lunes, 27 de junio de 2022

El día de la bestia (España, 1995)

El día de la Bestia es un rara avis del cine español. En primer lugar, porque hasta su estreno no abundaban las películas de terror con una cierta calidad. Posiblemente la cercanía del fin del milenio animó a realizar películas con este corte apocalíptico. Tampoco el Cine de temática religiosa había ocupado un puesto relevante en las últimas décadas. El riesgo de mezclar terror, religión -y añadir un toque de comedia- solo estaba al alcance de Alex de la Iglesia, un director que ha destacado en su trayectoria por un manifiesto interés en estos tres campos. A nivel religioso ha vuelto a repetir algunos de estos patrones en la serie producida para televisión "30 monedas".

La película que hoy comentamos se hizo acreedora de seis Premios Goya, así como del beneplácito de la crítica especializada y del público en general. La mezcla fue acertada, así como el reparto, encabezado por un soberbio Álex Angulo (Padre Ángel) y secundado de manera magistral por Santiago Segura (el heavy José Mari, uno de sus primeros papeles importantes) Armando de Razza (profesor Cavan) y la explosiva italiana María Grazia Cucinotta (Susanna). La música, especialmente el tema principal de Def Con Dos "El día de la bestia" mezcla a la perfección el heavy metal con el desarrollo frenético e inquietante de la trama.

El argumento es muy sugerente. El Padre Ángel ha descubierto que el Apocalipsis de la Biblia encierra un mensaje oculto. Así lo explica en el film el propio personaje: "Bueno, es fundamental. Me inspiró a ver el Apocalipsis no como una alegoría sino como una ecuación. Cada letra tiene su propio número...". Según sus cábalas el nacimiento del Anticristo está programado para el 25 de diciembre de 1995 en Madrid. Como no tiene ni idea de cómo invocar al diablo ("Tengo que vender mi alma al diablo... ¡Pero no se cómo!"), traba relación con José María, un joven aficionado al death metal y con el profesor Cavan, un peculiar presentador de un programa de televisión experto en ocultismo ("Esta noche nace el Anticristo, pero no sé dónde. Por eso necesito invocar el demonio"). Entre los tres intentarán descubrir los datos que faltan y salvar a la humanidad, pasando para ello por varias situaciones a la par divertidas e inquietantes...

Entre las muchas escenas y diálogos que se pueden destacar me quedo con la siguiente, que me encanta por lo antitético de la situación que presenta:

- "Quiero confesarme".
- "Dime lo que has hecho hijo".
- "Nada padre, no he pecado, pero voy a pecar, voy a hacer todo el mal que pueda. Yo no quiero hacerlo... pero tengo que ganarme la confianza de Satán..." 

El film está a su vez lleno de curiosidades. En primer lugar, el director De la Iglesia y su guionista fueron denunciados por un joven escritor que había escrito y entregado un par de años antes a una productora una obra suya ("La luz") con el mismo argumento. A su vez, el director indicó años más tarde que el personaje del Padre Ángel estaba inspirado en un profesor suyo de Universidad que lo había marcado profundamente, así como que los rituales satánicos que se exponen en la película están basados en testimonios de personas que habían asistido a auténticos rituales de ese tipo. 

Por todo ello me parece una película muy interesante y entretenida de ver, recomendable para el amante del buen cine y de los temas esotérico-religiosos. 

lunes, 20 de junio de 2022

El crimen del Padre Amaro (México, 2002)

