sábado, 29 de abril de 2017

Little Boy (México, 2015)

La pasada semana pude por fin ver esta película de la que me habían hablado muy bien, la cual además ha tenido muy buena crítica en términos generales. Se presenta como una película familiar que intenta transmitir el valor cristiano de la fe, lo cual ya es significativo para los tiempos que corren. Ciertamente es una película que hace apología de la fe y del cristianismo, lo cual no es óbice para que sea un film de calidad y sumamente entretenido.

Producida por Eduardo Verástegui y dirigida por Alejandro Monteverde (ambos implicados en la evangelización a través del cine y que repiten proyecto tras Bella) la película narra la historia de Pepper Busbee, un niño americano de baja estatura cuyo padre marcha a la Segunda Guerra Mundial para combatir contra los japoneses. Pepper, con la ayuda de un sacerdote y de un anciano nipón tendrá que poner a prueba su fe para conseguir que su padre vuelva sano y salvo a casa. Este diálogo resume el argumento y da la clave de lo esencial de la película, la fe:

Pepper: "¿Por qué Dios no querría traer de vuelta a mi papá?"
Padre Crispín: "No lo sé".
Pepper: "Pero si tengo suficiente fe, nada es imposible, ¿verdad?"...

La película presenta varias claves bíblico-religiosas que facilitan su visionado. Las ofrezco a continuación ya que pueden pasar desapercibidas si no se tiene un buen manejo del Nuevo Testamento y de algunas nociones teológicas:

- En primer lugar el protagonista principal, Pepper (Jakob Salvati), tiene un  problema de crecimiento. Todos se meten con él, es objeto de burla y de acoso por parte de sus compañeros. No creo que este detalle sea casual ni irrelevante, sino que su historia recuerda el encuentro entre Jesús y Zaqueo (Lc. 19, 1-10), quien a pesar de su baja estatura consiguió tener un encuentro con Jesús al subirse a lo alto de un sicomoro.  

- En la homilía que cambia la vida de Pepper, el sacerdote joven está explicando un trozo del Sermón de la Montaña, en concreto las palabras de Jesús en Mt. 17,20: "Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Desplázate de aquí allá", y se desplazará, y nada os será imposible". Luego el sacerdote añade como reflexión: "Si podemos mover una montaña, nada será imposible para nosotros. Ni siquiera terminar con esta guerra... y recuperar a nuestros seres queridos". Más adelante, el desplazamiento posterior de la montaña por parte de Pepper (o debido a un terremoto, eso queda a juicio del espectador...) será también un recuerdo de estas palabras de Jesucristo.

- El sacerdote mayor le enseña a Pepper cómo Dios actúa de ordinario en el mundo simplemente moviendo él una botella mientras Pepper reza. "La he movido yo, sí, pero porque tú querías que se moviese y le has rezado a Dios para ello..." le explica. Esta es la explicación clásica de la acción de Dios en el mundo. Más allá de los milagros (pocos y excepcionales) la manera que Dios tiene de actuar en su creación habitualmente es a través de las causas segundas. Esas causas segundas son circunstancias, personas, situaciones... que vistos a la luz de la fe hablan de Dios en el día a día. Evidentemente ello deja vía libre al ateísmo, ya que la fe nunca se impone, solo se propone. Frente a cualquier acontecimiento siempre habrá dos actitudes válidas pero antagónicas: la de la fe y la de la increencia. Dios no obliga a creer, solamente deja indicios de su actuación pero siempre respetando la libertad -libre albedrío- de la persona. 

- La lista que el sacerdote anciano entrega a Pepper son las llamadas Obras de Misericordia, inspiradas en Mateo 25, 35. La lista completa es:

1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos

- En la película quedan reflejadas a su vez las distintas posturas que las personas tienen frente a la fe: La fe como búsqueda personal, entendida como don de Dios y tarea humana (Pepper), la fe superficial de quien no se plantea nada (la multitud que cree por los signos externos) y quien cree que la fe es un auto-engaño para vivir tranquilos (Hashimoto). Los sacerdotes hacen el papel de guías espirituales pero dejando claro que la búsqueda de la fe es una cuestión (casi una batalla) personal que hay que fortalecer individualmente. Es preciosa -y útil para la meditación- la frase del Padre Oliver: “Tu fe no funcionará si tienes el mínimo odio dentro de ti”. Otra de las frases referidas a la fe que más impactan la pronuncia precisamente alguien que hace alarde de no creer, el Sr. Hashimoto: “Se requiere de mucho valor para creer”. Por cierto, el nipón es todo un prodigio de sabiduría. Utiliza la historia de un samurai corto de estatura para alentar a Pepper (recuerda tremendamente a la historia bíblica de David y Goliat) y le dice otra frase de autoayuda de las que son para enmarcar: "No midas tú estatura desde aquí (la cabeza) al suelo. Mídete desde aquí al cielo. Eso te convierte en el chico más alto de la ciudad".

