lunes, 26 de septiembre de 2022

La Profecía 2 –La maldición de Damien- (Damien: Omen II, EE.UU., 1978)

Después de unos beneficios netos de 58 millones de dólares, únicamente hubo que esperar dos años para que La Profecía tuviera su primera secuela. Con un presupuesto muy superior a la primera (en esta ocasión se invirtieron 7 millones de dólares frente a los 2 de aquella) se consiguieron recaudar 26, lo que sin ser un éxito colosal sí garantizaba que la saga no terminaría aquí.

La campaña publicitaria funcionó de nuevo como un reloj suizo. No obstante, hay que señalar que el slogan escogido para el film no fue del todo fiel a la verdad. "La primera vez fue solo una advertencia", decía. Pero lo cierto es que esta segunda entrega es también sólo un aviso, ya que el Armageddon definitivo no llega tampoco con esta entrega y hubo que esperar más secuelas para que se cumplieran las profecías que lo anunciaban. Existen dos versiones de la película, siendo la comercial  tres minutos más corta que el Director´s cut. El motivo de este recorte fue esquivar en las salas comerciales el "no recomendado a menores de 16 años", ya que las escenas de los crímenes, especialmente la del Dr Kane, son mucho más explícitas en esos 180 segundos añadidos.

A nivel de ficha técnica, lo primero que llama la atención -dado el éxito de su predecesora- es el cambio de director. Ello se debe a que Richard Donner se embarcó en el proyecto de "Superman" y no estaba disponible para filmar. La presión de igualar su resultado recayó inicialmente sobre Mike Hodges, pero en mitad del rodaje fue despedido por discrepancias con la productora y reemplazado por Don Taylor, quien acababa de dirigir de manera exitosa "La isla del Doctor Moreau" (1977). El dato curioso es que las escenas rodadas por Hodges se mantuvieron en la versión definitiva, aunque su nombre no figura en los títulos de créditos. La continuidad sí vino asegurada por Jerry Goldsmith, quien compuso de nuevo la B.S.O., si bien en este caso no repitió Oscar, ni tan siquiera nominación. 

El elenco de actores también fue renovado en su totalidad. Dado que los padres adoptivos de Damien mueren al final de la primera película, los actores principales no podían ser los mismos, siendo escogidos en esta ocasión William Holden como el tío Richard Thorn y Lee Grant como su tía Ane Thorn. Para interpretar a un Damien ya más mayorcito se escogió a Jonathan Scott Taylor, en la que sería su segunda y penúltima intervención en la gran pantalla en su corta carrera cinematográfica. 

A pesar de cargar con la losa de la palabra "secuela", el resultado final es digno y más que convincente. Las escenas de muertes están casi a la altura de la primera entrega, destacando el papel otorgado a los cuervos como ejecutores en algunas de ellas, en lo que parece un claro homenaje al rey del suspense Hitchcock en su película "Los pájaros". En esta entrega sí vemos bastante sangre en dichas escenas de crímenes, tomando la saga un carácter un poco gore. Es curioso que el color rojo es además una especie de aviso de que una muerte está cercana, pudiendo visualizarse muchas veces como anticipo a los crímenes. 

El argumento es clara continuación de la primera película. Damien, habiendo quedado huérfano al final de esa entrega, es adoptado pos sus millonarios tíos. Mientras el protagonista va descubriendo que él podría ser la encarnación del Anticristo, planea heredar el vasto imperio empresarial posesión de sus padres adoptivos. Al mismo tiempo, todo aquel que se acerca a descubrir su verdadera identidad muere en extrañas circunstancias.

A nivel espiritual es quizás la película que menos aporta de las cuatro entregas. Ello se debe, fundamentalmente, a la total ausencia de la figura de un sacerdote en el desarrollo de la trama. Al igual que en la primera entrega, los asesinatos no son obra directa de Damien, sino una sucesión de extraños accidentes. si bien al final del film se puede comenzar a interpretar lo contrario, tomando Damien un papel activo en las muertes de Ane y Mark

Me quedo con tres momentos especiales. El primero es cuando en la Academia militar el sargento Daniel Neff le pide a Damien que lea el capítulo 13 del Apocalipsis, y le oímos leer en voz alta:

Damien Thorn: "Y adoraron al Dragón que había dado poder a la Bestia; y adoraron a la Bestia, diciendo: ¿Quién como la Bestia? ¿Quién podrá hacerle la guerra? Y vi a la Bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos reunidos para hacer la guerra contra el que estaba sentado sobre el caballo y contra su ejército. Y a través de su política también hará que la astucia prospere en su mano; y se engrandecerá en su corazón, y por la paz destruirá a muchos: también se levantará contra el Príncipe de los príncipes. Y hará que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, reciban una marca en la mano derecha o en la frente. y que ninguno pudiese comprar o vender sino el que tuviese la marca, o el nombre de la Bestia, o el número de su nombre. Aquí está la sabiduría. Que el que tenga entendimiento cuente el número de la Bestia; porque es número de hombre; y su número es 666".