En este Blog tienen cabidas todas las películas de temática religiosa. Casi siempre -porque aunque no lo parezca, abundan más- me centro en filmes que transmiten una buena imagen de la Iglesia Católica o de la fe, pero nunca he dudado a la hora de analizar títulos favorables a otras confesiones cristianas como en el caso de Lutero, o bien películas en las que la jerarquía eclesiástica sale mal parada, como AménThe Body o Stigmata; satíricas como La vida de Brian, o incluso ridiculizantes de la fe como Camino o Lourdes; controvertidas teológicamente como La Última Tentación de Cristo o con un mensaje moral diverso al cristiano como Priest. Creo que en esta última categoría es en la que hay que encuadrar la que hoy nos ocupa, El crimen del Padre Amaro. Como bien sabéis intento ser equilibrado y comedido en mis críticas, alabando lo bueno pero también denunciando lo que me parece injusto o mal realizado de una película, tanto a nivel artístico como a nivel del pensamiento que subyace en cada propuesta. No se puede perder la perspectiva de que en el fondo hablamos de algo secundario, el Cine, que no deja de ser un entretenimiento a la par que un suculento negocio, un submundo en el que entiendo que partidarios y detractores de la religión deben encontrar productos que quieren consumir y por el que están dispuestos a pagar el dinero de una entrada de Cine, de un DVD o de una cuota mensual en cualquier tele de pago. 

Hay que reconocer que la película que hoy comentamos fue un éxito de taquilla (con un presupuesto de apenas 2 millones de dólares consiguió recaudar casi 27) siendo en ese sentido hasta hace poco la película mexicana más taquillera de la historia. También fue bien recibida por la crítica, estando nominada al Oscar y a los Globos de Oro como mejor película extranjera, si bien finalmente las ganadoras fueron respectivamente la alemana En algún lugar de África y la francesa Balzac y la joven costurera china. Pero me parece que por la amplia repercusión en estos prestigiosos certámenes de EE.UU. -además de muchos más premios en México y en Europa- no debe ser tomada a la ligera y requiere por ello un comentario reposado.

Vamos pues con la película que tenemos entre manos, que recuerdo que fue todo un fenómeno mediático en 2002, el año de su estreno. Hasta entonces pocas personas se atrevían a realizar películas en los que la institución religiosa fuera puesta en entredicho, y mucho menos en un país como México, en el que la mayoría de las personas se declaraban creyentes, teniendo además un especial auge en aquellos años las tendencias ultra-conservadoras nacidas en ese país como los Legionarios de Cristo o la importada de Italia Comunión y Liberación, amén del clásico Opus Dei. Es cierto que en España estábamos más acostumbrados a los ataques -más o menos directos- a la Iglesia Católica desde la industria cinematográfica subvencionada por los partidos de izquierda, pero ciertamente una película con una crítica tan directa creo que aún no se había producido en nuestro país y habría que esperar hasta 2008 con la ya referida Camino para poder establecer una cierta comparación en la agresividad hacia la fe. Por mi parte recuerdo haberla visto por primera vez en Canal +, cadena que la promocionó a bombo y platillo fiel a los ideales liberales y anticlericales del grupo PRISA

La película -sin embargo- no tenía nada de novedosa, pues se basaba en una novela escrita en 1875 por el portugués José Maria de Eça de Queirós. Mirando la ficha técnica, vemos que a la postre el film se convertiría en el trabajo más conocido de Carlos Carrera, director mexicano que a pesar del éxito de este film no consiguió proyectarse internacionalmente y ha reducido su carrera a largometrajes y series de Tv mexicanos. En el reparto encontramos a un jovencísimo Gael García Bernal (uno de sus primeros largometrajes como actor principal), Ana Claudia Talancón (tras este trabajo únicamente ha destacado en el Cine mexicano), y el español Sancho Gracia (Aquí siempre será Curro Jiménez...).

El argumento se basa en la vida de Amaro, un joven sacerdote recién ordenado que recibe como primer destino el ser vicario parroquial del padre Benito en el pueblo de Los Reyes. Allí conoce y se enamora de Amelia, menor de edad, al tiempo que va descubriendo toda un mundo de corrupción al que era ajeno en su vida de seminario. La madre de Amelia, Agustina Sanjuanera, tiene una relación encubierta con el padre Benito, mientras que el padre Natalio, del pueblo vecino, está a favor de la Teología de la Liberación y enrolado clandestinamente en las guerrillas que combaten en el país. A ello se le suma una trama de narcotráfico de la que las autoridades eclesiales parecen ser cómplices a través del blanqueo de dinero. Amaro descubre que la jerarquía recibe cuantiosas donaciones empleadas en buenas obras, pero procedentes de dinero manchado de sangre. Poco a poco el padre Amaro se verá puesto entre la espada y la pared en todos estos temas, viéndose su celibato y su moralidad llevados al límite.

