sábado, 30 de marzo de 2024

Jesucristo Superstar (Jesus Christ Superstar, EE.UU., 1973)

Los musicales no me gustan en exceso. Quizás ese sea el motivo por el que un cinéfilo empedernido como yo haya tardado 49 años en ver Jesucristo Superstar, un musical -o una Ópera-rock, para ser más precisos- sobre la vida de Cristo. Vaya esta consideración por delante de la crítica, pues me temo que no seré excesivamente benévolo con ella, aunque reconozco que más por mi animadversión al género que por la calidad del producto.

"Y ahora, la película", es el slogan promocional de un film que adaptó el exitoso musical de Brodway a la gran pantalla. En España fue durante años interpretado genialmente por Camilo Sexto, pero en el Cine nos tenemos que conformar con la versión anglosajona subtitulada. 

La película fue dirigida por Norman Jewison, quien ha muerto este pasado mes de enero a la edad de 97 años. El longevo cineasta estuvo activo hasta comienzos del milenio, con obras reseñables como Huracán Carter (1999). El elenco de actores es más desconocido, pues casi todos ellos -debido al éxito del film- consagraron su carrera a seguir interpretando el musical en los teatros, caso de Ted Neeley (50 años haciendo el papel de Cristo, apenas tuvo tiempo para aparecer en 8 películas como secundario) Carl Anderson (Judas Iscariote) o Yvonne Elliman (María Magdalena). Escapó de este encasillamiento Barry Dennen (Pilato), quien apareció posteriormente en 14 largometrajes dilatando así su carrera cinematográfica. 

Rodada integramente en Israel, el paisaje desértico dell Mar Muerto es casi un personaje más de la película. La aridez, el calor, el viento y la polvareda son elemento común de toda la trama. Con temperaturas cercanas a los 40º, el elenco necesitaba refrescarse continuamente para evitar deshidrataciones. Los decorados y el vestuario son intencionadamente anacrónicos, reflejando un conjunto hippie de los años 70 que se traslada a la tierra que vio nacer a Jesús. El pacifismo imperante en la cultura hippie es el contexto en el que deben ser entendidos los elementos bélicos del siglo XX que aparecen en el film (tanques, ametralladoras, aviones) así como numerosos elementos del atrezzo. En una de las canciones hay también una crítica feroz a los manipuladores medios de comunicación. Un autobús con matrícula 666 (el número de la bestia) traslada a los miembros del conjunto. Entre ellos destacan un Judas Iscariote de raza afroamericana y una María Magdalena con facciones asiáticas.

Vamos con el apartado espiritual, con bastantes cosas que comentar.

En primer lugar, el papel principal está bastante repartido entre Cristo y Judas Iscariote. Protagonista y antagonista se reparten los duelos interpretativos más interesantes. Cristo es tratado con bastante fidelidad a los relatos bíblicos, aunque es criticado por Pilato como querer su auto-sacrificio a toda costa. En esta línea, Judas aparece más como una víctima de los planes sádicos de Dios. Es presentado como un apóstol desencantado del liderazgo de Cristo ("Todos tus seguidores están ciegos, demasiado Cielo en sus mentes, era hermoso pero ahora es amargo, sí, todo se ha vuelto amargo"). Su libertad queda en entredicho y es presentado más como víctima que como verdugo. María Magdalena, por su parte, asume el rol femenino del film, sin que en éste aparezca María, la Madre de Cristo. Enamorada platónicamente de Cristo, se la identifica con la prostituta que cambió de vida al conocerlo ("Es un hombre, es sólo un hombre. Y he tenido tantos hombres antes, en muchos sentidos, que él es sólo uno más"). El papel de San Pedro es bastante secundario (en línea con la teología protestante) y completamente irrelevante el de San Juan. Anás, Caifás, el díscolo Herodes (en el musical una Drag Queen, en el film más suavizado) y Pilato configuran a los jueces y responsables de la muerte de Cristo, con un orden en el proceso muy cercano al evangélico. Todo ello encaja bastante bien en las corrientes teologicas de los años 70 dentro de la llamada "Teología ascendente". 