A continuación Damien ve  la marca de la bestia en su cuero cabelludo y comprende que él es el Anticristo. Se produce aquí una primera negación, interpreto que es como si el mal aún no hubiera tomado posesión completa de su ser:

D.T: "Y su número es 666" [corriendo y gritando] "¿Por qué? ¿Por qué yo?"

Muy distinto, como segundo apunte, es cuando al final de la película Damien revela con orgullo su identidad antes de propiciar la muerte de Mark:

D.T.: "Sí. ¡Nacido a imagen del mayor poder del mundo! El desolado. Desolado porque le quitaron su grandeza y fue derribado. ¡Pero él ha resucitado, Mark, en mí!".

Como tercer detalle y única referencia bíblica, la película cita al final 2ª Corintios, capítulo 11, versículo 13: "Porque tales son los falsos apóstoles. Obreros engañosos que mienten y se transforman para parecer verdaderos apóstoles de Cristo".

Lo dicho, una continuación a la altura de lo esperado en una secuela: Menos sorpresas, menos originalidad, pero lo cierto es que la trama apenas se resiente con buenas interpretaciones y un guion que te engancha de principio a fin. 

lunes, 19 de septiembre de 2022

La Profecia (The Omen, EE.UU., 1976)

"La semilla del diablo" plantó una semilla (perdón por la redundancia, pero viene al caso...) propicia para que "germinasen" todo tipo de películas cuyos argumentos comenzasen justo cuando terminaba aquella. De entre todas ellas la que hoy nos ocupa podría bien ser una continuación temporal de aquella trama, ya que retoma la acción justo en el nacimiento del "Anticristo". No siendo excesivamente original su argumento, la calidad de sus interpretaciones y el suspense que mantiene a lo largo de toda la trama la convierten en una de las referencias del cine de terror. "Nuestra última advertencia" rezaba un atractivo eslogan publicitario que no dejaba a nadie indiferente.

La Profecía supone, además, el comienzo de una saga de cuatro películas. No es de extrañar analizando el dato económico en frío. Con un presupuesto de 3 millones de dólares recaudó 61, con lo que evidentemente un buen puñado de secuelas estaba más que garantizado. Las secuelas en general fueron bastante dignas aunque como suele suceder en estos casos la calidad fue decreciendo progresivamente. No fueron esas las únicas continuadoras de la obra, sino que además hace unos años se estrenó un infructuoso remake dirigido por John Moore "La profecía: Omen 666" cuya mayor virtud fue exclusivamente la de ser estrenada el 06 del 06 de 2006. 

A nivel de críticas La Profecía es todo un referente del cine de terror y misterio. A pesar de ello únicamente ganó un Oscar "menor" a la Mejor Banda Sonora Original a cargo de Jerry Goldsmith, siendo también nominada en la categoría de Mejor Canción por "Ave Satani". Como comentaba anteriormente, no le hicieron falta más premios para encumbrarla en el Olimpo de las películas de miedo. La crítica especializada sí fue unánime y la consagró como el clásico que ya es a día de hoy.

El director, Richard Donner, ya había dirigido algunos títulos exitosos de acción y aventura (aunque aún no se hubiera consagrado con "Superman" o "Los Goonies"), pero nunca se había adentrado en el ámbito religioso o espiritual. Quizás por ello, a la hora de abordar el film, decidió prescindir de todo elemento sobrenatural en las escenas de muertes, por lo que todas ellas se podrían achacar en principio a la "mala suerte" o al azar. Además de ello, la película es un alegato "anti-gore", ya que en ningún momento el pánico está asociado al derramamiento de sangre. Sin embargo, la ausencia de escenas sangrientas no es óbice para que al espectador se le encoja el corazón en más de una ocasión. 

