lunes, 27 de agosto de 2012

El Eco de la Vida

De pequeño me contaron un cuento que se quedó grabado en mi memoria. Hoy que en España hemos amanecido con la trágica noticia del presunto asesinato de dos niños por parte de su padre (No cabe mayor aberración posible), ha venido a mi mente esta tierna historia, quizás para contrarrestar el efecto de tan duro golpe. No recuerdo las palabras exactas, sólo el mensaje final, así que me he atrevido a ponerlo en pie añadiendo elementos de mi propia cosecha… Espero que os guste…

Un padre fue con su hijo de cinco años a la montaña. Estuvieron subiendo a pie hasta que el niño se cansó. Entonces, su padre lo cogió en brazos y siguieron la ascensión hasta que por fin llegaron a la cima de la montaña. Una vez recuperado el aliento tras la dura caminata, el padre susurró al oído de su hijo:
-        "Voy a darte ahora una bonita sorpresa, hijo, quiero que conozcas a alguien que todavía no conoces y que recordaras el resto de tu vida…"
-        "¿De quién se trata, papá?" -Respondió su hijo.
-        "Tienes que descubrirlo tú mismo" -Comentó el padre de nuevo en un tono confidencial y solemne. Y añadió: "Quiero que lo saludes lo más fuerte que puedas. Venga, hazlo…"
-        "¡¡¡¡HOLA!!!!!" -Saludó enérgica aunque tímidamente el niño
-        "¡¡¡¡HOLA!!!!!" -Fue el enérgico y tímido saludo devuelto por la montaña….
-        "¿Qué ha sido eso, papá?, ¿Quién me ha saludado….?" -Preguntó desconcertado el niño.
-        "Quiero que ahora le hagas fuerte una pregunta a tu nuevo amigo" -le contestó su padre dejando sin responder las dudas anteriores.
-        "¿CÓMO TE LLAMAS?" -Volvió a gritar el niño, está vez más confiado.
-        "¿CÓMO TE LLAMAS?" -Respondió la montaña, con el mismo tono de confianza.
-        "Pero papá…" Inquirió el niño
-        "Pssshhh, calla...", - le interrumpió su padre. "...Ahora quiero que le digas a tu nuevo amigo algo bonito. Venga, fuerte otra vez…"
-        "¡¡¡¡GUAPO!!!!" -Gritó el niño con todas sus fuerzas
-        "¡¡¡¡GUAPO!!!!" -Respondió de nuevo la montaña con fortaleza
-        "No me gusta mi nuevo amigo, papá. Siempre dice lo mismo que yo… ¿Puedo decirle algo que pienso de él…?" -Dijo el niño enfadado
-         Su padre asintió con la cabeza, sin articular palabra alguna
-         "¡¡¡¡TONTO!!!!" -Gritó el niño con más fuerza que nunca
-        "¡¡¡¡TONTO!!!!" -Respondió la montaña fuertemente
-        "Bueno, vamos a ser educados", -dijo su padre. "Despídete de tu amigo, que hoy parece que no está de buen humor. Ya seguiremos hablando con él otro día…"
-        "¡¡¡ADIÓS!!!!" -Exclamó el niño
-        "¡¡¡¡ADIÓS!!!! -Respondió una vez más la montaña
-          Emprendieron en silencio el camino de vuelta. El niño no paraba de pensar quien habría sido su nuevo amigo, ese que sólo repetía lo que él decía. Al pie de la montaña, mirándola desafiante, el niño preguntó confiadamente a su padre:
-        "¿Con quién hemos hablado, papá?, ¿Era Dios…?" -Preguntó algo sonrojado al recordar que se había atrevido a insultarlo…
-        "No hijo, no era Dios, Dios está más arriba aún…. A tu nuevo amigo, ese que siempre repetía lo que tu decías, lo llaman Eco, aunque yo prefiero llamarlo Vida…"
-        "¿Eco?, ¿Vida? ¿Por… qué papá…?" -Preguntó el niño
-        "Porque la vida es como nuestro amigo Eco. Siempre te devuelve lo que tú le das. Dale cosas bonitas y te devolverá bienes, dale cosas malas y te devolverá males… A lo mejor tardas un poco en descubrirlo, no siempre responde tan rápido como nuestro amigo Eco… pero a la larga, funciona así… Si practicas la bondad, encontrarás bondad a tu alrededor, si siembras maldad, más tarde o más temprano cosecharás maldad, la vida te devuelve lo que tú le ofreces….
-        "Creo que lo he entendido, papá…. ¿Podemos venir la semana que viene  a hablar con nuestro amigo otra vez?" preguntó con cara entusiasmada el niño
-        "Claro que sí, hijo, claro que sí…" respondió su padre mientras ponía en marcha el motor del coche…

sábado, 25 de agosto de 2012

Ave Lucía (Sergio Dalma, 1992)