Varias escenas me han llamado poderosamente la atención, algunas en negativo y otras en positivo. La que menos me ha gustado fue presentar la Última Cena como picnic campestre. En la Biblia queda claro que es en un lugar cerrado, si bien la justificación es que todo el film se desarrolla al descubierto. La expulsión de los mercaderes del Templo ("¡Mi templo debería ser una casa de oración, pero vosotros lo habéis convertido en cueva de ladrones! ¡Salid! ¡Salid!"), el suicidio de Judas y los 39 latigazos suponen, cada uno de ellos, una escena impactante. De entre todas ellas, la más acertada (a mi gusto) visualmente hablando, es el lavatorio de unas manos ensangrentadas de Pilato. Nunca me lo había imaginado así, y aunque no es históricamente probable, es artísticamente conmovente. A nivel de letras, me parece muy poderosa la oración de Cristo en Getsemaní, un desarrollo espiritual de las palabrass bíblicas "Que pase de mí este cáliz, pero que no se cumpla mi voluntad sino la tuya": "Dios, tu voluntad es dura. Pero tienes todas las cartas. ¡Beberé tu copa de veneno, clávame en tu cruz y rómpeme, desángrame, golpéame, mátame!, ¡Llévame ahora, antes de que cambie de opinión!".

En la escena de la cruz se producen las únicas frases recitadas del film. De las Siete Palabras de Cristo se han seleccionado estas tres:

"Padre, perdónales porque no saben lo que hacen" (Lc. 23, 34)
"Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?" (Mt. 27,46)
"Padre, a tus manos encomiendo mi Espíritu" (Lc. 23,46)

Se omiten el "Tengo sed", el diálogo con los ladrones, la entrega de María a Juan y el "Todo está consumado"

La muerte de Cristo en el atardecer con el sol al fondo es visualmente bella, aunque oculta de nuevo la tormenta y el terremoto bíblicos. 

No es mi género favorito, tampoco es una película 100% ortodoxa, es hija de su época... pero a pesar de todo ello no pierde excesiva frescura. Merece la pena un visionado, tiene intuiciones y originalidades que sin duda hacen comprender mejor el desarrollo posterior de muchas películas sobre la Pasión. 

lunes, 25 de marzo de 2024

Los diez Mandamientos (The Ten Commandments, EE.UU., 2007),

Aprovecho esta Semana Santa lluviosa para seguir viendo cine religioso. No sé si la figura de Moisés es una de las que más películas han proporcionado a la historia del séptimo arte, pero que es la figura del Antiguo Testamento que más veces ha sido llevada a la gran pantalla creo que es una realidad. 

Esta película de animación de escasos 80 minutos, dirigida por Bill Boyce y John Stronach, es una prueba más de ello. Bastante fiel al relato bíblico, es inferior en calidad a El Príncipe de Egipto (1998) y aporta muy pocas novedades respecto a esta, salvo que la animación utiliza técnicas modernas de 3D. 

Su argumento es archiconocido, pues no es otro que la vida de Moisés, desde su nacimiento hasta su muerte. Para abreviar la historia -y contextualizarla- un narrador va contando con una voz en off algunos detalles importantes.

Se comienza con el mandato del faraón de matar a los varones israelitas, motivo por el que Moisés (que significa "Salvado de las aguas") es abandonado en el río Nilo y recogido por la hermana del faraón, quien lo criará en palacio. Tras esta primera escena llegan los títulos de crédito, bastante originales y dispuestos en una especie de marco con escenas animadas de Egipto.

Tras ese comienzo, la acción en sí nos presenta a un Moisés ya adulto, que rivaliza en importancia con Ramsés en palacio, hasta que un día el primero conoce su origen hebreo, asesina a un soldado egipcio y huye a Madian, donde conoce y desposa a Séfora. Dedicado al pastoreo, se produce allí la teofanía de la zarza, con un diálogo fiel al relato bíblico -con algunas licencias- bastante interesante: 

Dios: “¡Moisés!, ¡Moisés!, ¡Moisés!”
Moisés: “Estoy aquí, estoy aquí”
D.: “Descálzate porque estás pisando tierra sagrada”
M.: “Ya me he descalzado, Señor”
D. “Soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he escuchado sus lamentos porque conozco sus penas. Por consiguiente, te enviaré a ti Moisés para que los liberes y traigas a mi pueblo para que me sirva en estas montañas”
M.: “¿Quién soy yo Señor para hacer eso? Si regreso a Egipto y digo que me envía Dios, nadie me creerá me preguntarán: ¿Qué Dios?, ¿Cómo se llama ese Dios? Y ¿Qué les diré?”
D.: “Soy el que soy. Diles: “Yo soy” me ha enviado a vosotros. Ese es por siempre mi nombre. Ahora vete, estaré contigo”.

