lunes, 30 de mayo de 2022

Francisco, juglar de Dios (Francesco giullare di Dio, Italia, 1950)

La semana pasada posteaba Hermano sol, Hermana luna (1972) y hoy vuelvo a comentar otra película italiana sobre San Francisco de Asís, si bien en este caso está rodada 22 años atrás. No lo he hecho aposta, pero curiosamente esta película comienza en el momento exacto en el que termina la anterior, con los hermanos franciscanos regresando a Rivotorto desde Roma una vez que el Papa Inocencio III había bendecido su modo de vida y su regla. En ese sentido, y a pesar de ser anterior, es una continuación argumental de la vida de San Francisco. En ambos films -además de los silencios- la estética, la poesía y la oración juegan un papel determinante.

No obstante lo anterior, las películas son en esencia diversas, sobre todo porque el director de la que hoy nos ocupa, Roberto Rosellini, es uno de los máximos exponentes del neorrealismo italiano. Este movimiento se caracterizó por rodaje en exteriores (nunca en platós) y actores no profesionales que tenían total libertad de improvisación. Tras su gran éxito, Roma, ciudad abierta (1945) a lo largo de su carrera dirigió muchas otras películas de temática religiosa como Juana de Arco (1954), Da Gerusalemme a Damasco (1970), Agustín de Hipona (1972) o El Mesías (1975).

Se trata de un film bastante corto (83 minutos) interpretado en su mayoría por religiosos franciscanos de un monasterio italiano (San Francisco, por ejemplo, es fray Nazario Gerardi). Uno de los pocos actores profesionales es Aldo Fabrizi, quien interpreta a Nicolaio, el tirano de Viterbo. El actor romano ya había colaborado con Rosellini en Roma, ciudad abierta, dando vida en aquella ocasión a un personaje religioso, don Pietro Pellegrini, un sacerdote que valientemente desafiaba al régimen fascista. 

El argumento se compone de once episodios de la vida de San Francisco (1182-1226) sin excesiva conexión entre ellos, tomados de dos obras literarias, “Las Florecillas” (de hecho el título del film en la versión inglesa es "The Flowers of St. Francis") y la “Vida de fray Junípero”. En ellos San Francisco explica al hermano León en qué consiste la felicidad perfecta a través de la humildad, el servicio, la pobreza -como desapego de los bienes materiales- y la alegría del contacto con la creación divina. Recuerda por ello a las antiguas vidas de santos, idílicas, bucólicas y que inspiran a la devoción y la piedad. El movimiento franciscano es en origen una vuelta a esa inocencia primera, al idealismo de seguir unos principios siendo fieles a ellos y sin cuestionarse nada más. En cierta forma se defiende una ingenuidad que recuerda el "hacerse niños" que Jesucristo reclamaba para sus seguidores como norma de vida en el Evangelio de San Mateo 18,3. En este contexto hay que entender la siguiente frase de San Francisco:

"Os mando, por santa obediencia, que deis vueltas donde estáis como hacen los niños cuando juegan, y no dejéis de dar vueltas hasta marearos". Por cierto, que la fórmula “Te ordeno por santa obediencia que…” se repite en muchas ocasiones, siendo una coletilla que resalta la autoridad de San Francisco dentro de la Comunidad. No se trata de una autoridad hipócrita, sino de quien es el primero que da ejemplo en todo y así lo solicita a sus hermanos. La frase: "Es mejor predicar con el ejemplo que con las palabras" hay que entenderla también en este sentido, en el que la personalidad y el carácter del Santo de Asís marcan el estilo evangelizador de sus seguidores, siendo Francisco un hombre más de obras que de palabras.

La última historia termina con la dispersión de los hermanos para predicar el Evangelio de Cristo y el nuevo estilo de vida de la Orden Franciscana.

Espiritualmente el film nos deja muchas enseñanzas válidas e importantes de recordar.

