lunes, 30 de octubre de 2023

El buscador

Hoy os presento este cuento de Jorge Bucay (ya os he compartido algunas de sus historias en otras entradas) que como casi siempre no deja indiferente al lector. El psicólogo y escritor argentino tiene la capacidad de explicar con palabras sencillas mensajes profundos y trascendentales, un poco al mismo estilo -salvando las distancias- con el que Jesucristo proponía sus parábolas.

El relato de hoy responde indirectamente a una pregunta que yo me he realizado varias veces a lo largo de mi existencia: Si supiera exactamente el día que me iba a morir, ¿A qué dedicaría el resto de mi vida..?. Bucay lo tiene claro: "a ser feliz". Yo añadiría también: "a hacer felices a los demás", pero esto es cosecha propia.

Sin más preámbulos, vamos con la historia, que te engancha desde el principio:

Un día, un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir, Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas.

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años… Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó. Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

-No, por ningún familiar —dijo el buscador—. -¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano sonrió y dijo:

– Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…: “Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado.

A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso…¿Cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana?, ¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…?, ¿Y la boda de los amigos?, ¿Y el viaje más deseado?, ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?, ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?, ¿Horas?, ¿Días?... Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento cuenta.

Después, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido”.

Lo dicho, aunque el cuento peca un poco de hedonista y echo en falta algo de altruismo, el relato nos transmite una gran verdad. La mayor parte de nuestras vidas las malgastamos en cosas que ni nos llenan ni nos aportan una felicidad verdadera. El amor a los demás, la felicidad, el perdón, la familia, la verdadera amistad... En eso sí deberíamos emplear todos nuestros recursos, esfuerzos y nuestro tiempo. Todas estas facetas deberían estar apuntadas en nuestra libreta con un montón de horas empleadas. 

Termino esta breve reflexión con mi reconocimiento a Bucay por su constante originalidad y profundidad y mi deseo de que todos seamos capaces de irnos de este mundo con muchas horas acumuladas. Por cierto, el relato me ha recordado una frase que escuché un día y que también me impactó: "No vivas para contar días, sino para hacer que los días cuenten..."

lunes, 23 de octubre de 2023

Carta a Diogneto

Muchas veces he tenido la oportunidad de leer fragmentos de esta carta pero hasta ahora no se me había ocurrido compartirla y comentarla con vosotros. La Carta a Diogneto es un documento extenso (12 capítulos) del que aquí solo voy a comentar el 5 y el 6. Es una obra datada en el siglo II del que sin embargo no se tuvo constancia hasta que fue descubierta en el siglo XV. Fue muy curioso su descubrimiento, pues se hallaba escondida en una pescadería de Constantinopla, de ahí el dibujo que ilustra este post. No deja de ser simbólico, ya que uno de los primeros símbolos del cristianismo fue el pez, escrito en griego ἰχθύς, que es el acrónimo de ησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ, traducido como "Jesucristo Hijo de Dios Salvador". La epístola comienza con las palabras "Veo, excelentísimo Diogneto, que tienes gran interés en comprender la religión de los cristianos", las cuales dan nombre a la Carta. En el texto en cuestión que hoy os presento, se expone el estilo de vida de los cristianos, de una forma muy bella y casi poética. Merece la pena una lectura sosegada, reposada, ya que la carta en sí es casi una oración y una llamada a la santidad, una santidad que desconcierta al resto de habitantes de la sociedad. Creo que en ese sentido no ha perdido actualidad, ya que cuando el cristianismo es vivido con radicalidad suscita miles de interrogantes a su alrededor. Es algo más discutible el dualismo platónico alma-cuerpo que presenta el final de este capítulo, pero haciendo abstracción de la filosofía que subyace -no necesariamente cristiana- su mensaje sigue siendo igualmente bello. Sin más preámbulos, os la comparto para vuestro disfrute/oración:

Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres. 

Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho. 

Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida.Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo.Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida.Los.judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad. 

Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religión es invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno, sólo porque le impide disfrutar de los placeres; también el mundo aborrece a los cristianos, sin haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres. 

El alma ama al cuerpo y a sus miembros, a pesar de que éste la aborrece; también los cristianos aman a los que los odian. El alma está encerrada en el cuerpo, pero es ella la que mantiene unido el cuerpo; también los cristianos se hallan retenidos en el mundo como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo. El alma inmortal habita en una tienda mortal; también los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción celestial. El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar.

lunes, 16 de octubre de 2023

Jesus Christ (Jesucristo, U2, 2004)

Hace unos meses comenté la canción "
Jesus" de Queen y hoy le toca el turno a otra semejante de la banda irlandesa U2. Es la tercera canción religiosa que comento de este grupo, tras "40"y "I still haven´t found what I´m looking for". El vocalista y alma mater de la banda, Bono, se caracteriza por su obra social y su compromiso en defensa de la fe.

