jueves, 30 de noviembre de 2017

Calvary (Irlanda, 2014)

El fin de semana pasado pude por fin ver Calvario, un thriller irlandés que tiene como protagonista a un sacerdote, entremezclando sutilmente comedia ácida y drama a partes iguales.

La película está ambientada teniendo muy en cuenta el contexto religioso de Irlanda, el único país con mayoría católica del norte de Europa, y no evita abordar temas tan delicados como la pederastia, la homosexualidad, la eutanasia, las riquezas de la Iglesia o la posición excesivamente acomodada de la jerarquía. También aparece un retrato perfecto de la sociedad occidental actual y sus pecados más frecuentes, con un elenco casi interminable de vicios e inmoralidades cometidas por personas corrientes. En el film, junto a estos temas tan espinosos y controvertidos aparecen otros más espirituales como el perdón, la amistad, la vocación, el servicio, la fidelidad o la realización de la persona.

El argumento de la película es muy interesante: El padre James Lavelle (Brendan Gleeson), sacerdote católico, escucha en el confesionario un domingo a un feligrés que le dice que le va a asesinar al siguiente domingo. Comienza por lo tanto una semana intensa en la vida del cura en la que a través de su relación con la feligresía y con su propia familia tendrá que afrontar su propio "Calvario" espiritual y prepararse por si la amenaza llega a consumarse.

El film comienza con este impactante diálogo en el que no vemos quien es el que amenaza al sacerdote, en una escena hitchcockiana:

Padre James Lavelle: [mientras escucha la confesión] "¿Qué quieres decirme? Estoy aquí para escuchar lo que tengas que decir".
Amenazador: "Le voy a matar, padre".
Padre James Lavelle: "Sin duda, una frase inicial sorprendente".

Sobre le título del film, la palabra Calvario remite al monte en el que Jesucristo fue crucificado, en hebreo "Gólgota". Pasar un calvario se ha interpretado tradicionalmente como una serie de calamidades y desgracias que afligen a una persona. Esta será la situación que debe afrontar el Padre Lavelle, quien irá conociendo a una serie de personajes a cada cual más peculiar-depravado y que pueden ser su potencial asesino.

No voy a hacer de spoiler y revelar si finalmente el penitente cumple su propósito o no, pero sí voy a apuntar las personas con las que el Padre Lavelle toma contacto a lo largo de la película, ya que no tienen desperdicio.

Los primeros son aquellos que en función de su sexo o su cercanía al sacerdote no pueden ser sus asesinos:

- Fiona, hija del sacerdote (se hizo sacerdote tras enviudar), quien acaba de intentar suicidarse cortándose las venas tras un desengaño amoroso y pasa una temporada de recuperación con su padre.  
- El obispo Montgomery, quien no se preocupa en exceso de las cosas espirituales pero sí de las materiales.
- El Padre Leary, El compañero sacerdote del Padre Lavelle, quien tiene dudas de fe y vive un sacerdocio acomodado y poco comprometido.
- Teresa, Una mujer francesa que acaba de perder a su marido en un accidente de tráfico. A pesar de su delicada situación será un ejemplo de fe y fortaleza fundamental para el sacerdote en sus momentos más difíciles.
- Freddy Joyce: Un preso que está en la cárcel por asesinato y canibalismo. El padre Lavelle mantendrá una interesantísima conversación con él sobre la naturaleza humana.
- Verónica, la mujer del carnicero del pueblo que reconoce abiertamente su adulterio y afirma que no es el único que ha cometido en su vida, no mostrando arrepentimiento alguno ni deseo de conversión, sino mostrándose provocativa en todos sus acercamientos al sacerdote.

A partir de aquí comienza la lista de candidatos a asesino:

