lunes, 30 de junio de 2014

Apocalipsis

Hoy estoy un poco escatológico. Ignoro el porqué de vez en cuando me pongo a pensar que todo puede acabar, pero a veces creo que es bueno estar en sobreaviso de que nuestros días pueden ser los últimos. Se funciona mejor a todos los niveles cuando uno está en esa tensión emocional. Se relativiza lo secundario y uno fija sus metas en lo verdaderamente importante de la vida.

La Biblia lo llama Apocalipsis, Armageddon, Parusía o Juicio Final, del cual desconocemos el día y la hora. Cristo nos da muchas indicaciones para que estemos alerta, aunque a veces preferimos pensar en otras cosas más livianas. No quiero parecer un telepredicador de una secta barata, pero lo cierto es que en la Palabra de Dios tenemos suficientes citas al respecto como para asustar al más ingenuo.

Os aporto una cuantas:

«En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni siquiera el Hijo de Dios. Solamente el Padre lo sabe» (Mt. 24, 36)

«A vosotros no os toca saber cuándo o en qué fecha el Padre va a hacer las cosas que solamente Él tiene autoridad para hacer» (Hch. 1, 1-7)

«Vosotros, estad preparados, porque cuando menos lo penséis vendrá el Hijo del Hombre» (Mt. 24, 44)

«El día del Señor vendrá cuando menos se espera, como viene un ladrón de noche» (2 Pedr. 3, 10)

«Nadie os engañe en ninguna manera; porque el final no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de la perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios». (2ª Tes. 2, 3-4)

Creo que hay motivos para pensar que esta última cita no está lejos de cumplirse, ya que nuestra sociedad ha endiosado y colocado en el lugar de culto elementos ajenos a tal dignidad, leanse dinero, poder, corrupción... y un largo etcétera.

Me gustaría terminar esta reflexión-desahogo con una cita del danés Soren Kierkegaard muy ilustrativa de lo que hoy estamos tratando, y de cómo a veces preferimos pensar en quien ganará el Mundial de Brasil o lo que vamos a hacer en estas vacaciones que en lo realmente importante de nuestra vida. El filósofo, teólogo y pastor protestante, padre del Existencialismo y maestro de la angustia vital nos dejo este fragmento (el 54) que es uno de mis favoritos:

Una vez sucedió que en un teatro se declaró un incendio entre bastidores. El payaso salió al proscenio para dar la noticia al público. Pero éste creyó que se trataba de un chiste y aplaudió con ganas. El payaso repitió la noticia y los aplausos eran todavía más jubilosos. Así creo yo que perecerá el mundo, en medio del júbilo general de la gente respetable que pensará que todo se trata de un chiste” 

domingo, 22 de junio de 2014

El sentido de la vida

Rescato hoy una nueva historia que corre por la web como verídica. Ignoro si es real o no, lo cual para mi es secundario, ya que el mensaje que transmite sí que contiene verdades como puños. Cuando nos hablan de enfermedad, especialmente de esa palabra tabú y maldita "cáncer" a todos nos tocan la fibra sensible. La historia tiene como objetivo último transmitirnos que el fin de nuestras existencias es ontológicamente una apertura a la trascendencia. Personas que no han sido creyentes, que han pasado por la vida incluso haciendo alarde de su ateísmo, han tenido una experiencia de conversión y de acercamiento a Dios en el último momento de sus vidas.

De ello va esta historia. De vida y de muerte. O de muerte y de Vida Eterna. De la búsqueda de lo realmente importante en nuestras vidas. De como nuestra escala de valores y jerarquía cambiaría radicalmente si nos enfrentáramos cara a cara con "la hermana muerte", como la llamaba San Francico de Asís. 

Es un poco larga, pero os garantizo que merece la pena.


Hace algunos cursos, el primer día de colegio, estaba de pie observando a mis alumnos del Instituto mientras entraban al aula para nuestra primera clase de Religión. Ese fue el primer día que vi a Fernando.

