lunes, 27 de diciembre de 2021

¡Que bello es vivir! (It's a Wonderful Life, EE.UU., 1946)

Todas las películas son hijas de su época. ¡Que bello es vivir! no iba a ser una excepción. Rodada un año después del final de la Segunda Guerra Mundial y basada en el libro de Philip Van Doren Stern The Greatest Gift (escrito en plena Guerra, en 1943), el film es un canto a la vida y al optimismo existencial como respuesta a ese periodo tan dramático de la historia. Con el tiempo se ha convertido en un cuento de Navidad atemporal, un clásico navideño solo a la altura de Cuento de Navidad, cinematográficamente incluso me atrevería a decir que superior al clásico literario de 1843. Ambos tienen en común la idea de Dickens de que la vida sólo puede encontrar un sentido desde la generosidad. La sombra del fantasma del pasado tiene muchas reminiscencias sobre la obra escrita 100 años después de la que tiene a Ebenezer Scooge como protagonista. El contexto histórico, no obstante, es diverso. Muchas familias habían perdido algún ser querido durante el conflicto bélico. Muchos veteranos de guerra -mutilados o afectados psicológicamente- eran en aquella época presa fácil de la depresión, y encontraban en el suicidio la única salida viable a sus existencias. El mensaje último del film -a través de una genial trama- es que por muy desesperados que podamos estar, nunca debemos pensar que la vida no tiene sentido. El fracaso no es el fin último del ser humano, que ha nacido para algo importante. En palabras de su director, “No la hice para los críticos aburridos ni para los intelectuales pedantes. La hice para la gente sencilla como yo; gente que quizás había perdido a su marido, o a su padre, o a su hijo; gente que estaba a punto de perder la ilusión de soñar y a la que había que decirle que ningún hombre es un fracasado”.

El film dirigido por Frank Capra y protagonizado de manera sublime por James Stewart no tuvo una acogida fácil. Si bien se hizo acreedor de 5 nominaciones a los Oscars, no ganó ninguno de ellos. Posiblemente debido a ello, la película fue un fracaso en taquilla, con más de medio millón de dólares de pérdidas en aquella época. Ello supuso la quiebra de su productora, Liberty Films la cual fue adquirida por la Paramount. Un error burocrático al no renovar un acuerdo en 1974 hizo que los derechos pasaran de esta productora al dominio público y con ello a continuos pases gratuitos por parte de todas las televisiones. Entonces -y solo entonces- llegaría el reconocimiento de crítica y audiencia, que ha sobrevivido al paso de los años, convirtiéndola en un must see de cada Navidad

La temática religiosa es múltiple. Ambientada en la Nochebuena, con un ángel que viene a la tierra a salvar un alma y con el sentido de la vida como telón de fondo el film no escatima en villancicos ni en una oración final confiada del protagonista antes de ser redimido. Benditos aquellos tiempos en que la fe cristiana no tenía que ocultarse o cuanto menos replegar su dimensión pública a las sacristías. 

El primer minuto ya deja bien a las claras esta dimensión religiosa con este diálogo entre el Ángel (Clarence Oddbody, traducción literal "Clarence cuerpo extraño") y Dios:

- ¿Está enfermo? -pregunta Clarence.
- No, desesperado -responde Dios.

Creo que la clave del film y lo que hizo que no pasara de moda es que responde a una pregunta que toda persona se ha hecho alguna vez en la vida: ¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera nacido?. La respuesta que da la película viene de nuevo verbalizada en los labios del ángel Clarence Oddbody:

“La vida de cada hombre afecta a muchas vidas”. Extraño, ¿verdad? La vida de cada hombre toca muchas vidas, y cuando uno no está cerca deja un terrible agujero, ¿no es cierto? Ya ves George, tuviste una vida maravillosa.

Moralina para algunos, mindfulness moderno para otros, el film nos invita a ver el vaso medio lleno suceda lo que suceda a nuestro alrededor. Lo cierto es que pilares cristianos como la familia, la honradez o la amistad desinteresada forman un trípode al que el protagonista consigue finalmente agarrarse con las dos manos.

El final, uno de los más optimistas de la historia del Cine, encierra un happy end para todos los protagonistas, incluso para el bueno de Clarence:

- Mamá dice que cada vez que suenan unas campanillas un ángel ha ganado sus alas.