El reparto -de autentico lujo- se compone entre otros por Gregory Peck, Lee Remick Harvey Stephens. Es curioso el caso del primero, ya que viendo el potencial del film aceptó ser su protagonista principal teniendo uno de los salarios más bajos de su carrera. A cambio se garantizó por contrato el 10% de los ingresos por taquilla, ganando más de 6 millones de dólares de la época, lo que se convertiría en el mayor salario en toda su carrera cinematográfica. 

Vamos con el argumento. El matrimonio formado por el embajador de Estados Unidos Robert Thorn y su esposa Kathy acaba de tener un hijo que nace muerto. Un sacerdote, el padre Spiletto, le entrega a Robert otro niño a cambio y ambos convencen a la madre de que es su hijo. Cuando el niño -Damien- tiene 5 años, comienzan a sucederse una serie de muertes "casuales" alrededor suya. Estas extrañas circunstancias, junto a la advertencia del Padre Brennan, hacen sospechar a Robert que su hijo adoptado es en realidad el Anticristo.

Las interpretaciones de los tres protagonistas -como ya he comentado- son soberbias, destacando la dificultad del papel de Harvey Stephens como el niño Damien, quien concede una credibilidad impresionante a su actuación. La película contiene un buen número de muertes accidentales inmortalizadas como parte de la historia del cine, de entre las que emerge como paradigmática la escena de la decapitación. Aún recuerdo la impresión que me produjo cuando vi la película por primera vez como adolescente. Es difícil explicarlo pero aún me impresiona cada vez que la veo. 

Espiritualmente la película no tiene mucho nuevo que comentar, salvo algo que ya he apuntado anteriormente. Si la acción de Dios es vista en la historia como providencia que no se impone sino que siempre respeta la fe de la persona, creo que el film quiere transmitir la idea de que la acción del demonio en el mundo es igualmente interpretable. Desde el punto de vista de un ateo todo lo que sucede en el film es una mera conjunción de situaciones desafortunadas explicables desde un punto de vista científico. Que todas ellas se produzcan en el mismo entorno es lo que hace concluir al hombre de fe que lo que allí pasa no es accidental sino un plan diabólico escrupulosamente programado y ejecutado. Pero lo cierto es que Damien no se "mancha las manos" matando directamente a nadie, lo que lo convierte en más siniestro si cabe. 

Los diálogos juegan con esa incertidumbre, por lo que carecen en su mayoría de un contenido espiritual. Se puede rescata la cita con la que termina el film, que es del libro del Apocalipsis 13, 18: "Aquí está la sabiduría. El que tenga entendimiento, cuente el número de la bestia, porque es número de hombre, y su número es 666", y un par de frases del padre Brennan, pero poco más:

Padre Brennan: "Cuando los judíos regresen a Sion / Y un cometa rasgue el cielo / Y el Sacro Imperio Romano Germánico se levante, / Entonces Tú y yo debemos morir. / Del mar eterno se eleva, / Creando ejércitos en ambas orillas, / Volviendo al hombre contra su hermano / Hasta que el hombre ya no exista".

Robert Thorn: [ignorando las advertencias de Brennan sobre Damien] ... "Yo le he escuchado. Ahora Quiero que me escuche: nunca quiero volver a verle".
Padre Brennan: ..."Me verá en el infierno, Sr. Thorn. Allí, compartiremos nuestra oración".

El último apunte espiritual está unido al final alternativo que se rodó para enmendar al primero y que finalmente es el que podemos ver en la versión definitiva. En un principio, en la escena final del cementerio se podían ver tres ataúdes en el cementerio, dando a entender que los tres protagonistas -incluido Damien- mueren en el incendio final. Teológicamente, es cierto que el maligno no será derrotado en esta vida sino en el Juicio Final con la Segunda Venida de Cristo, por lo que me parece muy acertado que dicho final se cambiara a como lo vemos en la actualidad, únicamente con los dos ataúdes de los padres. De paso, así se tenía el final perfecto para introducir la segunda parte, de la que hablaremos en breve...

lunes, 12 de septiembre de 2022

El Código da Vinci (The Da Vinci Code, EE.UU., 2006)

Comienzo hoy a comentar la primera película de una trilogía de la cual tengo que reconocer que solo he visto (y también leído la novela) esta parte, ya que me decepcionó tanto que no he tenido interés en visualizar el resto. El autor de los libros y guionista de las películas, Dan Brown, se hizo particularmente famoso con "El código da Vinci", al que siguieron con una menor repercusión mediática "Ángeles y Demonios" e "Inferno", de los que vuelvo a reconocer no he sentido la necesidad de profundizar en la historia. Como curiosidad sí puedo apuntar que la segunda obra "Ángeles y Demonios" es literariamente una precuela, mientras que en el Cine es una secuela temporal, lo cual es extraño y solo se explica desde el convencimiento de que la productora no estaba convencida del éxito de la primera parte y tuvo que esperar a los resultados económicos para confirmar la continuidad de la saga. 