No pude evitar fijarme especialmente en él. Sus manos se posaron sobre la larga melena rubia que caía sobre su espalda. Era la primera vez que veía a un joven con una melena tan larga. En el Colegio donde trabajaba anteriormente nadie se hubiera atrevido a llevarla.

Sé que no es lo que está sobre la cabeza lo que cuenta, sino lo que está dentro, pero desde aquel día etiqueté a Fernando con la “R” de raro… muy raro. Fernando, además, resultó ser el "ateo de la clase" en mi curso voluntario de Religión. Todavía hoy no me explico porque no escogió la alternativa, ya que hubiera sido lo más normal.

Objetaba constantemente sobre mis palabras, sonriendo sarcásticamente, o quejándose abiertamente ante la imposibilidad de un Dios Padre que nos ama incondicionalmente. Así y todo, vivimos en una paz relativa durante el curso, ya que en todo momento se mostraba relativamente respetuoso con mis palabras. Tengo que admitir que a veces sí llegaba a molestarme, pues me sacaba de mis esquemas preconcebidos y me obligaba a estar siempre a la defensiva.

Cuando al terminar el curso vino a entregar su examen final, me preguntó en un tono algo cínico, 

"¿Cree usted que alguna vez encontraré a Dios?"

"¡No!", le dije muy energicámente.

"¿Por qué no?", me respondió, "yo creía que ése era el producto que usted estaba vendiendo."

Dejé que estuviese a unos cinco pasos de la puerta del aula y alcé mi voz para decirle: 

"¡Fernando! Creo que tú nunca encontrarás a Dios... pero estoy absolutamente seguro de que Él sí te encontrará a ti."

Él se encogió de hombros y salió de mi clase y de mi vida, aparentemente para siempre.

Un tiempo después, a través de un compañero, me enteré que Fernando había terminado sus estudios universitarios en Filosofía y me alegré sinceramente. Desde entonces me habría gustado mantener una charla con él para cambiar impresiones, ya que nuestros debates en clase me habían dejado más huella de lo que yo imaginaba. Hice el propósito de llamarlo y quedar para tomar algo, pero siempre lo posponía y esa llamada nunca se produjo.

Un par de años más tarde, el mismo compañero que me había comentado el final de los estudios de Fernando me reveló una noticia mucho más dramática: A Fernando le acababan de detectar un cáncer terminal.

De nuevo, y con más firmeza, hice el propósito de verlo, pero antes de que esto sucediera, él vino a verme a mi.

Cuando entró en mi despacho tenía un aspecto muy demacrado y su larga melena había desaparecido debido a la quimioterapia. Pero sus ojos aún brillaban con fuerza y su voz tenía la misma firmeza que antes.

"Fernando, he pensado mucho en ti... oí que estás enfermo", le dije casi pidiéndole disculpas por no haber ido a verlo yo.

“Sí, muy enfermo", me respondió, "tengo cáncer en ambos pulmones. Es cuestión de semanas."

Su firmeza seguía llamándome la atención. Tras unos minutos de charla intrascendente, me decidí a profundizar en su interior “¿Puedo hacerte una pregunta, Fernando?", le dije.

"Por supuesto, he venido para hablar… ¿qué quiere saber?", me contestó.

"¿Qué se siente al tener solo 24 años y estar muriendo?", Aún sabiendo que la pregunta era directa, no quería andarme con rodeos.

"Bueno, podría ser peor.", me respondió.

"¿Peor?, ¿Peor, cómo qué?", le dije sorprendido por su respuesta.

"Bueno, como llegar a los cincuenta años sin tener valores o ideales; o llegar a los cincuenta creyendo que beber, seducir mujeres y hacer dinero son lo máximo de la vida. Esto te ayuda a relativizar muchas cosas y a valorar sólo lo realmente importante.” Me dijo mirándome fijamente a los ojos.