No me cansaré de verla. Será la nostalgia de la Navidad...

lunes, 20 de diciembre de 2021

Lutero (Luther, Alemania, 2003)

Soy de los que creen que la separación de la Iglesia Luterana tuvo tantas razones políticas como teológicas. Evidentemente, esta convicción la he alcanzado con el paso de los años y tras leer mucha literatura al respecto. Los príncipes alemanes vieron el cielo abierto ante las reclamaciones de las 95 tesis de Lutero clavadas en 1917 en la catedral de Wittemberg. Muchas de ellas hoy están plenamente asumidas por la Iglesia Católica (el uso de las lenguas vernáculas, por ejemplo), y muchas otras hubieran sido objeto de una discusión menos acalorada y menos cismática de no estar en juego tanto poder terrenal que el Vaticano temía perder y los príncipes alemanes ganar. El negocio de las indulgencias se acabó por fortuna para la credibilidad de la propia Iglesia, y ello fue sin duda debido a las denuncias de estas prácticas por parte de Lutero y de otros miembros de la propia Iglesia Católica, que condujeron finalmente a una reforma (Contrarreforma) en el Concilio de Trento en 1563. El personaje del film recoge esta crítica con frases tan impactantes como ésta: “Roma es un circo, una gran cloaca, se compra cualquier cosa: sexo, salvación… hay burdeles solo para clérigos...”.

A lo largo de la historia, y en la cultura occidental, Lutero ha cargado con esta etiqueta de hereje o cismático, cuando el monje agustino lo que posiblemente quiso fue una justa purificación de varias leyes y costumbres, muchas de las cuales dañaban ciertamente a la Iglesia. Como en todos los conflictos que terminan en ruptura, las posturas terminaron extrapolándose y haciéndose irreconciliables hasta producirse la separación de la que la Iglesia Anglicana también sacó tajada y que padecemos hoy en día. La supresión de la figura del papado en las Iglesias Reformadas fue consecuencia sin duda de un abuso de poder muy propia del medioevo, siendo hoy asumible esta otra frase sacada del guion: “El papa puede interpretar las Escrituras pero no está por encima de ellas”.

Desgraciadamente, se produjo la ruptura que hace que queden lejos las palabras de Cristo en el Evangelio de San Juan: "Que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste". No somos uno y por ello muchos no creen, lo que debiera ser una vergüenza para todo el cristianismo (incluyendo a la Iglesia Ortodoxa, la primera escisión política en la historia).

Este excurso de tres párrafos es necesario para entender el film de Eric Hill, financiado íntegramente con dinero de la Iglesia Luterana. Con un actor de talla (Joseph Fiennes) y secundarios de lujo (Alfred Molina, Peter Ustinov, Bruno Ganz...) el film está muy conseguido como historia entretenida, con paisajes, decorados, vestuario y diálogos a la altura del mejor cine europeo.

No obstante -y como era previsible debido al patrocinador del film- cae en un excesivo proselitismo de la figura de Lutero, sin que se atisbe ningún ápice de autocrítica a su figura. Dos no se pelean si uno no quiere, y es indiscutible que la soberbia de Martin Lutero estaba a la altura de la de León X o la de Carlos V. Presentar a Lutero como un corderito degollado víctima de su fragilidad humana y su indefensión ante los malvados no ayuda a una correcta interpretación de los hechos. Máxime cuando la historia demostró que la Iglesia Luterana se basó en muchas de sus enseñanzas para la caza de brujas pocos años después y para la persecución del pueblo judío unos siglos más tarde. Todas estas enseñanzas -evidentemente- son silenciadas en el film, si bien es cierto que en 100 minutos es imposible condensar el pensamiento de una figura tan egregia. 

Teológicamente las posturas se han suavizado, y hoy es asumible por la Iglesia Católica -en parte- la justificación que Lutero hace de la salvación por mérito de la fe en Cristo y no por las obras, si bien creo que el propio Lutero hubiera asimismo aceptado hoy en día que lo uno conduce a lo otro. Creo que en este caso no se debe realizar una disyuntiva "fe" u "obras", sino que es más sano hablar de una fe demostrada por las obras o unas obras que corroboran la fe. Pero a nivel teológico cualquier católico asumiría sin más esta frase sobre la justificación del film: "Entonces, cuando el diablo te arroje tus pecados a la cara y declare que mereces la muerte y el infierno, dile esto: admito que merezco la muerte y el infierno, ¿y qué? Porque conozco a uno que sufrió y pagó un rescate por mí. Su nombre es Jesucristo, hijo de Dios, y donde él esté, allí también estaré yo."