La primera de ellas -y quizás la más importante- es que la búsqueda de lo divino no era para el Santo de Asís una introspección intelectual, sino una manera de poner a Dios en las acciones cotidianas de cada día. En el trabajo, en el juego, en la amistad y -sobre todo- en la caridad con el prójimo. Dios está presente en su Creación y sobre todo en el ser humano, creado a su imagen y semejanza. Si se le busca bien está en todas partes, no hay que encerrarse en un monasterio aislado para conocerlo a través de los libros o el silencio. Por supuesto que San Francisco era hombre de oración, pero desde la contemplación de la naturaleza y los misterios de la Pasión de Cristo. Hay que recordar que el monacato medieval ya existía desde el siglo III y buscaba en cierta manera la "fugas mundi", mientras que la espiritualidad de San Francisco tenía una perspectiva distinta: para encontrarse con Dios no es necesario aislarse del mundo sino que precisamente hay que evangelizarlo desde dentro. En el eterno dilema entre divinizar lo humano o humanizar lo divino, el poverello apuesta decididamente por lo primero.

El film es una invitación clara a la oración, en la que el director casi solicita al espectador que se adhiera a las alabanzas de San Francisco a Dios. Por ello, en la película se presentan dos de las oraciones más importantes de Francesco, si bien una de ellas está algo alterada en su contenido. Desconozco si ello es intencionado, se debe a agilizar la trama u obedece a la improvisación de los actores a la que antes aludí en este mismo comentario. 

La primera de ellas es el Cántico de las Criaturas, que se recita de manera completa en el film:

Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,

porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.

Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

La segunda oración que aparece en el film es la conocida como Oración de la Paz, que en este caso sí ha sido recortada y modificada sustancialmente, os dejo las dos versiones para que las podáis comparar vosotros mismos:

Oración original

Oración en el film


Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

 Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.

Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.

Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.

Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.

Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

 Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,

ser comprendido, cuanto comprender,

ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,

es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,

es perdonando, como se es perdonado,

es muriendo como se resucita a la vida eterna.

 

Amén.


Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

 Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.





Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.

                                                                                                                                                                                                                      Que allá donde hay dolor, yo ponga la alegría.

Maestro, que yo no busque tanto                                                                                                                                                                                                                                                                                                         ser amado, cuanto amar,

 

 

 

 

Y mi todo en la tierra aprenda el secreto de tu paz, que es fruto de la justicia y del amor fraterno.

La última frase que me gustaría destacar es el tratamiento que San Francisco hace de la Virgen María, hacia quien dirige esta hermosa fórmula:

"Salve, hija y sierva de nuestro Padre Celestial, madre de nuestro amado Señor Jesucristo, y esposa del Espíritu Santo".

En definitiva, una película para disfrutar, para conocer mejor a este Santo -y porqué no- también para rezar. 

lunes, 23 de mayo de 2022

Hermano sol, hermana luna (Fratello Sole, sorella Luna, Italia, 1972)

Comentamos hoy esta película de Franco Zeffirelli, estrenado cinco años anterior a su gran éxito televisivo Jesús de Nazaret, el cual lo consagraría internacionalmente en el cine espiritual y religioso.

Es curioso que se trata del primer film que comento sobre este santo, del que existen a día de hoy 19 películas o telefilmes. En breve tendré que añadir alguna más a la lista de las que ya he visto... 

"Hermano sol, Hermana luna" es una coproducción ítalo-británica, rodada en la Toscana del país trasalpino, con director y equipo italianos pero siendo sus actores principales de habla inglesa, idioma en el que también se rodó el filmGraham Faulkner interpreta a San Francisco de Asís Judi Bowker a Santa Clara. Ninguno de ellos tuvo a posteriori excesivo éxito en la gran pantalla y ambos terminaron derivando sus carreras hacia las series televisivas. Las canciones fueron creadas por un jovencísimo (21 años) Claudio Baglioni, quien posteriormente sí se consagraría como un referente de la música italiana. 

La película fue nominada al Oscar en la categoría menor de Mejor dirección artística, compitiendo con otra película religiosa (El Exorcista) aunque finalmente la estatuilla no fue para ninguna de las dos sino para El Golpe

En dos horas se nos narran algunos de los elementos más importantes de la vida de San Francisco de Asís, así como el apoyo recibido y su relación espiritual con Santa Clara. La historia arranca con Francisco enfermo recién llegado de la guerra y desde ahí avanza al tiempo que se entrecruzan algunos flashbacks. El enfrentamiento con su padre, el patronazgo del obispo Guido, su establecimiento en la ruinosa iglesia de San Damián, la llegada de los primeros seguidores y su marcha a Roma para obtener la aprobación de una nueva orden mendicante por parte de Inocencio III forman el núcleo del film.

