lunes, 26 de mayo de 2014

Jesucristo (Roberto Carlos, 1970)

Bueno, seguro que todos conocéis a Roberto Carlos y no necesita demasiadas presentaciones. Roberto Carlos Braga es un cantautor brasileño mundialmente famoso por canciones como “Un millón de amigos”, “Lady Laura”, o “Amigo”, canción esta última con la que Juan Pablo II fue recibido en México en 1979. Como algunos datos a destacar de su carrera musical, decir que Roberto Carlos es de los pocos cantantes que puede presumir de haber ganado varios premios Grammy, el Festival de San Remo en Italia o de haber grabado para la Mtv un unplugged. En 2010 recibió un premio especial otorgado por la discográfica Sony al vender 100 millones de copias a lo largo de toda su carrera.

Su fe cristiana ha impregnado en parte sus letras, sobre todo a partir de la pérdida de su mujer y de uno de sus hijos por culpa del cáncer. Con esta canción que hoy os presento, manifestaba en el año 1970 su confianza en Dios y en la bondad de la humanidad. 

Es cierto que tiene ya unos añitos, pero espero que os guste, como el propio autor dijo en su día “Es una oración salida de lo más profundo de mi corazón”

Existe la versión en español, pero algo antigua, así que como se entiende bien, os dejo la traducción y el vídeo del directo en Miami en versión original brasileña en 2008.





Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 

Miro al cielo y veo una nube blanca 
Que está pasando 
Miro a al tierra y veo 
Una multitud que está caminando 
Como esa nube blanca 
Esa gente no sabe adónde va 
Quién les podrá decir 
El camino cierto es nuestro señor. 

Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 

Toda esa multitud 
En el pecho lleva el amor y paz 
Y a pesar de todo la esperanza 
Aumenta más 
Mirando la flor que nace en suelo 
De aquél que tiene amor 
Miro al cielo y siento 
Aumentar la fe en mi salvador 

Jesús Cristo
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí. 

En cada esquina veo 
El mirar perdido de un hermano 
En busca del mismo bien con la misma fe viene caminando 

Es mi deseo ver 
Aumentando siempre esa procesión 
Para que todos canten 
En una voz esta oración. 

Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo 
Jesús Cristo yo estoy aquí.



domingo, 18 de mayo de 2014

May Feelings 7

El año pasado por estas fechas ya os posteé una reflexión sobre esta red social que todos los años nos deleita con un vídeo para hacernos reflexionar.

De un año a esta parte han realizado varios cambios. Ya no se limitan a la realización y propaganda del vídeo como campaña de sensibilización, sino que han puesto en marcha un sistema de peticiones entre todos los miembros de la red social. Puedes registrarte y pedir tus oraciones o rezar por aquellas que otras personas han realizado. Una buena adaptación de las nuevas tecnologías a los tiempos que corren. Os dejo su dirección web por si os interesa agregaros a ella:

Volviendo al vídeo de este año, han escogido el tema del perdón para la realización del mismo. Os invito a que lo veáis, ya que de nuevo tienen la capacidad de tocar nuestra fibra sensible. El perdón es sin duda uno de los temas de los que más nos cuesta hablar, por no decir practicarlo. A veces tan difícil es pedir perdón como perdonar de corazón. En el caso que hoy nos ocupa, cuesta trabajo simplemente ver cómo varias personas piden perdón a sus seres queridos. Es un acto tan íntimo, tan personal, que parece que uno está invadiendo la privacidad del otro. Evidentemente es una campaña de sensibilización, algunos actores son más convincentes que otros, pero creo que consigue su objetivo: Valorar el perdón humano, y de refilón, atisbar la infinitud del perdón divino.  

En cuanto a la dimensión humana, serían incalculables, las parejas, familias, relaciones... que no se habrían roto sino se hubiera antepuesto la soberbia al perdón. Una sola palabra a veces basta para desbloquear la relación más tensa, pero sin esa palabra es imposible una reconciliación. 

Y en cuanto a la dimensión trascendente, recordemos que para ser perdonados por Dios, la única condición que nos autoimponemos la expresamos al rezar el Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Bueno, os dejo el vídeo, que lo disfrutéis y lo practiquéis...

domingo, 11 de mayo de 2014

Quo Vadis (EEUU, 1951)

Ayer volví a ver por enésima vez este clásico del Cine de todos los tiempos. No sé si es porque estamos en Pascua, o porque me trae buenos recuerdos, lo cierto es que volví a disfrutar de sus 171 minutos de buen cine. Ciertamente es una película que a pesar de que pasen los años permanece fresca como una lechuga.