Hace ya muchos años, concretamente en 1992, Sergio Dalma compuso y cantó esta canción que todavía hoy me hace estremecer cuando la escucho. El afamado cantor catalán Josep Capdevila (su verdadero nombre) se posicionó valientemente en contra del aborto con este tema en el que nos cuenta y nos canta la historia real de su amiga Lucía, quien, al quedarse embarazada y ser abandonada por su novio tuvo que enfrentarse a la decisión más dura de su vida: seguir adelante con el embarazo o abortar. La posición de la Iglesia en este tema la he dejado ya muy clara en post anteriores, así que simplemente la recuerdo: la Iglesia se opone al aborto porque considera que Dios es el único que puede dar y quitar la vida y esa existencia comienza, según su doctrina, no en el momento en el que un niño viene al mundo, sino en el preciso instante en que un espermatozoide fecunda un óvulo y se implanta en el útero, es decir, en el momento de la concepción. En el aborto no cabe apelar al derecho de la madre sobre decidir que se debe hacer con el embrión, es precisamente el derecho del más indefenso (el del no nacido) el que debe ser salvaguardado. Suerte que en este campo la Iglesia cuenta con el apoyo de gran parte de la comunidad científica y jurídica. Parece ser que en España se va a revisar la ley del aborto con un carácter más restrictivo. Ciertamente no es el mejor de los escenarios, pero al menos, es un avance  en contra del mayor genocidio que se está produciendo en los países “civilizados” en el Siglo XXI.





Ave Lucía,  el predictor se pinta de rosa
en tu cuarto de baño
ave lucía
y te dice que vas a ser madre
a finales de mayo
y tu novia de noches secretas
se ha vuelto enemigo
vaya ironía
ave Lucía.

Ave Lucía
hay un médico tal que resuelve al final
este tipo de casos
con garantía
en un fin de semana te puede sacar
de un mal paso
pero sientes que dentro de ti
algo nuevo ha pasado
una rareza
una alegría
algo que crece
ave Lucía.

Nacerá de tu cuerpo nacerá
cuando pueda abrir los ojos te verá
y darás por buenas las peores de tus penas
ante todo, y sobre todo, vivirá.
Ave Lucía
has crecido diez años o más en un solo día
ave valiente
decidiendo marchar por la vida
levantando la frente
y jugándote el tipo por algo que vale la pena
yo soy tu amigo
amiga mía
cuenta conmigo
ave Lucía
ave Lucía.

lunes, 20 de agosto de 2012

Cartas a Dios (Oscar et la dame rose, Francia, 2009)

Cine francés del bueno, aunque algo desconcertante en algunas escenas. Cartas a Dios es originalmente un libro escrito por Eric-Emmanuel Schmitt, quien posteriormente lo llevó a la gran pantalla dirigiéndolo él mismo. En ambos casos se nos presenta un drama que toca nuestras fibras más sensibles. El film cuenta con la polifacética Michèle Laroque como actriz principal, el debut del niño Amir Ben Abdelmoumen y la participación estelar de Max von Sydow como el Dr. Düsseldorf (todo lo que toca es oro), contando de esta manera con un reparto bastante interesante.

Su protagonista, un niño llamado Óscar se encuentra ingresado en un extraño Hospital para niños con enfermedades poco comunes en el que convive con Palomitas, Einstein, Bacon, Sandrine (la china), Brigitte o su amada Peggy Blue. Los médicos, sus padres y él mismo -accidentalmente- saben que apenas le quedan unas pocas semanas de vida. Esos días dramáticos, llenas de amargura y tristeza, van a ser alegradas por Rosa, una simple vendedora de pizzas que le plantea dos juegos: El primero, que cada día de los pocos que le quedan lo viva como si fueran diez años en su existencia. El segundo, que al terminar cada día, le escriba a su mejor amigo: Dios. Ambos entretenimientos van a provocar un cambio total en la vida de Óscar y de quienes están a su alrededor.

El desconcierto viene provocado por determinados momentos de la película que no me terminan de encajar bien, como por ejemplo las escenas de catch, que eran prescindibles para mi gusto. Entiendo que intentan rebajar la tensión y crear momentos cómicos o al menos más superficiales, pero creo que se podía haber logrado el mismo objetivo con otros métodos. la propia película presenta momentos de humor ajenos a esas escenas de catch y que encajan perfectamente en la trama. Esta frase de Óscar, por ejemplo, es un ejemplo de esa "comicidad" dentro de la seriedad de la situación: “Tengo 33 años, un cáncer y una mujer en el quirófano. Así que sé lo que es la vida”. Lo mismo pasa con esta senctencia con la que Óscar se intenta reconciliar con sus padres, cargada de ironía y profundidad: "Lo siento, se me había olvidado que, algún día, vosotros también os vais a morir". O este otro diálogo entre los dos protagonistas principales:

Óscar: “¿Por qué no me dicen que me moriré?”
Rose: ”¿Y para que quieres que te lo digan, si ya lo sabes?”.