Zeffirelli, el mago de la imagen, consigue unos planos y unas secuencias realmente bellas, en un entorno muy conseguido con unos decorados y una escenografía convincentes. La historia fluye entre la narrativa y la poesía, con diálogos certeros y en cierto modo enigmáticos. Le toca al espectador ir desentrañando parte del mensaje, si bien el director italiano jugaba por aquel entonces con la ventaja de que una inmensa mayoría de la población mundial conocía de sobra la historia del poverello de Assissi. Dudo mucho que hoy la situación sea la misma, por lo que no me parece oportuna para un primer acercamiento a la vida del santo sino a una profundización de la misma. 

Espiritualmente los diálogos son intensos y provechosos, muy interesantes de analizar según con quien se producen. 

Vamos a comenzar con estas palabras entre Francisco y su padre, cuando el primero le plantea que está decidido a abandonar su vida acomodada de mercader por la del seguimiento a Jesucristo. Siendo hijo único, es comprensible la reacción de sus padres de salvaguardar el negocio familiar, si bien la determinación del santo acaba imponiéndose:

San Francisco de Asís: "Si el propósito de la vida es este trabajo sin amor con el que llenamos nuestros días, entonces no es para mí".

S.F.d.A.: "¡Padre! Quiero compartir la alegría contigo. Nuestros tesoros están en el cielo, no aquí en la tierra, no seas esclavo de ellos! ¡Tíralo todo! Haz como yo, es muy sencillo, ¡Sé libre!"

S.F.d.A.: "¡Quiero ser un mendigo! Sí, sí un mendigo. Cristo fue un mendigo, sus santos Apóstoles fueron mendigos. Quiero ser tan libre como ellos."
Pietro Di Bernardone: "Pero Su Gracia, ¡Incluso los mendigos muestran respeto a sus padres!"
S.F.d.A.: "Ya no soy tu hijo. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es espíritu. Ahora, he nacido de nuevo".

Para poder llevar adelante su plan, Francisco necesita un aliado dentro de la Iglesia. La primera oposición del Obispo Guido se transforma en comprensión y colaboración cuando éste comprueba que la actitud y el mensaje de Francisco son profundamente evangélicos. Con estas frases comprobamos su evolución:

Obispo Guido: "¡Esto va más allá de la blasfemia! ¿Sugieres que estás en comunicación directa con la Palabra de Dios?"

O.G.: "Entonces, ¿Qué quieres?"
S.F.d.A.: "Quiero ser feliz, quiero vivir como los pájaros en el cielo. Quiero experimentar la libertad y la belleza que ellos experimentan".

O.G.: "Están restaurando una iglesia ruinosa por amor. ¿Es eso un crimen?"

La figura de Santa Clara no está todo lo desarrollada que el título de la película pudiera sugerir. Sus apariciones son escasas, aunque sí profundas y cargadas de apoyo y comprensión. Al centrarse el film en la figura del santo y terminar con su viaje a Roma, no se incluye la fundación de la orden Clarisa de seguimiento a la reglas franciscanas. Esta frase de la Santa es la que más se puede destacar de sus intervenciones:

Clara: "¿Te acuerdas de mí? Soy Clara... La gente dice que estás loco, ¿Lo sabías? Cuando te fuiste a la guerra dijeron que eras bueno, inteligente... y ahora dicen que estás loco, porque... porque cantas como los pájaros, persigues mariposas y... miras las flores. Creo que antes estabas loco, ahora no".

Sobre sus seguidores también la película presenta algunas perlas a modo de diálogos. El film deja claro que la mendicidad y la alegría no están reñidas. Me parece muy emotiva la escena en la que van pidiendo de puerta en puerta algo para comer en medio de una tormenta. Bucólico pero tremendo en el fondo. En concreto estos diálogos del santo con Bernardo y Giocondo creo que merecen ser destacados:

Bernardo: "Quiero ayudarte".
San Francisco de Asís: "Palabras, palabras de Bernardo. Hubo un tiempo en que creía en las palabras. Venid y dejaos edificar como piedras vivas en el templo espiritual".

San Francisco de Asís: (a Giocondo) No somos un regimiento de sacerdotes para quienes el voto sagrado de castidad es la disciplina. Somos solo un grupo de hombres que simplemente aman a Dios, cada uno según su propia capacidad.