Este mandato provoca su vuelta a Egipto, las plagas, la Pascua y el Éxodo atravesando el Mar Rojo con la derrota del ejército egipcio. Tras esta victoria, la marcha por el desierto con la providencia de Dios dando al pueblo el maná, el agua y las tórtolas como alimento. La llegada al Monte Sinaí propicia el episodio del becerro de oro y la entrega de los Diez Mandamientos, que sí destaco porque son algo diversos a los mandamientos cristianos (ciertamente en el libro del Éxodo 20, 2-17 aparecen así...)

"Soy el señor, tu Dios.
1. No tendrás más Dios que yo.
2. No adorarás a dioses falsos
3. Jamás tomarás mi nombre en vano
4. Santificarás el sábado
5. Honrarás a tu padre y a tu madre
6. No matarás
7. No cometerás adulterio
8. No robarás
9. No mentirás
10. No desearás los bienes ajenos"

Como castigo por la idolatría, los israelitas vagan 40 años por el desierto y Moisés no puede entrar en la Tierra Prometida, que únicamente ve de lejos. Tras entregar el poder a Josué, la vislumbra y mantiene este diálogo con Dios:

Moisés: "Ya voy, Señor. Ya voy" (mira de lejos la Tierra Prometida)
Dios: "Este es tu lugar, Moisés. Este es tu lugar"

A nivel espiritual es, como he mencionado anteriormente, bastante fiel al relato bíblico, no apartándose de él en exceso. Presenta a Moisés como el mayor de los profetas, incidiendo en aspectos de liderazgo y visionarios del personaje veterotestamentario. Su formato de animación la hacen propicia para un primer acercamiento a los relatos bíblicos, si bien su perspectiva y lenguaje es más judía que cristiana, lo que requeriría algunas aclaraciones posteriores al visionado. De todas formas, no desmerece un buen uso para catequesis o clases de Religión. Aparte de ello, no se me ocurre otra finalidad en una obra que es decente, pero que incide en un tema ya bastante manido y en el que no aporta excesivas novedades. 

lunes, 18 de marzo de 2024

Renacidos: El Padre Pío cambió sus vidas (España, 2019)

Termino mi particular Triduo Cuaresmal cinematográfico sobre el Padre Pío con este documental de José María Zavala sobre el santo de Pietrelcina. Tras conocer mejor su vida con los telefilmes Padre Pío. Entre el Cielo y la Tierra y Padre Pío hoy ha tocado el turno a conocer la vida de varias personas a las que la figura del santo cambió la vida.

Su director, José María Zavala, es a su vez uno de los protagonistas de la historia. Tras rodar en 2018 el documental El misterio del Padre Pío (que aún no he visto) el año siguiente dirigió este documental que puede considerarse una continuación del mismo. En el momento en el que escribo estas líneas son ya 7 los documentales de temática religiosa que ha dirigido, convirtiéndose, por lo tanto, en un experto en la materia, siguiendo el camino comenzado en 2010 por Juan Manuel Cotelo con La Última Cima. Unas palabras escritas sobre fondo negro al comienzo del film hablan a las claras de la intención del mismo: "Renacidos tiene como misión dar a conocer y amar al Padre Pío como gran intercesor de nuestro tiempo" (Franco Moscone, Obispo de San Giovanni Rotondo). A continuación vemos los rostros sonrientes de 25 personas, los protagonistas de las historias relacionadas con el santo, en una escenografía que a mi juicio parece copiada de la que Philip Gröning realizara con los monjes cartujos en El Gran Silencio en 2005. Enriquecen el documental un abundante material fortográfico y audiovisual de la época del santo, conservados en muy buen estado. 

