad católica de Nepal cuenta desde este año con su primer sacerdote asesinado, el padre salesiano Johnson Moyalan. Durante la noche, un grupo de hombres armados penetraron en la misión salesiana de Sirsia, a unos 15 kilómetros de la frontera entre India y Nepal, y mataron de varios disparos al misionero.

Otros fueron asesinados mientras rezaban, como el padre Reynaldo Roda, ejecutado a tiros en la capilla de una misión de Filipinas, donde instantes antes rezaba el Santo Rosario.

En Sri Lanka fue asesinado el padre Xavier Karunaratnam, desde siempre comprometido en dar asistencia psicológica a las víctimas del conflicto. En la martirizada República Democrática del Congo encontró la muerte también el voluntario laico Boduin Ntamenya, originario de Goma, muerto mientras realizaba su trabajo en una zona en conflicto.

Hay también víctimas de la locura homicida: es el caso de dos sacerdotes jesuitas, los padres Otto Messmer y Victor Betancourt, asesinados en su vivienda de Moscú por un psicópata.
S
on sólo algunos ejemplos de la violencia contra la fe que siguen regando de sangre esta tierra llena de injusticia y de crimen. Como consuelo nos queda el saber que ya estarán gozando de la gloria eterna, y el saber que el odio y el mal sólo triunfan aparentemente, ye que en palabras del Santo Padre Tertuliano: “Sanguinis martirum, semen Christianorum” (La sangre de los mártires es semilla de cristianos).
Descansen en paz, y su sangre derramada obtengan la conversión de sus enemigos.

5 comentarios :

  1. Tienes toda la razon padre. Lo malo de nuestra Iglesia es la mala imagen de algunos de nuestros jerarcas con declaraciones inoportunas en temas controvertidos y el exceso de conservadurismo. Hoy leia que en la India se pone precio a la cabeza de que mate un sacerdote católico.

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  2. Muy interesante el artículo, Jaime. Pero discrepo una vez más con El Peregrino Ruso: La mala imagen de nuestra Iglesia viene en un 99% por la información falsa y tergiversada de los de siempre, no por la opinión o declaración de éste obispo o aquel cardenal o el cura de más allá. Que también habrá casos.

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  3. ESTOY DE ACUERDO CON TODAS LAS COSAS QUE ESTAN PASANDO EN ESTE MUNDO PERO VOY A COMENTAR DE UN CASO EN ESPECIAL EN VENEZUELA. EL PADRE ORELLANO QUE FUE ASESINADO EN SU CASA. SI ES VERDAD LO MATO UNA PERSONA QUE SE DESAPARECIO DE LA TIERRA PORQUE LA JUSTICIA NO LO CONSIGUE, PERO TAMBIEN ES CIERTO QUE HAY UNA PERSONA DETENIDA PAGANDO Y LUCHANDO POR SU VIDA EN LAS CARCEL DE VENEZUELA. SIN HABER COMETIDO EL CRIMEN PERO LA JUSTICIA ES MAS FACIL DEJAR A ALGUIEN Y QUE PAGUE POR ALGO QUE NO HIZO Y QUE EL PADRE QUE EN PAZ DESCANSE. CUANDO EN VIDA LE DESTRUYO SU VIDA POR HABERLO LLEVADO AL MUNDO DE HOMOSEXUAL. PORQUE LOS SERES HUMANO NO TENEMOS EL DERECHO DE QUITARLE LA VIDA A NADIE . PERO EL CURA NO TENIA EL DERECHO DE DAÑARLE SU VIDA. Y LA JUSTICIA Y LA IGLESIA DICEN EL POBRE DEL PADRE ORELLANO QUE LO MATARON, PERO NO SE A PREOCUPADO LA IGLESIA DE PREGUNTARSE QUE VIDA PRIVADA LLEVABA EL CURA PARA HABER LLEVADO MUCHACHOS A SU CASA.

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  4. A Anónimo: Ciertamente desconozco la vida privada del Padre Orellana, ignoro si era homosexual o pederasta, pero de todos modos eso no justifica de ninguna manera su asesinato. Para juzgar si hizo daño a alguien está la justicia, y en su caso, la cárcel. Asesinarlo lo convierte en mártir y no se puede justificar de ninguna manera.

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  5. La pregunta de la encuesta debe referirse a los niños que adopten como hijos, porque ellos no pueden tenerlos. Las leyes pueden cambiarse pero la naturaleza de momento no.

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