El éxito de libro y película es incuestionable. Aparte de las ventas del Best Seller, el filmcon 125 millones de dólares de presupuesto, recaudó la friolera de 760 millones. Como negocio resultó redondo, resultando para ello imprescindible la publicidad involuntaria que las diferentes Iglesias (no solo la Iglesia Católica) realizaron del libro y del film

Artísticamente creo que el tiempo ha puesto a ambos elementos (libro y film) en su sitio, dos productos de usar y tirar propios de la sociedad posmoderna. Las críticas fueron malas en su conjunto, de las que solo se salvó la B.S.O. de Hans Zimmer (nominada al Globo de Oro), coincidiendo casi todas ellas en que el libro (sin ser gran cosa) es infinitamente superior al film. La excesiva duración de dos horas y media (incluso existe una versión de tres horas) seguramente influyó en ello, aunque para paliar este hándicap se contase con la dirección de Ron Howard, quien con Apolo XIII ya había demostrado que era capaz de mantener la tensión del espectador durante todo ese tiempo. De poco sirvió su magistral dirección ante un producto tan volátil, valiéndole a título personal una nominación a los Premios Razzie como peor director del año. Afortunadamente para su prestigio tan indecoroso galardón recayó sobre M. Night Shyamalan y su obra La joven del agua.

El reparto contaba con dos buenos reclamos comerciales como Tom Hanks y Audrey Tautou, secundados por extras de lujo entre los que merece la pena destacar a Ian McKellen, Alfred Molina y Jean Reno. Sus interpretaciones no son ni de lejos lo peor de la película, siendo ese dudoso honor para un argumento atropellado que no se sostiene y que intenta contar de manera embarullada demasiados elementos que no terminan nunca de cohesionar. Siendo cierto que el libro te mantiene en tensión y esta bien hilado, al film se le ven las costuras por todas partes. 

El controvertido argumento tiene por protagonista al catedrático Robert Langdon (Hanks) y la policía Sophie Neveu (Tautou) quienes se alían para  resolver el asesinato de un restaurador, crimen que encubre un misterio aún mayor que puede suponer el final de la fe cristiana como tal. El Louvre, Leonardo da Vinci, Fibonacci y otras claves más conducen al Priorato de Sión, una sociedad secreta en la que solo unos pocos elegidos conocen el secreto mejor guardado de la historia de occidente.

El apunte espiritual tiene que ser por fuerza breve, ya que pocas cosas positivas se pueden sacar del film desde un punto de vista cristiano. Es cierto que la crítica constructiva debe ser encajada, pero mucho me temo que aquí no hay ningún tipo de crítica constructiva sino un ataque demoledor a los cimientos de la Iglesia y de la fe cristiana. Todo ello camuflado desde el buenismo y una supuesta tolerancia dominante en estas últimas décadas, pero en el fondo no se trata de otra cosa que de un fundamentalismo más, aunque en este caso sea ateo. Soy consciente de que se han escrito incluso libros para desmontar las teorías expuestas por Dan Brown. Mi objetivo en unas líneas no es tan ambicioso, me conformo con señalar algunos aspectos relevantes de tres conversaciones entre los protagonistas. 

