lunes, 27 de diciembre de 2021

¡Que bello es vivir! (It's a Wonderful Life, EE.UU., 1946)

Todas las películas son hijas de su época. ¡Que bello es vivir! no iba a ser una excepción. Rodada un año después del final de la Segunda Guerra Mundial y basada en el libro de Philip Van Doren Stern The Greatest Gift (escrito en plena Guerra, en 1943), el film es un canto a la vida y al optimismo existencial como respuesta a ese periodo tan dramático de la historia. Con el tiempo se ha convertido en un cuento de Navidad atemporal, un clásico navideño solo a la altura de Cuento de Navidad, cinematográficamente incluso me atrevería a decir que superior al clásico literario de 1843. Ambos tienen en común la idea de Dickens de que la vida sólo puede encontrar un sentido desde la generosidad. La sombra del fantasma del pasado tiene muchas reminiscencias sobre la obra escrita 100 años después de la que tiene a Ebenezer Scooge como protagonista. El contexto histórico, no obstante, es diverso. Muchas familias habían perdido algún ser querido durante el conflicto bélico. Muchos veteranos de guerra -mutilados o afectados psicológicamente- eran en aquella época presa fácil de la depresión, y encontraban en el suicidio la única salida viable a sus existencias. El mensaje último del film -a través de una genial trama- es que por muy desesperados que podamos estar, nunca debemos pensar que la vida no tiene sentido. El fracaso no es el fin último del ser humano, que ha nacido para algo importante. En palabras de su director, “No la hice para los críticos aburridos ni para los intelectuales pedantes. La hice para la gente sencilla como yo; gente que quizás había perdido a su marido, o a su padre, o a su hijo; gente que estaba a punto de perder la ilusión de soñar y a la que había que decirle que ningún hombre es un fracasado”.

El film dirigido por Frank Capra y protagonizado de manera sublime por James Stewart no tuvo una acogida fácil. Si bien se hizo acreedor de 5 nominaciones a los Oscars, no ganó ninguno de ellos. Posiblemente debido a ello, la película fue un fracaso en taquilla, con más de medio millón de dólares de pérdidas en aquella época. Ello supuso la quiebra de su productora, Liberty Films la cual fue adquirida por la Paramount. Un error burocrático al no renovar un acuerdo en 1974 hizo que los derechos pasaran de esta productora al dominio público y con ello a continuos pases gratuitos por parte de todas las televisiones. Entonces -y solo entonces- llegaría el reconocimiento de crítica y audiencia, que ha sobrevivido al paso de los años, convirtiéndola en un must see de cada Navidad

La temática religiosa es múltiple. Ambientada en la Nochebuena, con un ángel que viene a la tierra a salvar un alma y con el sentido de la vida como telón de fondo el film no escatima en villancicos ni en una oración final confiada del protagonista antes de ser redimido. Benditos aquellos tiempos en que la fe cristiana no tenía que ocultarse o cuanto menos replegar su dimensión pública a las sacristías. 

El primer minuto ya deja bien a las claras esta dimensión religiosa con este diálogo entre el Ángel (Clarence Oddbody, traducción literal "Clarence cuerpo extraño") y Dios:

- ¿Está enfermo? -pregunta Clarence.
- No, desesperado -responde Dios.

Creo que la clave del film y lo que hizo que no pasara de moda es que responde a una pregunta que toda persona se ha hecho alguna vez en la vida: ¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera nacido?. La respuesta que da la película viene de nuevo verbalizada en los labios del ángel Clarence Oddbody:

“La vida de cada hombre afecta a muchas vidas”. Extraño, ¿verdad? La vida de cada hombre toca muchas vidas, y cuando uno no está cerca deja un terrible agujero, ¿no es cierto? Ya ves George, tuviste una vida maravillosa.

Moralina para algunos, mindfulness moderno para otros, el film nos invita a ver el vaso medio lleno suceda lo que suceda a nuestro alrededor. Lo cierto es que pilares cristianos como la familia, la honradez o la amistad desinteresada forman un trípode al que el protagonista consigue finalmente agarrarse con las dos manos.

El final, uno de los más optimistas de la historia del Cine, encierra un happy end para todos los protagonistas, incluso para el bueno de Clarence:

- Mamá dice que cada vez que suenan unas campanillas un ángel ha ganado sus alas.

