miércoles, 26 de febrero de 2020

Miércoles de Ceniza. El Judas de Leonardo Da Vinci

Nos disponemos a comenzar una nueva Cuaresma, tiempo de conversión y arrepentimiento. Recientemente me tropecé con esta historia que quería compartir con vosotros. Supongo que es ficticia, pero eso no la hace menos interesante y valiosa espiritualmente hablando:

Cuando se supo que Leonardo Da Vinci iba a representar la Última Cena y que necesitaba modelos para pintar a Jesucristo y los doce apóstoles, una gran cantidad de personas se presentaron como voluntarios. El artista quiso empezar con Jesús, por lo que escogió a un modelo de apenas 20 años. El joven tenía una cara inocente, reflejaba paz e inocencia, y estaba libre de las marcas que la vida va dejando en el rostro.

Cuando Da Vinci terminó de pintar a Jesucristo siguió buscando otros modelos para representar al resto de apóstoles, dejando al más complicado, Judas, para el final. Tardó unos seis años en pintar a los once apóstoles. Cuando le tocó el turno a Judas, buscó sin suerte a un modelo con una cara fría, dura, y a ser posible marcada por cicatrices que evocaran la traición, la avaricia. Cuando andaba desesperado por no encontrar a nadie semejante, un amigo le dio una pista.

-Leonardo, tengo lo que buscas. En el calabozo de Roma hay un hombre que está sentenciado a muerte y reúne las características que buscas. ¡Es perfecto para Judas!

Leonardo, sin pensárselo dos veces, fue hasta el calabozo y encontró lo que había estado buscando. Aquel hombre tenía el pelo largo, un cuerpo maltrecho, una mirada asesina y la cara marcada por los estragos de la vida. Tras elegirle, permitieron al reo trasladarse al estudio del pintor mientras durara su trabajo.

Día tras día, el artista iba dando pinceladas maestras a la representación de Judas mientras el modelo le miraba en silencio. Cuando Leonardo terminó de pintar el cuadro y llamó a los guardias para que devolvieran al prisionero a los calabozos, este se resistió y cayó de rodillas ante el pintor. Le gritó desesperado.

-¡Leonardo! ¡Mírame bien! ¿Es que no me reconoces? -Da Vinci negó con la cabeza. No recordaba haber visto a aquel hombre antes de la visita al calabozo- ¡Soy yo! ¡El joven al que hace siete años elegiste para ser el modelo de Cristo!

Las vueltas que da la vida.... ¿Verdad? 

Hace unos años en una entrada parecida afirmé que todos tenemos algo de Pedro y algo de Judas. A veces traicionamos a Cristo como hicieron ambos, pero si somos capaces de arrepentirnos y pedirle perdón estaremos más cerca de la actitud de la roca de la Iglesia que de la del traidor. Hoy podemos dar un paso más al hilo de esta historia y afirmar que a veces nos asemejamos a Cristo y otras a Judas. Depende de la vida, de sus circunstancias y de las decisiones que vayamos tomando. Ahora que comienza una nueva Cuaresma propongo como reto espiritual eliminar de nuestras vidas todo lo que nos separa de Cristo y retomar la inocencia y la pureza que nos acerca a Él. Espero que así sea....

miércoles, 19 de febrero de 2020

Tan Lejos, Tan Cerca (In Weiter Ferne, so Nah, Alemania, 1993)

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Tan Lejos, Tan Cerca no es una excepción. A pesar de tener el mismo director que El Cielo sobre Berlín (Wim Wenders) y contar prácticamente con el mismo elenco de actores, enriquecido además con Nastassia Kinski (la hermosa Ángela Raphaela) y Willem Dafoe (el demonio Emit Flesti) la secuela no está tan lograda como su antecesora. Tiene un argumento similar, con un ángel que decide abandonar su plácida vida de mensajero para experimentar la libertad y el amor humanos. En sus propias palabras, escoge ser “uno de ellos para ser un mensajero más luminoso”. En general hay muchas similitudes con la primera película: Está rodada también en una Berlín convulsa tras la caída en 1989 del Telón de Acero (incluido un pequeño papel para Mihail Gorbachov) con una fotografía excelsa, como no podía ser menos siendo Wenders su director. Las escenas desde lo alto de la Puerta de Brandeburgo son espectaculares. Comienza con imágenes aéreas de la Columna de la Victoria como morada de los ángeles, con continuos recuerdos de la Gran Guerra y el periodo nazi, con una técnica cinematográfica que mezcla blanco y negro con color según la perspectiva de la narración, apariciones esporádicas de Colombo-Peter Falk, ambientada en el mundo circense y de los acróbatas... todos ellos ingredientes que ya aparecían en la primera película. El apartado musical -tan importante en las películas de Wenders- incide en el rock independiente, aunque corre en este caso a cargo de Lou Reed.

