Vamos con el análisis. Se trata de una mini-serie que pretende contar uno de los episodios más controvertidos de la Iglesia Católica durante el siglo XX: El difícil papel que le tocó jugar al Estado Vaticano y a Pio XII en las deportaciones de los judíos de Roma. ¿Hizo el Papa todo lo que estuvo en su mano para salvar a la mayor cantidad posible de judíos?, ¿Fue valiente o cobarde?, ¿Fueron decisiones diplomáticas o evangélicas? Consciente de que no hay respuestas sencillas a estas preguntas, la teleserie aporta su propia visión del conflicto, dando un contrapunto a la tibieza achacada al Sumo Pontífice por Costa Gavras en Amén o Volker Schlöndorff en El noveno día. Se propone la imagen de un Papa que hizo todo lo que pudo y apoyó incansablemente a quienes lucharon contra el nazismo, siguiendo la estela iniciada por Escarlata y Negro. Los eslóganes publicitarios "El Papa que desafió a Hitler" y "Dirigió a la Iglesia tras años de oscuridad" así lo anuncian. Al igual que en la entrada anterior, vamos a dividir el comentario en dos:
Primera Parte:
La acción comienza el 19 de julio de 1943, con los bombardeos de Roma por parte del ejército nazi. Un par de meses más tarde, el 8 de setiembre, se produce un armisticio por el que gran parte de Italia es invadida por el ejército alemán. El único lugar seguro de Roma es el Vaticano, donde Pio XII permanece a pesar de haber valorado un plan de fuga. Los alemanes planean secuestrarlo, al tiempo que estrechan el cerco al barrio judío. Primero piden 50 kilogramos de oro o amenazan con matar a 200 judíos. Tras obtener el oro, el 16 de octubre comienzan los asesinatos y las deportaciones masivas en el gueto. El hilo conductor de la historia judía lo forman Armando Lorenzi, un librero y tipógrafo clandestino, su hija Miriam y sus dos pretendientes, el universitario y partisano Marco y el contrabandista Davide. Buscando una vía diplomática, El Papa contacta con el general Rainer Stahel, comandante militar de Roma y devoto creyente, mientras autoriza a conventos y seminarios la acogida de judíos, pero evita realizar declaraciones explícitas contra Hitler temiendo represiones violentas contra la Iglesia romana y una invasión nazi del Vaticano. Por contra, utiliza todas las vías diplomáticas a su alcance para salvar el mayor número posible de vidas de la comunidad judía, ante la incomprensión de quienes querían un paso más.
En esta primera parte se nos presenta a Pio XII como un hombre de oración, un místico. No es casualidad que el film comienza y termina con sendas oraciones. Al mismo tiempo está en constante comunicación con los líderes religiosos hebreos. Incluso se prestó a dar parte del oro requerido por los alemanes tras el primer ultimátum y así se lo hizo saber a los rabinos. La miniserie pone en boca de Pio XII las palabras de que Hitler era la encarnación del demonio, dejando constancia de un exorcismo a distancia realizado sobre el führer tal y como atestiguó la monja que lo asistía. Es también presentado como el ideólogo de la Encíclica de 1937 de su predecesor Pio XI Mit brennender Sorge (Con ardiente preocupación), un texto condenatorio del nacionalsocialismo. En todo momento rechaza la violencia y da órdenes a la guardia suiza de no oponer resistencia ante una posible invasión. El film está plagado de frases y diálogos muy interesantes, entre los que me gustaría destacar de esta primera parte:
Pio XII: Oración inicial: "En estos tiempos de lóbrega tiniebla, oh Señor, Tú eres mi única Luz. Si me siento débil, Tú eres mi fortaleza. Cuando me siento solo, Tú velas por mí".
Pio XII: "No se emplearán las armas en ninguna circunstancia. Si el respeto por esta sotana no se lo impide, ¿Cree que las armas sí? Si en verdad atacan, ríndanse. No se derramará sangre por mí".
Pio XII: "Esto podría desencadenar una guerra civil. Por un lado tenemos a quienes están dispuestos a matar por el Duce. Y por otro, a quienes matarían por la libertad".
Pio XII: "¿Es usted un hombre o hay algo más en su interior?" (Mirando una imagen de Hitler).
Pio XII: "¿El oro será lo último que exijan o piensan tomar más medidas contra nuestra comunidad judía?".
Pio XII: "¿Le gusta Roma? Habrá advertido que esta ciudad encierra algo que permanece eterno. Comparable solo a otra ciudad: Jerusalén. En ambas ciudades la presencia de Dios se percibe con mayor intensidad. Mi Dios. Su Dios. Y el Dios de la humanidad".
Pio XII: "En el nombre de Jesús: Satán. Tu que fuiste vencido por Moisés en el Mar Rojo. Tú, que fuiste maldito en el alma de Judas... Sal de este hombre. Abandónalo" (Con la imagen de Hitler de fondo).