El primer texto digno de comentario es la exposición del problema, que mezcla temas apasionantes y con suficiente morbo para enganchar a cualquiera. El Santo Grial y los Templarios son una combinación perfecta para proyectar todo tipo de confabulaciones y corrupciones internas en la Iglesia. Este diálogo entre los dos protagonistas principales forma parte de esa trama:

Sophie Neveu: "Tal vez haya algo en este Priorato de Sión".
Robert Langdon: "Espero que no. Cualquier historia del Priorato termina en derramamiento de sangre. Fueron masacrados por la Iglesia. Todo comenzó hace más de mil años cuando un rey francés conquistó la ciudad santa de Jerusalén. Esta cruzada, una de las más masivas y arrolladoras de la historia, en realidad fue orquestada por una hermandad secreta, el Priorato de Sión y su brazo militar, los Caballeros Templarios".
S.N.: "Pero los Templarios fueron creados para proteger Tierra Santa".
R.L.: "Eso fue una tapadera para ocultar su verdadero objetivo, según este mito. Supuestamente la invasión fue para encontrar un objeto perdido desde la época de Cristo. Un objeto, se decía, que la Iglesia mataría por poseer".
S.N.: "¿Lo encontraron, este tesoro enterrado?"
R.L.: "Pongámoslo de esta manera: un día los Templarios simplemente dejaron de buscar. Abandonaron Tierra Santa y viajaron directamente a Roma. Si chantajearon al papado o la Iglesia compró su silencio, nadie lo sabe. Pero es un hecho que el papado declaró a estos caballeros del Priorato, estos Caballeros Templarios, de poder ilimitado. Hacia el año 1300, los Templarios se habían vuelto demasiado poderosos. Demasiado amenazante. Entonces, el Vaticano emitió órdenes secretas para que se persiguieran simultáneamente en toda Europa. El Papa había declarado a los Caballeros Templarios adoradores de Satanás y dijo que Dios le había encargado a él limpiar la tierra de estos herejes. El plan salió como un reloj. Los Templarios fueron casi exterminados. La fecha era el 13 de octubre de 1307. Un viernes".
S.N.: "Viernes 13".
R.L.: "El Papa envió tropas para reclamar el tesoro del Priorato, pero no encontraron nada. Los pocos Caballeros del Priorato supervivientes habían desaparecido y la búsqueda de su objeto sagrado comenzó de nuevo".
S.N.: "¿Qué objeto? Nunca he oído hablar de nada de esto".
R.L.: "Sí, lo has hecho. Casi todo el mundo en la tierra lo ha oído. Simplemente lo conoces como el Santo Grial".

Hasta aquí, como dice Langdon, todo es un  mito casi ingenuo. Los dos protagonistas son almas cándidas que no manchan sus manos con ninguna crítica excesiva. Pero aquí entra en juego otro protagonista, Sir Leigh Teabing, que será de cuya boca salga todo la ponzoña posible contra la Iglesia. Sus palabras son un resumen de muchos tópicos antieclesiales y hacen las delicias de cualquier feminazi (las verdaderas feministas son otra cosa...) de la actualidad  Algunas de sus lindezas son:

Sir Leigh Teabing: "El Buen Libro (la Biblia) no llegó por facsímil del cielo".
S.L.T.: "Y el que guarda las llaves del Cielo gobierna el mundo".
S.L.T.: "Siempre que ha habido un Dios verdadero, ha habido asesinatos en su nombre".
S.L.T.: "Y el cáliz se parece a una copa o vasija, o más importante, a la forma del útero de una mujer. No, el Grial nunca ha sido una copa. Es literalmente este antiguo símbolo de la feminidad. Y en este caso, una mujer que portaba un secreto tan poderoso que, de revelarse, devastaría los cimientos mismos del cristianismo".
S.L.T.: "Y luego, querida, Jesús le dice a María Magdalena que depende de ella continuar con su Iglesia. María Magdalena, no Pedro. Se suponía que la Iglesia la llevaría a cabo... una mujer. Pocos se dan cuenta de que María descendía de reyes, al igual que su esposo.

Sophie Neveu: "¿Quién es ella?"
Sir Leigh Teabing: "Querida, esa es María Magdalena".
S.N.: "¿La prostituta?"
S.L.T.: "Ella no era tal cosa. Manchado por la Iglesia en 591 año del Señor. Pobrecita. María Magdalena fue la esposa de Jesús".

Para sostener esta delirante teoría se presenta al mismo tiempo un par de especímenes prototipos de la Iglesia más retrógrada, los cuales no dudan incluso en asesinar para guardar ese secreto. Monseñor Aringarosa y Silas son una proyección de los instintos más bajos encarnados en la vida religiosa y sacerdotal. Ni rastro de la verdadera fe o de la bondad del clero, que el autor oculta deliberadamente. Sin estos personajes su historia no tendría credibilidad, ya que introduciendo a estos abyectos sujetos consigue que se genere un rechazo visceral en el lector-espectador. Sutilmente, resulta evidente que cualquiera con un poco de sensibilidad se sitúe de parte de los investigadores, por muy ridícula que parezca su historia.