A nivel general me da la sensación de que hay que sufrir una primera hora bastante tediosa para gozar, emocionarse y llorar con la hora final. Más desconcertante -aunque en este caso de manera positiva- resulta que la película, plenamente religiosa, con valores cristianos y católicos, sea de nacionalidad francesa, adalid del laicismo europeo. Grata sorpresa y atrevida apuesta de los productores y del director galos, creando una película “contracorriente” en el país vecino.

Como he mencionado antes, el apartado espiritual forma el núcleo central de la película. La manera de afrontar el sufrimiento y el miedo a la muerte están presentes en cada uno de los días que se van sucediendo en la vida de Óscar. Hay diálogos que valen su peso en oro y son verdaderas catequesis sobre la fe. Voy a destacar algunos de ellos:

El primero de ellos se produce en la habitación de Óscar y ya aclara algo que es esencial a la doctrina cristiana. La enfermedad y la muerte forman parte de la vida después del pecado original, pero no son un castigo que Dios manda como un sádico justiciero que se complace en el dolor:

Óscar: "No, no me entiendes. ¿Por qué Dios permite que estemos enfermos? O bien es un malvado o no es muy listo que digamos".
Rose: "Oscar, la enfermedad es como la muerte. Es un hecho, no es un castigo".

Respecto a esta noción del sufrimiento desde la fe, es especialmente significativa la escena en el interior de la Iglesia. En ella Rose enseña un crucificado gótico -aparentemente impasible ante el sufrimiento- a Óscar mientras mantienen una larga conversación de la que extraigo estas frases:

Óscar: "¿Cómo puedes poner tu confianza en Él? ¡Se ve tan mal como yo!... Tú que has sido luchadora de catch, tú que has sido una gran campeona, ¿Cómo puedes confiar en alguien así?"
Rose: "Dime, Óscar: ¿Tendrías más confianza en Dios si tuviera aspecto de culturista cachas, lleno de músculos... Piensa un poco. ¿A quién sientes más cercano, a un Dios que no siente nada o a un Dios que sufre?"
Ó.: "A un Dios que sufre, lógicamente. Pero si yo fuera él, si fuera Dios, y tuviera los medios a mi alcance, habría evitado sufrir".
R. "Nadie puede evitar el sufrimiento, Óscar. Ni Dios ni tú, ni tus padres ni yo".

R. "Hay que distinguir entre dos tipos de sufrimiento, Óscar, el físico y el moral. El sufrimiento físico se padece. El sufrimiento moral se escoge".
O. "No te entiendo".
R. "Si te clavan unos clavos en las muñecas o en los pies, no tienes más remedio que sentir dolor, que sufrirlo. En cambio, la idea de morir no tiene por qué dolerte. No sabes lo que es. Por lo tanto, depende de ti. A la gente le da miedo la muerte porque les asusta lo desconocido. Pero justamente, ¿Qué es lo desconocido? Oscar, te propongo que no tengas miedo sino confianza. Fíjate en la cara de Dios sobre la cruz: está padeciendo todo ese dolor físico, pero no tiene ningún sufrimiento moral porque tiene confianza.

Precisamente uno de los puntos fuertes del film es la conversión (metanoia) que experimenta Rose en su trato diario con Óscar. Pasa de ser una persona huraña, egoísta, antipática y preocupada únicamente por sus intereses a volverse un ser delicado, vulnerable, atento a las necesidades de los otros y misericordioso. El cambio es muy sutil y no está para nada exacerbado, por lo que resulta en todo momento creíble. Su inicial amistad de conveniencia (para vender pizzas y ganarse la vida) se transforma poco a poco en el "amadrinamiento" de quien carecía incluso de sentimientos maternos a comienzos del film. Finalmente es la heredera de las escasas propiedades materiales de Óscar, y lo que es más importante, de su testamento espiritual. 

En sus últimos días de vida, Óscar ve cumplido el deseo de su primera carta: que Dios le haga una visita. Lo vemos de manera simbólica, a través de unas imágenes en las que Óscar visualiza y comprende los misterios de la vida en una especie de levitación. Ahora puede morir en paz, aunque antes le pide a Dios en su última carta que esa experiencia la tengan también sus seres queridos:

"Posdata: Mi deseo: ¿Les puedes montar esta escena de la primera vez también a mis padres? Porque, Rose, creo que ya sabe de qué va. Y también a Peggy, si te da tiempo…".