Viendo el argumento, se puede deducir que como plato fuerte la película busca intencionadamente alimentar el morbo de una relación sexual entre un sacerdote que ha realizado la promesa de celibato y una menor de edad. La inmoralidad y la falta de coherencia subyace por todas partes y se convierte así en el núcleo central de una historia de corrupción y de carencia de valores en las que ningún protagonista se salva. La mejor a nivel de dirección es la oscuridad general y la ausencia de colores vivos a lo largo de toda la historia y especialmente al final de la misma, que transmiten un clima de pesimismo vital, de amargura y desilusión en el que los protagonistas se hayan sumergidos. A nivel interpretativo me sorprende que la actriz elegida como adolescente tuviera 22 años y no 16, lo que visualmente resta algo de credibilidad a la película. Tampoco convence la inexpresividad de Gael García Bernal, que no responde a estar metido en el papel de un aturdido sacerdote sino a una carencia interpretativa en toda su filmografía. 

Dentro de la atracción mutua de la pareja, se nos presenta (supongo que será una visión machista para algunos, pero hay que recordad que la novela es de 1875) a Amelia como la que busca deliberadamente tentar al sacerdote. En una confesión le realiza estas tres declaraciones:

"Me acuso de ser muy sensual, padre".
"Me gusta besar a mi novio y tocarme".
"Mientras me estoy bañando me gusta sentir cómo cae el agua sobre mi cuerpo y me acaricio".

Todas estas afirmaciones podrían pasar desapercibidas si no se hubiera captado desde el principio una tensión sexual entre ambos que hace presagiar que el joven sacerdote terminará cediendo a la tentación manteniendo relaciones sexuales con la joven, de las que el film no deja lugar a la imaginación. El film tampoco está exento de ironía y sarcasmo. Este otro diálogo entre ambos protagonistas en una nueva confesión sacramental es un perfecto ejemplo de ello:

Padre Amaro: "Dime tus pecados, hija".
Amelia: "Ya los conoces. ¿Y los tuyos?"

Otra cosa que me llama la atención es que el director afirmara que no quería generalizar la situación del pecado sexual como algo estructural dentro la institución eclesial. Según él, su intención era más bien la de visibilizar el drama moral de una persona inicialmente buena pero que se a viendo involucrado en un comportamiento manifiestamente pecaminoso:

"No es una denuncia de la Iglesia Católica en conjunto, sino una mirada provocadora a lo que puede pasar cuando individuos decentes son seducidos por el poder de su posición".

En este caso no puedo estar de acuerdo con el director. Aunque la intención anterior sea cierta (solo él lo sabe), se echa en falta algún referente moral a lo largo del film. Todos los personajes que aparecen -y especialmente los religiosos- están corrompidos hasta el tuétano. Con ello se nos da la impresión de que el problema que refleja la película es estructural y no personal, a pesar de que el director manifestara lo contrario. No creo que la realidad de la Iglesia mexicana -ni de la de ningún país- no pueda aparecer ningún sacerdote íntegro frente a otros que dejen tanto que desear. 