Finalmente, se desvela el misterio final y los dos protagonistas vuelven a charlar desapasionadamente, ya que el trabajo sucio de desacreditar a la Iglesia y sus 2.000 años de historia está realizado previamente por los  protagonistas secundarios del reparto. El autor incluso se permite el lujo de dejar un poso de fe-creencia en ambos protagonistas, eso sí, una fe íntima y personalista alejada de la Institución que queda ya denigrada para los restos...:

Robert Langdon: "Sophie... tú eres el secreto".
...
R.L.: "Bueno, tal vez no haya pruebas. Tal vez el Grial se haya perdido para siempre. Pero, Sophie, lo único que importa es lo que crees. La historia nos muestra que Jesús fue un hombre extraordinario. Una inspiración humana. Eso es todo. Eso es todo lo que la evidencia ha probado. Pero... Cuando era niño... Cuando estaba en ese pozo del que te habló Teabing... Pensé que iba a morir, Sophie Neveu. Y lo que hice... , recé. Recé... a Jesús... para que me mantuviera con vida para poder ver a mis padres de nuevo, para poder ir a la escuela de nuevo, para poder jugar con mi perro. A veces me pregunto si no estaba solo allí abajo. ¿Por qué tiene que ser humano o divino? Tal vez lo humano es divino. ¿Por qué Jesús no pudo haber sido padre y todavía ser capaz de todos esos milagros?
Sophie Neveu: "¿Como convertir el agua en vino?"
R.L.: "Bueno, ¿Quién sabe? Su sangre es tu sangre. Tal vez ese yonqui en el parque nunca vuelva a tocar una droga. Tal vez curaste mi fobia con mis manos.
S.N.: "Y tal vez tú eres un caballero en la búsqueda del Grial".
R.L.: "Bueno, aquí está la pregunta: una descendiente viva de Jesucristo, ¿Destruiría ella la fe? ¿O  la renovaría? Así que vuelvo a decir, lo que importa es lo que crees".
S.N.: "Gracias. Por traerme aquí. Por dejar que lo elija a usted, Sir Robert".
R.L.: "Cuídate".
S.N.: Sí. [camina hacia un estanque cercano, saca un pie para ver si puede caminar sobre él y falla]
"No. Quizás me vaya mejor con el vino".
R.L.: [sonríe] "Buena suerte".

Lo dicho, un libro/película hechos con dos propósitos que cumple con creces (generar dudas y sobre todo dinero, montañas de dinero...) y de la que uno sólo se puede vacunar leyendo mucha historia y documentándose bien. Para un desmontaje más profundo de las teorías sostenidas por Dan Brown recomiendo la lectura de Amy Welborn, una autora estadounidense que a mí me hizo mucho bien, y su libro "Descodificando a Da Vinci: Los hechos reales ocultos en el código Da Vinci"

lunes, 5 de septiembre de 2022

Las cinco personas que conoces en el Cielo (The Five People You Meet in Heaven, EE.UU., 2004)

Comentamos hoy esta película basada en el Best Seller homónimo de Mitch Albom, quien fue famoso -además de por este título- por su rompedora novela "Martes con mi viejo profesor". En la novela-película que hoy nos ocupa, el autor realiza un acercamiento a las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) de una manera original y atrevida. A diferencia de lo que sucede con otras adaptaciones literarias, la película es completamente fiel a la novela, no en vano Albom fue escogido como guionista, por lo que introdujo muy pocos cambios entre ambos textos. Hay que apuntar también que el film fue realizado para televisión, no para ser estrenado en la gran pantalla. Lo que en aquella época era un desprestigio (llamadas también serie B), hoy gracias a Netflix, Amazon o HBO (entre otras) es el pan nuestro de cada día. Películas con un presupuesto menor, actores no tan consagrados... pero con un resultado convincente en la mayoría de los casos. A pesar de estas limitaciones, la obra que hoy nos ocupa tuvo muy buenas críticas en general, convirtiéndose de hecho en la película para televisión más vista de ese año en Estados Unidos, con casi 19 millones de espectadores, no influyendo en este resultado su excesiva duración (155 minutos).

Para la dirección se optó por contratar a Lloyd Kramer, experto en producciones televisivas, quien reunió un reparto encabezado por tres secundarios de lujo como Jon Voight, Ellen Burstyn y Jeff Daniels. Con el eslogan "La vida tiene que morir. El amor no" se nos presenta una película que introduce temas filosóficos y religiosos a partes iguales. 

