viernes, 21 de septiembre de 2012

Testimonio de un sacerdote con cáncer

Acabo de leer este testimonio y me he quedado pasmado, perplejo. Tiene ya unos años, fue parte de la campaña del "Día del Enfermo" del año 1998, que la Iglesia Católica celebra el 11 de febrero, el día de la Virgen de Lourdes. Por aquel entonces yo era seminarista y no recuerdo ni siquiera haberlo leído. Hoy gracias a Internet, esta carta circula en múltiples foros católicos. Lo comparto con todos vosotros para que juntos reflexionemos en el misterio del sufrimiento y de la muerte.

En primer lugar, permitidme que me presente: me llamo Jesús Muñoz, tengo 32 años y soy sacerdote católico de la diócesis de Toledo, España. Desde el año 1996 he ejercido como misionero en Bolivia.

Al volver el año pasado a España para descansar y tener unas vacaciones me diagnosticaron un cáncer colo-rectal con metástasis hepática. He sido sometido a varias operaciones: me extirparon el ano, el recto y 30 cm. del colon, y me hicieron un ano artificial. Posteriormente me quitaron una cuarta parte del hígado. También he sido sometido a otras operaciones de menor consideración. He sido sometido a tratamiento de radioterapia y actualmente estoy en tratamiento con quimioterapia.

Llevo ya tanto tiempo que el cuerpo se deteriora y por esta razón no puedo viajar, ni muchas veces salir de casa. Bueno, aunque es aceptable mi calidad de vida, varía mucho de mes en mes e incluso de día a día. Nunca es igual, es imprevisible cómo me voy a encontrar a la mañana siguiente. Es un misterio. El sufrimiento es un misterio que solamente desde la fe se ilumina.

El tiempo pasado en Bolivia fue fantástico. De niño siempre quise ir a las misiones y el Señor me lo ha concedido. Fue un tiempo de renovación sacerdotal, pues yo era un "burgués". No me preocupaba de nada, salvo de mí mismo. Sin santidad, sin intimidad con el Señor ni con su Palabra, sin oración asidua. Muy despreocupado por la liturgia y por quien me tocaba pastorear. No era capaz de morir por nadie. Pero, aparecía ante los feligreses como muy trabajador, preocupado por las cosas, buen cura, humilde... Mentira todo. Pues soy un egoísta y un orgulloso, que sólo me busco a mí en lo que hago. Un cura de pueblo que sólo hace cosas; pero no lleva el evangelio a su pueblo. Y apegado al dinero, pues lo último que hice antes de salir para Bolivia fue dar clases en un instituto de enseñanza secundaria y tener una nómina abultada. Pues, el mayor peligro para un cura es el dinero -también para cualquier cristiano-. "Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero" (1Tm 6,10).

Pero los milagros que he visto en la evangelización y sobre todo mi equipo de evangelización me ayudaron mucho. Me corrigieron a tiempo. Siempre con cariño o, mejor aún, con amor evangélico. No siempre recibía las correcciones con agrado: mi egoísmo y el ser educado para ser el primero en todo, y un líder como cura, se manifestaba con toda claridad. Ciertamente que les estoy muy agradecido, ha sido un segundo seminario de formación. Una regeneración sacerdotal. En definitiva tener que pasar por la puerta de la humildad, la cual yo rehusaba. Ver mis pecados con una claridad que antes me estaba velada. Y rezaba al Señor que si yo era un lastre para la evangelización, que si iba a añadir problemas a los que ya había en la misión que me retirase de ella. ¡Y cómo lo hizo! El Señor, también me lo concedió.

En el postoperatorio, aunque estaba sedado con morfina, recuerdo que en una ocasión desperté y miré el crucifijo que tenía delante, miré a Jesucristo y le decía que estábamos iguales: con el cuerpo abierto, con los huesos doloridos, solos ante el sufrimiento, abandonados, en la cruz... Yo me fijé en mí y me revelé. No lo entendía. Dios me había abandonado. No me quería. Y de pronto recordé las palabras que desde el cielo Dios-Padre pronuncia refiriéndose a Jesucristo el día del bautismo y posteriormente en el Tabor: "Este es mi Hijo amado, mi Predilecto". Y el Hijo amado de Dios estaba colgado frente a mí en la cruz. El amor de Dios, crucificado. El Hijo en medio de un sufrimiento inhumano. Entonces reflexioné: Si me encuentro en la misma situación que Él, entonces yo también soy el hijo amado y predilecto de Dios. Y dejé de revelarme. Y entré en el descanso. Y vi el Amor de Dios.

La razón humana no encuentra sentido al sufrimiento, no tiene lógica. Solo mirando al Crucificado el hombre entra en la paz que el sufrimiento le ha robado. Pues, con el dolor y el sufrimiento el hombre pierde la capacidad de razonar y la voluntad. Y ya está perdido, le han vencido. Ha dejado de ser hombre; pero el sufrimiento y la resurrección de Cristo nos ha hecho hombres nuevos.

Aunque también es cierto que, ¡cuántas veces he llorado en el silencio de la cama cuando llegan los dolores y el sufrimiento, y al ver que llega el final de los días!. Y aparece como una desesperanza; aunque yo rápidamente digo "todo sea por la evangelización". ¡Por la evangelización!. Aunque, a veces, ese "todo" resulta una carga dura y pesada.

Al igual que en la clínica he colocado un icono de la Virgen enfrente de mi cama, pues quiero morir mirándola a ella. Y quiero morir sin agonía, sin lucha, sino entregándome como ella me ha entregado a su Hijo.

Actualmente mi enfermedad se agrava: tengo tumores en el hígado y en el hueso sacro. Es decir, la metástasis comienza a extenderse; aunque con la quimioterapia parece que la retienen un poco. De todos modos los médicos me han pronosticado que no viviré más de un año, dos a lo sumo; Pido a Dios tener una calidad de vida lo suficientemente aceptable como para evangelizar desde mi situación.

Me siento como una barca varada en la orilla del lago de Tiberiades. Ya no saldrá más a pescar; pero tengo la esperanza de que Cristo también suba a ella para proclamar desde allí la Buena Nueva a la muchedumbre. Esta es ahora mi misión: ser barca varada, púlpito de Jesucristo.

* * * *

Jesús Muñoz murió el día 11 de septiembre de 1999 en Coria, acompañado de su familia.










4 comentarios :

  1. Sinceramente me habrá cogido un día tonto pero llorado como un infante mientras leía la carta rezo por el eterno descanso de este hermano sacerdote

    ResponderEliminar
  2. Dios mío.Eso es conversión.Eso es ver la mirada de Dios.Eso es tomar conciencia de ser pan partido y repartido.Eso es participar del espíritu absoluto, que todo lo penetra e inunda.Que su alma desde la.otra dimensión nos ayude a encontRar en sentido de la entrega.
    Justicia y paz.

    ResponderEliminar
  3. Querido Padre Jesus Munoz, espero este en el cielo junto a Dios, su carta sera inspiracion para muchas personas como yo, para entender nuestro proposito de vida. Madre Santa, acoje en tu seno a todos los enfermos del mundo.

    ResponderEliminar
  4. Excelente post! Mi madre habla de esto todo el día conmigo.
    Me acabo de volver a dar las gracias.
    my website :: sintomas de la leucemia

    ResponderEliminar