No me cansaré de verla. Será la nostalgia de la Navidad...

lunes, 20 de diciembre de 2021

Lutero (Luther, Alemania, 2003)

Soy de los que creen que la separación de la Iglesia Luterana tuvo tantas razones políticas como teológicas. Evidentemente, esta convicción la he alcanzado con el paso de los años y tras leer mucha literatura al respecto. Los príncipes alemanes vieron el cielo abierto ante las reclamaciones de las 95 tesis de Lutero clavadas en 1917 en la catedral de Wittemberg. Muchas de ellas hoy están plenamente asumidas por la Iglesia Católica (el uso de las lenguas vernáculas, por ejemplo), y muchas otras hubieran sido objeto de una discusión menos acalorada y menos cismática de no estar en juego tanto poder terrenal que el Vaticano temía perder y los príncipes alemanes ganar. El negocio de las indulgencias se acabó por fortuna para la credibilidad de la propia Iglesia, y ello fue sin duda debido a las denuncias de estas prácticas por parte de Lutero y de otros miembros de la propia Iglesia Católica, que condujeron finalmente a una reforma (Contrarreforma) en el Concilio de Trento en 1563. El personaje del film recoge esta crítica con frases tan impactantes como ésta: “Roma es un circo, una gran cloaca, se compra cualquier cosa: sexo, salvación… hay burdeles solo para clérigos...”.

A lo largo de la historia, y en la cultura occidental, Lutero ha cargado con esta etiqueta de hereje o cismático, cuando el monje agustino lo que posiblemente quiso fue una justa purificación de varias leyes y costumbres, muchas de las cuales dañaban ciertamente a la Iglesia. Como en todos los conflictos que terminan en ruptura, las posturas terminaron extrapolándose y haciéndose irreconciliables hasta producirse la separación de la que la Iglesia Anglicana también sacó tajada y que padecemos hoy en día. La supresión de la figura del papado en las Iglesias Reformadas fue consecuencia sin duda de un abuso de poder muy propia del medioevo, siendo hoy asumible esta otra frase sacada del guion: “El papa puede interpretar las Escrituras pero no está por encima de ellas”.

Desgraciadamente, se produjo la ruptura que hace que queden lejos las palabras de Cristo en el Evangelio de San Juan: "Que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste". No somos uno y por ello muchos no creen, lo que debiera ser una vergüenza para todo el cristianismo (incluyendo a la Iglesia Ortodoxa, la primera escisión política en la historia).

Este excurso de tres párrafos es necesario para entender el film de Eric Hill, financiado íntegramente con dinero de la Iglesia Luterana. Con un actor de talla (Joseph Fiennes) y secundarios de lujo (Alfred Molina, Peter Ustinov, Bruno Ganz...) el film está muy conseguido como historia entretenida, con paisajes, decorados, vestuario y diálogos a la altura del mejor cine europeo.

No obstante -y como era previsible debido al patrocinador del film- cae en un excesivo proselitismo de la figura de Lutero, sin que se atisbe ningún ápice de autocrítica a su figura. Dos no se pelean si uno no quiere, y es indiscutible que la soberbia de Martin Lutero estaba a la altura de la de León X o la de Carlos V. Presentar a Lutero como un corderito degollado víctima de su fragilidad humana y su indefensión ante los malvados no ayuda a una correcta interpretación de los hechos. Máxime cuando la historia demostró que la Iglesia Luterana se basó en muchas de sus enseñanzas para la caza de brujas pocos años después y para la persecución del pueblo judío unos siglos más tarde. Todas estas enseñanzas -evidentemente- son silenciadas en el film, si bien es cierto que en 100 minutos es imposible condensar el pensamiento de una figura tan egregia. 

Teológicamente las posturas se han suavizado, y hoy es asumible por la Iglesia Católica -en parte- la justificación que Lutero hace de la salvación por mérito de la fe en Cristo y no por las obras, si bien creo que el propio Lutero hubiera asimismo aceptado hoy en día que lo uno conduce a lo otro. Creo que en este caso no se debe realizar una disyuntiva "fe" u "obras", sino que es más sano hablar de una fe demostrada por las obras o unas obras que corroboran la fe. Pero a nivel teológico cualquier católico asumiría sin más esta frase sobre la justificación del film: "Entonces, cuando el diablo te arroje tus pecados a la cara y declare que mereces la muerte y el infierno, dile esto: admito que merezco la muerte y el infierno, ¿y qué? Porque conozco a uno que sufrió y pagó un rescate por mí. Su nombre es Jesucristo, hijo de Dios, y donde él esté, allí también estaré yo."