El protagonista principal es Edward, un excombatiente del ejército americano que pasa sus últimos días laborales en Ruby Pier, un parque de atracciones a orillas del mar en el que se encarga de realizar labores de mantenimiento. Un aciago día, un accidente inesperado hace que Eddie tenga que arriesgar su vida por salvar la de una niña cuya vida corre peligro debido a la caída de una de las atracciones.

Dado que a partir de ahí la trama se centra en las 5 personas que el protagonista conoce en el Cielo, lo lógico es realizar el comentario apuntando lo que cada encuentro encierra y el porqué de esas experiencias, aunque para ello haya que ser en este caso bastante spoiler

Antes de ello comenzamos con la primera frase del film, pronunciada por la tercera persona que Eddie conocerá en el cielo, Ruby, quien también hace las veces de narradora, introduciendo así la historia: 

Ruby: "Esta es una historia sobre un hombre llamado Eddie. Y comienza por el final, con Eddie muriendo al sol. Podrías pensar que es extraño comenzar una historia por el final, pero todos los finales también son comienzos. Simplemente no lo sabemos en ese momento" ... "Eddie no vio nada de su último momento en la Tierra. No sintió dolor por su muerte. Todo lo que sentía era ligereza y calma, como si todas las heridas que había sufrido alguna vez hubieran sido lavadas. Y luego se despertó".

Tras esta introducción, comienza el periplo de Eddie por el Cielo. La primera persona que conoce es el Hombre azul, quien lo introduce en su nueva realidad y le anuncia lo que le pasará a partir de ese momento:

Hombre azul: "Hay cinco personas que conoces en el Cielo, Edward. Cada uno de nosotros estaba en tu vida por una razón".

El Hombre azul lo recibe en su Cielo, el parque de atracciones de Ruby Pier en el que consiguió ser feliz después de una infancia desdichada. Al mismo tiempo le hace consciente de que en la vida todo tiene un sentido. Nada es aleatorio, hay una especie de "efecto mariposa" universal por el que todos los actos están interconectados entre sí. Incluso las cosas pequeñas y aparentemente sin importancia de nuestra existencia pueden cambiar la vida de terceras personas. El hombre azul perdió su vida por salvar la de Eddie cuando éste era un niño y jugaba inocentemente con una pelota. Eddie ni siquiera se dio cuenta por aquel entonces de la situación tan trágica que había producido su inconsciente juego. Este diálogo es el más destacable de este primer encuentro:

Hombre azul: "No hay actos aleatorios. Todos estamos conectados. Lo bueno viene de eso".
E.: "¿Bueno? ¿Qué bien salió de esto? Moriste".
H.a.: "Bueno... tú viviste".
E.: "Pero apenas te conocía. Éramos extraños".
H.a: "Los extraños son solo familiares que aún no has llegado a conocer".

La segunda persona que Edward conocerá en el cielo es "El Capitán", un antiguo mando en la Guerra Mundial con quien coincidió en un campo de concentración en Filipinas. En una de las operaciones del ejército, Edward estaba quemando una choza cuando creyó ver alguien que escapaba e intentó perseguirlo, pero el Capitán le disparó en la pierna para que no muriera en el intento. Gracias a ese disparo salvó su vida, aunque le dejó secuelas para el resto de su existencia. Al mismo tiempo le cuenta a Eddie que el murió al sacrificarse con una mina que solo le mató a él pero que podía haber matado a todo el batallón. La conversación entre ambos, por lo tanto, gira en torno al sacrificio que hacemos los unos por los otros, en una serie de frases que espiritualmente no tienen desperdicio: 

El Capitán: "La vida está llena de sacrificios. Todo el mundo hace estos sacrificios. Algunos sacrificios son grandes y otros son pequeños sacrificios del día a día, pero todos tienen un impacto en la vida de otras personas" ... "El sacrificio no es algo de lo que avergonzarse. Es algo de lo que estar orgulloso".

Es curioso que en este caso Eddie veía al Capitán en un Cielo ambientado en el frente de guerra, pero lo cierto es que eso solo estaba en la mente de Eddie. El Cielo del Capitán era en realidad un precioso paisaje de sol, mares y lagos con el que soñaban cuando estaban en las trincheras.