A través de episodios como la Dieta de Worms o la Confesión de Augsburgo contemplamos a un Martín Lutero que es todo coherencia, pacifismo y autenticidad. El film da a entender que las repercusiones de sus actos lo sobrepasan, siendo él inocente de cuanto a su alrededor ocurre. Él y los suyos son los buenos e incomprendidos y sus rivales los malos malísimos. Todo demasiado simple y previsible. Sus frases insisto que son hoy aceptables por cualquier católico, otra muestra: “Nos obsesionamos con las reliquias, las indulgencias, la peregrinación a los lugares santos pero todo el tiempo Cristo está aquí, en todos los rincones, a cualquier hora del día. No lo encontraréis en los huesos de los santos sino aquí, en el amor mutuo, en los sacramentos y en la Palabra Dios. Si vivimos la palabra por la fe, amándonos y ayudándonos mutuamente no precisamos temer el juicio de ningún hombre“. Sin embargo aquí se oculta que Lutero rechazó inicialmente 5 de los 7 sacramentos y finalmente los anuló a todos bajo esa denominación. Eso es tergiversar la historia, no cabe duda...

Especial fuerza tiene el discurso final de Lutero cuando se le pide que se retracte. Aunque largo, creo que merece la pena copiar algunos párrafos que exponen sus convicciones y el ardor con las que las defendía:

No puedo renunciar a todas mis obras porque no todas son iguales. Primero están aquellos libros en los que he descrito la fe y la vida cristianas de manera tan simple que incluso mis oponentes han admitido que estos libros son útiles. Renunciar a estos escritos sería impensable porque eso sería renunciar a verdades cristianas aceptadas... El segundo grupo de mi trabajo está dirigido contra la falsa doctrina y la mala vida de los Papas, pasados ​​y presentes... A través de las leyes del Papa y las doctrinas de los hombres, las conciencias de los fieles han sido miserablemente afligidas y desolladas. Si me retracto de estos libros, no haré nada más que agregar fuerza a la tiranía y abrir no solo las ventanas sino también las puertas a esta gran impiedad ... En el tercer grupo he escrito contra personas privadas e individuos que defienden la tiranía romana y han atacado mis propios esfuerzos por fomentar la piedad hacia Cristo. Confieso que he escrito con demasiada dureza. No soy más que un hombre y puedo equivocarme. En el caso de que mis errores sean probados por las Escrituras, revocaré mi trabajo y arrojaré mis libros al fuego. Pero a menos que esté convencido por las Escrituras y por la simple razón -y no por los Papas y Concilios que tan a menudo se han contradicho a sí mismos- mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. Ir en contra de la conciencia no es ni correcto ni sano. No puedo y no me retractaré. Aquí estoy. No puedo hacer otra cosa. Dios me ayude.

Presentado así, insisto, poco que reprochar. Vemos a un hombre auténtico y coherente que antepone la defensa de sus creencias a su comodidad personal. Una pena que en el film se eche en falta una defensa coherente y seria de la postura católica, que también existía y fue defendida por teólogos de altura. Una oportunidad perdida que hace que sea necesaria una revisión cinematográfica de Martin Lutero que sea más imparcial, no tomando parte ni por una ni por otra postura. Siempre que ello sea posible, claro...

lunes, 13 de diciembre de 2021

Ben Hur (EE.UU., 1959)

Aún recuerdo aquella mañana en la que entré con mis padres en una librería. Tendría unos diez años y aún no me había enfrentado a la lectura de una novela "para gente mayor". Tras dar una vuelta por los expositores me dijeron "escoge el que quieras" y creo que sin dudarlo me apropié de uno en el que se veían unas cuadrigas romanas en la portada. Esa noche empecé a leerlo pero desistí al poco, era demasiado para mí, por lo que el libro quedó abandonado en una estantería... Al poco tiempo vi la película que tenía el mismo nombre que el libro de la portada tan chula, y de nuevo quedé fascinado. Finalmente, varios años después terminé de leer el libro de Lewis Wallace para cerrar el círculo. Por aquel entonces yo no era consciente de que el libro de 1880 fue durante 40 años consecutivos la novela más vendida en EEUU ni que aquella película de 1959 fue durante otros 40 años la que más Oscars había ganado (11), siendo empatada -que no superada- por Titanic en 1997.

La película de William Wyler es un remake de otra de muda de 1925, que a su vez se basaba en un corto de 1907. Se ve que el tirón del libro debía verse reflejado en el celuloide cada dos-tres décadas para explotar su comercialización. Aún no he visto el nuevo remake de 2016, creo que me estoy haciendo mayor y he perdido interés en lo que no sea puro, pero algún día tendré que verla, aunque solo sea por comparar... Para el rodaje del clásico no se escatimó en presupuesto, destacando la carrera de cuadrigas en el circo máximo de Roma (también recuerdo con desilusión cuando de adulto estuve allí y mi cerebro apenas podía imaginar el lugar de rodaje, desprovisto ya de todo atisbo de decoración...) y la batalla naval de las galeras. El reparto consagró a Charlton Heston (Judá Ben Hur) como protagonista por excelencia de las superproducciones, secundado por Stephen Boyd (Mesala) como el malo malísimo que produce un rechazo frontal en el espectador.