A través de episodios como la Dieta de Worms o la Confesión de Augsburgo contemplamos a un Martín Lutero que es todo coherencia, pacifismo y autenticidad. El film da a entender que las repercusiones de sus actos lo sobrepasan, siendo él inocente de cuanto a su alrededor ocurre. Él y los suyos son los buenos e incomprendidos y sus rivales los malos malísimos. Todo demasiado simple y previsible. Sus frases insisto que son hoy aceptables por cualquier católico, otra muestra: “Nos obsesionamos con las reliquias, las indulgencias, la peregrinación a los lugares santos pero todo el tiempo Cristo está aquí, en todos los rincones, a cualquier hora del día. No lo encontraréis en los huesos de los santos sino aquí, en el amor mutuo, en los sacramentos y en la Palabra Dios. Si vivimos la palabra por la fe, amándonos y ayudándonos mutuamente no precisamos temer el juicio de ningún hombre“. Sin embargo aquí se oculta que Lutero rechazó inicialmente 5 de los 7 sacramentos y finalmente los anuló a todos bajo esa denominación. Eso es tergiversar la historia, no cabe duda...

Especial fuerza tiene el discurso final de Lutero cuando se le pide que se retracte. Aunque largo, creo que merece la pena copiar algunos párrafos que exponen sus convicciones y el ardor con las que las defendía:

No puedo renunciar a todas mis obras porque no todas son iguales. Primero están aquellos libros en los que he descrito la fe y la vida cristianas de manera tan simple que incluso mis oponentes han admitido que estos libros son útiles. Renunciar a estos escritos sería impensable porque eso sería renunciar a verdades cristianas aceptadas... El segundo grupo de mi trabajo está dirigido contra la falsa doctrina y la mala vida de los Papas, pasados ​​y presentes... A través de las leyes del Papa y las doctrinas de los hombres, las conciencias de los fieles han sido miserablemente afligidas y desolladas. Si me retracto de estos libros, no haré nada más que agregar fuerza a la tiranía y abrir no solo las ventanas sino también las puertas a esta gran impiedad ... En el tercer grupo he escrito contra personas privadas e individuos que defienden la tiranía romana y han atacado mis propios esfuerzos por fomentar la piedad hacia Cristo. Confieso que he escrito con demasiada dureza. No soy más que un hombre y puedo equivocarme. En el caso de que mis errores sean probados por las Escrituras, revocaré mi trabajo y arrojaré mis libros al fuego. Pero a menos que esté convencido por las Escrituras y por la simple razón -y no por los Papas y Concilios que tan a menudo se han contradicho a sí mismos- mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. Ir en contra de la conciencia no es ni correcto ni sano. No puedo y no me retractaré. Aquí estoy. No puedo hacer otra cosa. Dios me ayude.

Presentado así, insisto, poco que reprochar. Vemos a un hombre auténtico y coherente que antepone la defensa de sus creencias a su comodidad personal. Una pena que en el film se eche en falta una defensa coherente y seria de la postura católica, que también existía y fue defendida por teólogos de altura. Una oportunidad perdida que hace que sea necesaria una revisión cinematográfica de Martin Lutero que sea más imparcial, no tomando parte ni por una ni por otra postura. Siempre que ello sea posible, claro...

lunes, 13 de diciembre de 2021

Ben Hur (EE.UU., 1959)

Aún recuerdo aquella mañana en la que entré con mis padres en una librería. Tendría unos diez años y aún no me había enfrentado a la lectura de una novela "para gente mayor". Tras dar una vuelta por los expositores me dijeron "escoge el que quieras" y creo que sin dudarlo me apropié de uno en el que se veían unas cuadrigas romanas en la portada. Esa noche empecé a leerlo pero desistí al poco, era demasiado para mí, por lo que el libro quedó abandonado en una estantería... Al poco tiempo vi la película que tenía el mismo nombre que el libro de la portada tan chula, y de nuevo quedé fascinado. Finalmente, varios años después terminé de leer el libro de Lewis Wallace para cerrar el círculo. Por aquel entonces yo no era consciente de que el libro de 1880 fue durante 40 años consecutivos la novela más vendida en EEUU ni que aquella película de 1959 fue durante otros 40 años la que más Oscars había ganado (11), siendo empatada -que no superada- por Titanic en 1997.

