lunes, 4 de junio de 2018

Exorcismo en Connecticut (The Haunting in Connecticut, EEUU, 2007)

Atraído por un título que me llevaba a pensar en una temática netamente religiosa vi la semana pasada esta película, pero ciertamente no puedo ocultar mi desencanto ya que el tema de las posesiones es tocado bastante de pasada, al menos en su faceta demonológica. Exorcismo en Connecticut se puede catalogar como "de terror psicológico", más que una película que pretenda ahondar en el hecho de las posesiones diabólicas con un mínimo de profundidad.

El film arranca con el ya clásico en estas películas "basada en hechos reales", que a estas alturas viene a ser como la palabra "ibérica" en una buena carne que se precie, pero que indudablemente funciona y concede un plus de interés al visionado. Se han cambiado nombres y lugares, pero el relato responde a las experiencias de la familia Parker en los años 1980 e investigados por la familia Warren

La historia narra el episodio sucedido a la familia Campbell, quienes se mudan a una casa victoriana cerca del Hospital de Connecticut donde su hijo Matthew recibe un tratamiento experimental contra el cáncer. Poco a poco van sucediéndose apariciones y sueños extraños que en principio son atribuidos a los efectos secundarios del tratamiento. La familia se pondrá en contacto con un sacerdote, el reverendo Nicholas Popescu, quien irá sacando a la luz la verdad de los hechos acontecidos en décadas anteriores y que se relacionan directamente con el pasado de la casa, una antigua funeraria en la que se practicaba la nigromancia y la necrofilia y donde se realizaban sesiones espiritistas auspiciadas por un hombre oscuro llamado Aichman y presididas por su discípulo y medium Jonah, quien no para de manifestarse a Matthew

El argumento es -como se puede comprobar- interesante, pero la película carece de contenido religioso profundo. El sacerdote es un mero actor secundario que no realiza ningún acto destacable en la lucha contra el mal y para más inri la solución del conflicto la aporta el propio poseído, lo cual resulta algo sorprendente cuando no directamente surrealista. La película termina sin ninguna mención a un exorcismo ni de personas ni de la propia casa (como sí sucedió en la historia real) por lo que pasa de puntillas sobre el tema espiritual.

De las pocas ideas potables que a nivel espiritual el film me ha transmitido destacaría la importancia de la oración en la lucha contra el mal, el recurrir a las personas autorizadas en los casos extremos (aunque en esta cinta insisto que el sacerdote tiene un papel marginal) y algo que se repite en este género cinematográfico: el peligro real que supone la magia negra, que habitualmente se presenta de manera atractiva e inocua en forma de ouija o espiritismo.

Una película para ver y poco más, sin el calado teológico que presentan otros títulos de temática semejante como El Exorcista, El Exorcismo de Emily Rose, El Rito o mi preferida en este género, Poseído

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