lunes, 23 de abril de 2007

La Séptima Profecía (The Seventh Sign, EEUU, 1988)

Hoy os comento esta película americana, La Séptima profecía, dirigida por el poco conocido Carl Schultz, quien decidió derivar su carrera desde los largometrajes hacía la televisión al terminar este film.

Aunque han pasado varios años desde su estreno me parece que no ha perdido actualidad. Su argumento es muy bíblico, pues se basa en el cumplimiento de las siete profecías previas al fin de los tiempos que aparecen en el libro del Apocalipsis. Su eslogan es más que sugerente: "Los sellos se han roto. Las profecías han comenzado. Ahora solo una mujer puede detener el fin de nuestro mundo". El film tuvo buena recepción en taquilla (18 millones de dólares) aunque no tanto de crítica, que especialmente expuso que sus personajes principales -el matrimonio Quinn- no transmite la suficiente tensión que requerían sus papeles. Mucho me temo que uno de los motivos de esas críticas tan negativas se debe a la ignorancia generalizada de los críticos cinematográficos en cuestiones religiosas, ya que el film presenta muchas claves ocultas que dificultan su comprensión. 

La trama está muy bien llevada, con un buen reparto Demi Moore (Abby Quinn) Michael Biehn -El malo de Terminator 2- (Russell Quinn) y Jürgen Prochnow (David Bannon); con una acertada mezcla de Biblia e imaginación. El argumento parte de una serie de acontecimientos extraños que se van sucediendo en todo el planeta. El Vaticano encarga al Padre Lucci que investigue a fondo estos eventos. Paralelamente, en California, la protagonista femenina, Abby Quinn, va tomando conciencia de que el bebé que ella espera esta íntimamente ligado al cumplimiento de las aperturas de los siete sellos que anticipa el fin de los tiempos. El encargado de que los sellos se vayan rompiendo parece ser un extraño personaje que se aloja en una habitación alquilada por el matrimonio Quinn, David Bannon. Poco a poco Abby se va preparando para tomar una decisión final: ¿Podrá la esperanza de esta mujer salvar a toda la humanidad?.

La primera escena (la de la playa de Haití) es impactante y para mi gusto lo mejor de la película. Solo por verla merece la pena el visionado del film. El resto ciertamente no está a la altura, pero eso no quiere decir que la película no sea interesante, todo lo contrario. Si se conocen sus claves ocultas engancha y te mantiene en tensión en todo momento.

Vamos precisamente con el apartado teológico-espiritual, íntimamente conectado con el libro del Apocalipsis. Os planteo una reflexión sobre los siete sellos del libro del Apocalipsis y luego algunas claves de interpretación de la película, insisto que imprescindibles para comprender su significado profundo.

En primer lugar, los sellos. Es cierto que en el film los cuatro primeros han sido interpretados libremente, pero la esencia de de los mismos es semejante. 

Los siete sellos del Apocalipsis, abiertos por el Cordero (Jesucristoson:

El primer sello: Aparece un caballo blanco, que supone la llegada del Anticristo.
El segundo sello: Aparece un n caballo bermejo, que trae guerra.
El tercer sello: Aparece un caballo negro, que trae hambruna.
El cuarto sello: Aparece un caballo amarillo, que inicia una peste.
El quinto sello: La tribulación de los mártires.
El sexto sello: Señales cósmicas: un gran terremoto y el sol se oscurece.
El séptimo sello: Tras su apertura se producirá el toque de siete trompetas. Entonces llega “el Día del Señor”, en el que se desata “la ira del Cordero” y el Juicio Final

El film mantiene una estructura similar respecto a la apertura de los sellos, aunque algunas situaciones son diferentes o más concretas:

El primer sello: Peces muertos en Haití
El segundo sello: Heladas en Oriente Medio
El tercer sello: Matanzas en diversos países
El cuarto sello: Tormenta en California
El quinto sello: La muerte de un inocente, Jimmy
El sexto sello: Eclipse solar y terremoto 
El séptimo sello: Muerte del niño de Abby y final de los nacimientos en la Tierra. 

A partir de aquí hay que realizar el tan temido spoiler para comentar las claves teológicas anteriormente mencionadas. 

La apertura de los sellos ya nos da una pista de interpretación. Quien abre los sellos en la Biblia y en el film (David Bannon) es en realidad Jesucristo, el Cordero, si bien el primer sello (llegada del Anticristo en la Biblia y apertura de del primer sello por David en el film) pueden llevar a confusión. Para salir de la duda unas palabras posteriores de David a Abby lo aclaran: "No puedo morir de nuevo", mientras de sus heridas no sale sangre sino luz.