Es una superproducción en Technicolor (cuando mi padre -q.e.p.d- hablaba de esta película siempre ponía mucho énfasis en esta palabra que hoy apenas nos dice nada….) nominada a 8 Oscars, pero que a pesar de ser un rotundo éxito de taquilla y de crítica (extraña coincidencia en el mundo del Cine) no obtuvo ninguna estatuilla. La película esta basada en el Best Seller del polaco Henryk Sienkiewicz, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1905. Mervin Leroy, su director, la definió como “Una película que procura no sólo el entretenimiento, sino que intenta enseñar lo mejor y lo peor del ser humano”. Quizás, por ello, es intemporal y casi eterna. Una película histórica, Bíblica y con valores esenciales. Ha sido llevada a la pantalla, con menor éxito, en otras cuatro ocasiones: 1913, 1925, 1985 y 2005. 

La historia narra la conversión de Marco Vinicio (Robert Taylor) quien siendo legado romano se enamora de una esclava cristiana, Ligia (Deborah Kerr). Dicha historia romántica se ambienta en el año 64, durante la época del emperador Nerón (Peter Ustinov, sin lugar a dudas, su interpretación es lo mejor de la película) quien incendia Roma y culpa de ello a los cristianos, con la consiguiente persecución y martirio de muchos de ellos. Junto a estos protagonistas principales aparecen como secundarios San Pedro y San Pablo, los dos pilares sobre los que se cimentó el cristianismo en sus primeros años de existencia. Como adelanta la introducción del film, el águila imperial poco a poco va siendo sustituida por la cruz cristiana, gracias a la evangelización de muchos Santos y al testimonio de incalculables mártires, los cuales eran torturados y ejecutados en el Circo Máximo cantando himnos religiosos ante la incredulidad y el asombro de los ciudadanos romanos. La presentación del film por parte del narrador es épica y casi un sermón de Pascua: "Pero treinta años antes de este día, ocurrió un milagro. En una cruz romana en Judea, un Hombre murió para hacer libres a los hombres, para difundir el Evangelio del amor y la redención. Esa humilde cruz estará destinada a reemplazar a las orgullosas águilas sobre los victoriosos estandartes romanos. Esta es la historia de ese conflicto inmortal. En este, el verano del año 64 d.C., en el reinado del anticristo conocido en la historia como el emperador Nerón, la victoriosa Decimocuarta Legión regresa a Roma bajo el mando de un tal Marco Vinicio..."

El título del film hace referencia a la pregunta -casi al final del film- de San Pedro a Jesucristo resucitado: ¿Quo Vadis, Domine? (Adonde vas, Señor) tras la que Cristo le responde que va a Roma a volver a ser crucificado para que crean en él. San Pedro acude voluntariamente a dicha crucifixión (boca abajo, ya que no era digno según él de morir como su Maestro). Todavía hoy en Roma se puede visitar la Iglesia del Quo Vadis en la Via Appia Antica, y los restos de San Pedro, en la Basílica del mismo nombre en el Vaticano. Este es el diálogo de la condena en la película:

Guardia: "El hombre llamado Pedro ha sido oído predicando rebelión y blasfemia... contra el gobierno y la divinidad del emperador. En consecuencia, se decreta que sea llevado a la Colina del Vaticano... donde ha confesado que hizo su primera predicación... para ser crucificado y dejado allí como una advertencia para todos y cualquiera... que de ahora en adelante deseen llamarse cristianos".
San Pedro: "Morir como murió nuestro Señor es más de lo que merezco".
G: "Podemos cambiar eso".

Me gustaría terminar este comentario con el diálogo final, una auténtica delicia que mi padre repetía muchas veces como una especie de mantra. Se trata de una conversación entre Marco Vinicio y Flavio, una auténtica joyita del Cine universal:

Marco Vinicio: “Babilonia, Egipto, Grecia, Roma… ¿Qué vendrá después?”
Flavio: “Un mundo más estable, supongo, o una fe más duradera.”
M.V.: “Aquel nunca será posible sin ésta"

martes, 6 de mayo de 2014

El labrador y sus hijos

Hoy me he tropezado con este viejo cuento de Esopo y por motivos personales me ha tocado el corazón poderosamente. No es un cuento esencialmente religioso, aunque sí transmite dos valores esenciales para el cristianismo, cada uno a su estilo: La familia y el esfuerzo. La sabiduría del padre del cuento la podemos comparar perfectamente con la de Dios, ya que a menudo sus planes no son nuestros planes, su pedagogía es distinta a la nuestra, y la manera de obtener la felicidad no es la que nosotros queremos sino la que Él dispone. En fin, que echándole un poco de imaginación, podemos "cristianizar" la historia....


Un rico labrador que veía próxima su muerte, llamó a sus hijos aparte para hablarles sin testigos.

"¡Guardaos muy bien de vender vuestra heredad, legada por nuestros abuelos! Un tesoro se oculta en su entraña, aunque ignoro su sitio. Más, con un poco de esfuerzo, conseguiréis encontrarlo. Pasada la cosecha, removed vuestro campo, cavadlo de arriba abajo, sin dejar un palmo que no muevan vuestras palas."

Murió el padre, y los hijos cavaron el campo de abajo arriba, y con tal ahínco que, al año siguiente, la cosecha fue más grande. Dinero no encontraron porque no lo había. Pero su padre fue un sabio, enseñándoles antes de morir que el trabajo es un tesoro.