- Los planes de Dios no coinciden con lo que los hombres le pedimos. Ello queda claro con la situación producida por el bombardeo de Hiroshima. Algo que Pipper y el resto de los habitantes del pueblo creen que es bueno para sus intereses particulares (el fin de la guerra, la victoria, la vuelta de los soldados...) es en realidad malo para la humanidad, para su propio padre (que como prisionero puede ser objeto de represalias) y para él mismo. Con ello se realiza además una reflexión sobre los tiempos de Dios y los tiempos de los hombres, que tampoco suelen coincidir en demasía.

- La enigmática voluntad de Dios, el poder de la oración, el sufrimiento físico y psicológico, el sentido de la vida, el esfuerzo y la constancia (“¿Crees que puedes lograrlo?”)... son otros temas que están presentes y que forman parte del aporte espiritual que la película brinda a quien quiera profundizar y madurar en su fe.

Una película imprescindible para quien quiera profundizar en aspectos básicos de la Teología, lo que en esa rama del saber se conoce como Teología Fundamental

domingo, 23 de abril de 2017

Historia de una monja (The Nun´s Story, EEUU, 1959)

Comento hoy una película que me ha sorprendido gratamente tanto por la manera en la que está realizada como por su inesperado desenlace final. Es una película fresca, por la que no ha pasado el tiempo, y que más allá de los condicionantes históricos y culturales cuenta una historia que bien podría ser contemporánea a pesar de los 60 años que cumplirá en breve. 

De metraje largo (152 minutos) no se hace pesada en ningún momento. Es más, deja la sensación de que si incluso hubiera sido un poco más larga la historia habría ganado, aunque los intereses comerciales hacen que este tipo de películas se acorten.

Historia de una monja, de Fred Zinnemann, está basada en el libro de Kathryn Hulmees que cuenta la historia real de Marie Louise Habets (Audrie Hepburn), una joven belga hija de un famoso médico que decide cambiar su vida como enfermera por los hábitos de monja para cumplir su sueño de ser misionera. Como película se trata de un éxito total de crítica y taquilla, si bien no obtuvo ninguno de los ocho Oscars a los que estuvo nominada. Una pena, porque -entre otros- el papel de la nominada Audrey Hepburn es sencillamente espectacular.

La primera parte de la película es una puesta en escena perfecta de las interioridades de un convento, proceso por el que Marie Louise se convertirá en la hermana Lucas tras pasar por el postulantado, el noviciado y los votos simples y perpetuos. Va quedando claro que se trata de un periodo largo, no exento de dificultades, dudas, incomprensiones... tras los que la candidata tiene que formalizar sus votos de pobreza, castidad y obediencia. Se trata de una continua lucha espiritual en el que debe ir desterrando sus recuerdos, su orgullo y sus deseos mundanos para alcanzar la perfección de la vida consagrada. El narrador comienza así la historia:

"El que pierda su vida por mí, la encontrará. Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, luego ven y sígueme". Cada hermana comprenderá que al entrar en el convento ha hecho el sacrificio de su vida a Dios".

La segunda parte de la película narra sus comienzos como monja en un hospital psiquiátrico de Bruselas hasta que finalmente puede cumplir su sueño de ser enfermera en el Congo Belga. Allí es feliz durante un tiempo hasta que contrae una tuberculosis que sin embargo logrará superar con su fuerza interior y con la ayuda del Doctor Fortunati (Peter Finch). No obstante, su delicada salud aconsejan su vuelta a Europa para recuperarse definitivamente, con la esperanza de volver un día a las misiones.