Y para terminar, la relación de San Francisco con el Papa Inocencio III. Los frailes mendicantes son presentados con estas palabras:

Secretario: "Los ermitaños de Asís. Están aquí para someterse a Su Santidad, su líder es (una pausa) Francisco. Sólo una bendición ordinaria, Su Santidad, para complacer al obispo Guido".
Papa Inocencio III: (a Francisco) "Usted pidió permiso para hablar con nosotros. ¡Pues hable!" (un momento de silencio) ¡Hable!

En este momento San Francisco de Asís cambia el discurso que tenía preparado por recitar un trozo de la Biblia, en concreto los versículos 27 al 30 del capítulo 6 del Evangelio de San Mateo: "¿Hay algún hombre entre vosotros que, por mucho que se inquiete, pueda añadir un instante a su vida? ¿o un pie a su altura? ¿Por qué la preocupación por las riquezas? Considerad cómo crecen los lirios en los campos. No se fatigan ni tejen. Sin embargo, ni siquiera Salomón, en todo su esplendor, se vistió como uno de ellos. Hombres de poca fe.

El Papa aparenta no sentirse aludido y los deja marchar sin una respuesta, pero esas palabras hacen mella en su interior y los hace volver. Entonces pronuncia esta frase tan acertada:

Papa Inocencio III: "En nuestra obsesión por el pecado original, con demasiada frecuencia olvidamos la inocencia original".

Es entonces cuando se arrodilla, besa los pies de Francisco y los bendice a él y a sus compañeros,  aprobando de facto su Orden para que la extienda por el mundo. Un cardenal se acerca al Papa y lo tranquiliza con estas palabras:

"No se alarme, Su Santidad sabe lo que está haciendo, este es el hombre que va a hablar con los pobres, y traerlos de nuevo a nosotros".

Se refiere al miedo que en aquella época había por facciones cismáticas como los cátaros o los albigenses, que se terminaron escindiendo de la Iglesia. El caso de los franciscanos, tras casi un milenio de vida, ha sido siempre de fidelidad a la Iglesia y al papado...

En definitiva, una película muy gustosa de ver con un desarrollo previsible pero entretenida al mismo tiempo, llena de poesía en imágenes y palabras. 

lunes, 16 de mayo de 2022

Fallen (EE.UU., 1998)

Fallen (literalmente "Caído") es un thriller policiaco dirigido por Gregory Hoblit, quien por aquel entonces atesoraba ya mucha experiencia en películas y series policíacas y de intriga como Canción Triste de Hill Street o Las dos caras de la verdad; y que contó con un reparto de auténtico lujo con Denzel Washington, John Goodman y Donald Sutherland en los papeles principales. La película explora el tema de las posesiones demoníacas desde un punto algo diferente al clásico, siendo en este sentido bastante original aunque visualmente menos atractiva que otros filmes similares. La BSO merece una mención especial, sobre todo el tema Time Is On My Side interpretado por The Rolling Stones.

El eslogan publicitario del film no puede ser más sugerente: "El detective John Hobbes está buscando a un criminal al que ya conoció... ya atrapó... y ya mató". Sin embargo, a nivel comercial no fue en absoluto rentable, arrojando su balance final unas pérdidas de cinco millones de dólares. 

El argumento es un despliegue del eslogan mencionado: En Filadelfia, el detective de homicidios John Hobbes (Denzel Washington) acude a presenciar la ejecución de un asesino en serie, Edgar Reese. Tras tener una "conversación de despedida" y asistir al ajusticiamiento, todo parece haber concluido, pero sin embargo ese final no es más que un comienzo. De repente, una serie asesinatos con un patrón similar al estilo de Reese vuelven a producirse en el entorno de Hobbes. El desconcierto del detective, de su compañero Jonesy (John Goodman) y del teniente Stanton (Donald Sutherland) serán más que evidentes. 

El comentario teológico-espiritual, en esta ocasión, es imposible realizarlo sin realizar el temido spoiler. No obstante, el film es antiguo y espero aportar algunas claves a quienes entren en el Blog curioseando sobre este título sin fastidiar a nadie que no lo haya visto aún. 