Segunda Parte:
Pio XII continua con los intentos diplomáticos para detener -o al menos reducir- las deportaciones en el barrio judío. Pide radiofónicamente que los cristianos acojan a los hebreos y consigue que el General Stahel declare todas las iglesias y conventos de Roma propiedades extraterritoriales de la Santa Sede, impidiendo de esta manera que sean asaltadas por el ejército nazi. Esta maniobra le cuesta al general ser relegado de su cargo y enviado al frente oriental. Miriam, Marco y Davide, por su parte, se refugian en un convento para escapar de las persecuciones, al tiempo que retoman la actividad clandestina de preparar pasaportes falsos para poder huir de la zona ocupada. Sus vidas a partir de entonces forman la trama central de esta segunda parte. El 13 de marzo el conflicto se recrudece con el atentado partisano de vía Rasella y las represalias a la población romana son más severas. Temiendo su inminente secuestro, Pio XII deja firmada una carta de abdicación en el caso de se produjera ese hecho. Finalmente, el general Wolff se reúne con Pio XII en el Vaticano y ambos buscan una salida pacífica sin derramamiento de más sangre en Roma. El 4 de junio los aliados entran en Roma y Pio XII decide pasear sin escolta por una Roma libre.
En esta segunda parte las escenas del Papa Pío XII son más escasas y breves, a excepción del desenlace final. Sigue intentándolo todo por la vía diplomática sin realizar unas declaraciones que condujeran a un enfrentamiento directo con el Reich. Vemos que su posición es internamente criticada por todos, tanto por quienes la consideran temeraria como por quienes la ven insuficiente. Con ello somos conscientes de lo difícil de su posición y el espectador se da cuenta de que hiciera lo que hiciera tenía todas las papeletas para salir históricamente malparado. Finalmente su intervención radiofónica consigue un final incruento para todos, aunque demasiado tarde según la opinión de sus detractores. Lo que es indudable y así queda reflejado en la película es que la Iglesia Católica salvó la vida de miles de judíos de Roma, al igual que años antes hiciera con los comunistas. Si se hubieran podido salvar más vidas es algo que nunca se sabrá. Algunas frases y diálogos a destacar de esta segunda parte son las siguientes:
Pio XII: Mensaje radiofónico: "Que Dios los bendiga a todos. Cuantas veces nos hemos tenido que reiterar presos de la agonía las palabras de nuestro divino Maestro... Cuántas veces nos hemos tenido que agregar ´No tienen qué comer´. Máxime al considerar las múltiples regiones devastadas por la guerra. Y hubo un tiempo en que nos no éramos conscientes del contraste entre nuestra depravación y la urgencia de las masas, cuyo llanto desgarrado y su cruel lamento oímos hoy demasiado cerca. Nos recurrimos hoy al mundo cristiano con una ferviente súplica paternal de auxilio y misericordia: ´He aquí que estoy a la puerta y llamo´".
Monseñor: "Entonces, Santidad, ¿Mando desalojarlas?"Pio XII: "No, Monseñor. Dejaremos las cosas como están".
Pio XII: "Monseñor, que reduzcan nuestras raciones. Economizaremos todo lo posible: calefacción, ropa petróleo...".
Pio XII: "Creí que podríamos negociar con ellos empleando la diplomacia como de costumbre. Y en realidad negociábamos con el diablo sin saberlo. El frente se aproxima más cada día. Satán yace en nuestro umbral. Y quiere deshacer el bien del mundo. Pero no lo logrará. Nos impondremos a él restaurándolo con la ayuda de Dios".
En conclusión, una película que realiza una aproximación a la poco explorada figura de Eugenio Pacelli, un Papa injustamente tratado por la historia, que en 2009 fue propuesto por la comunidad judía de Roma para obtener el título de Justo entre las naciones, el cual distingue a quienes salvaron vidas judías arriesgando las suyas. La miniserie es en ese sentido fiel a los últimos descubrimientos históricos sobre su figura, plasmando la imagen de un hombre entregado a la oración y la caridad, un asceta, diplomático y poco visceral. El enfoque es muy original, huyendo del biopic y convirtiendo al Papa en un personaje casi secundario, cediendo todo el protagonismo a las historias de los jóvenes judíos.
Es justo concluir con dos apuntes. El primero de ellos es que el rabino de Roma se convirtió al catolicismo años después de la liberación de la ciudad. Difícil veo que eso hubiera sido posible si no hubiera simpatizado con Pio XII y hubiera estado agradecido a su intervención. Por otra parte, en 2019 fueron desclasificados los archivos vaticanos referentes a su papado y aunque aún hay millones de páginas sin leer a disposición de los historiadores, lo ya descubierto parece avalar su intervención decisiva en la salvación de miles de judíos. El tiempo dirá si finalmente obtendrá el título judío y, lo que es más importante, la canonización cristiana, proceso que comenzó Pablo VI en 1965 y que Benedicto XVI continuó en 2009 declarándolo venerable.
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