El film también ahonda en el dolor y el sufrimiento del acompañante, sea familiar, enfermera, consejera o doctor. Es duro tratar con la muerte como algo diario contra la que en la mayoría de las ocasiones -en todas, en última instancia- se pierde la batalla médica. Bastante consoladoras son en ese sentido las palabras finales de Rose al Dr. Düsseldorf:

“Usted no es Dios, su trabajo es reparar, es un hombre, sólo un hombre. Así que afloje un poco, Dr. Düsseldorf, relaje esa tensión y no se dé tanta importancia. Si no, no podrá ser médico mucho más tiempo”

De nuevo un golpe de humor está presente en esta frase, porque el Dr. Düsseldorf está bastante pasado de su edad de jubilación... Por otra parte, como en muchas películas, las despedidas son importantes. La de Óscar es un canto a la resurrección y una muestra de fe:

“Que nadie me despierte, salvo Dios”.

También la despedida de Rose es muy emotiva, la escuchamos en una voz en off mientras envía la última carta al Cielo:

“Querido Dios. Gracias por conocer a Oscar, me ha llenado de amor para todos los años que me queden por vivir”

Resumiendo. El tema sensibilizaría a cualquiera. ¿Por qué un niño de apenas 10 años tiene que morir?, ¿Por qué hay un Dios que lo permite?, ¿Se puede mantener la fe en esos momentos?, ¿Cómo reaccionan unos padres ante el sufrimiento de su hijo?... Estas y muchas otras preguntas van surgiendo y van siendo respondidas acertadamente dentro de un clima de tragicomedia que hacen que la película mantenga la tensión hasta el inevitable desenlace. No hay milagros, no hay soluciones, pero se presenta acertadísimamente por una simple vendedora de pizzas la única respuesta que la Iglesia Católica y todos sus teólogos dan a estas cuestiones: El mal, el sufrimiento, el dolor -y en última instancia- la muerte, forman parte de la condición humana y Dios lo compartió con nosotros en la cruz. No creemos en un Dios ajeno al dolor, sádico o poseedor de una varita mágica, sino en el Dios Crucificado que sufre con y para el hombre. La respuesta cristiana al dolor, a la enfermedad y la muerte es y será siempre la misma: Cristo y su madre, la Virgen María, entienden cualquier sufrimiento físico o psíquico porque ellos lo han experimentado en primera persona. No fueron actores que ejecutaron a la perfección un guion preestablecido, sino que realmente sufrieron y padecieron hasta el extremo para ser solidarios con cualquier dolor de cualquier persona de cualquier momento de la historia.

Hace unos días chateé vía facebook con un compañero de la infancia. Su hijo de cuatro años tiene leucemia, y están pasando un calvario que sólo pensarlo pone los pelos de punta. La quimioterapia, el dolor físico, los llantos, el aislamiento, los porqués… lo están viviendo en primera persona, nada de mera palabrería. Las sesiones son duras y los períodos de recuperaciones más aún. No cabe otra cosa que rezar y confiar en que Dios está a vuestro lado. Cuando andamos bien de salud nos olvidamos que los Hospitales están llenos de sufrimiento. Sufrimiento multiplicado por mil si quien está en la planta de oncología es una criaturita de 48 meses. Ánimo, José Manuel, rezo contigo, y mis lectores, a partir de hoy, también. A todos os recomiendo esta película que nos hace más humanos y más cristianos.

sábado, 18 de agosto de 2012

Oración de San Agustín (La Muerte)

El pasado sábado celebramos el 95 cumpleaños de mi abuela Leonor. La felicidad de reunir a gran parte de su familia, incluyendo a muchos de sus 21 biznietos, se vio truncada cuando a la noche nos enteramos de que su hermano más pequeño, Jesús (Quico para la familia) había ingresado en el Hospital de Puerto Real, aquejado de una reincidente neumonía. Este martes por la noche fallecía en dicho Hospital a la edad de 76 años. A pesar de una larga enfermedad que lo consumía día a día, dicen sus hijos que murió entre las mismas sonrisas y bromas que habían caracterizado toda su existencia. Ello no quita que ha sido otro duro golpe para la extensa familia Castrillón. Naturales de Vejer de la frontera, fueron 17 hermanos (nacidos casi uno por año, porque había dos mellizos…) los que llegaron a la vida frutos del amor y del matrimonio de mis bisabuelos. Mi abuela, la hermana mayor, sobrevive junto a seis más, extendidos por Vejer, Medina y Jerez. Biznietos de mis bisabuelos hay ya por casi toda España, llevando el apellido Castrillón (en mi caso en cuarto lugar) con gran orgullo. Una página de Facebook creada por mi primo Ignacio Castrillón Fernández (nunca nadie te dará suficientemente las gracias por todo el bien que has hecho y sigues haciendo a través de ella…) nos reúne a más de 100 miembros a pesar de los kilómetros de distancia. Por cierto, curiosidades de esta familia, yo os casé en Arcos a ti y a Inma, eres más chico que yo, oficialmente eres mi tío, pero yo te llamo primo… Vaya lío, ¿no?.