Toda la trama gira en torno a uno de los nombres atribuidos al demonio: Azazel. En concreto este nombre aparece cuatro veces en la Biblia, todas en el capítulo 16 del Libro del Levítico, donde se dan unas normas para entregar dos chivos en la celebración del Yom KippurDía de la Expiación, uno a Dios y otro a Azazel. Las características que se le atribuyen en el filme (pasar de un cuerpo a otro a través del contacto físico) no son referidas en el Texto Sagrado, si bien no son extrañas a las dadas al Príncipe del Mal. Según la tradición, Azazel sufre la maldición de vagar por la tierra sin ningún cuerpo fijo, pero puede poseerlos y cambiar a otro cuerpo con cualquier contacto físico.

La película comienza de manera muy original, con las enigmáticas palabras del propio Azazel: "Quiero hablarte sobre la vez que casi muero...". En la primera entrevista de Hobbes con el condenado Reeze, Azazel ya posee al asesino en serie y se presenta "formalmente", aunque al hablar en arameo no descubrimos su identidad hasta más tarde. Lo que parece un galimatías es una amenaza en toda regla. La traducción de sus palabras es: "No puedo entrar en ti con el tacto, pero incluso cuando pueda, cuando sea un espíritu, no lo haré. No. Mejor te pillaré de verdad. Te joderé arriba, abajo, izquierda, derecha, yendo y viniendo. Me acercaré tanto a ti, tan cerca, que te romperé por dentro. Y si eso no funciona, tengo otras formas. Tengo tantas, tantas maneras...". Tras la muerte de Reeze el espectador empieza a sospechar que algo raro pasa. El condenado tararea una melodía en la cámara de gas y poco después otras personas comienzan a tararearla también. Poco a poco vamos comprendiendo que el demonio puede salir de un cuerpo y poseer otro, y que para ello necesita un contacto físico. 

Tras una exhaustiva investigación sobre el tema, el detective Hobbes logra descubrir la verdad y tiene una idea brillante para exterminar al maligno. Su plan consiste en citarse en medio del bosque con su compañero Jonesy (de quien sospecha que está poseído por Azazel) asesinarlo y suicidarse para que el demonio no tenga a nadie cerca en quien encarnarse. En cierta manera -y salvando las distancias- se trata de un auto-sacrificio semejante al de Jesucristo: morir como víctima inocente para salvar a la humanidad. Evidentemente hay matices diferentes, pero el sacrificio redentor es muy usado en este tipo de filmes, como en El Fin de los días o Pactar con el diablo. Así desvela su brillante plan en el diálogo final:

John Hobbes: "Vamos Azazel. Abre tus ojos" (se mete un cigarro en la boca). "Mira a tu alrededor".(enciende su cigarrillo)
Azazel: "¿Que es esto? Tú ya no fumas".
J.H.: "Tienes razón, no lo hago. ¿Sabes por qué? Porque los cigarrillos matan. Especialmente los cigarrillos mezclados con veneno".
A.: "Mierda".
J.H.: "El mismo tipo de veneno que usaste para matar a mi hermano".
A.: "Eh, eh, vete a la mierda".
J.H.: "Sí, lo sé. fue tan dulce  (cantando) El tiempo está de mi lado. Sí lo está".
A.: "Vete a la mierda, hijo de puta".
John Hobbes: (Coge su arma) "Adiós, Jonesy". (le dispara a Jonesy en la cabeza, quien está poseído por Azazel) 

La idea del policía es brillante... pero... Azazel termina el film despidiéndose con sus últimas palabras:

"Como dije antes, me golpearon. Estaba maltratado, cansado y engañado por el detective John Hobbes. Era inquietante saber que había estado vivo durante mil años y que me daba cuenta de que en realidad iba a morir porque un policía santurrón creía que iba a salvar el puto mundo. Sí, un demonio puede morir, y Hobbes finalmente supo cómo vencerme en mi propio juego..."
"¡Ay! Olvidaste algo, ¿no?. Iba a contarte la vez que CASI muero..." (risas, aparece de entre loss matorrales un gato  con los ojos relucientes que se acerca a los cadáveres) "¡Nos vemos!".

