martes, 24 de febrero de 2009

La campaña por tantos (X tantos)

Vaya sensación deben tener todos aquellos que querían asfixiar económicamente a la Iglesia. Como sabéis y ya hemos comentado en este blog, este es el primer año que la Iglesia no va a recibir ni un sólo céntimo de Euro de las arcas del Estado salvo aquello que los propios católicos quieran libremente hacer llegar a través de la crucecita de la declaración de la Renta. Muchos se frotaban las manos con esta medida, pensando que los cristianos españoles iban a dejar a la Iglesia, como vulgarmente se dice, "con el culo al aire".

Comenzó entonces una controvertida campaña publicitaria de la Iglesia en la que (lo habréis visto en TV, prensa y radio) se exponía la ingente labor social de la Iglesia y se solicitaba ayuda a los contribuyentes para seguir llevando esta labor a cabo. A toro pasado, y yo no era de los más convencidos, dicha campaña a merecido la pena.

Han terminado de contabilizarse las declaraciones y es hora de hacer balance de los datos:

- El número de asignaciones a favor de la Iglesia en el Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas (IRPF) aumentó en medio millón en el pasado ejercicio fiscal, lo que le ha supuesto 67,5 millones de euros más (un 38%) respecto a los 173,8 millones de euros del ejercicio anterior.

- un 1% más de los españoles que realizaron la declaración de la renta en 2008 marcaron la casilla de la Iglesia, que en total ha recaudado por esta vía 241,3 millones de euros.

- el número total de asignaciones se ha elevado a casi siete millones (6.958.012), pero, teniendo en cuenta que un buen número de declaraciones son conjuntas, la Conferencia Episcopal Española estima que el número de contribuyentes que han asignado el 0,7% de sus impuestos en el IRPF a la Iglesia católica en la pasada primavera superó los 8.500.000.

No va a venir mal ese dinero cuando en tiempos de crisis como los que estamos viviendo la Iglesia es de las pocas instituciones que se está partiendo la cara por los más necesitados. Los comedores sociales, albergues y las Cáritas parroquiales no dan literalmente a basto. Gracias a Dios (y a los contribuyentes), muchas familias van a capear un poquito mejor este temporal, porque seamos cristianos o no, cuando aprieta el hambre, la gente no es tonta y acude a la parroquia porque sabe que allí, cuando menos, encuentra el bocadillo, la leche o las papillas que se le niegan en otros sitios.

Es cierto que no se ha ganado la guerra, sino sólo una batalla. Batalla que ya hay que recomenzar, volviendo a concienciar a la gente para este nuevo ejercicio fiscal. No cabe duda que habrá años que la cantidad baje, pero lo cierto es que ya este primer año, muchos cristianos han tomado conciencia de que la Iglesia es suya y son ellos los que la tienen que sostener económicamente.

En medio de tantas malas noticias no viene mal una buena de vez en cuando... Gracias y felicidades a todos.

martes, 10 de febrero de 2009

Asesinaron a Eluana

Todos habréis asistido perplejos al desenlace de esta chica italiana que ha sido asesinada. Eluana Englaro llevaba 18 años en coma, y desde hace tres días, decidieron cortarle la alimentación y la hidratación que la mantenía con vida.

Bajo la mal-llamada eutanasia (En griego "muerte feliz"), la cultura de la muerte ha conseguido presentar este caso como un alivio al dolor de Eluana. Técnicamente la han llamado "interrupción gradual de la alimentación asistida", que hablando en plata es dejar morir de hambre a una criatura. No se trataba de un caso de encarnizamiento terapéutico, con el que la Iglesia está rotundamente en contra, consistente en alargar artificialmente la vida de una persona a base de medicamentos que sólo prolongan la agonía y no consiguen sanación alguna. Aquí no hablamos de eso, sino sólo de una persona a la que le retiran la alimentación para hacerla morir. Posiblemente no hubiera superado nunca su estado vegetativo, pero tampoco presentaba una enfermedad mortal acuciante.

Cuando han preguntado a médicos y pensadores pro-eutanásicos si Eluana iba a sufrir tras varios días sin alimento ni bebida, su respuesta fue clara "Dado que no presenta actividad cerebral ninguna, no puede sufrir". Curiosa afirmación, cuando los mismos agoreros presentaban necesaria su eliminación "Para evitar que sufra más". Como dírían los latinos, vaya "contradictio in terminis" (Contradicción en los términos).

Entiendo el sufrimiento y la impotencia de la familia, no los culpo a ellos, pero sí a los que inmediatamente han sacado la calculadora y se han puesto a ajustar el gasto farmacéutico que esta nueva forma de exterminio va a ahorrar a nuestra sociedad del bienestar. Ni que decir tiene que para estos neo-liberales Eulana, su familia y las demás personas que están postradas en una cama les importan un pimiento, por no decir otra cosa que se me viene con más facilidad a la cabeza. Resulta comprensible que para los capitalistas, cuyo máximo valor en esta vida sea el dinero, sea preferible sacrificar a una persona que invertir dinero en ella, máxime cuando ya no existe posibilidad alguna de curación. Más sorpresa producen todos aquellos partidarios de este asesinato, que disfrazados de comunistas o socialistas, lo presentan como un derecho de la persona a morir en paz. Sí, son los mismos que a su vez son partidarios del asesinato de los embriones en el vientre materno hasta una determinada semana de la gestación. Los mismos que sacaron hace unos años pancartas de "No a la guerra" pero ya no las sacan porque como todos sabemos las guerras en el mundo desde que zp está en el gobierno se han acabado. Los que defienden la cultura para todos y el canon digital para ellos. Los que hablan a boca llena de mejoras, pero no para Eulana o para las criaturas indefensas, sino únicamente para sus cuentas corrientes.

