En apenas tres capítulos, el autor recuerda lo esencial de la fe cristiana, ataca a los falsos maestros y apela a una vida santa para aguardar el Día del Señor.
Hay un versículo que me encanta y se entiende por la situación de los cristianos de segunda generación: desesperados por la tardanza de la llegada de la vuelta del Señor, muchos abandonaban la fe y la vida moral que esta requiere, abandonándose a todo tipo de vicios mundanos. En ese contexto se inserta una cita que creo que se puede aplicar a todas las épocas y sirve para la meditación espiritual.
2 Pedro 3, 9
El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con vosotros porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos se conviertan.

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