Comienza así la tercera y última parte, en el que estalla la Segunda Guerra Mundial y Bélgica es ocupada por los nazis. Su padre es ejecutado por ayudar a la resistencia, provocando una nueva lucha interior en la hermana Lucas, cuyo corazón le dice que debe perdonar a sus enemigos -como ha hecho otras veces- pero su cabeza le pide dar un giro radical a su vida. En palabras de la protagonista en una bella oración arrodillada...:

"Querido Señor, perdóname, ya no puedo obedecer. Lo que haga de ahora en adelante es entre Tú y yo únicamente".

A mi juicio se trata de una obra maestra del Cine que profundiza en aspectos tan complejos como la vocación religiosa, la obediencia ciega, el perdón a los enemigos, la realización personal o la entrega incondicional de la propia vida. Me resulta además muy convincente que las dudas vocacionales de la hermana Lucas no nazcan del voto de castidad (como siempre suele pensarse en estos casos) sino en el voto de obediencia. A propósito de ello este diálogo -un poco largo- me parece de lo más interesante del film:

Hermana Lucas: "Puedes engañar a tus hermanas, pero no puedes engañarte a ti mismo ni a Dios".
Reverenda Madre Emmanuel: "¿Ha luchado lo suficiente como para decir con seguridad que ha llegado al final?"
H.L.: "Creo que he estado luchando todos estos años, Reverenda Madre. Al principio cada lucha parecía diferente de la anterior. Pero luego comenzaron a repetirse, y vi que todos tenían el mismo patrón: la obediencia. La que no duda, la que no murmura internamente. Obediencia perfecta como Cristo la practicó. Como yo ya no puedo".
R.M.E.: "¿Sí?"
H.L.: "Hay momentos en que mi conciencia pregunta qué tiene prioridad. ¿Eso o la Santa Regla? Cuando la campana me llama a la capilla, a menudo tengo que sacrificar lo que podría ser el momento decisivo en una charla espiritual con un paciente. Llego tarde todos los días a la capilla, al refectorio o a ambos. Cuando tengo turno de noche, rompo el Gran Silencio porque ya no puedo interrumpir una conversación con un paciente que parece necesitarme. Madre, ¿por qué los ayudantes de Dios deben quedarse mudos con cinco campanas en las mismas horas en que los hombres en problemas quieren hablar de sus almas?

Como curiosidad hay que resaltar que el film contó con el beneplácito del propio Vaticano, el cual dispuso varios asesores para cuidar los aspectos religiosos del film en todo momento. Un detalle que no es menor, ya que quien vea la película (e insisto, su desenlace) podrá comprobar que no es precisamente una película proselitista. 

miércoles, 12 de abril de 2017

La Pasión de Cristo (The Passion of the Christ, EEUU, 2004)

Es imperdonable que hayan tenido que pasar 13 años para escribir esta entrada. De hecho creía que ya la había realizado, pero el otro día, repasando las 32 películas cristianas que hasta la fecha he analizado me percaté de que faltaba esta. 

Y no será porque no la haya visto veces. Recuerdo que el año que la estrenaron en los cines fui dos veces a verla. Como dijo por aquel entonces un amigo mío en tono jocoso: "La primera vez, a ver la paliza que le daban, y la segunda a ver si le daban lo mismo o se escapaba antes...". Bromas aparte -en un  tema que se presta poco a ellas- desde aquel entonces raro es el año que no termino viéndola completa o al menos algún fragmento que engancho en la Tv. 

Creo que en estos años que han pasado desde su estreno se ha hablado mucho de la película, y el tiempo transcurrido desde entonces la ha puesto en su sitio. Aquellos que la acusaban de excesiva violencia ahora tienen que callar, ya que cualquier telediario de la actualidad o incluso cualquier película contemporánea presenta más violencia gratuita que La Pasión de Mel Gibson. Como obra artística no tiene desperdicio, ganadora de 29 premios internacionales aunque solo tres nominaciones a los Oscar llamados "menores" de los que no obtuvo ninguno, siendo eso sí la película religiosa más taquillera de la historia. También tiene el honor de ser la película en lengua no inglesa (latín y arameo) más taquillera en la historia de los EE.UU. La música de John Debney tampoco pasó desapercibida, convirtiéndose en la B.S.O. más vendida en ese año a nivel mundial. A mí, personalmente, la pieza "Resurrección" que precede a los créditos finales me parece espectacular.