Ben Hur es historia, ficción, aventuras, drama, acción, épica... todo ello y mucho más en un relato que aborda temas universales como la amistad, la libertad, el amor, el perdón, el poder, la venganza o el sentido de la vida. Y para hacerla más grande se sitúa en el marco de contemporaneidad de personajes históricos como Jesús de Nazaret, Pilato o Baltasar.

Ben Hur también es un canto a la libertad. Al igual que "La Túnica Sagrada" refleja el nacimiento de la fe cristiana y anticipa el fin del Imperio Romano. La siguiente frase del protagonista resume esta idea y podría estar sacada de cualquiera de las dos películas (también de "Espartaco", si bien esta última carece de la dimensión religiosa de las anteriores):

¡No! ¡Te lo advierto! ¡Roma es una afrenta a Dios! Roma estrangula a mi pueblo y a mi país, ¡a toda la Tierra! Pero no para siempre. ¡Y te digo que el día que caiga Roma habrá un grito de libertad como el mundo nunca ha escuchado antes!

La parte espiritual es también muy interesante. Tanto en el libro como en el film los distintos personajes van dejando su impresión sobre Jesucristo de manera indirecta, no como parte nuclear del argumento. De hecho, de Cristo apenas vemos nada que no sea su silueta o un plano lejano, descentrándolo así de la trama principal pero haciéndose presente constantemente en la misma. He recopilado algunas frases interesantes sobre ello:

Miriam: "Era como si llevara en esa cruz el dolor del mundo."

Ester: "Decía: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios"

           "He visto en exceso lo que puede hacer el odio. Pero he oído hablar de un joven rabino que dice que el perdón es más grande y el amor más poderoso que el odio. Yo lo creo."

Sextus: También hay un ermitaño en el desierto llamado Juan el Bautista y el hijo de un joven carpintero que anda haciendo trucos de magia, milagros los llaman ... Este hombre es diferente. Enseña que Dios está cerca, en todo hombre. En realidad, es bastante profundo.


Judá: Casi en el momento de su muerte, le oí decir: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
Esther: Incluso entonces.
Judá: Incluso entonces. Y sentí que su voz me quitaba la espada de la mano.


Baltasar: Toda tu vida es un milagro. ¿Por qué no aceptas el juicio de Dios? Tú no crees en los milagros, pero Dios me habló una vez desde la oscuridad, y una estrella me llevó a un pueblo llamado Belén, donde encontré a un niño recién nacido en un pesebre. Y Dios vivió en este niño. A estas alturas, es un hombre adulto y debe estar listo para comenzar su trabajo. Y por eso he vuelto aquí, para estar cerca cuando él venga entre nosotros. Él está cerca. Vio la puesta de sol esta noche como lo hicimos nosotros. Quizás esté parado en una puerta en algún lugar de la cima de una colina. Tal vez sea un pastor mirando, un pescador. Pero vive en todas nuestras vidas. De ahora en adelante llevaremos su marca. Hay muchos caminos hacia Dios, hijo mío. Espero que el tuyo no sea demasiado difícil.

Y por último, un toque de humor... El que da el Jeque Ilderim, expresando su sorpresa frente a la fe cristiana, novedosa en el monoteísmo y la monogamia...: 

¿Una esposa? Un Dios, lo puedo entender, ¡pero una sola esposa! Eso no es civilizado. No es generoso.

lunes, 6 de diciembre de 2021

El Prisionero (The Prisoner, Reino Unido, 1955)

El Prisionero
es una película que no se comprende a no ser que se tengan unas nociones básicas del contexto histórico, político y geográfico que refleja, en concreto sobre los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial en los países de régimen comunista, unos años en los que aún se permitían las manifestaciones externas de fe, pero al mismo tiempo eran perseguidas con el objeto de ser integradas en el aparato propagandístico del Estado. Cuestiones como los totalitarismos políticos y las dictaduras de izquierda (que hoy solo perviven de manera relevante en China y Corea del Norte) se mezclan con una institución eclesial también diferente de la actual, cuando aún ejercía una fuerte influencia sobre los Estados y sus políticas. De la misma manera, el influjo de la psicología conductista queda muy reflejado en la película, siendo utilizada como instrumento de tortura. Se trata de una corriente que vivía por aquellos años su época gloriosa antes de que Noam Chomsky introdujera en esta disciplina los mecanismos neurocognitivos en 1957, dándole un golpe de gracia a una corriente que ya no volvería a levantar cabeza. Conocer estas visiones contrapuestas de la psicología ayudan también a una mejor comprensión del film, así como la lectura de 1984, escrita por George Orwell en 1949 (5 años antes que la película) y que refleja el tema de los totalitarismos y del control del Estado de manera magistral.

