miércoles, 30 de septiembre de 2020

Sacrificio (Offret, Suecia, 1986)

Cine de culto. Recuerdo cuando un compañero mío de Universidad hablaba de este tipo de películas y yo no sabía bien qué es lo que me estaba diciendo. El concepto Cine de culto engloba a esas películas que están dirigidas a una minoría, lejos de los circuitos comerciales del entretenimiento que asociamos a Hollywood. A menudo son películas ganadoras de muchos premios internacionales y con un gran reconocimiento de la crítica internacional, pero pueden llegar a ser tremendamente soporíferas si no se conoce el contexto filosófico-teológico (en este caso) en el que están rodadas.

Sacrificio encaja a la perfección en este concepto. Una película sueca dirigida por un cineasta ruso, Andrei Tarkovsky, que aborda el tema del sentido de la vida, de la crisis de la mediana edad y la oración a Dios como solución de los problemas. Vaya cocktail. 

El argumento es más que sugerente. Alexander es un periodista retirado del mundanal ruido que se dispone a celebrar su cumpleaños rodeado de su peculiar familia y sus no menos excéntricas amistades. En medio de la cena, se anuncia por la televisión el estallido de la Tercera Guerra Mundial, que da lugar al confinamiento -tremendamente actual- y al caos. Otto, el cartero del pueblo (un profesor de Universidad retirado), le dice a Alexander que si mantiene relaciones con una de sus criadas (curiosamente llamada María, interpreto una sutil crítica protestante a la doctrina católica que afirma que la Salvación viene por María...) podrá volver atrás en el tiempo y evitar la conflagración mundial. Alexander reza a Dios para que ello sea verdad y poder salvar al mundo y su familia aún a costa de poner en peligro su alma. El sacrificio personal se presenta como la única solución al conflicto. Alexander reza pausadamente un padrenuestro en el que pide a Dios que lo proteja a él y a todos sus seres queridos, ofreciendo a cambio todo lo que es y lo que tiene. Su familia y sus posesiones a cambio de que no se produzca la Tercera Guerra Mundial

A mí personalmente la película me parece entretenida a ratos y aburrida en otros. Demasiado lenta en el desarrollo de la trama y con un metraje excesivo (150 minutos). El final sí tiene un desenlace que podríamos llamar genial, ya que queda a la interpretación del espectador dar un sentido u otro a toda la historia, lo que me parece  bastante adelantado a su época y más propio del cine del siglo XXI en el que estamos bien avanzados.

Tras ver la película he leído muchas críticas que te desconciertan más aún. Unos hablan de un film sublime, de la quintaesencia del celuloide que condensa una genialidad detrás de otra y otros críticos son menos benévolos, tachando la película directamente como una bazofia solo apta para gafapastas que ni siquiera la entienden pero alardean de ello en sus tertulias vips. Hay cosas que cualquier espectador capta en seguida sin necesidad de ser un crítico, como los primeros planos, los cambios de color a blanco y negro, los juegos con los espejos o la música que acompaña a la perfección a las escenas. Lo que más me ha llamado la atención de estas críticas es que casi todas ellas hablan de las interpretaciones, de la música, de la fotografía, de los planos... es decir, de cuestiones técnicas de la película, pero ninguna de ella aborda el tema religioso como una clave para entender el planteamiento del director. Entiendo que hay una ignorancia en todo lo referente a la Religión cada vez mayor que se hace patente cuando alguien que no conoce esa cosmovisión realiza una crítica vacía de contenido profundo, limitándose a las cuestiones estéticas. Mi pequeña aportación será abordar este tema para intentar dar luz a esta obra, no entrando yo en las cuestiones técnicas en las que soy bastante profano.

En primer lugar, hay que decir que Tarkovsky fue un cineasta ruso que tuvo que abandonar la URSS precisamente debido a sus inquietudes religiosas. Nunca se confesó creyente (le hubiera costado la deportación a Siberia) pero todas sus películas tenían un matiz religioso hasta que el régimen comunista le prohibió rodar más. tuvo que exiliarse al extranjero, donde solo le dio tiempo a rodar dos películas, ambas con contenido religioso, Nostalgia (Italia, 1983) y la que nos ocupa.  