La película es excelente, con muchos detalles que comentar. Las actuaciones son exquisitas, con una dirección brillante y planos espectaculares. Mención especial merece el papel de Jim Caviezel como el Cristo sufriente. Además de la hipotermia y las largas horas de maquillaje para la mayor parte de las escenas, un fallo imprevisto provocó que la cruz (de 70 kg de peso) se le cayera realmente sobre su cuerpo en la escena que vemos en la película, provocándole una fuerte luxación de hombro. Este papel marcó un antes y un después en su vida, protagonizando después otras películas de alto contenido espiritual como Pablo, Apóstol de Cristo o Un equipo legendario.

Centrándonos en la trama, el matiz que a mi juicio diferencia a esta película de cualquier otro film histórico es que desde un punto de vista artístico intenta apoyar la espiritualidad y la mística cristiana. De hecho, la mayor parte del film se basa en las revelaciones de la Beata Ana Catalina Emmerick, además por supuesto de los Evangelios y la tradición popular de la Iglesia. Quien ve la película no permanece impasible ante tanto sufrimiento. Un sufrimiento que no es únicamente físico, sino espiritual de todo un Dios hecho hombre que se deja humillar por la maldad de la condición humana pecadora. La cita de Isaías 53,5 que da comienzo al film es la clave de interpretación de la misma: "El fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados".

¿De qué me sirve a mi ver la tortura de cualquier otro personaje de la historia? Creo que absolutamente de nada, y sin embargo existe todo un universo comercial gore que se recrea en la violencia por la violencia. El caso de Cristo es distinto, ya que no se ve la película por contabilizar cuantos golpes recibió o cuantas gotas de sangre derramó. El mensaje que intenta transmitir el film para un creyente es que todo ese sufrimiento tuvo un sentido redentor. Cada uno de nuestros pecados está representado de alguna manera en la tortura que Cristo sufrió, y su mansedumbre y aceptación del dolor obtuvieron para nosotros el perdón de los pecados cuando somos capaces de arrepentimos de corazón de ellos. Si la película mueve al arrepentimiento y al cambio de vida habrá conseguido su fin último. Si se queda solo en una perspectiva histórica creo que se queda a medias, haciendo disfrutar a los más sádicos y sufrir a los más sensibles. simbólicamente me parece genial la última escena, cuando Cristo muere y una gota de lluvia (una lágrima de Dios...) cae desde el Cielo en una perspectiva cenital desencadenando un terremoto. Obra maestra donde las haya.

A nivel de diálogos la película entera es material de reflexión y oración. Sé que es difícil, pero me voy a quedar con dos de ellos. 

El primero es por lo extraño del mismo. Casi todos los diálogos son transcripciones literales de los Evangelios, por ello me llamó poderosamente la atención estas líneas inventadas que tienen como protagonistas a Cristo y Satanás en la escena de Getsemaní:

Satanás: "¿De verdad crees que un hombre puede llevar toda la carga del pecado?"
Jesucristo: "Protégeme, oh, Señor. Confío en ti. En ti me refugio".
S: "Ningún hombre puede llevar esta carga, te digo. Es demasiado pesado. Salvar sus almas es demasiado costoso. Nadie. Ninguna vez. No. Nunca".
J: "Padre, tú puedes hacer todas las cosas. Si es posible, aparta de mí este cáliz... Pero hágase tu voluntad, no la mía".
S: "¿Quién es tu padre? ¿Quién eres tú?".

El segundo no es un diálogo, sino la frase de Cristo en la cruz "Padre, perdónalos porque o saben lo que hacen". Que las hayamos escuchado hasta la saciedad no resta que sigan siendo palabras poderosamente llamativas. Alguien que está a punto de morir y dedica las últimas palabras de su existencia a obtener el perdón para sus verdugos. Estremecedor. 

Al hilo de esta frase un comentario más. Cristo no solo perdonó a sus ejecutores, sino a todos nosotros. A este respecto me llamó mucho la atención un sutil cameo que hace Mel Gibson y que hubiera pasado desapercibido si él no lo hubiera anunciado: las manos del director son las que clavan a Cristo en la cruz durante la escena de la crucifixión. Gibson dijo: "Fui yo quien lo puso en la cruz. Fueron mis pecados los que lo pusieron allí". También fuiste perdonado por Él, añado yo...