Quiero en este post dar mi pésame a mis primos Castrillón Núñez. Y quiero hacerlo con la misma oración que en el mes de marzo, cuando falleció mi padre, me obsequió el Dr. Juan Sánchez Sevilla. En sus palabras encontré el consuelo y la esperanza que hoy intento transmitir a mis primos. 
La oración es de San Agustín y dice así:


La muerte no es nada.
No he hecho más que pasar al otro lado.
Yo sigo siendo yo.
Tú sigues siendo tú.

Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
Dame el nombre que siempre me diste.
Háblame como siempre me hablaste.
No emplees un tono distinto.

No adoptes una expresión solemne ni triste.
Sigue riendo de lo que nos hacía reír juntos…
Reza, sonríe, piensa en mí, reza conmigo.

Que mi nombre se pronuncie en casa como siempre lo fue.
Sin énfasis ninguno, sin huella alguna de sombra.

La vida es lo que siempre fue: el hilo no se ha cortado.
¿Por qué habría yo de estar fuera de tus pensamientos?
¿Sólo porque estoy fuera de tu vista?

No estoy lejos, tan sólo a la vuelta del camino…

Lo ves, todo está bien…
Volverás a encontrar mi corazón,
volverás a encontrar su Ternura purificada.
Enjuga tus lágrimas, y no llores si me amas.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Citius, Altius, Fortius.

Comienzo mi reflexión con estas tres palabras pronunciadas por el Barón de Coubertin en la inauguración de los primeros Juegos Olímpicos de la Edad Moderna en 1896 en Atenas. Creo, que a pesar de estar escritas en latín, no necesitan mucha traducción: Más rápido, más alto, más fuerte. Creo que son un buen resumen no sólo del espíritu competitivo vivido en estos 20 días de JJ.OO., sino también de lo que la sociedad nos exige diariamente a cada uno de nosotros.


Demos el salto a la experiencia personal. Llevo ya un par de años en los que, junto a otras materias, imparto clases de Religión. Mi vida, en el fondo, tampoco ha cambiado tanto. No ejerzo el ministerio, eso es cierto; a cambio tengo una familia, pero el resto es prácticamente lo mismo. El fútbol y el cine siguen siendo mis hobbies favoritos, a los que dedico el poco tiempo que puedo. Mi jornada laboral suele desarrollarse hablando de religión, leyendo cosas teológicas o de valores humanos e intentando descubrir los signos de Dios en los pequeños detalles de cada día.

Incluso  mis pequeñas frustraciones siguen siendo las mismas. Hace unos años, casaba unas 50 parejas, bautizaba 70-80 niños y le daba la comunión a otros 100 cada curso. Al final de cada temporada, siempre me hacía la misma pregunta: ¿Quedarán algunos de estos para el año que viene...? Hoy intento educar en valores, fundamentalmente los cristianos. Planteo a niños y jóvenes que Jesucristo quiere que compartamos cuando en sus casas –mayoritariamente- les enseñan a ser egoístas. Les digo que Cristo predicó que hay que ser humildes y ponerse en los últimos puestos cuando nuestra sociedad les invita de infinitas formas distintas a ser los primeros, aún a costa de pisotear a los que están debajo tuya. Les aconsejo que potencien los valores espirituales mientras que son bombardeados durante todo el día por mil y una campañas publicitarias materialistas. Les hablo de la importancia de la familia y de la fidelidad cuando muchos de ellos viven en familias desestructuradas. Les hablo de amor pero ellos solo quieren (los jóvenes) que les explique cuestiones sexuales. Cuando les hablo de dedicar tiempo a los más necesitados se miran desconcertados entre ellos como cuestionándose de que extraño planeta habré salido… En definitiva, es lo mismo pero desde otra perspectiva. Y es que da igual que seas sacerdote, fraile, monja, catequista, profesor de religión o simple laico. Hablar de Dios no es fácil. Seguir a Jesucristo implica nadar contracorriente. Si viviéramos con la radicalidad que él nos pidió nos tacharían de locos, aunque simplemente cuando predicamos su utópico mensaje de hace 2.000 años ya piensan que realmente lo somos. Vivimos en una sociedad donde lo único que cuenta, el único rasero con el que los demás nos miden es idéntico con el que hace 3.000 años competían en la Grecia Clásica: Citius, Altius, Fortius.

lunes, 13 de agosto de 2012

Every Breath you Take (The Police, 1983)