La película está basada en la vida del cardenal húngaro József Mindszenty, declarado venerable el 18 de febrero de 2019, al reconocer el Vaticano el ejercicio heroico de las virtudes que se recogen de manera no biográfica en la película. El propio cardenal, liberado de la prisión unos años después del estreno del film, afirmó que la cinta no reflejaba la crueldad de los calabozos húngaros, considerando que se había centrado demasiado en los aspectos psicológicos de la tortura ocultando los físicos, que fueron aplicados de manera conjunta.

A nivel interpretativo la película de Peter Glenville es un duelo colosal entre Sir Alec Guinness (el cardenal) y Jack Hawkins (su interrogador). El primero estereotipa a un hombre religioso de convicciones profundas y férreas, mientras que el segundo aparece como un hombre sin escrúpulos que hace de la mentira un arte, siendo un hombre al servicio del Estado y de sus intereses. En el fondo se trata del choque frontal de dos ideologías enfrentadas e irreconciliables, en un momento histórico en el que las personas eran menos importantes que las instituciones que representaban.

A lo largo de 91 minutos asistimos a un interrogatorio que atraviesa diversas fases, pasando del "por las buenas" al "por las malas" de manera gradual, llegando al clímax de la tortura emocional. ¿Cuánto está dispuesto a soportar un ser humano incomunicado sin saber si lo que le dicen es verdad o mentira?, ¿En qué momento se fractura su voluntad?, ¿Es posible doblegar a alguien totalmente o esa victoria es fruto de malas artes y no puede ser contabilizada como tal?...

De los interesantísimos y profundos diálogos acerca de la fe, la libertad o las creencias me gustaría destacar cuatro frases, la primera de ellas considerada la clave de interpretación de todo el film. Se trata de la frase del Cardenal a sus seguidores antes de ser detenido puede ser la respuesta a estas preguntas:

"Tengan presente que cualquier declaración que yo haga mientras esté en la cárcel será mentira o el resultado de la debilidad humana"

Las otras 3 frases me llamaron la atención por diferentes motivos, son las siguientes:

«Sus amos tienen mucha prisa. Quienes convierten lo celestial en terreno suelen tener mucha prisa... Así que vayamos al tema.»

"Usted no quiere la verdad, quiere una confesión."

"Es su mente lo que queremos."

En definitiva, una película para disfrutar con las interpretaciones y sufrir con lo interpretado...

lunes, 29 de noviembre de 2021

Canción de Cuna (España, 1994)

Comentamos hoy la incursión en el cine de temática religiosa que el genial director español José Luis Garci realizó a mediados de los 90. Recuerdo haber ido a verla al Cine como un joven de 19 años (reconozco que el reclamo de Maribel Verdú fue importante a la hora de comprar la entrada, aunque sinceramente su actuación es de lo más flojo de la película) y quedé impresionado por la belleza de la fotografía de Manuel Rojas y la profundidad de los diálogos, que te transportaban a un mundo casi idílico y lleno de ternura femenina. Posteriormente descubrí que la historia está basada en una obra de teatro de Gregorio Martínez Sierra. Con el paso de los años he tenido la gran suerte de conocer a algunas monjas de clausura, y puedo afirmar sin miedo a equivocarme y como testigo privilegiado (casi como el entrañable personaje de Alfredo Landa, el doctor Don José) que Garci estuvo muy bien asesorado y captó a la perfección el ambiente de un convento, al menos en lo que yo he percibido.

Leyendo las críticas sobre la película uno puede llegar a confundirse. Algunos la plasman casi como una obra maestra del séptimo arte y otros como una especie de bazofia con moralina. Creo que a la hora de realizar una crítica cinematográfica hay que ser más serios, y no dejarse llevar por los prejuicios, ni a favor ni en contra, que uno pueda tener acerca de la temática religiosa que aborda el film. Tengo la sensación de que muchas personas valoran el conjunto de la obra según su posición creyente-agnóstica-atea, lo cual en cualquiera de los tres casos no ayuda a ser objetivo con este tipo de películas. Como muestra un botón: el film fue ganador -entre otros- de cinco premios Goya y dos del Festival de Montreal. Si fuera tan mala como algunos críticos opinan no creo que se hubiera hecho acreedora de estos galardones. Si por el contrario fuera la quintaesencia del celuloide habría ganado un Óscar o al menos haber estado nominada, cosa que tampoco sucedió. Por lo tanto, en el término medio está la virtud, como decía Aristóteles

El argumento parte de la adopción por parte de las religiosas de un convento dominico (a través de la figura del médico) de una niña abandonada a las puertas del mismo. Este hecho da pie a que conozcamos la interioridad del lugar, con el día a día y las tensiones, alegrías, miedos, preocupaciones... de una comunidad de religiosas del s. XIX. El reparto está encabezado por Fiorella Faltoyano (Madre Teresa), Amparo Larrañaga (Sor MarcelaVirginia Mataix (la maestra de novicias), y la bonachona madre Tornera interpretada por María Luisa Ponte.