- Inspector Stanton, Un policía homosexual poco partidario de la estrechez moral de la Iglesia Católica.
- Milo Herlihy, un joven marginado cuyo poco éxito con las chicas le he llevado a enrolarse en el ejército para -en sus propias palabras- saber que se siente al matar a una persona.
- Leo: Un homosexual que se prostituye, afirmando que su primera experiencia homosexual fue con un obispo.
- Frank Harte, Un médico ateo que dice haber perdido la fe en sus primeros años de ejercicio de la medicina al interpretar el sufrimiento y la muerte como ausencia de Dios. Desde entonces vive amargado ya que sabe que en su trabajo más tarde o más temprano siempre perderá su lucha contra la muerte.
- Jack Brennan, Un carnicero cuya mujer (Verónica) le es infiel con un africano. Su desencanto le lleva a tener sed de venganza contra todo ser humano.
- Simon, el africano, un mecánico que alardea de sus múltiples conquistas, entre ellas Verónica. Vive para el sexo y no entiende de normas que no se puedan traspasar.
- Brendan Lynch, El dueño de la taberna del pueblo, un budista violento que odia la Iglesia Católica.
- Michael Fitzgerald, El rico del pueblo, que reconoce abiertamente que ha ganado toda su riqueza de manera ilícita y sin escrúpulos, y a quien toda su familia ha abandonado por lo que se encuentra  en un momento de vacío y de sinsentido existencial.
- Un anciano escritor (en la película no se menciona su nombre) fracasado que quiere suicidarse antes de sufrir más, pidiendo al sacerdote que le proporcione una pistola para ello.

Desvelar quien de los nueve es el posible asesino (y si cumple o no con su palabra) os lo dejo a vosotros; pero sí os adelanto desde ya que merece la pena ver la película y disfrutar de la trama y de lo característico de cada personaje...

Un apunte espiritual más. La película tiene varios diálogos interesantes, yo personalmente me quedo con este:

Padre James Lavelle: "Creo que se habla demasiado de los pecados y poco de las virtudes".
Fiona Lavelle: "¿Cuál sería tu número uno?"
Padre James Lavelle: "Creo que se ha subestimado mucho el perdón".

jueves, 23 de noviembre de 2017

City of Angels (EEUU, 1998)

Hace unas semanas escribía sobre la película favorita del Papa Francisco. Alguien me preguntó en una conversación privada que cuál era mi película religiosa favorita. Ciertamente son tantas que me resulta complicado quedarme con una en concreto. Sin embargo, le prometí a esa persona que iba a escribir un post sobre una de ellas. Esa conversación me animó definitivamente a escribir esta entrada que he evitado durante años, pero que creo que ya puedo afrontar sin tapujos. El motivo de mi preferencia por este film es que se establecen tantas similitudes entre la vida del protagonista y mi propia vida que ineludiblemente me toca la fibra sensible hasta el tuétano.

En efecto, City of Angels es es uno de mis largometrajes favoritos, de visión -y revisión- obligados. Soy consciente que como película no tuvo mucho éxito en los cines comerciales, aunque sí lo tuvo su B.S.O. interpretada por auténticos números uno como Eric Clapton, U2, Alanis Morissete, Peter Gabriel o Jimi Hendrix entre otros.

Respecto al filme, ya me encantaba y me hacía cuestionarme muchas cosas cuando la vi por primera vez a finales de los años 90 y evidentemente sigue haciéndolo hoy. Se trata de un remake de la película alemana El Cielo sobre Berlín (1987). La versión de Hollywood está dirigida por Brad Silberling (director televisivo, a parte de esta, su filmografía solo es destacable por "Casper") y protagonizada por dos grandes de la pantalla como Nicolas Cage y Meg Ryan. No me extiendo en los detalles técnicos, pero en cuanto os cuente el argumento entenderéis porque me gusta tanto. City of Angels cuenta la historia de Seth, un ángel de Dios que se enamora de Maggie, una médico que pasa por un momento de crisis humana. Seth tendrá que tomar la decisión más trascendental de su vida: escoger entre seguir sirviendo a Dios como ángel espiritual o experimentar el amor humano y comenzar una nueva existencia como hombre carnal. Salvo en que yo no soy ningún ángel, los paralelismos son más que evidentes. Siempre he contemplado esta película con la precisión que requiere el verse tan identificado con el protagonista, escudriñando cada frase, paladeando y saboreando los diálogos (más bien escuetos, la película privilegia muchos momentos de silencio que provocan la reflexión del espectador) entre la pareja protagonista. El final –que no desvelo- es sorprendente e irritante, bastante distante de muchas películas románticas empalagosas. 

Hay frases que solo el que ha vivido una situación semejante a la del protagonista puede valorar en toda la plenitud de su significado, como esta de Seth: "Preferiría una sola vez haber sentido el olor de su cabello, un beso de su boca o un toque de su mano, que tener toda la eternidad sin ello. Una vez sola". 