Hasta ahora, sólo os había puesto canciones en castellano. Desde que me inicié en la lengua de Shakespeare, he ampliado mi repertorio considerablemante, ésta de hoy es sólo una muestra de lo mucho y bueno que tienen los anglosajones en pop cristiano. ¿Pero esta canción tiene algo de cristiana? Os preguntaréis algunos... Mirad, Every Breath you take habla de una experiencia de Sting de amor no correspondido, y el amor es la base del cristianismo. Os pongo una comparación que yo les explico a los niños de catequesis. La cruz de Jesucristo era una, pero tenía dos palos. El palo vertical nos recuerda el amor de Dios, nos hace mirar a lo alto, mientras que el palo horizontal nos habla de amor humano, nos recuerda que lo más bonito que podemos hacer en esta vida es amar a los demás, personal y generalmente. Como el amor es un sentimiento universal, podéis escuchar esta canción como más os plazca. O bien pensando cuantas veces Dios nos mira, nos ama, se desvive por nosotros y no le echamos ni cuenta perdidos en nuestras rebeldías o cuantas veces son personas concretas las que nos reclaman un amor que por nuestro egoísmo o desidia no estamos dispuestos a corresponder. Sea desde una perspectiva horizontal o vertical, seguro que la canción os llega. Es un clásico.




Every breath you take
And every move you make
Every bond you break,
Every step you take
I'll be watching you

Every single day
And every word you say
Every game you play, 
Every night you stay 
I'll be watching you 

Oh, can't you see? 
You belong to me 
How my poor heart aches 
With every step you take 
Every move you make
Every vow you break
Every smile you fake,
Every claim you stake
I'll be watching you

Since you've gone I've been lost
without a trace

I dream at night, I can only see 
your face
I look around, but it's you I can't replace
I feel so cold, and I long for your
embrace
I keep crying baby, baby please,

Oh, can't you see?
You belong to me
How my poor heart aches
With every step you take
Every move you make
Every vow you break
Every smile you fake,
Every claim you stake
I'll be watching you

Every move you make,
Every step you take 
I'll be watching you
I'll be watching you 




Cada respiro que tomas
Y cada movimiento que haces
Cada relación que rompes,
Cada paso que das
Yo te estaré mirando

Cada día
Y cada palabra que dices
Cada juego que juegas
Cada noche que te quedas
Yo te estaré mirando

Oh, ¿acaso no puedes ver?
Tú me perteneces
Cómo duele mi pobre corazón
Con cada paso que das
Cada movimiento que haces
Cada juramento que rompes
Cada sonrisa que finges
Cada queja que haces
Yo te estaré mirando

Desde que te has ido yo he estado perdido
sin una señal

Sueño por la noche, sólo puedo ver
tu cara
Miro alrededor, pero no te puedo
reemplazar
Me siento tan frío y anhelo tu
abrazo
Me pongo a llorar, cariño por favor,

Oh, ¿acaso no puedes ver?
Tú me perteneces
Cómo duele mi pobre corazón
Con cada paso que das
Cada movimiento que haces
Cada promesa que rompes
Cada sonrisa que finges
Cada queja que clavas
Yo te estaré mirando

Cada movimiento que haces
Cada paso que das
Yo te estaré mirando
Yo te estaré mirando.





domingo, 12 de agosto de 2012

Todo etiquetado

Me ha costado cuatro largas horas de trabajo, pero al fin las 177 entradas del blog han sido etiquetadas. Tengo que reconocer que el blog era un cajón-desastre, pero ahora lo tenéis mucho más cómodo. En la columna lateral derecha tenéis las etiquetas de cada entrada. Si os interesan los cuentos, pues pincháis y os aparecen todos los publicados. La música, el cine, la teología, las oraciones.... todo igual. Ya está todo ordenadito y a vuestra disposición. Las nuevas entradas irán enriqueciendo lo ya existente, que es mucho (y a juzgar por las visitas) interesante....

viernes, 10 de agosto de 2012

Masacre en misa de 12

El domingo pasado fui a misa como todos los domingos. Llegamos casi una hora antes de comenzar, como hacemos siempre, para charlar un rato con los amigos. Las caras eran de preocupación, como en las últimas semanas. Pero en esta ocasión se podía cortar la tensión con un cuchillo. Casi todo el tiempo estuvimos comentando los últimos ataques en la zona. Más de seis en los que llevamos de año, con más de 1.200 cristianos muertos. Sidi, para cambiar el tema, nos contó que la semana anterior había estado en España, y que por fin pudo estar en una misa sin temor a que fuera asesinado. Dice que la misa no le gustó demasiado. No hubo cantos, ni bailes, y sólo había un niño con el que el sacerdote parecía estar incómodo cada vez que lloraba. La mayor parte de la gente era muy mayor, y más de uno bostezó durante una homilía bastante larga de un sacerdote anciano. La misa duró unos 45 minutos, y nos contaba Sidi que allí nadie parecía conocer a nadie. Cada uno estaba sentado en un banco distinto, y a la hora de dar la paz, nadie le besó ni le abrazó. Sus rostros no reflejaban alegría ni felicidad, le dio la sensación de haber asistido a un espectáculo monótono y rutinario. Él había llegado una hora antes, al igual que aquí, y a la salida se quedó en la puerta para conversar con los asistentes, como es costumbre en nuestra tierra. Dice que todos se fueron corriendo, casi sin despedirse, como si tuvieran cosas muy importantes que hacer, pero que una mujer se paró un momento, abrió su monedero y le dio un Euro porque debió confundirle con un mendigo. Trató de explicarle que él es un prestigioso cirujano cardiovascular, que había ido a visitar a unos familiares en Andalucía, pero la mujer se fue tan rápido que no pudo darle explicaciones. Nos reímos un rato con Sidi, que nos mostraba el Euro para certificar que su historia era verdadera. 