Antes de analizar el contenido del documental merece una mención la canción con la que concluye el mismo, Pero a tu lado del grupo madrileño Los secretos. Álvaro Urquijo canta la canción que su hermano Enrique dedicó en 1995 a su hija María. Una letra perfecta para el documental, que habla de redención y de perdón, comienzando con estas líneas:

He muerto y he resucitado
Con mis cenizas un árbol he plantado
Su fruto ha dado y desde hoy algo ha empezado

El documental presenta los testimonios de 25 personas que afirman que han sido bendecidos por el Padre Pío de una forma u otra. Suelen estar presentados en parejas que se van alternando en la narración. El conjunto puede llegar a parecer repetitivo, provocando una saturación de alabanzas a la figura del santo. Como es normal, algunos testimonios resultan más impactantes que otros, pero creo que la idea es recoger diferentes experiencias de todas las edades, países y culturas para intentar transmitir el convencimiento de que el Padre Pío puede cambiar la existencia de cualquiera. La mayor parte de estas experiencias están relacionadas con enfermedades incurables, pérdida del sentido de la vida o vacíos existenciales. Otros afirman incluso que han visto al santo, han escuchado su voz o se han emocionado hasta límites insospechados al observar su cuerpo incorrupto. No faltan menciones a la lucha del Padre Pío contra el demonio, así como de su amiga la Madre Esperanza, quien también sufría ataques físicos del demonio y afirmaba irónicamente del maligno: “Este solo hace lo que puede, lo que le dejan hacer”. No obstante la pluralidad de testimonios, hay un factor común: Los relatos son todos de personas de clase media-alta. El motivo no es otro que el económico, ya que todos ellos han experimentado "algo" en sus peregrinaciones a San Giovanni Rotondo, lo cual no está al alcance de cualquier bolsillo. En su mayor parte se trata de experiencias interiores difíciles de explicar con palabras, lo que convierte al documental en un refuerzo de la fe para los creyentes y un ejercicio de neurosis colectiva para ateos y agnósticos. Sea como fuere, 25 personas que cambian sus vidas tras un encuentro espiritual con un santo creo que merecen -al menos- el beneficio de la duda.

De entre todos ellos voy a destacar cinco, con alguna frase interesante que merece la pena ser resaltada: 

El primero es el de François Brunatto, hijo del primer discípulo del Padre Pío. De su padre dice que afirmaba "Soy el pecador más grande que ha convertido el Padre Pío". Me impresionó de este testimonio que no fue la confesión la que lo convirtió, sino la mirada del futuro santo cuando se acercaba al confesionario:  "Aquella mirada finalmente cambio su vida".

Más controvertido es el testimonio de Constanzo Cascavilla, alcalde de San Giovanni Rotondo. También alaba la figura del santo, pero desde su posición de autoridad también habla de cuestiones más mundanas:  “Es un milagro económico tan importante fruto de la santidad del Padre Pío“. Esta es, sin duda, una de las grandes críticas que se le realizan a este santo, la cantidad de merchandasing y marketing que se ha organizado en torno a su figura. 

El director, José María Zavala, también deja un interesante testimonio. Comienza hablando de su éxito como periodista y escritor, pero a pesar de esa posición social desahogada y de su prestigio “Me faltaba lo más importante para ser feliz, que es Dios”. El encuentro con el Padre Pío cambiaría para siempre su vida y su carrera. 

El cuarto testimonio a destacar es el de Manuel Orta, sacerdote director del programa “Palabra y vida “ de Radio María. Realiza una bella reflexión sobre el sentido del sufrimineto y de la cruz, dejándonos esta perla espiritual: “Esa luz que viene de la cruz no hace verlo todo de una manera oscura y tenebrosa, al contrario, es una luz nueva que no podías sospechar, que lo invade todo”.

Termino destacando a Silvio Causo, el custodio del Cuaderno del Amor, un librito espiritual de Luigi Gaspari, hijo espiritual del Padre Pío. Según el testimonio de su padre, el Padre Pío le comentó que ese libro es el anunciado en el capítulo 10 del Apocalipsis, el que el Arcángel le da a San Juan. Al hilo de esta experiencia comenta: “El Padre Pío me ha enseñado mucho, me ha enseñado lo importante de la humildad, poner la mentira a un lado, dejar el miedo a un lado. El cuaderno dice: Te quiero sin miedo. El miedo es un signo de debilidad y de no creer en mi fuerza".