Analizar el dilema moral del Padre Amaro es quizás lo más interesante del film. Aunque finalmente queda caricaturizado, el proceso de drama interno que sufre es bastante sugerente. Un seminarista recién ordenado que en un escaso periodo de tiempo queda defraudado con el sacerdote que lo acoge, con la comunidad religiosa a la que acompaña y consigo mismo. Un hombre que es infiel a su promesa de celibato, que para más inri lo hace con una menor de edad, que no afronta sus responsabilidades tras las relaciones sexuales y que finalmente aboca a su amante a un aborto -y posterior muerte- no puede ser ejemplo para nadie. Por si fuera poco todo ello, finalmente oculta su participación en los hechos y culpa a otra persona de la muerte de Amelia. Pero es cierto que el contexto en el que todo ello va sucediendo es creíble y convincente, hasta tal punto que el padre Amaro parece en algunos momentos más una víctima que el verdadero culpable de la situación. El film nos hace ver que su verdadero pecado no es de tipo sexual, sino que su verdadera culpa radica en mantener una doble moral y anteponer sus intereses personales de poder y prestigio a las vidas de las personas que se relacionan con él. Sin embargo, me parece una oportunidad perdida no ahondar en el calvario interior que debe ser producido por los remordimientos de haber cometido actos de este tipo, a poco que a uno le quede algo de conciencia. En ese sentido su historia podría haber sido más rica en matices y haber tenido muchas lecturas, y no solo la de alguien rastrero, trepa, mezquino e hipócrita que es la que el film transmite de manera evidente.

Lejos de escandalizarnos, el filme debe hacernos reflexionar sobre una dura crítica de Jesucristo a los  dirigentes religiosos de su época. La encontramos en el Evangelio de San Mateo, capítulo 23 "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar". En el fondo, han pasado los siglos pero la situación no ha cambiado tanto. El ministro de Dios es bienintencionado -no me cabe duda-, pero no deja de ser una persona con sus defectos y tentaciones, con sus debilidades y momentos de pecado. Cualquier persona puede actuar de manera equivocada -incluso siendo incoherente con sus principios- bajo determinadas circunstancias que si bien no sirven de eximentes sí al menos de atenuantes. 

No encontramos en el padre Amaro (personaje de ficción, por cierto) un ejemplo de conducta, todo lo contrario. Pero sí podemos ver en él (en su máximo exponente) la debilidad humana, que sin la gracia divina puede llevar a la persona a la perdición total. En palabras de San Pablo "Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que tan sublime gracia viene de Dios y no de nosotros" (2ª Corintios 4,7).

¿Recomiendo ver esta película? Claro. No soy ningún fundamentalista, y me parece oportuno ver historias religiosas de todo tipo. Está claro que no aprenderemos de esta ningún ejemplo de conducta, pero sí puede prevenirnos para ser conscientes de que la tentación a veces es muy sutil y queda condicionada por muchos factores externos al individuo. Y tampoco está mal recordar otra frase de Jesucristo para cerrar este comentario: "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros" (Lucas, 6, 37-38). En una historia de 2.000 años habrán habido muchos "padres Amaros", no cabe duda. Dejemos que solo Dios los juzgue.

lunes, 13 de junio de 2022

Juana de Arco (Jeanne d'Arc, Francia, 1999)

Comento hoy esta película del director francés Luc Besson. En mis dieciséis años comentando películas religiosas no había tenido que realizar ningún comentario sobre la vida personal de los directores, pero en este caso es necesario hacerlo para comprender al menos el reparto. En 1997, poco antes de terminar de rodar la película "El quinto elemento" el director se casaba con la protagonista de esa película, Milla Jovovich, con la que permanecería casada hasta poco después de terminar el rodaje de Juana de Arco, en 1999. Fueron dos años de matrimonio y esas dos películas en común, poco más duró esa relación. Si la primera fue un éxito de crítica y taquilla, la que hoy nos ocupa no enganchó ni a una ni a otra, por lo que no parece que fuera buena idea mezclar amor y trabajo. A nivel económico, el film contó con un presupuesto de 85 millones de dólares de los que solo consiguió recuperar 66. 

El porqué no funcionó la historia continúa siendo un misterio. Quizás su excesiva duración (151 minutos), la temática religiosa poco propensa al beneplácito de la crítica o lo abstracto de la experiencia religiosa de esta santa influyeran en el resultado final. Cierto que obtuvo dos Premios César y ocho nominaciones más, pero no es menos real que la Jovovich también fue nominada a peor actriz en los Premios Razzie.

