lunes, 17 de febrero de 2025

La fidelidad humana, reflejo de la de Dios: Rut

De los 73 libros de la Biblia solo hay tres escritos (o al menos dedicados) a mujeres: Rut, Judit y Ester. El que hoy nos ocupa narra en apenas cuatro capítulos la historia de una mujer no perteneciente al pueblo judío (la moabita Rut) que sin embargo es fiel a Nohemí, una judía que pierde a su marido y sus dos hijos y decide abandonar Moab para volver a Israel. Tanto la fidelidad de Rut (que se opone al abandono de Orfá, la mujer casada con el otro de los hijos de Nohemí) como la universalidad de la providencia divina son los temas claves de este libro. Rut finalmente se casa con un judío, Booz, del que nacerá un hijo (Obed) que será el abuelo del Rey David. Los planes de Dios son diferentes a los humanos, y uno de los mejores reyes de Israel llevará sangre moabita. De ahí que este texto sea aperturista en cuanto a la religión judía.

Para seleccionar un versículo de este libro - en realidad dos- lo he tenido bastante claro. La confesión de fidelidad de Rut a Nohemí cuando esta les dice que tras enviudar y perder a sus dos hijos se vuelve a su tierra y que les da permiso a sus dos nueras para abandonarla es estremecedora. A su vez, es un símbolo que nos habla de Dios: Así como Rut nunca abandonará a Nohemí, Dios nunca abandonará a su Pueblo.

Rut 1, 16-17

Rut le replicó: «No insistas más en que me separe de ti, pues a donde tú vayas, iré yo; y donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es mi pueblo y tu Dios es mi Dios. Donde tú mueras, allí también quiero morir y ser enterrada yo. Juro solemnemente ante Dios que solo la muerte nos ha de separar.»

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