Una película entretenida, con cierta profundidad y que refleja una realidad teológica incuestionable: mientras que el mundo sea mundo no podemos derrotar al maligno para siempre. Mejor dicho, ya está derrotado, pero no por nosotros, sino por Jesucristo... pero él no lo sabe y continúa haciendo todo el daño que puede mientras no se agote su tiempo, que poco a poco se le acaba...

lunes, 9 de mayo de 2022

Sacerdote (Priest, U.K., 1994)

Sacerdote es el primer largometraje dirigido por Antonia Bird de los cuatro que ha realizado hasta el momento. Producido por la BBC, cuenta con las interpretaciones como protagonistas principales de Linus Roache y Tom Wilkinson, actores que al igual que la directora han derivado sus carreras desde hace años hacia el mundo de las producciones televisivas. 

Como película fue muy controvertida en su día, mezclando tres temas muy polémicos y que atraen a un público ávido de historias morbosas: El secreto de confesión del sacramento de la Penitencia, los abusos sexuales (dentro de la familia) y la homosexualidad en el clero. El eslogan de la película me parece muy ingenioso, dejando entrever todos estos temas pero sin revelarlos: "En un mundo de rituales, en un lugar de secretos, un hombre se debate entre mantener la fe y exponer la verdad...". Quizás una de las críticas que se le puede hacer a la directora es la de haber intentado abarcar todos esos temas, ya que se sabe que "quien mucho abarca poco aprieta...". Demasiadas problemáticas morales presenta el film como para intentar tratarlas con profundidad en un solo largometraje.

Sobre los dos primeros temas apuntados anteriormente se intenta hacer un infructuoso remake de la película de Hitchcock "Yo Confieso" pero claro, cualquier comparación es odiosa, no acercándose ni siquiera de lejos a la intriga de la trama del mago del suspense

Sobre el tercer tema -la homosexualidad en el clero- sí hay que reconocer que se trata de una película valiente, provocadora y de las primeras en poner el dedo en la llaga sobre esta realidad dentro del sacerdocio en la Iglesia Católica. Quizás sobró la "brillante" y provocadora idea de estrenarla en Semana Santa, con el consiguiente rechazo frontal de la Iglesia Irlandesa, la cual se vio frontalmente atacada con la temática. La película en un principio contaba con escenas explícitas de sexo entre el padre Pilkington y su amante Graham, si bien la directora decidió prescindir finalmente de ellas, no por convencimiento propio sino porque era la única manera de rebajar la calificación moral del film en EE.UU. (pasando de NR17 -cine de adultos- a R -se permiten menores acompañados-) y asegurarse así una mayor recaudación en taquilla.

El argumento se basa en la visión moralmente opuesta de dos sacerdotes que conviven en la Parroquia de Santa María en el centro de la ciudad de Liverpool. El Padre Greg Pilkington, joven recién ordenado, es de moral conservadora pero de tendencias homosexuales. Lo acoge el progresista Padre Matthew Thomas, simpatizante de la Teología de la Liberación, quien se opone al celibato y que mantiene una relación encubierta con la ama de llaves de la rectoría, Maria Kerrigan. El padre Pilkington recibirá en confesión la noticia de un abuso al tiempo que es detenido por mantener relaciones sexuales en un lugar público, lo que atrae a la prensa sensacionalista ávida de escándalos. El padre Pilkinton es trasladado a otra parroquia en la que estará junto al padre Redstone, quien censurará su actitud y no lo perdonará, machacando continuamente su mermada conciencia. Finalmente, el padre Thomas le pedirá que vuelva con él para seguir ejerciendo su ministerio. 

Espiritualmente la película tiene muchas puntas. Creo que el tema más interesante al que nos invita el film es una reflexión sobre la reconciliación y el perdón de uno mismo. Hasta que punto es más fácil obtener el perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia que el perdón de uno mismo es algo que solo quien ha realizado un pecado grave y lo tiene en su conciencia lo puede saber. Por otro lado, la figura del sacerdote es vista en toda su humanidad: ¿Puede un sacerdote (Padre Thomas) ser estricto con los demás y laxo consigo mismo?, ¿Puede un ministro de Dios ser tan escrupuloso con el secreto de confesión y tremendamente permisivo con el celibato (Padre Pilkington)?, ¿Y puede un presbítero negar el perdón a un compañero y hacerle la vida imposible... (Padre Redstone)? Aunque los personajes están estereotipados y polarizados, al igual que el film creo que la respuesta a todas las preguntas es afirmativa, porque los sacerdotes son solo personas pecadoras que en palabras de San Pablo"Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros" (2ª Cor 4,7). Quien busque la perfección y la ausencia de contradicciones en el la figura de un sacerdote se equivoca, lo que no quita que la mayoría de ellos intenten vivir su sacerdocio con coherencia y honestidad. 