Asco de mundo, asco de país y asco de política. Lo siento, pero me indigna la falsa bonhomía de quienes sólo buscan su propio provecho.

Nosotros, como cristianos, a lo nuestro: a rezar por el eterno descanso de Eluana, a pedir consuelo y esperanza para sus familiares y la conversión de los asesinos. Mientras tanto, detrás de alguna mesa ostentosa, alguien estará frotándose las manos por el ahorro estatal que esta nueva forma de exterminio nazi va a producir en los países (España será de nuevo ejemplo de "progresía", no me cabe duda) donde se imponga esta práctica. Que Dios nos coja confesados.

martes, 3 de febrero de 2009

No fueron noticia

Del pasado 2008 se han reseñado bastantes noticias como las más llamativas. A la hora de hacer balance, muchos han sido los números con los que se han querido resumir ese año que se nos fue y nos dejó en la antesala de la crisis que estamos padeciendo cada día más acuciantemente. Sin embargo, hay un dato que ha pasado de puntillas, sin hacer ruido, sin ser noticia mediática, sino más bien lo contrario, un dato objetivo silenciado por aquellos que únicamente recurren a la Iglesia para reseñar algún escándalo o alguna metedura de pata episcopal con la que rellenar sus columnas insidiosas.

Es cierto que la noticia no es nueva (desgraciadamente sucede todos los años), pero sus protagonistas si tienen unos nombres y apellidos concretos. Me refiero a las veinte personas, que, únicamente por ser católicos, han muerto víctimas de la violencia y de la persecución religiosa. Y es que, más allá de la persecución religiosa que sufrimos soterradamente en nuestro país, otra más abierta y sanguinaria sigue diezmando el número de misioneros que año tras año entregan su vida por Cristo y por el Evangelio.

En el dossier anual "Fides", que publica la Congregación Vaticana para la Evangelización de los Pueblos, se nos señala la identidad y las circunstancias de los martirios de estos auténticos testigos del Reino de Dios.

Se trata de monseñor Paulos Faraj Rahho, arzobispo de Mosul (Irak), de dieciséis sacerdotes, un religioso y dos voluntarios laicos.

A esta lista provisional, habría que añadir "la nube de soldados desconocidos de la gran causa de Dios", según la expresión que acuñó hace unos años el Papa Juan Pablo II, de los que no se tiene noticia, y que en muchos rincones de la tierra sufren y pagan con su vida la fe en Cristo.

Algunos, como el padre Brian Thorp, asesinado en su parroquia de Lamu (Kenia), perdieron la vida en violentos intentos de robo, o perecieron al ser asaltados por las calles mientras ejercían su ministerio, quizás sólo para robarles el coche.

Otros fueron eliminados porque oponían con tenacidad el amor al odio, como el padre Bernard Digal, primer sacerdote católico muerto en la campaña de violencia anticristiana llevada a cabo por los extremistas hindúes en el Estado indio de Orissa.

También en India, en el Estado de Andhra Pradesh, fue asesinado el sacerdote carmelita Thomas Pandippallyil, mientras se trasladaba a una aldea para celebrar la santa Misa.
En algunos países, como en Venezuela y Colombia, la violencia y el drama de la pobreza están detrás de los asesinatos del padre Orellana Hidalgo, cuyo cadáver se encontró en su casa de Caracas, y del padre Jaime Ossa Toro, acuchillado en Medellín.

La pequeña comunidad católica de Nepal cuenta desde este año con su primer sacerdote asesinado, el padre salesiano Johnson Moyalan. Durante la noche, un grupo de hombres armados penetraron en la misión salesiana de Sirsia, a unos 15 kilómetros de la frontera entre India y Nepal, y mataron de varios disparos al misionero.

Otros fueron asesinados mientras rezaban, como el padre Reynaldo Roda, ejecutado a tiros en la capilla de una misión de Filipinas, donde instantes antes rezaba el Santo Rosario.

En Sri Lanka fue asesinado el padre Xavier Karunaratnam, desde siempre comprometido en dar asistencia psicológica a las víctimas del conflicto. En la martirizada República Democrática del Congo encontró la muerte también el voluntario laico Boduin Ntamenya, originario de Goma, muerto mientras realizaba su trabajo en una zona en conflicto.

Hay también víctimas de la locura homicida: es el caso de dos sacerdotes jesuitas, los padres Otto Messmer y Victor Betancourt, asesinados en su vivienda de Moscú por un psicópata.
S
on sólo algunos ejemplos de la violencia contra la fe que siguen regando de sangre esta tierra llena de injusticia y de crimen. Como consuelo nos queda el saber que ya estarán gozando de la gloria eterna, y el saber que el odio y el mal sólo triunfan aparentemente, ye que en palabras del Santo Padre Tertuliano: “Sanguinis martirum, semen Christianorum” (La sangre de los mártires es semilla de cristianos).
Descansen en paz, y su sangre derramada obtengan la conversión de sus enemigos.