Inevitablemente, al terminar de ver la película, siempre brota en mi interior la misma pregunta: ¿Por qué tiene que escoger Seth entre dos cosas perfectamente compatibles, entre dos amores que no son excluyentes...? Esta fase de Maggie es tremenda: "No entiendo a un Dios que nos dejaría encontrarnos, si no hay forma de que podamos estar juntos".  Los dos grandes amores de Seth son Dios y Maggie, ambos potentes y ambos compatibles, al menos en mi opinión. Ambos amores, además tienen en común que son intangibles y por ello indemostrables... De nuevo con Seth se puede afirmar que "Algunas cosas son verdaderas, tanto si las crees como si no...".  Yo personalmente asumo y acato la doctrina de la Iglesia Católica en cuestión de celibato. Nadie obliga a ser célibe y nadie impide dejar de serlo. Pero no es menos cierto que el celibato es solo una ley eclesiástica, no de derecho divino, lo cual hace que pueda ser derogada en cualquier momento por la autoridad competente. Que ello vaya a pasar no depende de mí ni de mis gustos, por lo que solo el tiempo dirá si historias como la de Seth tendrán que seguir repitiéndose. Si algún día la Iglesia Católica diera ese paso -y seguimos en el terreno de la hipótesis- pasado un tiempo prudencial sería el momento justo para comparar el antes y el después de los ministros ordenados y poder sacar conclusiones acerca de si el celibato fue bueno o no para la Iglesia Católica durante su vigencia. 

Aparcando ese tema y volviendo a la película, deciros que espero que os guste. Si ya la habéis visto y si es posible, os pediría que la veáis desde esta nueva perspectiva que os propongo para que empaticéis conmigo y con tantas personas que un día tuvimos que escoger entre dos formas distintas de amor y de existencia.

martes, 14 de noviembre de 2017

11 Cumpleaños


Bueno, pues como cada 14 de noviembre el Blog cumple un añito más. En este caso ya van 11, un número que sin ser redondo no es por ello menos interesante que el del año pasado.

Este año, sin embargo, las estadísticas que ofrezco anualmente se van aquedar un poco cortas. El motivo es ajeno a mi voluntad, ya que Google nos ha ocultado a los administradores las cifras referentes a "me gusta", tanto los de cada entrada como los del Blog en general.

Escribí a Google para consultar sobre esta cuestión y me han respondido que se siguen contabilizando pero de manera oculta. Ellos pueden verlo pero el propietario del Blog no, lo cual no llego a alcanzar a comprender, aunque imagino que sus razones tendrán.

Dicho esto, lo realmente importante -como se puede ver por el resto de estadísticas- es que el Blog sigue avanzando a buen ritmo. Sigo estando satisfecho de este crecimiento, que como digo siempre espero que sea para mayor gloria de Dios y de su Evangelio.

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Para compensar la pérdida de algunas estadísticas voy a contraatacar con otras, menos relevantes pero también curiosas. Espero que se conviertan también en tradición con el paso de los años....

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jueves, 9 de noviembre de 2017

Habemus Papam (Italia, 2011)

Desde que viví dos años en Italia quedé prendado de Nanni Moretti, el director de cine que supo plasmar perfectamente la superación de un cáncer en su genial Caro Diario (1993). Estando allí se estrenó su segundo gran éxito, La habitación del hijo (2001), otra obra de arte sobre el sufrimiento ante la pérdida de un ser querido que estremece hasta el tuétano. Desde entonces lo he seguido en la distancia, lo suficiente para saber que únicamente ha rodado 4 películas más de las que yo solo había visto hasta ayer: Mia madre (2015).                                                                                 
Ayer, como digo, añadía a esa lista una más. Reconozco que he tardado bastante en ver una película con una temática netamente religiosa como Habemus Papam (2011). Vista con el paso de los años, creo que se trata de una película casi profética, un buen intento de mezclar drama y comedia frente a temas siempre controvertidos y por ello difíciles de tratar, pero Moretti consigue que la acción se desarrolle de forma reverente sin sobrepasar los límites tolerables para un creyente. No debió opinar lo mismo el Cardenal Ravasi, que prohibió que ninguna de las escenas se localizara en el interior del Vaticano. Debió pesar en esa decisión el ateísmo confeso del director italiano, quien a su vez dijo una vez "Me cabrea ser ateo porque la fe reconforta...". No obstante esta carencia en la localización, la película alterna la ficción propia de la película con imágenes reales de 2005, durante el entierro de San Juan Pablo II en la plaza de San Pedro del Vaticano y de la elección del propio Benedicto XVI en dicha plaza, lo que hace más creíble la historia. 