Sin embargo buenos mimbres no faltaban. A la mencionada Milla Jovovich (Juana de Arco) se le unirían en el reparto Dustin Hoffman (la conciencia) y otros grandes actores como John Malkovich (Carlos VII) o Faye Dunaway (Yolanda de Aragón), conformando en conjunto un reparto de auténtico lujo. Las escenas de batallas están muy conseguidas y son bastante espectaculares, si bien los críticos achacan que la historia non está exenta de efectismo, provocando sentimientos en el espectador que se desvanecen rápidamente como un azucarillo en un vaso de agua.

El argumento es hagiográfico, narrando los cortos años de la vida de la santa patrona de Francia, la también llamada Doncella de Orleáns. Su nacimiento, infancia y escasa juventud son narrados desde el prisma de lo sobrenatural, donde las conversaciones con su propia conciencia son visibilizados externamente. Esta mezcla de espiritualidad, visiones -o locura- es una constante en las vidas y escritos sobre la santa. La tarea de representar visiblemente una realidad invisible no era fácil, pero el resultado tampoco termina de ser convincente. 

Vamos con el argumento en sí. Santa Juana nace en 1412 en Domrémy (Francia) en un país asolado por la Guerra de los Cien Años. Tras una visión premonitoria y el posterior asesinato de su familia, acude al Delfín de Francia, Carlos VII para que le dé un ejército con el que expulsar a los ingleses. En nombre de Dios intentará acometer esa tarea comenzando por liberar la ciudad de Orleáns. No hay mejor presentación que la que realizan los títulos de crédito iniciales, que enmarcan la historia a la perfección:

1420. Enrique V, rey de Inglaterra, y Carlos VI, rey de Francia, firman el Tratado de Troyes. El tratado establece que el reino de Francia pertenecerá a Inglaterra a la muerte del rey. Pero los dos reyes mueren con unos meses de diferencia. Enrique VI es el nuevo rey de Inglaterra y de Francia, pero solo tiene unos meses. Carlos VII, el delfín de Francia, no tiene intención de abandonar su reino a un niño ni siquiera a su tutor, el duque de Bedford. Comienza una guerra sangrienta y los ingleses, junto con los borgoñones, invaden Francia. La Loire, río difícil y frontera natural, frena temporalmente a los invasores. Carlos VII, el Delfín, se refugia en Chinon. Le gustaría ir a Reims para ser coronado oficialmente rey de Francia. Pero Reims está en manos de los ingleses. Francia atraviesa el período más oscuro de su historia. Sólo una cosa puede salvarlo. Un milagro.

A nivel espiritual lo más interesante del film son los diálogos que Santa Juana tiene con su conciencia (o consigo mismo, cada cual que saque sus conclusiones...) Los que a mí me parecen más interesantes son los siguientes:

Juana de Arco: "Siempre he sido fiel a Dios y he seguido todo lo que me ha dicho y he hecho todo lo que me ha pedido que haga".
La Conciencia: "¿Dios te pidió que hicieras algo?"
J.de A.: "Sí. Sí, muchas cosas".
L.C.: "Quieres decir que Dios dijo: "Te necesito, Juana"."
J.de A.: "No. Pero Él me envió señales".
L.C: "¿Señales? ¿Qué señales?"
J.de A.: "El viento. El viento. ¡Y las nubes, sonando!"
L.C.: "¿Nubes resonantes?"
J.de A.: "El baile. El baile. El baile. El baile."
L.C.: "La danza".
J.de A.: "¡La espada! La espada tirada en el campo. Eso fue una señal".
L.C.: "No. Eso fue una espada en un campo".
J.de A.: "No. No, ¡Eso era una señal!"
L.C.: "No. Eso fue una espada. En un campo".
J.de A.: "¡No puede llegar sola! No puede... Una espada simplemente no llega allí por sí misma. No puede llegar sola".
L.C.: "Cierto. Cada evento tiene un número infinito de causas, entonces, ¿Por qué elegir una en lugar de otra? Hay muchas formas en que una espada puede encontrarse en un campo".

La Conciencia: "¿Quién eres tú para siquiera pensar que puedes saber la diferencia entre el bien y el mal? ¿Eres Dios?"
Juana de Arco: "Soy solo el mensajero. Él me necesita".