Con un contenido parecido a la antes mencionada de Queen, la letra de la canción se basa en 5 estrofas seguidas de la palabra "Aleluya" y la frase "Porque ellos pusieron a Jesucristo es su tumba". Con "ellos" se refiere a los ricos y poderosos, a los que Jesús se enfrentó en su época y volvería a hacerlo si volviera a la tierra. Veamos una síntesis de cada estrofa:

- En la primera, se hace hincapié en el desprendimiento material que Jesús pedía a sus discípulos, motivo de incomprensión y de rechazo por parte de los ricos. 

- La segunda estrofa incide en que tanto a predicadores como a maestros de la ley les pedía que se desprendieran de sus bienes materiales, provocando también su rechazo.

- La tercera estrofa nos dice que todos le creyeron, excepto banqueros y predicadores que lo mataron.

- La cuarta estrofa afirma que "policía" y soldados también mataron a Jesús por no compartir su mensaje. Afirma que la multitud lo aclamaba, la clase trabajadora lo admiraba. Una frase polémica insinúa que lo llamaban "gay".

- La última estrofa es en la que se afirma que si Jesús volviera a nacer hoy en Nueva York, lo matarían de nuevo.

Y no es de extrañar, porque más allá de esa polémica frase -quizás sobraba- lo cierto es que Jesús acabó en su vida enfrentándose al poder militar romano, al religioso judío, a los jueces (el sanedrín) a los ricos y soberbios... siendo ajusticiado por todos ellos, como un revolucionario que convenía quitar de en medio para no alterar el status quo de los distintos poderes.

Os dejo, como siempre, la letra y el vídeo de la canción para que la disfrutéis:


One, two, three, four
Oh Jesus was a man
Who traveled through the land
A hard working man and brave
Well he said to the rich give your money to the poor
For they layed Jesus Christ in his grave
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
For they layed Jesus Christ is his grave



Well he went to the preacher
He went to the law
Told them all the same
He said sell all your jewelery and give it to the poor
For they layed Jesus Christ in his grave
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
For they layed Jesus Christ in his grave


When Jesus came to town all the working folks around
Believed what he did say
Well the bankers and the preachers
They nailed him on a cross
For they layed Jesus Christ in his grave


And [hard] working people
They followed him around
They sung and shouted gay
Well the cops and the soldiers
They nailed him in the head


And they layed Jesus Christ in his grave

Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
For they layed Jesus Christ in his grave
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah


Well this song was written in New York City
A rich man, preacher and slave
Well if Jesus was to preach while he preached in Galilee
They would lay Jesus Christ in his grave
One, two, three, four !


Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
For they layed Jesus Christ in his grave
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
Hah-le, halelujah
For they layed Jesus Christ in his grave

Uno, dos, tres, cuatro
Jesús era un hombre
Que viajó a través de la tierra
Un hombre trabajador y valiente
Bueno, le dijo a los ricos que den su dinero a los pobres
Porque pusieron a Jesucristo en su tumba
a-le, aleluya
a-le, aleluya
a-le, aleluya
Porque ellos pusieron a Jesucristo es su tumba


Bueno, fue al predicador
Fue a la ley
Les dijo lo mismo
Dijo que vendas todas tus joyas y dáselas a los pobres
Porque pusieron a Jesucristo en su tumba
a-le, aleluya
a-le, aleluya
a-le, aleluya
Porque pusieron a Jesucristo en su tumba


Cuando Jesús vino a la ciudad todos los trabajadores alrededor
Creyeron lo que dijo
Bueno, los banqueros y los predicadores
Lo clavaron en una cruz
Porque pusieron a Jesucristo en su tumba


Y [la] gente trabajadora
Lo siguieron por todas partes
Cantaban y gritaban gay
Bueno, la policía y los soldados
Lo clavaron en la cabeza


Y pusieron a Jesucristo en su tumba


a-le, aleluya
a-le, aleluya
a-le, hleluya
Porque pusieron a Jesucristo en su tumba
a-le, aleluya
a-le, aleluya
a-le, aleluya


Bueno, esta canción fue escrita en la ciudad de Nueva York
Un hombre rico, predicador y esclavo
Bueno, si Jesús les predicara como cuando predicaba en Galilea
Ellos pondrían a Jesucristo en su tumba

¡Uno, dos, tres, cuatro!