Aquello me dejo sin palabras. Después de un largo silencio continuó. 
"He venido a verle por algo que usted me dijo el último día de clase. Yo le pregunté si usted creía que yo llegaría alguna vez a encontrar a Dios. Usted me dijo que no, cosa que me sorprendió mucho. Entonces usted dijo: 'Pero Él te encontrará a ti'.
Aquel día me quedé pensando en eso, pero olvidé sus palabras hasta hace unos meses. Cuando los cirujanos me quitaron el tumor que tenía en la ingle y me dijeron que era maligno y que se había extendido por la metástasis, entonces fue cuando empecé a buscar seriamente a Dios. Y cuando notaba que el cáncer se extendía a mis órganos vitales, de verás que empecé a golpear fuertemente con mis puños las puertas del Cielo... pero Dios no salió. De hecho, no pasó nada.
Insistía e insistía, pero seguía sin noticias de Dios.
Finalmente, un día me desperté y en lugar de estar lanzando mis llamadas inútiles por encima de ese muro de ladrillos a un Dios que posiblemente no estuviera ahí, me rendí....
Decidí que en realidad no me importaba Dios, ni una vida después de la muerte, ni nada que se le pareciera. Decidí pasar el tiempo que me quedara haciendo algo más provechoso.
Pensé en usted y en su clase, y recordé otra cosa que usted nos había dicho: 'La mayor tristeza es pasarse la vida sin amar. Pero sería igualmente triste pasar por la vida e irse sin nunca haberle dicho a los que uno ama, que los ama´.
Y decidí abrirme a todas las personas que siempre habían estado cerca de mí. Fui llamándolas una a una, quedaba con ellos, les pedía perdón si les había dañado a lo largo de mi vida o escuchaba como ellos me lo pedían a mi cuando los muros que nos separaban se derrumbaban al oír mi enfermedad.
Entonces, sin buscarlo, fui encontrando la paz interior, ¡y me di cuenta de que ahí estaba Dios!
Ahora creo que entiendo el porqué… Dios no vino a mí cuando yo se lo rogaba, ya que me estaba portando como un entrenador de perros aguantando el aro para que saltaran: '¡Vamos, salta! Te doy tres días, tres semanas.' Dios no es un animal amaestrado que acude cuando se lo pedimos. Dios hace las cosas a Su manera y a Su hora. Pero lo importante es que Él estaba ahí. ¡Me había encontrado!
Usted tenía razón, me encontró aún después de que yo había dejado de buscarlo."

"Fernando", le dije casi sin aliento, "yo creo que estás diciendo algo muy importante y más universal de lo que tú te puedas imaginar. Por lo menos para mí, lo que estás diciendo es que la forma más segura de encontrar a Dios es la de no hacerlo una posesión particular, un solucionador de problemas, un consuelo instantáneo en tiempos de necesidad, sino abrirse al amor.
Sabes, el apóstol Juan dijo: Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él."

Tras despedirnos aquel día, le pedí que viniera a mi clase a contar su experiencia a mis nuevos alumnos, me llamó a los pocos días y me dijo que estaba preparado para la clase. Que quería hacer eso por Dios y por mí. Así que fijamos la fecha, pero Fernando no pudo llegar... Tenía una cita mucho más importante que la mía y mi clase.

Para mi su vida no terminó con la muerte. Sólo cambió. Dio el gran salto de la fe a la visión. Encontró una vida más hermosa que todo lo que haya podido ver el ojo humano o que el oído humano haya escuchado o que la mente del ser humano jamás se haya imaginado.

Antes de que muriera, hablamos una última vez.

"No voy a poder llegar a su clase", me dijo..
"Me lo imagino, Fernando."
"¿Les dirá usted algo por mí? ¿Le dirá... mi historia al mundo entero por mí?“
"Sí, Fernando, les hablaré. Les contaré tu historia. Lo haré todo lo mejor que pueda.."

domingo, 8 de junio de 2014

Sor Cristina gana La Voz

Pues sí, supongo que habrá sido porque es poco friki, o porque realmente canta bien, pero lo cierto es que sor Cristina Scuccia, religiosa ursulina, ha ganado el concurso de La Voz en el país italiano con un 62% de los votos en la gala final.

