lunes, 15 de diciembre de 2025

Jesucristo, modelo del sufrimiento injusto: 1 Pedro

San Pedro escribió dos cartas apostólicas, de las que hoy comento la primera y selecciono unos versículos como los más representativos, en una ardua tarea que comencé hace ya un año y medio y que hoy alcanza el comentario número 42 de 73.

La Carta está escrita por San Pedro o por uno de sus discípulos (no existe un consenso sobre esta cuestión) y va dirigida a comunidades cristianas rurales con cristianos de clase baja. Dependiendo de la autoría se data entre los años 64-70 d.C. Tiene un núcleo cristológico evidente, realizando varias menciones a la Pasión de Cristo y sus sufrimientos como necesarios para la gloria de la resurrección.

La Carta en sí es uno de los textos bíblicos más útiles para la reflexión espiritual. Aparte de algunos consejos que pueden parecer algo anticuados (2.000 años no pasan en balde…) el resto es de una profundidad teológica y espiritual dignas de ser señaladas. Es un denso resumen de toda la fe cristiana. La vida cristiana es presentada como un camino marcado por la fe y la esperanza en Cristo, que nos ayuda a superar todo tipo de dificultades. Se hace una llamada a la santidad y a la perseverancia frente a los múltiples obstáculos que hay que vencer para alcanzar la meta. En este sentido la Carta siempre es actual, no pasa -ni pasará- nunca de moda.  

Los versículos que me gustaría resaltar son del capítulo segundo, concretamente del 22 al 24. Se trata de una hermosa presentación de la obra salvífica de Jesucristo. Me parece una lectura espiritual imprescindible para todo aquel que esté sufriendo de manera injusta y quiera buscar un poco de alivio y consuelo. Jesucristo es presentado por el autor como un modelo perfecto de sufrimiento injusto, habiendo mostrado una paciencia que se convierte en un ejemplo para cualquier cristiano que atraviese dificultades del tipo que sean. Es asimismo un ejemplo de rechazo de la violencia y de la venganza como solución a los conflictos. No tienen verdaderamente desperdicio.

1 Pedro 2, 22-24

El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia; el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados.

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