Los temas espirituales que plantea el film son interesantísimos, apunto algunos:

- Los diálogos entre la maestra de novicias y las aspirantes a monjas no tienen desperdicio, dejándonos entrever una época estricta en la disciplina de los conventos, en los que los espejos eran signo de vanidad y la obediencia la regla máxima a cumplir. 

- El enamoramiento (los coqueteos entre Don José y la Madre Teresa son tan sutiles como cargados de nostalgia) tiene sin embargo cabida entre Teresa (Maribel Verdú) y el joven interpretado por Carmelo Gómez. Hay por ello una diferenciación entre un amor que te lleva a consagrar la vida a Dios y otro amor de pareja, ambos legítimos pero incompatibles, cuestión esta que provoca dolor en quien se siente llamado a compartir ambos amores. Esta tensión interna queda muy bien reflejada y tratada con mucho tacto en la trama. Valga como prueba esta frase de Don José, una mezcla de comicidad y amargura para justificar su soltería: “En este mundo ¿con quién se puede caer en la tentación del matrimonio si todas la muchachas bonitas se han venido al convento?”

- Otros temas como el instinto maternal de las religiosas, la ternura y la delicadeza que impregnan sus vidas, la entrega a Dios y a los demás desde el aislamiento, el silencio y la oración... tienen todos ellos cabida en unos diálogos cortos pero cargados de profundidad. La repetida frase en diferentes contextos "Saber mirar es saber amar" me parece en este sentido cargada de un mensaje vital. 

- El síndrome del "nido vacío" que sufren muchos matrimonios cuando los hijos abandonan la casa también se hace presente en un ambiente donde esto no debería ocurrir, pero la ausencia de "la niña" hace estragos en el remanso de paz que debería ser el convento, dejando un poso de amargura difícil de llenar. 

Para transmitir todo ello hay elementos muy interesantes. La reja como separadora de dos mundos distintos y antagónicos juega un papel importante. También el juego de luces y sombras que percibimos dentro del convento dejan entrever las alegrías y tristezas que se suceden en esa "burbuja microcósmica conventual" donde la vida parece detenida pero el tiempo avanza inexorablemente. Un mundo donde la contemplación de lo sagrado ocupa un lugar preeminente pero las preocupaciones mundanas logran introducirse entre las rendijas de las puertas y ventanas. 

Lo dicho, una película para disfrutarla, para "saber mirarla" y "saber amar" el mundo interior que refleja. No pasará a la historia del Cine como un imprescindible, pero merece la pena un visionado reposado de la cinta. 

lunes, 22 de noviembre de 2021

Demetrius y los Gladiadores (Demetrius and the Gladiators, EEUU, 1954)

La semana pasada comenté que La Túnica Sagrada (1953) fue promocionada como la primera película en cinemascope y se convirtió en un éxito de taquilla y crítica. Un año más tarde se estrenaba esta segunda parte, "Demetrius y los Gladiadores" aprovechando el tirón del cine bíblico que alcanzaría su cúspide dos años más tarde con Los Diez Mandamientos de Cecil B. DeMille

La continuidad en ambas películas (aparte del argumento, el recorrido de la túnica de Jesucristo tras su muerte y resurrección) viene dada por dos actores, toda vez que los protagonistas de la primera entrega Marcellus Galio (Richard BurtonDiana (Jean Simmons) mueren mártires al final de la entrega. Tanto Calígula (Jay Robinson) como Demetrius (Victor Mature) repiten protagonismo y sitúan al espectador en una continuidad temporal. Sinceramente creo que con la mentalidad moderna, más que de una segunda parte podríamos hablar de un spin off, en el que un actor secundario de la primera entrega (en este caso Demetrius) se convierte en el absoluto protagonista de la segunda. Para completar el reparto se añadieron actores contrastados como Susan Hayward (Mesalina), Michael Rennie (San Pedro) o la consagrada Anne Bancroft (Paula).

Sorprendentemente, sin embargo, no existió continuidad en la dirección, pasando la claqueta de Henry Koster a Delmer Daves, quien no contaba con experiencia ni en superproducciones ni en argumentos bíblicos y que presentaba el western "Flecha rota" como su mejor carta de presentación. 