En mi caso concreto no hay una sola vez que vea la película y no me mueva a una oración, con lo que creo que ya consigue su propósito...

martes, 4 de abril de 2017

Jesús y la mujer adúltera

Hay pocos textos bíblicos tan bonitos, tan cargados de emoción y de sentimiento como este que hoy comentamos. En él se manifiesta todo lo que Dios es: amor, perdón y comprensión. A partir de una historia conmovedora, Jesús transparenta de manera visual de qué pasta están hechas las entrañas del Padre. Lo hace además esquivando una trampa sibilina de los escribas y fariseos, que buscaban motivos blasfemos para eliminar al que creían falso profeta. 
Antes de analizarlo, lo primero que os pido es que refresquéis la memoria releyendo una vez más el texto de San Juan, 8, 2-11:

Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. 
Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 
Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 
Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. 
Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» 
Ella respondió: «Nadie, Señor.» 
Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.».

Algunas claves de interpretación del texto que os ofrezco son las siguientes:

- En primer lugar, como ya he comentado, Jesucristo es puesto a prueba con una trampa sutil. Escribas y fariseos se basan en la propia Biblia para pretender ajusticiar a la acusada. En efecto, en el libro del Deuteronomio 22,22 se puede leer:  "Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel.". Es curioso no obstante que en esta escena los escribas y fariseos omiten el castigo al hombre, reflejando la mentalidad machista de sus grupos religiosos. Centrándonos en el dilema, si ante la acusación de adulterio y la pregunta ¿Tú qué dices?, Jesús responde que es injusto lapidarla, se hubiera puesto en contra de la ley de Moisés, lo cual era motivo suficiente para desacreditarlo ante el pueblo de su condición de presunto Mesías. Si por contra hubiera dicho que sí es justo lapidarla, ¿dónde hubieran quedado el perdón y la misericordia que llevaba tiempo predicando?...

- Frente a este ardid de escribas y fariseos Jesucristo no va a responder directamente a la cuestión planteada, sino que da un rodeo sugiriendo que el que esté libre de pecado tire la primera piedra. Con ello plantea una cuestión interesante. Solo a Dios corresponde juzgar a las personas, por lo que nadie tiene derecho a condenar a nadie. No hablamos evidentemente de la justicia civil, que debe seguir su cauce y ser respetada, pero sí de la justicia divina. Únicamente Dios conoce el interior de las personas y sabe los condicionantes y los contextos vitales por los que una persona actúa de una manera y no de otra. Por lo tanto este relato es toda una lección de humildad para que evitemos hacer juicios de las vidas de las demás personas, ya que solo a Dios compete esa tarea. Es curioso el sarcasmo del Evangelista San Juan anunciando la retirada de los acusadores, comenzando por los más viejos, en quienes podemos sospechar que por el paso de los años se habrían acumulado más pecados.

- También me gustaría destacar el hecho de que Jesús siempre antepone la persona a las leyes. Tal y como había dicho ya al comienzo del Evangelio de San Marcos (Mc. 2, 27) a propósito del día de descanso: "El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado".  Es una constante en toda su predicación que las leyes deben estar al servicio de las personas y no al revés. La ley por la ley nunca es suficiente, ya que debe obedecer a un propósito y ser entendida en un contexto. Este texto es una prueba más de que con Jesucristo se pone fin al judaísmo, la religión de la ley y se da comienzo al cristianismo, la religión del amor. El A.T. que aparece como el origen de la acusación de la condena es superado por el N.T., en el que se antepone la salvación de Dios sobre el pecado de las personas.

- Por último, es necesario aclarar que toda la reflexión anterior sobre el perdón y la misericordia no justifica la existencia del pecado. La escena termina con las palabras de Cristo: "Vete, y en adelante no peques más". El perdón y la misericordia de Dios siempre triunfan, son gratuitos y desinteresados, pero para ser efectivos necesitan primero del arrepentimiento del pecador y después del compromiso de cambio de vida de la persona perdonada. La escena y las palabras finales de Cristo recuerdan a esos padres que intentando proteger a sus hijos de futuros peligros les dicen "...y no lo vuelvas a hacer...". Sin duda, Cristo, como buen pedagogo, actúa desde el amor y la comprensión, no desde el castigo o la condena. De esa manera esta demostrado que se aprende mejor la lección, ya que como dice el refrán "se consiguen más moscas con miel que con hiel"...