Su vídeo con la canción No One de Alicia Keys supera ya los 51 millones de visitas en youtube en apenas dos meses, que se dice pronto. Sus galas han levantado más expectación que nunca y ha recibido mensajes de apoyo de sus superiores y de muchos obispos de Italia.

Sor Cristina es religiosa y quiere evangelizar a través de la música. Su éxito no es fruto del azar, ya que ha estado en una academia de canto durante muchos años y al ingresar en la orden se puso por objetivo el anuncio de la Palabra de Dios a través de la música. De momento ya ha conseguido hacerse respetar en un mundo tan complicado, seguro que ahora le resultará más fácil llegar a muchos alejados que la conocen y la admiran. Como ella dice, ha bajado al lodo, a la complejidad de las audiencias y del prime time para hacerse un hueco en nuestra sociedad. “Les pido que hagan lío y vayan contracorriente”, dijo el Papa a los jóvenes en Río, y sin dudarlo, esta monja italiana de 25 años, como dicen los jóvenes de hoy, la ha liado parda.

Lo hace además sin soberbia y sin que el éxito –al menos de momento- se le suba a la cabeza. Tengo un don y lo comparto ha dicho varias veces en el programa.

Ha dedicado su triunfo, como no podía ser de otra manera, a Dios; y nada más ser proclamada ganadora rezó juntó a todos los coaches y demás finalistas y público un padrenuestro para toda Italia. Una manera original de finalizar el programa, dijo el presentador.

Os dejo tres enlaces: 

El primero es el vídeo de la interpretación de la canción de Alicia Keys No One, que ya hemos comentado que tiene 52 millones de visitas:


El segundo es una canción que me recuerda mis años de estancia en Roma. Es la canción Gli Anni de los geniales 883 de Max Pezzali. Por cierto, en su letra, para los aficionados al fútbol, la canción comienza con una mención a la nostalgia de aquellos maravillosos años del gran Real Madrid de los 80. No por ello (pero si por las fechas) siempre me encantó esta canción. Una canción que está escrita para los que rondamos los 40. En ella Suor Cristina hace los coros de manera brillante mientras su Coach, el rapero italiano J-Ax (en el concurso los llamaban il diavolo e la Aquasanta (término italiano para designar a dos personas incompatibles) improvisa una letra sobre el escenario.


Y la última, el momento en el que es declarada ganadora y cómo pone a rezar a media italia el Padrenuestro... 6 minutos para no perdérselos....


domingo, 1 de junio de 2014

Celibato opcional

A lo largo de esta semana hemos escuchado reiteradamente en los distintos medios de comunicación que el Papa Francisco se ha posicionado a favor de que los curas se casen. Ello no es cierto, y supone una tergiversación de sus palabras.

De hecho, no entiendo porqué ha habido tanto revuelo mediático con este tema del celibato. El Papa Francisco no ha dicho nada nuevo ni nada sorprendente, excepto para quienes buscan morbo en cada una de sus declaraciones. Las palabras exactas del Papa Francisco han sido: “El celibato es una regla de vida que aprecio mucho y creo que es un regalo para la Iglesia, pero ya que no es un dogma, la puerta siempre está abierta". Los titulares de los periódicos y los telediarios han hecho el resto. A decir verdad, son palabras que no aportan ninguna novedad al magisterio de sus antecesores Juan Pablo II o Benedicto XVI. Por poner un ejemplo, Juan Pablo II, en julio de 1993 ya dijo: "El celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por Jesucristo." Como veréis hay pocas diferencias entre ambas frases pronunciadas con 21 años de diferencia, salvo que a un Papa se le tachaba de retrógrado y otro es alabado por su progresismo. Pero en el fondo, los dos dicen lo mismo. Es cierto, como aparece en la imagen que ilustra este post, que el celibato parece un tema tabú en la Iglesia católica, pero no es menos cierto que cada vez que un Papa se ha pronunciado al respecto lo ha hecho en una misma línea teológica que sus antecesores. No hay por lo tanto, ninguna ruptura magisterial entre el Papa Francisco y sus antecesores en el Pontificado.