¿Qué pasaría si un cardenal entra en una crisis existencial en el justo momento de ser elegido Papa? La original pregunta es -como digo- tratada desde el punto de vista del drama personal humano del candidato a Papa y de sus personas más cercanas, al tiempo que el periodo de espera mientras toma una decisión provoca situaciones cómicas y momentos en los que todo resulta creíble por lo inexplorado de la situación. Un psicoanalista ateo (protagonizado por el propio Moretti) será el hombre escogido para intentar que el candidato a Sumo Pontífice aclare sus confusas ideas frente a la desesperación de los impacientes cardenales. Es cierto que para ello usa la frase sin fundamento "También en la Biblia se habla de depresión..." pero dentro del contexto de autoexploración entre duda-fe, debiliddad-determinación en el que se mueve el atolondrado protagonista encaja perfectamente. 

Adelantaba antes que la película fue casi profética. Este comentario se debe a que el film adelantó dos años lo que sería una auténtica convulsión en la Iglesia Católica, la renuncia de Benedicto XVI al papado el 11 de febrero de 2013. Más allá de este hecho curioso, lo que más interesa de la cinta de Moretti es la profundidad con la que retrata siempre a sus protagonistas desde un punto de vista psicológico, lo que consigue que el espectador empatice con la mayor parte de sus protagonistas y situaciones. Especialmente significativa me ha resultado personalmente la escena en que todos los Cardenales rezan en su interior para no ser elegidos Papa durante las votaciones. Uno siempre había pensado lo contrario, que cada Cardenal estaría deseando ser el sucesor de San Pedro, por lo que esa nueva perspectiva confiere un punto de vista diverso y no exento de grandes dosis de credibilidad dada la enorme responsabilidad que pesa sobre las espaldas del Sumo Pontifice.

Ello queda claro en el hecho de que la renuncia final del Papa no es por motivos de fe, ni siquiera de humildad. Se trata de una renuncia porque una persona en el atardecer de su vida no se encuentra con fuerzas para dirigir a una institución que representa a más de mil millones de creyentes en todo el mundo. Me parece una crítica soterrada de Moretti bastante aceptable, y que en el caso de Benedicto XVI terminó por darle la razón. Las presiones internas, externas y mediáticas deben ser de tal calibre para ocupar un puesto de tanta responsabilidad que tanto en el caso de la película como en el del Papa emérito resultan comprensibles sus renuncias. Si bien ello es cierto, también lo es que en la película el protagonista principal aparece como pusilánime y un tanto bobalicón, no sabiendo dar una explicación veraz de los motivos últimos de su crisis. Frases con profundidad como "A menudo tenemos miedo de admitir nuestras propias culpas" van seguidas de otras acciones o frases que denotan superficialidad y falta de carisma. Quizás esta es la perspectiva más criticable a un Moretti que en la segunda parte del film diluye un tanto la credibilidad del personaje principal.

A nivel de diálogos me parece muy interesante este entre "El Papa" (protagonizado por Michel Piccoli, nunca se le da un nombre a lo largo del film) y un actor que interpreta a Chéjov (también sin nombre). Ambos comentan un texto de la obra del dramaturgo ruso:

Actor: "Yo Siempre quise vivir en la ciudad..."
Papa: "Yo siempre quise vivir en la ciudad... y ¿acabo mi vida en el campo? Y esto es todo"
A: "Expresar descontento con la vida a los 62 años, estará de acuerdo, no es generoso".
P: "Qué terco. ¿No entiende que yo sí quiero vivir?"
A: "Pero eso es frivolizar. Por las leyes de la naturaleza, toda vida debe tener un final".
P: "Piensa como un hombre realizado. Usted está realizado y, por lo tanto, es indiferente a la vida".

Otra escena para enmarcar es aquella en la que el Camarlengo le insinúa al recién escogido Papa que no sería ético renunciar al cargo porque su antecesor lo ocupó hasta el final a pesar de su deterioro físico, de su enfermedad y de su avanzada edad. Sin citar nombres se está aludiendo de manera directa a San Juan Pablo II. Esta presión psicológica no me cabe duda que el propio Benedicto XVI tuvo que soportar de manera directa o indirecta, y es probable que Moretti ya intuyera en la época en que rodaba la película que se trataba de una cuestión controvertida dentro del Vaticano.