¿Cuál es la novedad entonces que aporta esta película? Pues bajo mi punto de vista complementa a la primera ya que cambia el optimismo de aquella con un realismo-pesimismo necesario, dando así una visión de conjunto más plena. Damiel es ahora un feliz padre de familia con un matrimonio ejemplar y un negocio de productos italianos Casa Dell’Angelo (La casa del Ángel) que va bien. Cassiel y Raphaela, sin embargo, experimentan que su tarea como ángeles cada vez es más compleja debido a la sociedad que se ha creado: “Cada día es más difícil, no pueden escuchar nuestro mensaje porque están aturdidos”. Ahondando en este pesimismo antropológico , Cassiel va a experimentar a lo largo de esta secuela la cara oculta de un cambio de vida que comienza con un cómico cambio de nombre (Karl Engel-Carlos Ángel) y con la expectativa de que en el servir a las personas está el camino correcto, pero los acontecimientos harán que su vida vaya de mal en peor. Tentado por el demonio, caerá en las redes del vicio, de la ludopatía, del engaño, del alcoholismo, de las malas compañías y en definitiva de la soledad, la amargura y el fracaso. El contrapunto terminará como no podía ser de otra manera de manera trágica, aunque la resurrección y la vuelta al Cielo como ángel vienen a arreglar las cosas finalmente. Fiel a las películas de Wenders el film termina con las mismas palabras que comenzaba: "Somos mensajeros al servicio de los hombres: Nosotros no somos nada, vosotros sois todo para nosotros"

Se trata por todo ello de una secuela prescindible, que si bien añade algunos elementos positivos carece de la profundidad y la originalidad del primer film. Da la sensación que quien mucho abarca poco aprieta, y que Wenders quiso introducir tantos temas en el film que no profundizó en esta ocasión en ninguno de ellos. Una pena porque contaba con los mimbres necesarios para haber asentado su magnífica labor inicial. 

miércoles, 12 de febrero de 2020

La fe de Santiago Cañizares y su mujer Maite García

Aún recuerdo a Santiago Cañizares llorando el día que el Valencia perdió la final de la Champions contra el Bayern de Munich en Milán en el año 2001. Yo estaba allí, sufriendo con la afición valencianista la decepción de haber tocado la gloria deportiva con la yema de los dedos pero  quedarse a las puertas del Olimpo por los malditos penaltis. Para un deportista de élite es posible que no haya nada más frustrante ni que cause más impotencia que quedarse con la miel en los labios.

Unos años más tarde, en 2013, la vida golpearía aún más duro a Santiago Cañizares y a su mujer, Maite García, cuando tras una enfermedad de 15 meses perdían a su hijo Santi, uno de los 4 hijos del matrimonio. Si enterrar a un ser querido es la experiencia más dolorosa que atravesamos los seres humanos no quiero ni imaginar lo que debe ser para un padre o una madre despedirse de un hijo, una criatura inocente que contraviene las leyes de la naturaleza cuando abandona este mundo antes que sus progenitores.  

Con una vida plagada de tantos golpes y tan duros, lo normal es desesperarse y perder la fe. En el caso de este matrimonio, sin embargo, las tragedias han sido el revulsivo para darse cuenta de qué es lo verdaderamente importante y transmitir un mensaje de esperanza y de consuelo para muchas parejas que estén pasando por momentos parecidos. Ambos han hablado en los últimos meses de sus experiencias personales, agradecidos de que por aquel entonces hubieran personas que les ayudaran a encontrar una luz al fondo del túnel, personas que los acompañaran y los guiaran espiritualmente por las sendas de la oscuridad y la tiniebla.

Algunas frases son sencillamente para enmarcar. Santiago Cañizares resume una parte de su experiencia religiosa en esta frase que le repetía a su mujer: “Tú te crees que es hijo tuyo, pero es mentira, ha nacido de tu vientre, pero es hijo de Dios”. Ahora que muchas mujeres reclaman el derecho a decidir sobre un hijo no nacido habría que recordarles estas sabias palabras. 

Maite, por su parte, ha escrito mucho sobre el tema. Voy a señalar algunas frases que me han impactado como testimonio personal de fe y de esperanza de una madre que ha descubierto el misterio de la vida:

“Siento que él me eligió como madre y no podia fracasarle. Ni a día de hoy me puedo permitir estar un día triste, porque si él no lo estuvo nunca, ¿cómo voy a perder la sonrisa que él me enseñó a mantener aun en los peores momentos?”