Las risas duraron poco, pronto volvimos a acordarnos que la situación era muy delicada. Algunos han dejado de venir a misa, aunque son los menos. Este domingo la misa era especial, con presencia de muchos jóvenes universitarios cristianos. En seguida comenzó la Eucaristía, y con ella, la tragedia. Estábamos apenas en la procesión de entrada. Las mujeres, con sus niños y jóvenes, entraban danzando y cantando mientras el sacerdote terminaba de revestirse. El ambiente era el habitual, de fiesta y alegría. Todo sucedió muy rápido, casi no puedo recordarlo, creo que mi memoria ya ha intentado borrarlo como si todo hubiera sido una horrible pesadilla. Oímos gritos en el fondo de la Iglesia, al principio casi imperceptibles por los cantos. Pero enseguida las mujeres dejaron de cantar. Ya sólo se oían los gritos. ¡Alá es grande, muerte al infiel!, ¡Alá es grande, muerte al infiel!. Se oyó una fuerte explosión, a la que siguieron varias ráfagas de ametralladoras, y luego, la histeria. Fui inmediatamente con Sidi a ver lo que había pasado. Íbamos de un lado para otro, tratando de contener hemorragias y de asegurarnos de que los supervivientes se fueran a la sacristía. Llantos, gritos de rabia, cuerpos mutilados y mucha sangre, es todo lo que puedo recordar. Los ojos tan abiertos e inexpresivos de muchos de nuestros amigos nos hacían temer lo peor. El recuento fue doloroso. 18 muertos y más de 50 heridos. Todos conocidos, todos amigos que simplemente querían celebrar pacíficamente su fe en un país donde oficialmente hay libertad religiosa. 

Igual de dolorosa fue la conversación que ayer tuve con Sidi. Dice que el domingo llamó para tranquilizar a sus familiares, pero que allí se sorprendieron y le dijeron que no sabían nada. La noticia no había sido dada en los telediarios, dicen que monopolizados por los resultados de los Juegos Olímpicos y de lo que ellos llaman “la crisis”. Para mí crisis es lo que vivimos aquí, en Nigeria. Matanzas continuas de cristianos mientras el gobierno musulmán mira para otro lado. Sidi, estaba muy enojado, indignado. Este domingo asegura que volverá a ir a misa, dice que a él no le importa morir por su fe. Pero me comentó que en la llamada telefónica le dijo a su sobrina Jasmine: “Vete el domingo a misa de 12, y si ves a alguien bostezar, le dices de mi parte que aquí no nos aburrimos en misa, sino que damos nuestra vida por ella. Y que, aunque no salgamos en los noticieros, nos están matando por el mero hecho de ser cristianos”. Yo también iré el domingo a misa, aunque no sé si será la última vez que lo haga. No es que piense abandonar, es que creo que volverán. La matanza ha quedado impune, y volverán a por nosotros. Cuando vea elevar el Cuerpo de Cristo recordaré los cuerpos inertes de mis 18 compañeros. De seguro ya están junto al Padre, ya que murieron como Él. Un escalofrío me recorrerá el cuerpo cuando piense que cualquiera de nosotros puede ser el siguiente en acudir a su encuentro.



viernes, 3 de agosto de 2012

La cara ¿amable? de la Crisis


Dos cosas me llamaron la atención cuando hace un par de semanas volví a ojear esta página tras años sin visitarla. La primera de ellas, ya lo comenté en mi Facebook, fue que hubiera más de 200.000 visitas al Blog. Uno tiene su orgullo, para qué nos vamos a engañar, y el ego se te viene arriba cuando ves que lo que uno escribió con tanta ilusión no había caído en saco roto. Más tarde, tras la reflexión posterior, caí en la cuenta que la misión de todo cristiano es evangelizar, no recoger frutos, ya que eso corresponde a Dios y solo a Él. Rebajada la dosis de euforia -pues sólo soy frágil instrumento de Dios que lleva el tesoro del Evangelio en vasijas de barro- vino el otro detalle que captó de inmediato mi atención: La mayor parte de los visitantes de esta página no eran Españoles, ni mis amigos, ni siquiera conocidos míos, sino Sudamericanos e hispanoparlantes de EEUU. Gente que no sé de qué manera han entrado en contacto con este Blog y se han enganchado a él, a pesar de llevar tres años sin ninguna entrada nueva. 