Son solo cinco ejemplos de los venticinco que se contienen en el film. A buen seguro sus testimonios quedan para la posteridad, y no serán los últimos de un santo tan actual y que tantos frutos espirituales sigue produciendo. A mí personalmente me ha abierto el apetito para peregrinar algún día a San Giovani Rotondo, espero que Dios y el Padre Pío me concedan esa gracia....

lunes, 11 de marzo de 2024

Padre Pío (Padre Pio, Italia, 2000)

Vamos con la segunda parte de este "Triduo Cuaresmal" sobre el Padre Pío que me he propuesto hacer. La semana pasada comentaba el telefilm de Giulio Base y esta semana le toca el turno al de Carlo Carlei. A partir de aquí las comparaciones serán frecuentes e inevitables, dado lo similar de las dos teleseries. Como ya adelanté, el año de estreno es el mismo (2.000, un año después de su beatificación) aunque la cadena destinataria en este caso fue Mediaset Italia. Se trata de una producción de 200 minutos (20 más que la anterior) que abarca en este caso toda la vida del santo, desde su infancia hasta su muerte. Por ello, el papel del Padre Pío es interpretado por tres actores: Loris Pazienza (niño) Elio Germano (joven) y Sergio Castellitto (adulto). La B.S.O. no es tan deslumbrante como en el film de Carlei y a nivel interpretativo -aparte del triple protagonista principal- destaca la presencia de Jürgen Prochnow (el Visitador).

El argumento vuelve a ser la vida y milagros (nunca mejor dicho...) de Francesco Forgione, Pío de Pietrelcina. Al igual que la comentada la semana pasada, también está narrada con la técnica de flashback, aunque en este caso son el propio Padre Pío y el Visitador de la Santa Sede los que en los últimos días de la vida del santo hacen un recorrido a toda su existencia. Los detalles litúrgicos también están bien cuidados, alternando la Misa de espaldas al público (antes de 1965) con las de cara al público (especialmente la última de 1968, de la que se tiene constancia audiovisual).

Hay que destacar que -de nuevo a diferencia de la otra versión- los hechos están narrados con mucha calma, con bastantes momentos de silencio, diálogos breves y escasos; además de una sugerente música de fondo adornaos con paisajes y silencios interpelantes. Su visionado es más complejo por este motivo, intentando transmitir la interioridad del santo y no tanto sus acciones externas. 

La primera parte abarca desde su infancia en una familia humilde de Pietrelcina hasta su llegada a San Giovanni Rotondo. Francesco Forgione es presentado como un niño/joven distinto a los demás, con una clara vocación a la vida religiosa y sacerdotal desde que era un infante, con sueños premonitorios, luchas contra el demonio y acciones milagrosas que rodean toda su existencia. Cuenta con la ayuda de su familia y de varios compañeros para lograr sus propósitos y no aparece una hostilidad clara hacia su persona, quien más bien es visto como algo excéntrico (vive en su pueblo natal, fuera del convento) enfermizo y con una espiritualidad recia y sobrenatural. Los estigmas aparecen en su juventud y el diablo se le aparece para disuadirlo de sus propósitos como un perro rabioso o como un sacerdote con el alzacuellos manchado de sangre. 

La segunda parte abarca su labor caritativa en San Giovanni Rotondo, pasando por los momentos duros de la muerte de su madre, la dolorosa investigación sobre sus estigmas/milagros y la construcción de la Casa Alivio para enfermos tras la Segunda Guerra Mundial. Sus últimos días -terminado el flashback- suponen el final de la teleserie y el comienzo de la leyenda. 

