lunes, 5 de mayo de 2025

Cónclave (Conclave, Reino Unido, 2024)

Estamos a dos días de comenzar el cónclave para escoger un nuevo Sumo Pontífice tras el fallecimiento del Papa Francisco. Dentro de este contexto he visto esta película de la que tanto me habían hablado últimamente, tanto para bien como para mal. Su visionado y tantas opiniones contrapuestas merecen un comentario reposado, sin extremismos, intentando ser lo más objetivo posible y separando el contenido cinematográfico del teólogico. Siempre he sido un convencido de que para hacer una buena crítica hay que distanciarse un tanto de las opiniones personales, aunque éstas tengan también cabida como veremos durante el análisis. 

Vamos a comenzar, como siempre, con algunos datos interesantes. La película está basada en la novela homónima escrita en 2016  por Robert Harris (Patria), y fue estrenada el 9 de enero de 2025 con el eslogan "Lo que sucede detrás de estos muros lo cambiará todo". Cuando en marzo fue nominada a 8 Oscars y solo consiguió uno (de los llamados menores, Mejor guion adaptado) nada hacía sospechar que un mes más tarde -el 21 de abril- iba a fallecer Francisco y que el 7 de mayo un cónclave real iba a tener lugar dentro de los muros vaticanos. No ha podido existir una mejor promoción para la película, que con un presupuesto de 20 millones de dólares a estas alturas alcanza ya los 117 millones de ganancias, estando aún en cartel en muchos cines, disfrutando así de un nuevo "reestreno". Un pelotazo en toda regla para las tres compañías británicas y estadounidenses que coprodujeron el film, las cuales habían realizado una apuesta por una temática en auge (el cine de contenido religioso) pero que ni por asomo esperarían tener una repercusión mundial tan mediática. 

Para la dirección se confió en el alemán Edward Berger, en el que es su quinto largometraje, entre los que destaca la también oscarizada película germana Sin novedad en el frente. El elenco artístico está repleto de caras conocidas como Ralph Fiennes (para mí siempre sera Voldemort...), Stanley Tucci, John Lithgow, Sergio Castellitto o Isabella Rossellini. El decorado, el vestuario y la música (me quedo con el Miserere de Alegri) acompañan a la perfección y no desentonan en ningún momento. Las actuaciones son convincentes, realistas y creíbles a lo largo de todo el metraje, dotando a la trama del aplomo necesario para que dos horas de intrigas y diálogos pasen volando. En cuanto a su género creo que encaja en el thriller religioso-político, pues trasciende un acontecimiento espiritual, incidiendo en los aspectos más humanos de unas reuniones en las que el poder, la envidia, la estrategia o la soberbia campan a sus anchas. Hay también mucho de sátira y de ridiculización de la institución vaticana, como veremos posteriormente. Hemos de recordar que no se trata de un documental, sino de una ficción creada por una industria que lo único que pretende es ganar dinero vendiendo su producto. En este sentido, no se puede reprochar nada, pues deja entrever unas intrigas palaciegas que en mayor o menor medida es probable que se produzcan, pero eso es secundario: El objetivo último de toda película es atraer a cuantos más espectadores posibles a los cines para que pasen por taquilla. 

En cuanto al argumento del film, es bastante simpleel cardenal Lawrence (Fiennes) es el encargado de organizar y supervisar el desarrollo del cónclave, la ceremonia con la que la Iglesia Católica escoge al sucesor de San Pedro, en una tradición de más de cinco siglos. Sus ayudantes el cardenal Bellini (Tucci) y la hermana Agnes (Rosellini) vivirán unos días en un ambiente de intrigas y disputas dialécticas que reflejan un ansia de poder terreno y en el que un gran secreto se oculta al resto de la humanidad. 

Con este esbozo damos comienzo al comentario en sí, en el que como adelanté anteriormente es preciso separar lo artístico de lo espiritual. 

Artísticamente, a la película se le pueden poner pocos "peros". Las interpretaciones son excelsas, la recreación de la Capilla Sixtina y de Santa Marta perfectas y uno tiene la sensación de estar realmente inmerso en un ambiente cerrado durante todo el tiempo que dura el cónclave. A pesar de no haber ningún asesinato, ningún disparo, ninguna tensión erótica... las dos horas que dura el film pasan volando, gracias a un guión ágil con permanentes giros que dinamizan la acción. 

Espiritualmente me temo que no se puede ser tan benévolo con la crítica. La imagen del Vaticano que se transmite es la de una institución anacrónica y machista (Hermana Agnes: "Aunque se supone que nosotras, las hermanas, somos invisibles, Dios nos ha dado ojos y oídos"), en cuyo interior habita un grupo de hombres codiciosos y ávidos de poder, cuya envidia y soberbia no dejan apenas lugar para la oración y la humildad. El cónclave es caricaturizado como una reunión de hijos sediciosos disfrutando de la muerte del padre para repartirse una herencia que solo uno de ellos puede alcanzar. Prueba de ello es que solo un cardenal aparece rezando a lo largo de toda la película (más allá de las fórmulas en latín usadas durante el cónclave), lo cual no deja de ser sorprendente. No hay ninguna mención al Espíritu Santo ni a ningún elemento sobrenatural que guíe el proceso. Los cardenales son presentados en su mayoría como sanguijuelas que únicamente buscan perpetuarse en el poder:

Lawrence: "Pensé que estábamos aquí para servir a Dios, no a la Curia".
Bellini: "¡No sea ingenuo!”

