Todavía recuerdo la primera vez que le di la mano a un enfermo de VIH. Yo tendría por entonces unos 24 años. A pesar de tener toda la información sobre la enfermedad y de saber como se contagiaba, no pude evitarlo: Al terminar de charlar con él y darle la mano (porque el me la acercó) busque disimuladamente un cuarto de baño para lavarme las manos.
Hoy creo que no lo volvería a hacer. O quizás sí. Pero de ahí a darle un abrazo media un mundo. No me veo preparado. Y si en lugar de ser un enfermo de SIDA es alguien desconocido del que ni siquiera sé si su enfermedad es contagiosa, no quiero ni imaginarme cómo reaccionaría.
Pues bien, ya tengo (de nuevo) un ejemplo a seguir. El Papa Francisco me ha emocionado al abrazar a Vinicio Riva, un enfermo de neurofibromatosis, enfermedad cuyo nombre, de por sí solo, ya asusta. No sólo lo ha abrazado, no. Lo ha besado con cariño. No por compromiso, ni por buscar la foto. Al tirar de hemeroteca, he visto que el Papa Francisco tiene, como Jesucristo, unos predilectos: los enfermos. Si entráis en Google Imágenes son muchísimas las fotos (como Cardenal y como Papa) en las que aparece mostrando su cercanía a todo tipo de enfermos: físicos y mentales. Ésta no es la foto de un político (sea del partido que sea) al cual le preparan delante un niño o niña muy bien vestidito y arregladito para que en campaña electoral lo bese y ser portada del periódico del sía siguiente. Es la foto de un encuentro de ternura, de un marginado de nuestra sociedad (porque los marginamos entre todos, simplemente por el hecho de ser distintos) al cual el Papa ha devuelto su dignidad como persona
Profundizando un poco, y leyendo el testimonio y las palabras de Vinicio Riva, me he conmovido más aún. Os dejo un extracto para que las disfrutéis también vosotros.
"El Papa ni se detuvo a pensar si me abrazaba o no. Mi enfermedad no es contagiosa, pero él no lo sabía. Bajó del altar a saludar a los enfermos. Yo le besé la mano mientras que él con la otra me acariciaba la cabeza y las heridas. Después tiró de mi, abrazándome con fuerza y besándome el rostro. Yo tenía la cabeza en su pecho, sus brazos me rodeaban. Me tenía muy pegado a él, mimándome, no se apartaba. No me dijo nada, pero yo sentí su amor. Duró poco más que un minuto, pero a mi me pareció una eternidad. Mi corazón iba tan deprisa que creí que iba a morir".
Qué mas se puede decir sin estropearlo...