El tercer encuentro es con la ya mencionada Ruby, a la par narradora de la historia. Ruby era una antigua camarera del parque de atracciones que le contará a Eddie cómo fue realmente la muerte de su padre, muy distinta de cómo se la habían contado. Su padre era un alcohólico y ludópata, violento en su manera de ser y relacionarse. Ruby, no obstante, le cuenta que tras un intento de violación a su esposa, el "amigo" que lo había hecho se intentó suicidar arrojándose a un lago helado, pero el padre de Eddie lo salvó aún a costa de su mermada salud. Al hilo de esta historia, la temática afrontada en las conversaciones es el perdón como el camino para superar el odio y la ira interior. Al mismo tiempo le hace ver que en cada historia hay tantos puntos de vista como personas que la cuentan. De nuevo se pueden rescatar frases para enmarcar de esa conversación:

Ruby: "Eddie, la ira es un veneno. Nos come por dentro. Pensamos que cuando odiamos a alguien le hacemos daño, pero el odio es una hoja curva, y el daño que le hacemos a los demás también nos lo hacemos a nosotros mismos".

El cielo de Ruby es una cantina previa a Ruby Pier en la que se encuentran todos aquellos que sufrieron algún daño en el parque de atracciones. Eddie tiene allí la oportunidad de perdonar a su padre una vez que conoce su verdadera historia y sus motivaciones reales. 

La cuarta persona que Eddie conoce en el Cielo es su gran amor Marguerite, con la que conversará precisamente acerca del amor. Su mujer murió a los 47 años debido a un tumor cerebral, provocándole un vacío inmenso, aunque él reconoce que siempre siguió enamorado de ella. Este tipo de amor -a pesar de la separación temporal- se propone como una de las más fuertes manifestaciones del amor entre dos personas. 

Marguerite: "El amor perdido sigue siendo amor, Eddie. Toma una forma diferente, eso es todo. No puedes sostener su mano, no puedes alborotar su cabello, pero cuando esos sentidos se debilitan, otro cobra vida. La memoria... la memoria se convierte en tu compañera. Lo sostienes, bailas con él... La vida tiene que terminar, Eddie. El amor no".

El cielo de Marguerite es un lugar donde se producen y celebran bodas, una tras otra. Eddie y ella renovarán su amor con un baile nupcial tras el que su querida esposa vuelve a desaparecer. 

La quinta y última persona que Eddie conoce en el más allá es Tala, una niña filipina que une esta última historia a la de El Capitán. Tala es la niña que muere quemada en su choza intentando escapar de los soldados mientras Eddie quemaba todas las chozas del poblado. 

En un flashback vemos la escena completa en el que la madre de Tala deja a su hija en la cabaña que Eddie finalmente quemará: 

Madre de Tala: "diyan ka lang, babalikan kita", que significa: "Quédate aquí, volveré por ti".

Ambos siguen conversando sobre la vida de Eddie. Tala confiesa a su "asesino" que no le guarda rencor, y le revela que la niña del accidente previo a la muerte de Eddie sigue viva gracias a él, quien finalmente consiguió salvarla. Finalmente acompaña a Eddie a "su cielo" Ruby Pier, lugar donde conoció por primera vez a su amor Marguerite. Allí le dice que las vidas que salvó gracias a su trabajo son incontables, por lo que influyó en todos ellos y en sus descendencias. Por ello tendrá ahora que encontrarse con 5 personas para las que él fue importante, entre ellas a la niña del parque de atracciones.... 

Con ello llegamos a las últimas líneas de la historia, muy conmovedoras y recitadas de nuevo por la narradora de toda la historia:

Ruby: "Esta es la historia de un hombre llamado Eddie, que vivió y murió, y un día él mismo compartiría el secreto del Cielo: que cada vida afecta a la otra y la otra afecta a la siguiente. Y el mundo está lleno de historias, pero las historias son todas una".

Creo que el análisis temático ha sido detenido y profundo, aunque no quedaría completo si no se apuntara que tras esta historia se oculta un evidente sincretismo entre diversas religiones, fusionando creencias cristianas, hinduistas y budistas. En este sentido el film es un producto de lo que a finales del milenio se conoció como la "New Age". No obstante, como película insisto que es visualmente muy atractiva y con un mensaje bastante compatible (en un 90%, al menos) con la doctrina cristiana sobre el más allá, lo que hacen altamente recomendable su visionado.