Muchos diálogos/reflexiones son tremendamente interesantes. Me quedo con estos tres. El primero refleja las dudas del padre Pilkington sobre si debe revelar un secreto de confesión o no. En este sentido, me parece muy convincente que uno esté más dispuesto a sufrir las consecuencias de no hacerlo cuando el perjudicado es uno mismo, pero cuando el perjudicado es una tercera persona las dudas deben ser tremendas:

Padre Greg Pilkington: Cuando estábamos en el seminario, había una especie de pregunta estándar: un hombre te confiesa que ha envenenado el vino del altar. ¿Saldrías aún a decir misa? Bueno, yo no tenía ningún problema con eso: salía, decía la misa y bebía el vino. Hay un poco de mártir en todos nosotros...

El siguiente diálogo me pareció gracioso en un film donde la comedia brilla por su ausencia. No me cabe duda de que es un recurso para intentar rebajar la tensión, especialmente porque el Padre Redstone trata aquí con poca -nula- caridad a su compañero por su orientación sexual:

Padre Greg Pilkington (El padre Redstone le acaba de hablar en latín): "Me temo que me ha perdido".
Padre Redstone: "Dije: Lo sé todo sobre ti. Eres un furúnculo en el cuerpo de Cristo. Un forúnculo monstruoso, vivo, que respira, listo para estallar en cualquier momento en pus, sangre y hedor".
P.G.P.: "Creo que lo prefería en latín".

Termino con unas palabras más amables, las del padre Thomas en la última misa que vemos, en la que vuelve a reflejar su compromiso social al tiempo que lanza un "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra" respecto a los juicios que sus feligreses realizan sobre la moralidad del padre Pilkington:

Padre Matthew Thomas: "La creación de la humanidad comenzó el sexto día. Todavía no se ha detenido. Somos más altos que hace mil años. Estamos más en forma, somos más rápidos. Vivimos más tiempo. Estamos mejor educados. Más informados. Entonces, la creación... es un proceso continuo. Y si interfieres con eso, ¿no estás escupiendo en la cara de Dios? Si explotas a tus trabajadores, ¿no escupes en la cara de Dios? Si matas y mutilas, echas a la gente de sus casas, das la espalda a los ancianos, si cierras escuelas y hospitales, obligas a la gente a salir de su trabajo...  De hecho, si haces algo... para evitar que un solo ser humano alcance su máximo potencial, ¿no estás interfiriendo en la creación y escupiendo en la cara de Dios? Eso es lo que creo. Esa es mi verdad. Eso es lo que me hizo ser sacerdote y me hace seguir siendo sacerdote. La paz del Señor esté siempre con vosotros".

¿Recomendable? Sí. ¿Imprescindible? No. A mí personalmente toda película que promueva a la reflexión ya me parece una buena inversión de tiempo y dinero, pero para gustos los colores...

lunes, 2 de mayo de 2022

Karol II. El Papa. El hombre (Karol. Un papa rimasto uomo, Italia, 2006)

Comentamos hoy la segunda parte de Karol, el hombre que se convirtió en Papa, rodada y estrenada un año después que la primera entrega. Su formato de estreno en televisión de nuevo fue el de dos capítulos independientes de 90 minutos cada uno. La dirección siguió corriendo a cargo de Giacomo Battiato y para el papel principal de Juan Pablo II se contó de nuevo con el actor polaco Piotr Adamczyk, a pesar de la evidente diferencia de edad entre el intérprete y su personaje, especialmente en los últimos años de la  vida del Pontífice. Para paliar esta dificultad se contrataron los servicios del experimentado Manlio Rocchetti (Ganador del Óscar al mejor maquillaje en 1989 por Paseando a Miss Daisy) intentando dar credibilidad a la apariencia física de Adamczyk, quien a lo largo de todo el rodaje debía someterse a más de cuatro horas de transformación física. El film contó con un presupuesto de 12 millones de dólares (dos más que la primera parte) y fue rodado en Italia, Sudáfrica, India, Granada y Polonia. La música fue de nuevo compuesta por el también oscarizado Ennio Morricone. Cuenta con escenas reales del duelo de Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro de Roma, así como de su viaje a Polonia, de la JMJ de París y de los programas de televisión que anunciaron el atentado sufrido por el Santo Padre en Roma. A pesar de todos estos esfuerzos por mantener el nivel de calidad del proyecto, sorprendentemente la audiencia bajó a casi la mitad que los dos primeros capítulos, pasando a contabilizar algo menos de siete millones de espectadores y un share del 29%.