Eso no quiere decir que no haya cosas aprovechables. Bajo mi punto de vista, la improvisada homilía de Lawrence en la Misa previa al cónclave es en ese sentido lo más destacable:

"Pablo nos recuerda que el regalo de Dios a la Iglesia es su variedad. Es esta variedad, esta diversidad de personas y de puntos de vista lo que da a nuestra Iglesia su fuerza. La certeza es el gran enemigo de la unidad. La certeza es el enemigo mortal de la tolerancia. Ni siquiera Cristo estuvo seguro al final. «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», exclamó en su agonía en la hora nona de la cruz. Nuestra fe es algo vivo precisamente porque camina de la mano con la duda. Si solo hubiera certeza y no duda, no habría misterio. Y, por lo tanto, no habría necesidad de fe. Oremos para que Dios nos conceda un Papa que dude. Y que nos conceda un Papa que peque, pida perdón y siga adelante".

A partir de aquí me temo que tengo que ser spoiler, por lo que la lectura de las siguientes líneas suponen que ya se ha visto el film:

Analizándola detenidamente, me parece que se abusa de ciertos estereotipos de manera algo frívola: las dos corrientes italianas (conservadores y liberales) con un odio acérrimo entre ellas (Cardenal Bellini: "Es una guerra, y tienes que comprometerte con un bando"); el dean de la orden cardenalicia ha perdido la fe; un cardenal afirma que el difunto Papa también perdió la fe en la Iglesia aunque no en Dios; el cardenal canadiense va tan sobrado de dinero que compra votos como si el Vaticano fuera la FIFA, el africano de bragueta fácil es presentado como enemigo de los homosexuales y para terminar, con un triple salto mortal, se nos presenta al cardenal hermafrodita woke, que sin embargo es el único ser humano que espiritualmente merece la pena dentro de una jauría de bestias. Se quiere transmitir también dos ideas secundarias: una falsa modestia en todo el cardenalato (nadie dice querer ser Papa pero en el fondo todos lo anhelan) y una apuesta por el voto útil, en el que no se vota al mejor sino al menos malo para tus intereses (Lawrence: "¿A esto nos vemos reducidos? ¿A votar por la opción menos mala?"). Este diálogo es demoledor:

Lawrence: "No puede creer seriamente... que yo tenga el menor deseo de convertirme en Papa".
Bellini: "¡Vamos! Todo Cardenal tiene ese deseo. Cada Cardenal en el fondo ya hasta ha elegido... el nombre por el que le gustaría que se conociera su papado".

Aparte de estos clichés, algunos errores son de bulto. El primero, la erronea colocación de los cardenales durante el cónclave, especialmente el del protagonista Lawrence, que debería ocupar una esquina al lado de las mesas de las votaciones por ser el Dean. Otro fallo me pareció tan absurdo que he descubierto que es de traducción, pues en el doblaje español Lawrence afirma alegremente que "Jesucristo estuvo 9 horas en la cruz", cuando los Evangelios nos dicen que fueron solo tres horas. Extrañado, acudí al original inglés y allí se habla de "at the ninth hour on the cross" ("en la hora nona", es decir a las tres de la tarde). Por otra parte, un cardenal que ha practicado la simonía de manera demostrada (Tremblay) sería excomulgado automáticamente, por lo que debería haber sido expulsado del cónclave en ese preciso instante. También debería haber sido expulsado Lawrence, pues rompe un secreto de confesión para desacreditar al propio Tremblay, lo cual está castigado con la misma pena de excomunión. Tampoco está permitido en un cónclave la presencia de un cardenal "in pectore". Solo puede darse el caso si el Papa hace público su nombramiento, que no es la situación del film, pues el Papa ya ha fallecido cuando el cardenal llega a Roma

Con todo, lo más perverso del film es -a mi juicio- una afirmación del cardenal Wozniak que no puede ser más retorcida. Con la técnica del "calumnia, que algo queda" el guionista se despacha a gusto de los últimos Papas de la historia, desacreditándolos a todos con una frase especulativa y sembrando en el espectador la certeza de que el papado es nocivo para una sociedad sana. En este punto la película deja de ser entretenimiento para convertirse en ideología, y eso es muy peligroso, sobre todo si quien está viendo el film es una persona que no tiene una formación teológica y espiritual serias. Sin duda, yo hubiera suprimido esta frase pues me parece bastante ofensiva, y menos aún, me hubiera atrevido a ponerla en boca de un cardenal:

"Hemos tenido un Papa que perteneció a las Juventudes Hitlerianas y luchó por los nazis. Hemos tenido Papas acusados ​​de conspirar con comunistas y fascistas. ¡Hemos tenido Papas que han ignorado los informes de los más atroces abusos sexuales a menores!"

Con ello llegamos al final de este comentario, con la misma sensación con la que lo comencé. Se ha desaprovechado una gran oportunidad para haber llegado al Olimpo del cine. El wokismo y las ideologías destruyen todo lo que tocan. Una película que gustará más a los detractores de la Iglesia que a sus miembros, que paradójicamente serán quienes más la hayan visionado debido a las circunstancias. Como material catequético o espiritual es muy endeble, incluso puede llegar a dañar a quienes no tengan una formación suficiente. Explica el cónclave, sí, pero solo desde una perspectiva humana que no contempla nada espiritual de lo que allí tiene lugar. Una pena, aunque como entretenimiento, insisto, consigue todos sus objetivos. 

2 comentarios :

  1. La película es una mierda. Yo ni siquiera soy creyente, pero me ha parecido aburrida y penosa. Lo peor el final, con mucha diferencia

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    1. Hola Cinefilia

      No estoy de acuerdo, creo que hay partes y diálogos aprovechables. Coincido contigo en que el final deja mucho que desear

      Un saludo

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