a-le, haleluya
a-le, haleluya
a-le, haleluya
Porque pusieron a Jesucristo en su tumba
a-le, haleluya
a-le, haleluya
a-le, haleluya
Porque pusieron a Jesucristo en su tumba




lunes, 9 de octubre de 2023

Los Ulma: Beatificación de una familia completa

Con casi un mes de retraso pero he leído esta historia acontecida el 10 de septiembre del presente año y que parece sacada de un guion cinematográfico al tiempo que pone los vellos de punta. La noticia en sí ocurrió en Markowa, ciudad del sureste de Polonia. En ese día tan señalado el cardenal Semeraro leyó el documento por el que el Papa Francisco beatificó a los nueve miembros de una familia polaca, los Ulma (el matrimonio Jozef e Wiktoria y sus siete hijos, uno de ellos aún en el vientre de su madre), todos ellos asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial por haber ocultado en su casa a un grupo de conocidos judíos. Es la primera vez en la historia que en la Iglesia Católica se beatifica a una familia al completo. Respecto al hijo no nacido, el cardenal hizo un precioso paralelismo con la muerte de los Santos Inocentes asesinados por Herodes para intentar acabar con el Mesías y añade que sin haber recibido las aguas bautismales recibió el llamado bautismo de sangre.  

La historia de los hechos se remonta al 24 de marzo de 1944, cuando toda la familia fue fusilada junto a los ocho judíos que escondían en su casa, convirtiéndose así en mártires de la fe al tiempo que en ejemplo de valentía para quienes no hemos tenido que pasar por una prueba tan terrible. Primero fueron fusilados los judíos, a continuación los padres, luego los hijos (no cabe mayor crueldad) y posteriormente quemada la casa. No obstante, entre los restos de la casa de los Ulma se encontró una Biblia abierta por la parábola del buen samaritano, con la historia subrayada y con la palabra "sí" escrita al lado. Sobran los comentarios, salvo añadir que desde entonces esta familia es conocida como los "samaritanos de Markowa".

Pienso en aquellos que los delataron: ¿Cómo pudieron sus conciencias permitírselo?. Pienso en aquellos que los fusilaron: ¿Cómo se puede tener esa sangre fría de asesinar a una familia completa, a niños inocentes e incluso a una mujer embarazada?, ¿a qué grado de locura y de fanatismo hay que llegar?. Pienso también en los Ulma. ¿Qué sentirían cada uno de ellos en los momentos antes de ser asesinados simplemente por haber realizado un acto de misericordia y de amor?. Pienso también en esos ocho judíos que además de ser también asesinados se sentirían culpables por haber provocado (indirectamente, es evidente) la muerte de esta familia. Por más que busco, me resulta difícil encontrar nada positivo en esta historia, salvo la defensa de la fe, de unos principios y de muchos valores por parte de los Ulma y la beatificación producida 78 años después de los hechos, título que se añade al de "Justos entre las naciones" que el Estado de Israel otorgó a todos los defensores de los judíos en el holocausto. En el Ángelus de ese día, el Papa Francisco los definió como "un rayo de sol en la oscuridad de la Segunda Guerra Mundial".

Siguiendo el protocolo a la beatificación le sucederá -si Dios quiere- la canonización, si bien para ello es necesario demostrar un milagro que se produzca por la intercesión de esta familia. Ojalá lleguen pronto a los altares, la Iglesia necesita estos ejemplos de valentía y de coraje en los tiempos que corren, en los que en muchos países no se producen por cuestiones de fe fusilamientos físicos, pero sí mediáticos. 

lunes, 2 de octubre de 2023

Teresa de Jesús (España, 1961)

La vida de una de las santas más importantes de España ha sido llevada al Cine en muchas ocasiones. En este Blog ya he realizado comentarios de películas más recientes como la irreverente Teresa, el cuerpo de Cristo (2007) o la modesta Teresa, la película (2015, en el quinto centenario de su nacimiento). Hoy nos retrotraemos a 1961, en plena dictadura, momento en el que nacional-catolicismo era propicio para este tipo de producciones catequéticas y moralizantes. 

La dirección corrió a cargo del experimentado Juan de Orduña, quien además de múltiples películas de época (incluida la costosa y poco acertada Alba de América) ya había hecho sus pinitos en el Cine religioso con El padre Pitillo (1955). El guion fue codirigido por varios autores, de entre los que destaca el denostado José María Pemán, gaditano de nacimiento y el que fuese un referente de la literatura española del siglo XX  hasta que la memoria histórica hiciera acto de aparición en nuestro país. La música, bastante acertada y que acompaña la trama con buen gusto, es obra de Manuel Parada, quien ese mismo año puso banda sonora a Fray Escoba, si bien sus obras más destacadas fueron en producciones de corte político como Raza o Canciones para después de una guerra. Para el reparto se contó con glorias del celuloide patrio como Aurora Bautista, José Bódalo, Alfredo Mayo o José María Caffarel