A nivel argumental podemos dividir el comentario de nuevo en dos episodios. El primero de ellos, desde su elección como Papa el 22 de octubre de 1978 hasta 1989, va unido a varios nombres propios que fueron "compañeros de viaje" de esta primera parte de su pontificado: Monseñor Romero (asesinado en San Salvador como exponente de la Teología de la Liberación moderada), Madre Teresa de Calcuta (como el poder de la oración y la caridad exponentes de la Nueva Evangelización anunciada por el Papa), Lech Walesa, el sacerdote Jerzi Popiełuszko (en conexión con su país de origen y la importancia del Sindicato Solidarność como resultado de uno de sus viajes más importantes) y Ali Agka (autor del atentado que intentó acabar con su vida). Se introduce también un sacerdote africano, el padre Thomas Maputu, que si ser un personaje especial en la vida de Juan Pablo II personifica cómo se vivieron los momentos más importantes del papado desde las comunidades africanas. El capítulo termina con la caída del muro de Berlín y el fin del comunismo, en el que Wojtyła tuvo un papel determinante. 

El segundo capítulo recoge el los últimos años del papado de Juan Pablo II, un periodo de nuevo convulso con varias guerras que quedan reflejadas. La invasión de Kuwait, la guerra de los Balcanes, de Uganda, la guerra del Golfo,  los atentados de la Mafia, el 11M... marcan una gran parte del magisterio del Papa, así como sus continuos viajes (Bosnia, África, París -JMJ-, Israel) y su progresivo deterioro físico, fruto de las secuelas del atentado, de un tumor intestinal y del Parkinson que le es diagnosticado. Varias caídas se saldan con fracturas de fémur y cadera. Su lucha contra la violencia, su optimismo vital y sus ganas de vivir hasta el final marcan sus últimos años de vida.   

Las últimas escenas son quizás las más impactantes, sobre todo para quienes vivimos y aún recordamos esos días. Su malestar postrado en la cama, la traqueotomía que apenas le permitía hablar pero sí llorar al intentarlo y las multitudes rezando en la Plaza de San Pedro durante su agonía y sus exequias han quedado grabadas en nuestra memoria colectiva y están perfectamente reflejadas en el film, con la utilización incluso de imágenes reales en las que podemos ver al Cardenal Ratzinger (futuro Benedicto XVI) oficiando su funeral. 

A nivel espiritual la figura de Juan Pablo II queda muy bien plasmada en los 180 minutos de duración. Evidentemente faltan cosas, pero es imposible resumir en ese tiempo tantos años de Pontificado. Sus continuas y prolongadas oraciones, su cercanía con niños y enfermos, y la capacidad de perdón (a nivel personal y extensiva a la institución) son tan claves en su pontificado como lo fueron sus viajes a todos los rincones del planeta. Un papa extraordinariamente humano, que buscaba el contacto físico con las masas y cuyos discursos impactaban por igual a sencillos y poderosos. 

El director ha insistido en un detalle que no es menor. A lo largo de las dos partes el Papa Juan Pablo II deja entrever en varias ocasiones la necesidad de que la Iglesia pida perdón por los pecados de la Iglesia a lo largo de toda la Historia, evento que de manera oficial se produce en el Jubileo del año 2.000, concretamente en una misa en San Pedro el 12 de marzo de ese año. Yo tuve la suerte de estar en esa Eucaristía y comprobar de primera mano a un Wojtyla emocionado cumplir uno de sus grandes sueños. 

Un film para conocer mejor la historia de la Iglesia en el fin del milenio, que es también la historia de todo el mundo occidental.