viernes, 19 de julio de 2013

Popieluszko. La libertad está en nosotros (Popieluszko. Wolnosc jest w nas, Polonia, 2009)

Es la segunda película polaca que veo en menos de una semana. No lo he hecho adrede, lo aseguro. Las dos de la misma temática, el martirio, pero con ejecutores diferentes. Si en el caso de Maximilian Kolbe su muerte vino de manos del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, en el caso de Jerzy Popieluszco (1947-1984) fue el régimen comunista de los años 80 en Polonia quien acabó violentamente con su vida.

Polonia es, sin lugar a dudas, uno de los países más castigados por los totalitarismos Europeos del siglo XX. Sin sucesión de continuidad, pasó de la invasión de las tropas alemanas antes de la Segunda Guerra Mundial a la invasión de las tropas soviéticas a la finalización de la misma. En ambos casos, la religión católica fue violentamente perseguida y muchos sacerdotes, religiosos y religiosas murieron en defensa de la libertad y de la verdad. Es paradójico, o mejor dicho muy sintomático, que en el país donde la fe estuvo perseguida durante sesenta años  sea hoy el bastión católico en Europa. La fe que es perseguida es purificada, mientras que la fe que se acomoda termina adormecida y moribunda, como por desgracia está sucediendo en nuestro país. El martirio siempre ha sido la mayor “propaganda” del cristianismo. A más persecución, más firme y arraigada es la fe de los que perseveran en la prueba. Haber tenido un Papa -santo- polaco ayuda, faltaría más, pero es increíble la devoción que ese país tiene por la fe católica y por su Virgen de Częstochowa. Si veis el Vaticano -en cualquier Ángelus de cualquier domingo- nunca falta una bandera polaca. Fijaos en las JMJ que comenzarán en breve, veréis cuantas banderas polacas han cruzado el charco para unirse al Papa Francisco.

La película, dirigida por otro director de nombre impronunciable (Rafal Wieczynski) es, en pocas palabras, magistral y una delicia. Un canto a la libertad de la conciencia y a la libertad de una nación. No se puede decir más claro ni dejar más en evidencia al régimen comunista pero sin un ápice de rencor hacia quienes eran a su vez víctimas y no verdugos del sistema. Es lo que más me ha gustado de este film: El Padre Popieluszko (Adam Woronowicz), siendo consciente de la cercanía de su muerte por sus constantes críticas al Partido Comunista, no juzga a sus ejecutores, sino al mal que se esconde detrás de una ideología perversa por esencia. Todo el aparato comunista queda caricaturizado como un títere, un pelele en el que se cumplen órdenes de superiores que están a la sombra mientras quienes dan la cara son pobres marionetas. A nivel de actuación destaca un cameo del Cardenal Jozef Glemp interpretándose a sí mismo.

Llama la atención, sobre todo aquí en España - o debería-, que gran parte de la acción sacerdotal del Padre Popieluszko fue en apoyo a la clase obrera, así como trabajar en la clandestinidad en favor del Sindicato Solidarnosc (Solidaridad). Apoyado en la sombra por el Papa Juan Pablo II y por sus superiores, centra sus homilías en la doctrina social de la Iglesia y en la defensa de los derechos de los trabajadores. En el régimen totalitario comunista estaban prohibidos los sindicatos -a excepción del oficial del partido, claro está- cosa que hoy habría que recordarle a más de uno de la izquierda que enarbola la bandera del sindicalismo unida a la de la hoz y el martillo. Las palabras del protagonista principal prediciendo su propio martirio estremecen: "Pueden golpearme, torturarme e incluso matarme. Entonces tendrán mi cadáver, pero no mi obediencia". Igualmente impactante es la escena en la que el sacerdote Jerzy sale de la sala del juicio y pronuncia esta rotunda frase: "Es el odio contra lo que yo lucho". Una lucha que solo enarbola las armas de la bondad, el perdón y el amor, los fundamentos del Evangelio de Jesucristo.

La película cuenta con el aval histórico de todos los personajes de la época, incluido el fundador del Sindicato Solidaridad  y presidente de Polonia (1990-1995), Lech Walesa. Igualmente entremezcla imágenes verdaderas del acoso al sacerdote, así como de su multitudinario funeral y de tres viajes de Juan Pablo II a Polonia, el último de ellos para rezar delante de la tumba de su compatriota. De entre todas las imágenes me ha impresionado y sobrecogido una vista aérea real de su funeral, al que acudieron 250.000 personas.

Gerzy Popieluszko fue beatificado por Benedicto XVI el 6 de junio de 2010 en una ceremonia celebrada en la Plaza Pilsudski de Varsovia, en presencia de su madre, Marianna Popiełuszka, quien había cumplido 100 años unos pocos días antes.

No sé si seguiré viendo cine polaco, me temo que no, ya que a España llegan pocas películas de ese país, pero a buen seguro lo que intentaré será seguir resistiéndome a ver cine español. Cada vez lo tengo más claro. Esta película es una clara muestra de que con pocos recursos y mucho talento se puede hacer buen cine. En España, desgraciadamente, tenemos justo lo contrario: poco talento y muchos recursos. Una verdadera lástima.

2 comentarios :

  1. Gracias Jaime por compartir sobre el beato Popieluzcko! es inspirador.

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  2. Como podéis ver en el historial de visitas recientes, ayer el Blog recibió 30 visitas de Rusia, no se si alegrarme o preocuparme... En fin, un saludo a los amigos soviéticos que saben leer español...

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