La película de William Wyler es un remake de otra de muda de 1925, que a su vez se basaba en un corto de 1907. Se ve que el tirón del libro debía verse reflejado en el celuloide cada dos-tres décadas para explotar su comercialización. Aún no he visto el nuevo remake de 2016, creo que me estoy haciendo mayor y he perdido interés en lo que no sea puro, pero algún día tendré que verla, aunque solo sea por comparar... Para el rodaje del clásico no se escatimó en presupuesto, destacando la carrera de cuadrigas en el circo máximo de Roma (también recuerdo con desilusión cuando de adulto estuve allí y mi cerebro apenas podía imaginar el lugar de rodaje, desprovisto ya de todo atisbo de decoración...) y la batalla naval de las galeras. El reparto consagró a Charlton Heston (Judá Ben Hur) como protagonista por excelencia de las superproducciones, secundado por Stephen Boyd (Mesala) como el malo malísimo que produce un rechazo frontal en el espectador.

Ben Hur es historia, ficción, aventuras, drama, acción, épica... todo ello y mucho más en un relato que aborda temas universales como la amistad, la libertad, el amor, el perdón, el poder, la venganza o el sentido de la vida. Y para hacerla más grande se sitúa en el marco de contemporaneidad de personajes históricos como Jesús de Nazaret, Pilato o Baltasar.

Ben Hur también es un canto a la libertad. Al igual que "La Túnica Sagrada" refleja el nacimiento de la fe cristiana y anticipa el fin del Imperio Romano. La siguiente frase del protagonista resume esta idea y podría estar sacada de cualquiera de las dos películas (también de "Espartaco", si bien esta última carece de la dimensión religiosa de las anteriores):

¡No! ¡Te lo advierto! ¡Roma es una afrenta a Dios! Roma estrangula a mi pueblo y a mi país, ¡a toda la Tierra! Pero no para siempre. ¡Y te digo que el día que caiga Roma habrá un grito de libertad como el mundo nunca ha escuchado antes!

La parte espiritual es también muy interesante. Tanto en el libro como en el film los distintos personajes van dejando su impresión sobre Jesucristo de manera indirecta, no como parte nuclear del argumento. De hecho, de Cristo apenas vemos nada que no sea su silueta o un plano lejano, descentrándolo así de la trama principal pero haciéndose presente constantemente en la misma. He recopilado algunas frases interesantes sobre ello:

Miriam: "Era como si llevara en esa cruz el dolor del mundo."

Ester: "Decía: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios"

           "He visto en exceso lo que puede hacer el odio. Pero he oído hablar de un joven rabino que dice que el perdón es más grande y el amor más poderoso que el odio. Yo lo creo."

Sextus: También hay un ermitaño en el desierto llamado Juan el Bautista y el hijo de un joven carpintero que anda haciendo trucos de magia, milagros los llaman ... Este hombre es diferente. Enseña que Dios está cerca, en todo hombre. En realidad, es bastante profundo.


Judá: Casi en el momento de su muerte, le oí decir: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
Esther: Incluso entonces.
Judá: Incluso entonces. Y sentí que su voz me quitaba la espada de la mano.


Baltasar: Toda tu vida es un milagro. ¿Por qué no aceptas el juicio de Dios? Tú no crees en los milagros, pero Dios me habló una vez desde la oscuridad, y una estrella me llevó a un pueblo llamado Belén, donde encontré a un niño recién nacido en un pesebre. Y Dios vivió en este niño. A estas alturas, es un hombre adulto y debe estar listo para comenzar su trabajo. Y por eso he vuelto aquí, para estar cerca cuando él venga entre nosotros. Él está cerca. Vio la puesta de sol esta noche como lo hicimos nosotros. Quizás esté parado en una puerta en algún lugar de la cima de una colina. Tal vez sea un pastor mirando, un pescador. Pero vive en todas nuestras vidas. De ahora en adelante llevaremos su marca. Hay muchos caminos hacia Dios, hijo mío. Espero que el tuyo no sea demasiado difícil.