En la película se hace referencia a un concepto judío, el "Guf". Se trata de una gran sala en la que están las almas de los que van a nacer. Cuando nace un niño, su alma viene de allí. La tradición semita dice que solo los gorriones pueden verlas bajar del Cielo, momento en el que cantan. Cuando los gorriones dejen de cantar, la última alma habrá bajado al mundo y este acabará. Es la clave de interpretación del final del film, en el que un gorrión entra volando por la puerta abierta y Russell exclama "¡Jesús! ¿Ves eso?". Queda a la interpretación del espectador pensar si Russell ha identificado a David como Cristo o ese "Jesús" es una expresión casual y desconoce la magnitud de todo lo que le ha ocurrido a su mujer.

El personaje del Padre Lucci - Cartáfilo es apasionante y muy bien traído a la trama. Se trata de una figura enigmática de la tradición extra-bíblica judeo-cristiana. Es también llamado "el judío errante". Según el sueño de Abby, una mujer, Serapia, le ofreció agua a Cristo durante la crucifixión, pero un centurión romano llamado Cartáfilo lo impidió después de preguntarle a la mujer "¿Morirías por él? (alzando la voz) ¿Morirías por él?". Desde entonces este soldado quedó maldito para vagar por la Tierra hasta que se produjera el regreso de Cristo para juzgar a la humanidad. En el film, un anciano sacerdote lo reconoce como personaje atemporal en este diálogo:

Sacerdote: "Eres tú, Morrell. ¡Pero eso fue hace setenta años!"
Padre Lucci: "Eso fue ayer para mí".

Otra clave es el concepto de muerte redentora o sacrificial. Abby realiza un acto de auto-sacrificio para salvar a la humanidad. Es la muerte del que se sacrifica para salvar a otros. El arquetipo de ello es la muerte de Jesucristo en la cruz para perdonar los pecados de la humanidad. En el caso de Abby es un acto redentor en el que prefiere salvar la vida de su hijo que la suya propia, respondiendo a la pregunta anterior de Cartáfilo a Serapia y respondiéndola en primera persona: "Moriré por él". Al tocarlo, su hijo revive y ella muere, con lo que el Apocalipsis queda paralizado y se vuelven a abrir las puertas del "Guf". Este acto sacrificial es muy original en el mundo del cine, que posteriormente repetirá este patrón -entre otras- en Pactar con el diablo (1997) Fallen (1998) o El fin de los días (1999) e incluso, sin dimensión religiosa, en Titanic (1997).

A su marido corresponde contar la historia de este sacrificio para concienciar al mundo y evitar que la amenaza del Apocalipsis vuelva a surgir:

David Bannon: "Recuérdalo todo, escríbelo, cuéntalo; para que la gente aproveche la oportunidad que ella les ha dado". 

Reverla hace unos días me ha hecho a mí personalmente tomar interés por el libro del Apocalipsis, tan enigmático e interesante a la vez. Os invito a que en este tiempo Pascual le dediquemos unos minutos a su lectura (por su dificultad recomiendo una buena Biblia comentada). Y recordad que no sabemos ni el día ni la hora...

sábado, 21 de abril de 2007

El niño tranquilo

He encontrado una nueva historia sobre la fe que creo que merece la pena que compartamos juntos. Dice así:

Cuentan que un hombre subió a un avión para viajar a Nueva York. padecía de ansiedad y le daba mucho miedo volar. Tomó varias pastillas relajantes y procuró descansar un poco. En esto un niño de unos 10 años entró buscando su asiento y se sentó justo a su lado. El niño era muy educado, lo saludó y se puso a colorear en su libro de pintar. El niño no presentó rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión. El vuelo no fue nada tranquilo, hubo varias tormentas y mucha turbulencia. En un momento dado hubo una sacudida muy fuerte en el avión, y aunque todos los pasajeros estaban muy nerviosos, el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento. ¿Cómo lo hacia?, ¿Porqué su calma? Se preguntaba aquel hombre. 
Ya al final del vuelo, intrigado, le preguntó: "Niño: ¿no has tenido miedo?". "No señor" - contestó el niño - y mirando su libro de pintar le dijo: "Mi padre es el piloto".


Esta historia me recuerda al Salmo 130, uno de los más cortos pero sin duda de los más bellos de la Biblia:


"Señor, mi corazon no es ambicioso
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad
sino que acallo y modero mis deseos
como un niño en brazos de su madre".


Hay tiempos en nuestra vida que los sucesos nos sacuden un poco y nos encontramos en turbulencia. No vemos terreno sólido y nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos dónde agarrarnos, y no nos sentimos seguros. En esos momentos hay que recordar que nuestro Padre-Madre Celestial es nuestro piloto. A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el creador del cielo y la tierra.


Esa es la fe, la que nos alienta y nos da confianza en los momentos difíciles. Démosle gracias a Dios por la fe que nos ha regalado y pidámosle que nos la conserve y se la dé a aquellos que pasan por momentos de prueba...

lunes, 16 de abril de 2007

El alpinista

Al hilo del último evangelio dominical, el de las dudas de Santo Tomás, os presento hoy un cuento sobre la incredulidad en el hombre. Es sólo un cuento, pero refleja muy bien como los hombres nos aferramos a lo que vemos y no confiamos en lo que no vemos...