A nivel argumental la historia pierde algo de profundidad. En primer lugar debido a que no se basa en ningún libro, sino en un guion cinematográfico. Además, de lo que cuenta la historia -y a diferencia de la primera parte- no hay ya casi nada en la Biblia que acredite estos sucesos históricos. Eso sí, sobre el nombre escogido tenemos una cita en la Tercera Carta de San Juan: "En cambio, todos dan testimonio en favor de Demetrio, y la verdad confirma este testimonio. Nosotros también lo hacemos, y tú sabes que nuestro testimonio es verdadero". El resto es ficción pura y dura, incluyendo diálogos entre San Pedro y la mujer del emperador que rayan lo excéntrico. No obstante, la historia vuelve a funcionar, ingresando el doble del presupuesto de la película. 

Como temas tratados está en primer lugar, evidentemente, la fe. La fe de Demetrius que se extingue al creer que su amada Lucía está muerta e iniciar una nueva vida como guardia pretoriano con todos los lujos del palacio. A raíz de ello, dado el buen resultado romántico de la pareja Marcellus-Diana, se vuelve a proponer una relación Demetrius-Mesalina, si bien en este caso el bueno de  Demetrius tendrá que escoger  entre su fe cristiana o las pasiones terrenas con una mujer casada. En este sentido se presenta el cristianismo como adalid de la moralidad familiar y tradicional, una verdadera inversión de valores a los que presentaba el decadente Imperio Romano, muy en consonancia también con los años en los que se rodó el film. Baste como muestra este diálogo sobre el homicidio entre tres de los protagonistas:

Mesalina: ¿Cómo te llamas?
Demetrius: Demetrius.
Mesalina: Hablaste de un dios, Demetrio. Que dios
Demetrius: Solo hay un Dios.
Claudio: Es uno de "ellos". Esto es muy interesante. ¡Un cristiano!
Messalina: ¿Eres cristiano?
Demetrius: Sí.
Messalina: ¿Y no pelearás?
Demetrius: No.
Claudio: No puede, querida. Matar está en contra de su religión.

Junto a ello reaparece el tema de la libertad-esclavitud que ya surgiera en el primer film, ahora con un prisma diferente. Se puede ser esclavo de las pasiones o libre aún teniendo una situación de opresión. Dios libera, pero solo a aquel que está dispuesto a dejarse liberar, como Pedro enseña al protagonista:

Demetrius: ¿Sabías que Jesús podía convertir el agua en vino? Y ese fue solo uno de sus trucos.
Pedro: Sí, solo uno. Cualquier cosa que fuera vil, podía convertirla en noble. Encontró a un leproso y lo limpió. Encontró la muerte e hizo la vida. Te encontró esclavo y te hizo libre.
Demetrius: ¡Fuera!
Pedro: Y ahora le has ganado una gran victoria, ¿no es así, tribuno? Te has vuelto esclavo de nuevo.

En fin, una historia interesante y que no desmerece a la primera parte, si bien se echan en falta algunos elementos bíblicos que sí estuvieron presentes en la obra de 1953. 

domingo, 14 de noviembre de 2021

15 cumpleaños

"Quince (quince) Años (años) Tiene mi amor...." Era la letra de una canción de El dúo dinámico que hoy hubiera sido tachada de pederasta pero que viene que ni pintada para el cumpleaños del Blog

Evidentemente el Blog no es "mi amor", pero no es menos cierto que lo quiero casi como un ser vivo. Esta cosita, casi como si fuera mi hijo, se va haciendo mayor de edad. 15 años han pasado ya desde que una tarde -la recuerdo perfectamente- decidiera sentarme frente al ordenador en mi escritorio de la casa rectoral de San Pedro en Arcos de la frontera para escribir la primera entrada. Mucho han cambiado mi vida, la Iglesia y la sociedad en general desde entonces. Los papados de Benedicto XVI y Francisco han cambiado muchas cosas de la Institución, mientras que mi vida dio un giro radical en 2009 (provocando un parón en el Blog que duró hasta 2012) y la pandemia del año pasado aún colea como posiblemente el hecho más destacado del nuevo milenio.

Como todos los años toca hacer balance numérico que a mí personalmente me ayuda a no desfallecer en la tarea de seguir haciendo que el Blog crezca y se alimente de nuevas entradas. Mirando hacia atrás compruebo que sigue teniendo un número considerable de visitantes diarios de todas partes del mundo, a quienes humildemente habré ayudado en algún momento de sus vidas con unas palabras de fe, de esperanza o simplemente ayudándoles a conocer mejor la fe cristiana. 