Y por último, un toque de humor... El que da el Jeque Ilderim, expresando su sorpresa frente a la fe cristiana, novedosa en el monoteísmo y la monogamia...: 

¿Una esposa? Un Dios, lo puedo entender, ¡pero una sola esposa! Eso no es civilizado. No es generoso.

lunes, 6 de diciembre de 2021

El Prisionero (The Prisoner, Reino Unido, 1955)

El Prisionero
es una película que no se comprende a no ser que se tengan unas nociones básicas del contexto histórico, político y geográfico que refleja, en concreto sobre los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial en los países de régimen comunista, unos años en los que aún se permitían las manifestaciones externas de fe, pero al mismo tiempo eran perseguidas con el objeto de ser integradas en el aparato propagandístico del Estado. Cuestiones como los totalitarismos políticos y las dictaduras de izquierda (que hoy solo perviven de manera relevante en China y Corea del Norte) se mezclan con una institución eclesial también diferente de la actual, cuando aún ejercía una fuerte influencia sobre los Estados y sus políticas. De la misma manera, el influjo de la psicología conductista queda muy reflejado en la película, siendo utilizada como instrumento de tortura. Se trata de una corriente que vivía por aquellos años su época gloriosa antes de que Noam Chomsky introdujera en esta disciplina los mecanismos neurocognitivos en 1957, dándole un golpe de gracia a una corriente que ya no volvería a levantar cabeza. Conocer estas visiones contrapuestas de la psicología ayudan también a una mejor comprensión del film, así como la lectura de 1984, escrita por George Orwell en 1949 (5 años antes que la película) y que refleja el tema de los totalitarismos y del control del Estado de manera magistral.

La película está basada en la vida del cardenal húngaro József Mindszenty, declarado venerable el 18 de febrero de 2019, al reconocer el Vaticano el ejercicio heroico de las virtudes que se recogen de manera no biográfica en la película. El propio cardenal, liberado de la prisión unos años después del estreno del film, afirmó que la cinta no reflejaba la crueldad de los calabozos húngaros, considerando que se había centrado demasiado en los aspectos psicológicos de la tortura ocultando los físicos, que fueron aplicados de manera conjunta.

A nivel interpretativo la película de Peter Glenville es un duelo colosal entre Sir Alec Guinness (el cardenal) y Jack Hawkins (su interrogador). El primero estereotipa a un hombre religioso de convicciones profundas y férreas, mientras que el segundo aparece como un hombre sin escrúpulos que hace de la mentira un arte, siendo un hombre al servicio del Estado y de sus intereses. En el fondo se trata del choque frontal de dos ideologías enfrentadas e irreconciliables, en un momento histórico en el que las personas eran menos importantes que las instituciones que representaban.

A lo largo de 91 minutos asistimos a un interrogatorio que atraviesa diversas fases, pasando del "por las buenas" al "por las malas" de manera gradual, llegando al clímax de la tortura emocional. ¿Cuánto está dispuesto a soportar un ser humano incomunicado sin saber si lo que le dicen es verdad o mentira?, ¿En qué momento se fractura su voluntad?, ¿Es posible doblegar a alguien totalmente o esa victoria es fruto de malas artes y no puede ser contabilizada como tal?...

De los interesantísimos y profundos diálogos acerca de la fe, la libertad o las creencias me gustaría destacar cuatro frases, la primera de ellas considerada la clave de interpretación de todo el film. Se trata de la frase del Cardenal a sus seguidores antes de ser detenido puede ser la respuesta a estas preguntas:

"Tengan presente que cualquier declaración que yo haga mientras esté en la cárcel será mentira o el resultado de la debilidad humana"

Las otras 3 frases me llamaron la atención por diferentes motivos, son las siguientes:

«Sus amos tienen mucha prisa. Quienes convierten lo celestial en terreno suelen tener mucha prisa... Así que vayamos al tema.»

"Usted no quiere la verdad, quiere una confesión."

"Es su mente lo que queremos."

En definitiva, una película para disfrutar con las interpretaciones y sufrir con lo interpretado...