Cuentan que un alpinista, con el afán por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo que subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.
En ese momento, suspendido en el aire, gritó: ¡¡¡ayúdame Dios mío!!!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-¿QUE QUIERES QUE HAGA?
- ¡¡¡¡¡¡Sálvame Dios mío!!!!!!!!!
-¿REALMENTE CREES QUE YO TE PUEDO SALVAR?
--Por supuesto Señor
-ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE...
Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda....
Cuenta el equipo de rescate, que al siguiente día encontraron a un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a una cuerda... 
A TAN SOLO UN METRO DEL SUELO...

miércoles, 11 de abril de 2007

¿Cuándo resucitamos?

Una amiga me hace está pregunta en un email. Acaba de morir su padre y me pregunta si tendrá que esperar hasta el final de los tiempos para resucitar. Seguramente todos nos hemos hecho una pregunta parecida alguna vez: ¿Qué pasa cuando morimos? Voy a intentar dar una respuesta sin pretender ser exhaustivo en el tema (se escriben libros acerca de esta problemática...)

Las distintas teorías que se han dado a lo largo de la historia de la teología las podríamos resumir en tres:

1. Hay que esperar a la resurrección del último día: Basada en los datos del Apocalipsis, "los sepulcros se abren" para el juicio universal. Así lo inmortalizó también Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. De esta teoría derivó la práctica (presente hasta nuestros días) del respeto a los huesos como "semilla" de la resurrección. Es una imagen quizás un poco anacrónica, demasiado materialista y reduccionista del problema.

2. Juicio inmediato: Una vez que morimos somos juzgados y considerados justos (cielo), condenados (infierno) o dignos del cielo pero aún imperfectos (purgatorio). Los vivos pueden interceder por estos últimos a traves de oraciones, misas, etc. Esta teoría se basa en las palabras de Cristo al Buen ladrón "Hoy estarás conmigo en el paraíso".

3. Postura intermedia: Habrá un día en el que se acabe el mundo y los que vivan en ese momento serán allí juzgados. Los que hayan muerto antes serán juzgados también en ese último día, pero a diferencia con la primera teoría, en esta postura no hay un concepto de espera, ya que las nociones de espacio y tiempo se acaban al morir. para el que fallece, por lo tanto, el juicio es una prolongación temporal de su muerte.

No obstante sea un tema interesante para nuestra inquietud, no debemos olvidar (y releer) el capítulo 25 de San Mateo. Nos juzgamos en el presente: Dando de comer, de beber, de vestir, visitando... en una palabra: con la caridad. La salvación nos la jugamos en el amor al prójimo en esta vida. El J
uicio no es sino una consecuencia de nuestros propios actos (y del amor de Dios que a buen seguro intervendrá, porque sino...)

lunes, 9 de abril de 2007

¡Feliz pascua de resurrección!

¿Para que sirven los afanes de la vida?, ¿Porqué tanto sufrimiento?, ¿Dónde vamos cuando morimos?...

Todas estas y muchas más preguntas encuentran su respuesta en el gran misterio que celebramos los cristianos estos días: la resurrección. El Dios que se hace niño (Navidad) y el hombre-Dios que sufre hasta límites insospechados (Semana Santa) encuentran su clímax en la victoria sobre el pecado y la muerte.

Desde hace casi 2000 años, cuando un grupo de "locos" comenzaron (después de haberlo abandonado y esconderse...) a anunciar la resurrección de su maestro la historia cambia radicalmente. Aquello que es lo más precioso para cualquier persona (su propia vida) deja de ser un fin absoluto. A aquellos que fueron cobardes en la Pasión, ahora no les importa morir como su Señor. Uno que los perseguía (San Pablo), afirma que todo lo estima basura en comparación con esta buena noticia de la resurrección. El imperio poco a poco cede al empuje de este grupo que cada vez crece más y más, como un poco de levadura que fermenta toda la masa. La historia y la vida del hombre cobran sentido. El hombre no tiene como horizonte último la muerte, sino la esperanza de otra vida.

¿Invención de unos cuantos?, ¿No será esta idea el "opio del pueblo" (como decía Nietzsche) para tener una ilusión en esta vida?, ¿Cómo podemos demostrar que la resurrección es verdad?

No hay más pruebas que la fe, no hay más testimonios que los que entregaron su vida por esta causa (que no son pocos...) pero lo que sí podemos afirmar los que creemos en Cristo es que sin resurrección esta vida es indigna de ser vivida, sin esa Esperanza nada tiene sentido, sin Dios la ley del más fuerte es lo único que vale...

Por todo ello ¡Feliz Pascua a todos!