El argumento no es otro que la biografía de Teresa de Cepeda y Ahumada (Santa Teresa de Jesús o Santa Teresa de Ávila, 1515-1582). El film comienza -a modo de encuadre contextual histórico- con el desenmascaramiento que la Inquisición o Santo Oficio realiza de Sor Anunciación de la Cruz, una religiosa que decía tener estigmas y no comer, pero que en realidad era una impostora. Expuesto este ejemplo de lo que se vivía en aquella época dentro de un convento, se pasa a conocer a la joven Teresa, pretendida por varios nobles de la época, hasta que ingresa en el Monasterio Carmelita de la Encarnación de Ávila en 1535. Allí busca la paz, la oración y una vida espiritual plena, pero a cambio encuentra que las religiosas llevan una vida cotidiana y mundana. La futura santa se autoimpone una disciplina de silencio, oración y sacrificios que poco a poco contagian al resto, al tiempo que experimenta éxtasis y visiones místicas en su vida contemplativa. Tras las dudas iniciales (será obra del demonio) y el miedo a la Inquisición (que le retira sus libros, una mujer que leía en aquella época era cuanto menos sospechosa...), es alentada por su amigo San Juan de la Cruz y por su confesor (San Francisco de Borja) para poner por escrito sus experiencias y reformar la vida monástica de su tiempo. Con el tiempo sería fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas y con los siglos sería declarada Doctora de la Iglesia Católica.

La crítica debe pasar por realizar una abstracción de la época en la que es realizado el film. En su conjunto es pasable pero excesivamente anticuado, no solo por los años que han pasado, sino por las propias actuaciones, demasiado teatralizadas y poco creíbles. Entretiene en partes y aburre en otras, no ayudando su excesivo metraje (131 minutos). Sirve como acercamiento a la vida de la santa pero como hija de su época está demasiado idealizada y estereotipada. 

Si como película es muy mejorable, como acercamiento a la vida de la santa es bastante fiel a la realidad, muy provechosa y con algunos recursos (es osado llamarlos efectos especiales...) adelantados para su época.

A nivel espiritual, por ello, me gustaría destacar algunas escenas. La primera es una oración de la Santa a Cristo crucificado, en el momento en el que toma la decisión de seguir la vida religiosa:

Teresa: "Tú eres luz y camino, pero yo vivo a oscuras y como en una encrucijada sin saber dónde ir. Porqué allí me llaman (señalando el exterior del convento), pero tú estás aquí, allí me esperan alegres, pero tú me esperas aquí triste, allí me quieren servir, pero yo vine a tu casa para servirte a ti mi Señor, y no quiero ir. Porque yo quiero martirizar mi carne y romperla para sangrar, y con esa sangre devolverte la que tú derramaste en la cruz. Entonces me insultan y condenan, y cuando busco estar contigo a solas, como esposo y esposa… Soy violenta porque no puedo estar contigo Señor, porque no logro vivir por ti, para ti, en ti, dentro de ti. Porque mis ojos contemplan secos tu amargura y yo quiero llorar esa agonía tuya. ¿Me oyes Señor? Quiero llorar, quiero llorar… Pero no, no me des lágrimas sin dolor porque sería regalo. Dame tu sufrimiento. ¿No me escuchas? Haz que llore Señor, mándame llorar, mándame llorar, mándame llorar… Señor, Señor, te hablé y me oíste, me hablas y te oigo, de hoy para siempre solo amaré contigo, ya nunca más que contigo, ya nunca más, ya nunca más..."

En otra escena frente al mismo crucificado, de este sale una luz que traspasa a Santa Teresa, al tiempo que reza: "Tú esposa ha vuelto, Señor, ¿me oyes? Ha vuelto y llama, ábreme otra vez las puertas de tu amor, quiero entrar, tuya soy, para ti nací, ¿Qué mandas hacer de mí?".

Me resultó muy emotiva también la escena en el que la santa reza en silencio frente al Sagrario, y en la que a modo de respuesta divina, Santa Teresa vuelve a iluminarse con una aureola de santidad. 

Tras una vida sometida a pruebas, juicios, viajes y experiencias místicas puestas por escrito, destaco también el momento en el que muere en su cama, recibiendo la comunión y con estas últimas palabras: "Padre Antonio, por ventura, no me darán aquí un poco de tierra donde enterrarme. Hijas mías, os pido, por amor De Dios, que guardéis nuestras reglas con mucha perfección, y me perdonéis el mal ejemplo que os haya podido dar. Levantaos, hijas, no estéis tanto tiempo de rodillas que os fatigaréis. Señor, mi alma se alegra de ir a ti. Es llegada la hora deseada, tiempo es ya de que nos veamos. Señor y esposo mío, te doy gracias porque al fin muero hija de la Iglesia".

Es la última escena, en la que le cierran los ojos mientras suenan campanas de Gloria y no de duelo, rematado con una vista panorámica de Ávila y letras de "Fin" sobre el cielo al que se dirige la santa. 

Lo dicho, una película hija de su época, apta para un mejor conocimiento de la santa y para nostálgicos de otros tiempos. Técnica e interpretativamente floja, espiritualmente densa y provechosa.