Sacrificio comienza con 5 largos minutos de créditos sobre una foto fija de "La adoración de los Reyes Magos" de Leonardo da Vinci y el fondo musical del "Erbarme dich mein gott" (Apiádate de mí Dios mío) de Bach. Esto ya habla a las claras del contenido religioso del film al tiempo que es una invitación para abandonar el visionado a todo aquel que no esté plenamente convencido de ver algo distinto. Hablamos de una película sueca con el equipo de trabajo de Ingmar Bergman, por lo que las analogías con su obra son constantes.

La película comienza con una historia ficticia de un monje budista que Alexander cuenta a su hijo mudo, lo que lo convierte en un soliloquio. A partir de ahí las referencias al mundo religioso son constantes, en los diálogos, en la decoración religiosa de todas las casas que vemos y en la música de fondo. El niño mudo -y el resto de la película perdido o durmiendo- representa el incierto futuro en constante situación de vulnerabilidad. "Dejad al niño dormir" ó "¿Dónde está el niño?" reflejan la preocupación de todos los personajes a lo largo del film. Precisamente casi todos los personajes -excepto el médico- se desmayan o sufren ataques de ansiedad continuamente, encontrando únicamente en el alcohol o en los ansiolíticos la fuerza para seguir adelante. Las referencias a la Guerra, al sinsentido, a la miseria.. son también repetidas, así como las frases "Estamos ciegos. No vemos nada".

En este sentido de las frases, hay algunas de ellas que son para enmarcar, de las que destaco estas cuatro:

- "La creencia lo es todo. Si creemos, algo ocurrirá"
- "Todo podría ser diferente si no tuviéramos miedo a la muerte"
- "El pecado es todo aquello que no es necesario. Toda nuestra civilización es por ello pecado, desde el principio hasta el fin"
- "Todos los regalos requieren su pequeño sacrificio, que es lo que les da valor"

Como antes expuse el argumento, ahora lanzo la pregunta que planea toda la trama: ¿Puede la oración de una sola persona cambiar el destino de toda la humanidad? ¿es ello posible o siquiera planteable? Cierto que la oración de Jesucristo en Getsemaní parece aportar una respuesta positiva a la cuestión, pero claro, Él era el Hijo de Dios... Volviendo al film, ¿Podría una sola persona cambiar el destino de la humanidad realizando un acto sacrificial en contra de su voluntad pero que interpreta a través de la oración que es lo que Dios le está pidiendo para salvar a todo el género humano? formulada la pregunta así las reminiscencias de Abraham son más que evidentes como se podrá entender... 

Otra analogía más que evidente es el lavado de manos de Alexander tipo "Pilato" antes de cometer el pecado expiatorio. Me sorprende que en todas las críticas que he leído ningún crítico haya ni siquiera mencionado este paralelismo. Máxime cuando unas escenas antes se había pronunciado la misma pregunta que Pilato hizo a Jesucristo en el interrogatorio previo a su condena: ¿Qué es la verdad?

Tarkovsky no responde a esta cuestión, como dije anteriormente. Siento ser spoiler pero entiendo que esta entrada es para personas que ya hayan visto la película y quieran profundizar en ella. El final es interpretable. Alexander resulta ser un loco de manicomio que cumple su promesa a Dios y ofrece su casa en holocausto en agradecimiento por haber detenido la Tercera Guerra Mundial, pero nunca sabremos si ello ocurrió de verdad o solo en la mente de Alexander, de ahí la genialidad del final. 

La película termina con dos frases. La primera, la del hijo de Alexander -en off- que habla por primera vez en el film, diciendo la enigmática frase bíblica: "Lo primero que se creó fue la Palabra". Yo la interpreto como una liberación al estilo de Zacarías, quien recupera su voz en el momento en el que Juan el Bautista recibe su nombre en cumplimiento de la promesa de Dios. La segunda, escrita sobre la pantalla, es del propio Tarkovsky que dedica la película "a mi hijo, con esperanza y confianza". Ante un final confuso y bastante amargo es un contrapunto que intenta lanzar un rayo de optimismo.

En fin, una película para ver y encontrar más detalles, que seguro que los hay y muchos.