Estos son los datos correspondientes a este nuevo año recién cumplido

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De nuevo -como en años anteriores- ofrezco una segunda tabla con información adicional. Esta es la situación actual:  

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A nivel de la segunda tabla estadística me llama la atención que en estos cuatro años se ve claramente la tendencia de los porcentajes del navegador más usado (Google Chrome, levemente al alza) y el sistema operativo (Windows, sigue a la baja). Tal y como comenté el año pasado, sin duda este último dato se debe a que los dispositivos Apple siguen ganando terreno, quien sabe si algún día desbancará a los pcs... 

El año que viene veremos

lunes, 8 de noviembre de 2021

La Túnica Sagrada (The Robe, EE.UU., 1953) de Henry Koster

Aún recuerdo a mi difunto padre hablando de "La túnica sagrada" como "La primera película que se había hecho en cinemascope", detalle que a mí se me escapaba y al que no le daba la importancia que efectivamente tuvo en su momento. Creo que por ello le tenía un cariño especial que le traía recuerdos de juventud. Lo cierto es que igual que "Avatar" marcó un hito en el Cine en 3D, esta película lo hizo en su época con esta innovadora tecnología de imagen panorámica y sonido estereofónico. 

Este film, basado en el libro de Lloyd C. Douglas y dirigido por el germano Henry Koster (quien ya había dirigido La mujer del obispo y la inolvidable El invisible Harvey) se hizo acreedor de dos Óscars menores y cinco nominaciones más, lo que indica que estamos ante una superproducción con un considerable presupuesto y un buen reconocimiento en taquilla y crítica. 

La película mezcla algunos relatos históricos narrados en la Biblia con una buena dosis de ficción aportada por el libro homónimo mencionado anteriormente. No obstante, es justo reconocer que la novela presenta textos con contenidos espirituales más profundos y casi teológicos, mientras que el film sacrifica buena parte de esos largos párrafos para agilizar la acción, dejando que sean el decorado y la ambientación lo que impresionen al espectador. 

El reparto es de auténtico lujo, con una selección de los mejores actores y actrices de la época, como Richard Burton (Marcellus Galio) Jean Simmons (Diana) o Victor Mature (Demetrius). Personajes históricos como Calígula, Tiberio, San Pedro, Judas Iscariote o Poncio Pilatos tienen mucha importancia en el desarrollo de la trama, y es en esas escenas en las que la película se adentra en el terreno de la ficción, muy verosímil y acorde a lo narrado por los Evangelios, pero ficción al fin y al cabo. 

El argumento es esencialmente la historia de amor ocurrida en Palestina entre el tribuno Marcellus Galio y la esclava Diana, en el mismo período histórico (32-38 d.C.) en que tiene lugar la muerte y resurrección de Jesucristo, teniendo como hilo conductor la túnica del nazareno que Marcellus Galio habría obtenido tras la crucifixión y que lo atormentaba. En palabras de su esclavo Demetrius:

Tienes miedo, pero realmente no sabes la razón. Crees que es su túnica lo que te enferma, pero es tu propia conciencia, tu propia vergüenza. Incluso cuando lo crucificaste lo sentiste.

En ese apasionante contexto histórico se realiza una reflexión sobre el inicio del cristianismo como fe que revoluciona el imperio Romano desde sus entrañas. En este sentido, el emperador Tiberio aparece casi como un profeta que conoce el desarrollo de lo que está por venir:

Cuando suceda, así es como empezará. Algún mártir oscuro en alguna provincia olvidada, luego la locura. Infectando las legiones, sacudiendo el Imperio, luego el fin de Roma.

Al mismo tiempo, se realiza una reflexión sobre la fe, la libertad, la religión y el amor. El nacimiento del cristianismo desde las clases bajas y la transición de un judeocristianismo a la conversión de los paganos quedan bien plasmadas en la trama. De la misma manera, las pugnas de la incipiente fe cristiana con el imperio romano y con las autoridades religiosas judías quedan de manifiesto a través de los acontecimientos que sufren los personajes. Esta frase del liberto Demetrius es buena prueba de ello:

Lo crucificaste. Tú, mi amo. Sin embargo, me liberaste. Nunca más te serviré, cerdo romano. Amos del mundo, os llamáis a vosotros mismos. ¡Ladrones! ¡Asesinos! ¡Animales de la selva! ¡Una maldición caiga sobre ti! ¡Una maldición caiga sobre tu imperio!

La historia de amor termina en el martirio de ambos protagonistas convertidos al cristianismo y ejecutados por Calígula, con las palabras del desquiciado emperador:

¡Van a un reino mejor! ¡Van a un reino mejor! ¡Van a encontrarse con su rey! ¡Van a encontrarse con su rey!

Tal fue el éxito de la cinta que tendría continuación unos años más tarde con "Demetrius y los gladiadores", que espero poder volver a ver en unos días para también comentarla como se merece.