Escojo hoy una cita del Libro de Judit, que junto a Ester y Rut componen los tres libros de la Biblia que tienen como protagonista principal a una mujer. Es el más largo de los tres, con 16 capítulos a través de los cuales se nos narra una preciosa historia sobre la confianza en Dios frente al orgullo y la prepotencia humanas. A través del pensamiento y la acción de Judit se nos hace ver la actuación de la providencia divina en momentos de máxima desesperación. Una humilde viuda derrotará al todopoderoso Holofernes, valiéndose de sus escasas posibilidades de salir victoriosa. En esta ocasión, la belleza y las dotes seductoras de una mujer sirven para ayudar al pueblo de Israel, al contrario de lo que ocurre con la historia de Sansón y Dalila.
Pero antes de convertirse en instrumento de la voluntad divina, Judit eleva a Dios una bonita oración de la que entresaco este versículo que me parece precioso:
Judit 9,11
Porque tu fuerza no está en el número ni tu dominio en los fuertes, sino que tú eres el Dios de los humildes, el defensor de los desvalidos, el apoyo de los débiles, el refugio de los abandonados y el salvador de los desesperados.
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