Espiritualmente ya marqué unas claves de interpretación de la figura del santo en el anterior film. Aquí se repiten -obviamente- muchas de ellas, aunque creo que se profundiza más en su interioridad. DE esos rasgos destaco sobre todo estos:

- El Padre Pío era un hombre de oración. De nuevo son innumerables las escenas en las que Rosario en mano -o sin él- aparece rezando en cualquier lugar imaginable. Un hombre en búsqueda de su identidad, como deja claro en sus oraciones: "¿Qué quieres de mí?". La primera vez que recibe los estigmas realiza esta plegaria: "Dios mío ¿Qué clase de sacerdote soy? Dímelo tú ¿Que sacerdote soy? Aún no estoy preparado. No estoy preparado para lo que tú quieres". La segunda vez esta otra: "Señor, Tú sabes cuánto te amo, Tú lo ves todo. Yo quisiera cargar con el sufrimiento de los demás, como hiciste tú. Aunque tú sabías cómo hacerlo, yo en cambio, no. Jesús, Tú ves el sufrimiento, la miseria que hay entre nosotros. Yo solo no puedo soportar tanta miseria. Dime tú qué debo hacer. Dímelo". Pero quizás lo más característico de esta versión es que gran parte de su vida espiritual es expuesta como una lucha contra el demonio, quien física y espiritualmente lo machaca, lo tienta y le intenta confundir. Tanto los exorcismos como las apariciones del Maligno son más explícitos que en la otra cinta. 

- A pesar de teer un carácter agrio y brusco para quienes buscan en el algún provecho, es amable y atento para los más cercanos. En su interior se libra una potente lucha entre la soberbia de ser un elegido y la humildad ("Yo solo soy un pobre fraile"). Incluso en los momentos de persecución que sufrió por parte del Santo Oficio, siempre se sintió parte de la Iglesia a quien quería como a una madre:

Visitador: "La Iglesia no necesita hombres como tú"
Padre Pío: "Soy yo quien necesita a la Iglesia"

Dicha persecución la soportó con obediencia y resignación activa. Le redujeron el tiempo en el que debía decir Misa, lo confinaron en su celda, le prohibieron las Misas públicas, confesar, relacionarse con sus grupos de oración y con sus mujeres devotas... Todo ello lo soportó desde el silencio y la oración de su celda. Por cierto, en esta versión no se expone de manera tan clara la influencia de su grupo de colaboradores, centrándose más en sus acciones individuales.

- El sufrimiento físico y espiritual de los estigmas -así como su naturaleza enfermiza- le produjeron una empatía especial con los enfermos, lo que le llevó a emprender una obra social ingente, la Casa Alivio. Sus palabras al respecto son preciosas: "En el enfermo está Cristo, pero en el enfermo pobre está dos veces"

- Sus milagros, estigmas, premoniciones, sueños... son atribuidos siempre a la gracia de Dios y no a sus méritos: "Yo nunca he tenido ningún poder. He sido un simple espectador de los milagros del Señor". En ocasiones, incluso, usando el humor: "Algunas veces Dios me deja leer su cuaderno". El mismo humor que usaba para referirse al negocio que se montaba en torno a su persona: "Voy a tener que comprarme una estampa del santo ese"...

En resumen, una profundización más en la figura de este santo. Ni mejor ni peor que la comentada la semana pasa, sino complementaria a ella. Dos telefilmes que, a pesar de su extensa duración (200 minutos), no terminan de desvelar la personalidad y la santidad de quien se autodescribió así: "Soy un misterio incluso para mí mismo". Una figura, que a día de hoy, sigue siendo enigmática y que no se agota a pesar de los intentos por exponer su obra y mensaje. 

lunes, 4 de marzo de 2024

Padre Pío. Entre el Cielo y la Tierra (Padre Pio: Tra cielo e terra, Italia, 2000)

Me dispongo a completar un injusto vacío que se había producido en las más de 200 películas comentadas  hasta el momento en este Blog. He decidido aprovechar esta Cuaresma para ver y comentar tres películas sobre el Padre Pío que tenía en mi colección y que no había tenido oportunidad de visionar hasta el momento. Las dos primeras, curiosamente, son italianas, del mismo año -2.000- y presentan un formato de miniserie de 180 minutos. Es curioso que se lanzaran casi al mismo tiempo estos dos productos tan parecidos, lo cual fue debido, sin duda, a la beatificación del santo en 1999. 

Comienzo hoy por Padre Pío. Entre el Cielo y la Tierra, dirigida por Giulio Base (Su primera experiencia en el cine religioso, después vendrían En busca de la tumba de Cristo, San Pedro y María Goretti) y protagonizada por Michele Placido (Karol II. El Papa. El hombre). Lo más destacado -de lejos-es la magnífica Banda Sonora de Ennio Morricone, que me atrevería a decir es una variación de La Misión, con muchas reminiscencias de esta si bien los instrumentos y la orquestación son distintas. 