Por último, es justo resaltar el discurso final en el que el Papa presenta su renuncia desde el balcón de San Pedro. Es un poco largo pero merece la pena ser reproducido íntegramente: 

"En estos días os habréis preguntado: ¿Pero por qué nuestro Papa no viene a saludarnos? No tenéis por qué preocuparos, si el Señor lo hubiera elegido no podría haberse equivocado. Sí, fui elegido. Pero esto, en lugar de darme fuerza y ​​conciencia, me aplasta y confunde aún más. En este momento la Iglesia necesita un líder que tenga la fuerza de provocar grandes cambios, que busque el encuentro con todos, que tenga amor y capacidad de comprensión para todos. Le pido perdón al Señor por lo que estoy a punto de hacer y no sé si Él podrá perdonarme. Sin embargo, debo hablarle a Él y a vosotros con sinceridad. Estos últimos días he pensado mucho en vosotros y lamentablemente me he dado cuenta de que no puedo soportar el papel que me ha sido confiado. Siento que estoy entre aquellos que no pueden liderar sino que deben ser guiados. En este momento sólo puedo decir: orad por mí. El guía que necesitáis no soy yo. No puedo ser yo."

Por todos estos aspectos -insisto, casi proféticos- me parece una película muy recomendable y apta para todo tipo de públicos, ya que como mencioné anteriormente la película no roza -ni siquiera de lejos- la irreverencia, sino que plantea un debate moral legítimo.

jueves, 2 de noviembre de 2017

El festín de Babette (Babettes gæstebud, Dinamarca, 1987)

La semana pasada escribí un post acerca de la felicidad y esta semana abordamos la misma temática a través del Cine. 

Creo que es la primera película danesa que veo en mi vida, y es posible que sea la última. A pesar de ser la ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa, no fue ése el motivo suficiente para visionarla en su día. Si me he decidido a verla 30 años después de su estreno ha sido por haber sido publicitada recientemente por el Papa Francisco al declararla su película favorita de todos los tiempos. Me parece una persona con suficiente criterio ético y estético como para no pasar por alto su invitación a tenerla en consideración.

El festín de Babette, dirigida por el danés Gabriel Axel, narra la historia de dos hijas de un pastor luterano y de su criada, Babette, una exiliada francesa que llega a Jutlandia para cambiar definitivamente las vidas de todos los que entran en contacto con ella. El narrador introduce de esta manera hermosa la historia: "En este lugar remoto vivían una vez dos hermanas que ya habían pasado el primer arrebato de la juventud. Las habían bautizado Martina y Philippa en honor a Martín Lutero y su amigo Philipp Melanchton. Gastaron todo su tiempo y casi todos sus pequeños ingresos en buenas obras...". La historia comienza catorce años después de la llegada de Babette, cuando tras ser la ganadora de un premio de lotería y poder preparar un banquete para todos aquellos que la recibieron y le dieron un sentido a su vida en sus años más difíciles. 

Me parece una película entrañable, humana a más no poder, y que mezcla una temática religiosa con la búsqueda del sentido de la vida y de la felicidad de una manera bastante acertada. No me atrevo a catalogarla como la mejor película de mi vida, pero sí que es de esos filmes que merece la pena ver al menos un par de veces para sacarle toda su enjundia. 

A continuación ofrezco tres claves de interpretación que creo que os pueden aprovechar a quienes la hayáis visto: 

1. Contenido Bíblico:

En primer lugar el banquete que Babette organiza tiene ya de por sí fuertes connotaciones bíblicas, ya que el festín es uno de los elementos que más se repite en el N.T.: Mc 6, 21 (El banquete de Herodes), Mt 22,2-10 (El Reino de los Cielos como banquete), Mt, 25, 10 (Parábola del banquete de bodas), Lc 14,13-14 (Invitar a un banquete sin esperar nada a cambio),  Ap 19,9 (El banquete de bodas del Cordero)...

Aparte de esta temática, dos son a mi juicio las citas bíblicas más relevantes de la película. 

La primera aparece una sola vez en boca del general y está tomada del comienzo del libro del Eclesiastés (1,2): "Vanidad de vanidades, todo es vanidad". Con ella se resume el vano intento de alcanzar la felicidad a través de la apariencia, los convencionalismos sociales o la búsqueda egoísta de los placeres de este mundo.