A lo largo de estos últimos años, eso sí, cada vez son más las voces que se elevan solicitando el celibato opcional. Varios han sido los Obispos americanos o africanos (en Europa aún cuesta más dar el paso) que han realizado esta propuesta a través de sínodos diocesanos a los distintos Papas, e incluso a título personal, cardenales como Claudio Hummes, Keith O´Brien o Carlo Martini se han posicionado recientemente a favor de la voluntariedad del celibato.

Sinceramente no creo que haya un cambio en esta disciplina eclesiástica a corto plazo, pero el revuelo mediático ha servido para que tanto defensores como detractores del celibato esgriman sus argumentos y haya saltado a la palestra un tema recurrente que demuestra, una vez más, que el Papa Francisco es un generador incesante de noticias, aún cuando no diga nada novedoso, como es el caso que nos ocupa.

¿Qué dicen los partidarios del celibato? Podríamos enumerar algunos argumentos: Que está recomendado por Jesucristo, quien además fue célibe; que es una tradición en la Iglesia remontable a las primeras comunidades cristianas; que es un signo contracultural en los tiempos que corren donde el sexo se ha convertido en el nuevo dios; que es un signo del amor a Dios; que es difícil conjugar matrimonio y sacerdocio; y que el célibe está más disponible que el casado para sus tareas ministeriales. 

¿Y que dicen los detractores? También tienen los suyos: No es algo intrínseco al sacerdocio; su origen histórico es cuanto menos, confuso y tardío (oficialmente en el Concilio de Elvira en el 306, a modo de ley universal en el Concilio de Letrán en 1136 y de facto, en el Concilio de Trento en 1545); casi todos los Apóstoles estaban casados; parte de una concepción platónica de la sexualidad como algo negativo; provoca muchas “dobles vidas” o escándalos sexuales en los sacerdotes; y muchos buenos sacerdotes han dejado de serlo o no han podido serlo por esta ley eclesiástica.

Y junto a todas estas razones a favor y en contra, no lo obviemos, una que subyace como trasfondo: la económica. Muchos han afirmado que el celibato tuvo su origen para terminar con las propiedades y herencias eclesiásticas que los sacerdotes dejaban a sus mujeres e hijos al morir. Si ese fue su origen o no, no es menos cierto que Parroquias que hoy a duras penas dan para sustentar a una persona difícilmente podrían sustentar a una familia. Si bien este argumento que durante varios siglos ha tenido vigencia también hoy es discutible, ya que la hipotética mujer del sacerdote podría trabajar puesto que el mundo ha cambiado mucho en paridad en estas últimas décadas.

En fin, que el asunto no tiene fácil –ni yo diría rápida- solución. Son muchos los pros y los contras que hay que valorar, y creo que sólo se tomará una decisión cuando la necesidad obligue a ello. Será el sensus fidei (no me gustan nada los latinajos, pero en este caso es inevitable) el que determine el rumbo de la Iglesia en este campo. Si siguen habiendo vocaciones, no creo que haya cambios sustanciales, pero si la necesidad comienza a ser acuciante, vendrá acompañada de un replanteamiento a todos los niveles. Puesto que no es un dogma y que “la puerta está abierta” nadie se rasgará las vestiduras en el caso de producirse ese acontecimiento, por lo que las palabras del Papa Francisco pueden ser interpretadas como un globo sonda para tantear el terreno.

Termino con una apreciación personal. La situación actual se me antoja paradójica: las Iglesias americanas y africanas (con una fe floreciente, y partidarias en su mayoría del celibato opcional) están nutriendo con chicos célibes a las necesitadas Iglesias europeas. Muchos seminarios y noviciados de comunidades religiosas no han cerrado sus puertas gracias a jóvenes que proceden de culturas poco afines al celibato, lo que en el fondo, no hace sino retrasar el problema lejos de solucionarlo… 

En fin, el tiempo y el Espíritu Santo, que sopla donde quiere y cuando quiere, dirán…