Como he apuntado anteriormente, no se trata de un largometraje, sino de dos capítulos de 90 minutos cada uno destinados a ser emitidos en televisión, en este caso, por la Radio Televisión Italiana (RAI) en noviembre del año 2.000. La versión de Mediaset se había estrenado en abril de ese mismo año, por lo que a nivel de audiencias quedó muy por debajo de la que comentaremos la semana que viene. 

La teoría de la manta es perfecta para esta película. En cinco minutos te das cuenta de que la música es excelsa, los vestuarios y decorados decentes y el maquillaje muy deficiente. El presupuesto es el que es y si te lo gastas en un concepto tienes que recortarlo de otro. Dicho esto, el conjunto es visualmente agradable, la trama está bien hilvanada y las interpretaciones son convincentes. Únicamente el detalle de envejecer 50 años a la actriz que narra la trama se me antoja desafortunado. Es como si a Kate Winslet le hubieran hecho lo mismo en Titanic. Ridículo. Mejor contratar a una actriz anciana, que las hay y muy buenas. 

El argumento está narrado a forma de flashback por Emilia Sanguinetti (interpretada por Barbora Bobulova) hija espiritual del Padre Pío y esposa de Guglielmo, un médico colaborador del capuchino (se puede decir que su brazo derecho) y testigo de todos los hechos que se narran. La acción comienza en 1918, en San Giovanni Rotondo, un pueblo del este de Italia, en el que un fraile de 31 años proveniente de una familia humilde, Pío de Pietrelcina (Michele Placido), se ofrece ante un crucificado a sufrir en sus carnes todo el dolor de la Primera Guerra Mundial,  recibiendo a cambio de esa oración los estigmas de Cristo. A partir de ahí se narra una sucesión de hechos sorprendentes tales como el desarrollo de las propias heridas, la capacidad del Padre Pío para predecir el futuro, averiguar lo que le los penitentes le ocultan en confesión, los milagros que se le atribuyen, exorcismos, luchas con el diablo... Esta primera parte termina con un informe bastante negativo del Padre Agostino Gemelli sobre los hechos sucedidos y el intento infructuoso de cambiar al Padre Pío de convento. La segunda parte, sin dejar a un lado muchos de estos temas, está más enfocada a la construcción de la Casa Solievo (Alivio), la relación personal y epistolar con Karol Wojtyla (el futuro Juan Pablo II) así como la persecución que tuvo que sufrir por parte de compañeros, del Santo Oficio y de algunos miembros de la autoridad eclesiástica. 

Los detalles religiosos del film están tremendamente cuidados, con la ropa litúrgica y las posturas adecuadas, el uso del latín en los momentos litúrgicos y devocionales (Misas, avemarías, exorcismo, bautismo, padrenuestro, confesión, extremaunción (su nombre antes del Concilio Vaticano II). No en vano, al comienzo de cada capitúlo se puede leer "Con el asesoramiento de los padres menores capuchinos". En este sentido, no se le puede reprochar nada a la labor de contextualización de la obra. 

A nivel espiritual, un par de claves son fundamentales para interpretar la figura del santo:

La primera y la más importante, es la oración. De entre todas ellas, destaca la que le proporciona los estigmas: "Todos estos horrores, toda esta sangre, esta guerra terrible. Yo me ofrezco como víctima por los pobres pecadores, me ofrezco para que la guerra acabe. Echa sobre mí los castigos destinados a los otros, echa sobre mí esos castigos cien veces y que ellos se salven". Aparte de esta, son innumerables las veces que el santo aparece de rodillas delante de un crucifijo, rezando el rosario, celebrando la eucaristía o recitando alguna oración. Al comienzo busca el sentido de su misión ("¿Quién soy?, ¿Qué quieres de mí?") A lo largo de su vida aparece celebrando prácticamente todos los sacramentos (Bautismo, Eucaristía, Penitencia, Unción Sacerdotal) realiza exorcismos y mantiene batallas espirituales (algunos comentan que incluso físicas) en su celda con el demonio. Parte de su espiritualidad provenía de su naturaleza enfermiza y proclive a pasar largas temporadas en el lecho del dolor. Esta debilidad física y el agotamiento por la continua pérdida de sangre se transluce en una constante preocupación por el dolor y el sufrimiento ajenos ("El dolor también da sus frutos. Nuestros caminos no son los de Dios. El fruto de este dolor lacerante no podemos entenderlo. Ese es el gran misterio"). Más alla de su talante humano, se apuntan cualidades sobrenaturales, realizando milagros que atribuye siempre a Dios y a la Virgen ("No, no callad, callad, no sabéis lo que decís. Yo no puedo hacerlo. Si decís que yo puedo hacerlo todo, entonces soy un sinvergüenza. Yo solo puedo rezar por vosotros. Solo Dios puede hacer milagros"): cura a un niño ciego, conoce el alma de los penitentes cuando se acercan al confesionario.... El Padre Pío, es presentado, por lo tanto, como un hombre de oración y de fe ("La fe, o la aceptas admitiendo humildemente los límites del hombre ante el gran misterio de Dios o la rechazas. No hay medias tintas"). Se omite (desconozco el motivo) otra de las cualidades especiales que se le atribuía al Padre Pío, el don de la ubicuidad, por la que era visto por distintas personas al mismo tiempo en lugares diferentes. Las últimas palabras que pronuncia en el film (en la charla con una inocente niña) son para alabar a Guglielmoa quienes son -o al menos intentan ser- humildes:

"En un campo de trigo hay espigas muy altas, lozanas, hermosas… y luego hay algunas que están así con la cabeza gacha. Si tocas las más lozanas, las que son -por decir algo- vanidosas, dentro no hay nada. Pero las que tienen la cabeza gacha están llenas de grano de trigo. Ya ves, la vanidad está vacía, solo el amor llena el mundo".

No obstante todas estas cualidades que adornaban al Padre Pío, el film lo presenta también como un religioso de carácter hosco, casi huraño con los desconocidos y únicamente más amable con su círculo de amistades. Esta actitud y el celo que tenía en el confesionario (en el que había que esperar varios días para poder confesarse con él) le granjearon no pocas enemistades. La cinta no oculta todas las acusaciones que se le realizan, tanto en vida como tras su muerte: Romper los votos de pobreza y castidad, colaborar en los negocios de estampas y cuadros con su imagen, intereses económicos, producirse los estigmas y manipularlos para que las heridas no cerraran, Misas excesivamente largas... Muchas de estas acusaciónes provenían de sus más cercanos, fueran mujeres despechadas, frailes envidiosos de su propia comunidad, sacerdotes seculares que no soportaban la fama del capuchino o miembros de la jerarquía que veían un claro peligro en la idolatración en vida del fraile. La oposición interna, en este caso, fue más potente que la externa, llegando a poner micrófonos en la habitación para espiarlo, prohibirle confesar o celebrar de manera pública, o ser castigado apartándolo de su padre espiritual... Todas estas cosas las soportó con paciencia y fe ("Yo no deseo venganza. Para mí, depender y obedecer es una gloria"). El film refleja que el Papa avaló finalmente su tarea apostólica, dispensandolo para ello -y debe ser una excepción en toda la historia- de los votos de pobreza y de obediencia.

La teleserie termina con imágenes reales del 2 de mayo de 1999, en la beatificación del Padre Pío por parte de Juan Pablo II, y una pequeña parte del discurso papal delante de más de 200.000 personas: "Tened fe en Dios. De esta exhortación de Cristo, se hace eco el consejo que el nuevo beato solía repetir. Abandonaos plenamente en el corazón divino de Jesús como un niño en brazos de su madre. Se lo agradezco al Dios que hoy me da la posibilidad de inscribirlo en el catálogo de los beatos."

En resumen, se trata de una buena manera de comprender una figura tan controvertida, odiada y amada a partes iguales, y que el tiempo y la Iglesia han puesto en su sitio. La canonización del Padre Pío en 2002, dos años después del estreno de esta teleserie, supuso el espaldarazo definitivo al reconocimiento de su vida y de su mensaje, fomentando una devoción que ya por aquel entonces era bastante poderosa.