"Entendimos durante esos 15 meses que él se quedó para enseñarnos cuál era su misión en esta vida. Estoy superorgullosa, porque supo hacerlo perfectamente. Era un sabio en cuerpo de niño que vino a enseñarnos lo que de verdad es la vida para que nosotros pudiéramos enseñarlo al resto de la sociedad. Si para él su enfermedad no era un lastre, sino un canal para enseñarnos todo, y supo sonreír incluso en el peor día de su tratamiento, yo, ¿cómo no lo voy a hacer?" 

"Antes, cuando yo era jovencita, tenía pánico a la muerte, quizás porque no había entendido el sentido de la vida. Tampoco entendía el valor, el significado, que conlleva todo lo que es la fe. Como ser humano fracasaré mil veces, pero lo importante en volver a levantarse y seguir ese camino. Ya no tengo miedo a la muerte: sé que lo primero que me encontraré es a él."

Un testimonio de fe impresionante de verdad....

miércoles, 5 de febrero de 2020

El Cielo sobre Berlín (Der Himmel uber Berlin, Alemania, 1987)

Hoy he visto “El Cielo sobre Berlín”, una película alemana de 1997 en la que se basó “City of Ángels”, la película made in Hollywood con la que me siento tan identificado por los motivos que en esa entrada se detallan. Por ello tenía tantas ganas de verla y contrastar las fuentes originales de una historia tan sugerente. La película de Wim Wenders es a su vez la primera parte de una serie que se completa con “Tan lejos, tan cerca” que también voy a ver y comentar en estos días.

El reparto es insuperable para la época, con Bruno Ganz y Otto Sander como los dos ángeles protagonistas (Damiel y Cassiel respectivamente) y con Solveig Danmartin como Marion, la mujer de la que se enamora Damiel y por la que decide cambiar de vida. Por si fuera poco cuenta con las intervenciones de Peter Falk, conocido por su papel de “Colombo”, interpretándose a sí mismo.

El argumento es similar al anteriormente reseñado. Se trata de dos ángeles (en la versión americana será solo uno) que ayudan a los humanos en las vicisitudes de la vida. Aparecen representados como espíritus que acompañan, apoyan y consuelan a los humanos en los momentos más complicados de la existencia. Pueden leer los pensamientos de las personas, pero no pueden tener sus sentimientos al no tener libertad. Solo los niños pueden intuir su presencia reconfortante y al finalizar el día intercambian sus experiencias de manera jovial pero con una pizca de amargura por no poder compartir la condición humana. Ayudan a personas en sus fracasos amorosos, laborales o existenciales, en una ciudad (Berlín) que aún sufre las secuelas de la guerra y de la separación en dos mitades por el muro de la vergüenza.

Poco a poco surge el enamoramiento entre una trapecista -poco afortunada en la vida y el amor- y Damiel, quien comienza a plantearse si sería conveniente experimentar el amor humano a cambio de poner límites a su infinidad. ¿Merece la pena cambiar las comodidades angelicales por una vida más apasionante y completa aunque llena de interrogantes?.... “From her to eternity” es la canción de Nick Cave and The Bad Seeds que forma parte de la B.S.O. y que sintetiza esta problemática una vez que el ángel decide tornarse en humano y vender su armadura para comenzar una vida nueva. Rock alternativo del bueno que complementa con muy buen gusto la historia.

El miedo a la muerte (humano) y el miedo al cambio de vida (ángeles inmortales) son los dos ejes sobre los que se articulan los dilemas morales de todos los personajes que van apareciendo en escena. El equilibrio se encuentra en el amor verdadero, que hace bueno el cambio de vida y de alguna manera es prenda de la futura inmortalidad.

La película no es fácil de ver, con diálogos profundos y simbólicos, con cambios de blanco y negro (el mundo de los ángeles) a color (el mundo humano) y con unos planos picados y panorámicos dignos de ser reseñados. Muchas conversaciones merecerían un comentario, pero me quedo con las últimas palabras de Damiel para la meditación:

Ha sucedido algo y sucede todavía. Es agradable. Sucedió por la noche y sigue durante el día. Ahora más que nunca. Quién era quién. Yo estaba en ella y ella en mí. ¿Cuántos en el mundo pueden afirmar que han estado unidos a otra persona? Yo estoy unido. No se engendró ningún niño mortal, sino una imagen inmortal. Esta noche he aprendido qué es el asombro. Ella me llevó a casa y yo encontré mi hogar. Sucedió una vez. Sucedió una vez y volverá a pasar. La imagen que creamos será la imagen que me acompañará en la muerte. Habré vivido con ella. Disfruto la admiración entre nosotros dos y esa admiración de un hombre y una mujer me ha convertido en un ser humano. Ahora sé lo que ningún ángel sabe...