Mucho me temo que este detalle no es anecdótico, sino que tiene una explicación lógica, racional y simple: España ha dejado de ser “la reserva espiritual de occidente” (Como la llamaba Francisco Franco, sí, el Dictador que murió el año que yo nací) y ese puesto lo ocupan ahora las naciones a las que hace más de 500 años exportamos el Evangelio. A pocas personas en España les dará por poner "Dios", "Iglesia", "fe", "Jesucristo", "Virgen María" u otras similares En Google. En nuestra bendita tierra, si alguien pone “Belén” en un buscador no es para informarse de la ciudad donde nació Jesucristo, sino para interesarse por los últimos cotilleos de la Esteban. Y si a alguien le da por poner “Cristiano” tampoco es para informarse sobre la doctrina de los discípulos de Cristo, sino para ver el último golazo de Ronaldo. Así las cosas, las páginas religiosas, como la que estáis leyendo ahora, son poco menos que relleno tan inservible como la molesta hojarasca de otoño. Cuando hace años estuve en Roma, ya era sintomático y evidente: Por cada sacerdote Español estudiando en la Gregoriana habría de media cinco Sudamericanos y dos Africanos. Hoy nuestros Conventos de Clausura se nutren de novicias de ambos continentes antes de echar el candado por falta de vocaciones. Llevamos la Buena Noticia de Cristo a ambos Continentes, y ellos nos la devuelven hoy con creces. España y Europa se estaban quedado ciegos, sordos y mudos en una apatía y una desidia donde Dios ya no tenía cabida. Era más divertido el “Pan y Circo” con que nuestros dirigentes nos alimentaban día a día que el Pan de la Eucaristía y de la Palabra de Dios, que era despreciado como los cerdos desprecian las perlas. Para que el Evangelio llegue al corazón y cale en él es necesaria la disposición a recibirlo, del mismo modo que la lluvia es bien recibida por la tierra reseca y escupida por la tierra anegada. En España hemos vivido años de abundancia, años de excesos donde no faltaba de nada y Dios sobraba o molestaba. Hoy empiezan a cambiar las cosas. Falta trabajo, falta dinero, falta dignidad. Y ahora volvemos a Dios. De manera tímida aún, pero volvemos. ¿O es que nadie se ha fijado que este año había más Nazarenos que nunca en Semana Santa?, ¿No os fijasteis que los cortejos procesionales y las personas de promesa detrás de los pasos se habían multiplicado por cinco? Son pequeños signos de que algo está cambiando. De acuerdo, las Iglesias siguen medio vacías, pero ya se llenarán. De momento, lo que ya se ha llenado son las colas de Cáritas. Muchos de los que acuden, hace unos años, echarían pestes de la Iglesia. Hoy comen gracias a ella. El año 2011 fue estadísticamente el año en el cual se produjeron menos separaciones matrimoniales y en el que por primera vez los asilos cuentan con plazas vacantes. No hay dinero para separaciones y se necesitan las pensiones de los abuelos cuando el paro hace estragos. Amores interesados, familias reunidas a la fuerza, pero precisamente ahí en medio está la voz de Dios. La misma que antes era ahogada por el ruido de una sociedad nihilista empieza a escucharse ahora nítidamente. No es momento para escandalizarse ni para rasgarse las vestiduras: el pecado está en la naturaleza propia del hombre. En la parábola más literaria y más bella de Jesucristo se resume toda esta reflexión y es un escrito que tiene ya casi 2.000 años… El hijo menor vuelve a la casa de su padre no porque se arrepintiera de lo que había hecho, sino PORQUE TENÍA HAMBRE. Si le hubiera durado más el dinero no habría vuelto, no se habría acordado de su padre ni de lo bien que se estaba en casita. Hubiera seguido de juerga hasta que el hígado o el corazón le hubieran dicho basta. En el refranero español esto se resume en la expresión “Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”. Pues ya está aquí la tormenta. Muchos serán los que ahora miren a Dios y quieran volver a la Casa del Padre. No seamos tan necios como el hermano mayor de la parábola de ponernos celosos y no querer entrar en la gran fiesta preparada para todos. El Amor de Dios es tan grande que acoge sin preguntar porqués. Solo abraza y ama al hijo pródigo. Alegrémonos con Él de esos hermanos nuestros que estaban perdidos y han sido encontrados, que estaban muertos a la fe y han resucitado a la Vida.