La segunda, repetida varias veces a lo largo de la película forma parte del Salmo 85, 11-12: "La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo".


Esta última se resume especialmente en el discurso final del general, que no tiene desperdicio y que el propio Papa Francisco reconoció que había inspirado algunas líneas de su Encíclica Amoris Laetitiae. Copio íntegro el discurso del General: "La misericordia y la verdad se encuentran. La justicia y la paz se besan. El hombre, en su debilidad y miopía, cree que debe tomar decisiones en esta vida. Tiembla ante los riesgos que toma. Conocemos ese miedo, pero no. Nuestra elección no importa nada. Llega un tiempo en el que se abren nuestros ojos y comprendemos que la misericordia es infinita y lo único que debemos hacer es esperar con confianza y recibirla con gratitud. La misericordia no pone condiciones y dirá: Todo lo que hemos elegido nos ha sido concebido y todo lo que rechazamos también nos lo es dado. Sí, incluso se nos devuelve aquello que rechazamos, porque la misericordia y la verdad se han encontrado. Y la justicia y la paz se besan.". Evidentemente varían las traducciones de algunas palabras, pero el contenido esencial es el mismo que el del Salmo 85.


2. La dualidad norma-Gracia

La película expone lo superficial y la vaciedad que provoca una vida sometida a unas normas o preceptos, aunque sean religiosos. La religión basada únicamente en normas puede incluso llegar a ser percibida como buena y provocar buenos frutos, pero es manifiestamente imperfecta. Las normas fuera de su espíritu se convierten en mandamientos deshumanizantes, que lleva a la comunidad presidida por las dos hermanas a despreciar las cosas buenas de la vida y a auto-destruirse por amargamiento. En esta línea, incluso el matrimonio es visto como una obligación, lo que lo reduce al absurdo. En palabras del narrador: "En el rebaño del pastor, el amor terrenal y el matrimonio se consideraban de escaso valor y mera ilusión vacía". Es más, también la caridad practicada por las hermanas es expuesta como insatisfactoria, ya que aunque se tratan de buenas acciones hacia el prójimo no repercuten positivamente en el espíritu de quienes las realizan, ya que son vistas como obligaciones morales. Afortunadamente Babette cambiará la manera de entender la vida y la religión de toda la comunidad, quedando expuesto este cambio con las palabras del general anteriormente citadas, en las que la Gracia divina sustituye definitivamente a la norma puritana. 

3. Sentido de la vida

Cada personaje de la película busca el sentido de la vida y la felicidad en los más diversos lugares: En el cumplimiento de la norma, en el matrimonio, en el celibato, en el prestigio, en el poder, en la música, en la paz, en la Religión, en la gastronomía, en el servicio a los demás... De entre todos ellos solo Babette parece haber entendido que la felicidad personal radica en hacer felices a los otros. Tras una experiencia marcada por el sufrimiento y la pérdida de sus seres queridos experimenta como forastera el amor y la acogida en el nombre de Dios. Llenar tu "mochila" con la Gracia divina es imprescindible para poder después repartirla a los demás. Gracias a esta experiencia es capaz de renunciar a todos sus bienes materiales para proporcionar la felicidad de los demás y así de paso sentirse realizada a sí misma. Creo que no hay otra definición mejor de santidad: Hacer el bien en el nombre de Dios para compartir todo lo que Él nos ha regalado previamente. Por ello Babette es feliz. Y por ello la santidad ha sido a lo largo de la historia por la Iglesia como una característica vinculada a la felicidad. No en vano, el Evangelio que se lee en la festividad de Todos los Santos son las Bienaventuranzas de Jesucristo. Una palabra tan caída en desuso como el cumplimiento de las mismas, pero no podemos olvidar que las ocho categorías de personas que Jesús nombra "Bienaventurados...", se puede traducir (y muchas Biblias lo hacen) por "Dichosos...", "Felices..." o "Alegres...").

Finalmente, y al margen del contenido religioso, me gustaría terminar esta entrada (como buen jerezano) con la alabanza que se hace del vino de Jerez en el film. En concreto se pone de manifiesto en las palabras pronunciadas por el General Lorens Löwenhielm: "¡Increíble!. ¡Un amontillado! ¡Y el mejor amontillado que he probado en mi vida!...".