Junto a estos diálogos-monólogos hay otras frases de Juana de Arco que merecen ser destacadas. Me quedo con estas dos:

Juana de Arco: "No es mi cuerpo lo que quiero salvar, es mi alma"

Aulon: "¿Pero cómo sabes que estas voces no son solo tú?"
Juana de Arco: "Ellas son yo. Así es como Dios me habla. Incluso tú podrías oírlas si escuchases lo suficiente".

Por último, me gustaría comentar los créditos finales que nos anuncian el desenlace de la historia:

Juana de Arco fue quemada el 30 de mayo de 1431. Tenía diecinueve años. Fue canonizada por el Vaticano quinientos años después.

Ciertamente el motivo oficial de su ejecución fue la acusación de herejía y travestismo por un tribunal de la Inquisición controlado por sus enemigos británicos, y en parte es cierto que hubo que esperar casi 500 años a que la propia Iglesia reconociera la santidad de Juana, aunque esta frase debe ser matizada. 

Tal como alude la película, Juana de Arco fue beatificada en 1909 y en 1920 el Papa Benedicto XV la declaró santa. Lo que el film oculta -al menos no menciona- es que en 1456 un tribunal eclesiástico de apelación declaró nulo el juicio y la posterior condena, declarándola inocente y mártir. Intencionada o no esta omisión, lo cierto es que no hubo que esperar tanto para restituir el honor de esta santa mujer como Besson quiere hacer creer. Hay que recordar que el martirio es una categoría análoga a la santidad para la Iglesia Católica, por lo que declarar santo a un mártir no es más que oficializar algo ya reconocido institucionalmente en 1456.

Una última sorpresa nos deparan las letras finales. Al concluir, el film es dedicado a Madonna y Sting, dos íconos del panorama musical mundial, buenos amigos de Besson pero que aparentemente nada tienen que ver con la historia ni que formaron parte de la B.S.O. del la película... ¿Se trata de un mensaje oculto o una simple dedicatoria? Solo Luc Besson podría responder a esta pregunta...

lunes, 6 de junio de 2022

Conversaciones con Dios (Conversations with God, EE.UU., 2006)

Comentamos hoy esta película de Stephen Deutsch (Stephen Simon de soltero) un director que únicamente rodó dos filmes (el que hoy nos ocupa e Indigo, ambas con un marcado acento humanista) y que posteriormente se convirtió en cofundador de The Spiritual Cinema Circle, productora dedicada a promocionar y publicitar un tipo de cine espiritual y religioso que sea a la vez una defensa de los valores.

El título que hoy comentamos se basa en el best seller de Neale Donald Walsch, libro que fue traducido a 36 idiomas y leído por más de siete millones de personas en todo el mundo. Posteriormente dio lugar a toda una saga de libros del mismo autor con títulos parecidos, aunque menor éxito. El film cuenta con la interpretación en el papel principal de Henry Czerny, actor que ya  había intervenido como secundario en otras películas de carácter religioso como Poseído o El Exorcismo de Emily Rose. Su actuación es esencial para juzgar la obra, pues a excepción de tres breves momentos, el protagonista principal está presente en todas las escenas de la película.

La película (como suele pasar en estos casos) no estuvo a la altura del libro, al menos en cuanto a la crítica. A pesar de un presupuesto modesto y pese a ello recaudar más de un millón de dólares, los críticos de este tipo de filmes siempre son demoledores con ellos, bien por no comprender íntegramente su mensaje o bien porque se oponen frontalmente al mismo, lo que les resta objetividad e imparcialidad. El slogan de la misma a mi parecer tampoco ayudó en exceso a la promoción: "Dentro de cada uno de nosotros, hay una voz que dice la verdad". Creo que faltó en este caso algo de imaginación y provocación. No obstante, el film presenta temas y cuestiones interesantes, como el cambio radical de vida, la transformación interior o el valorar las cosas verdaderamente importantes de la vida. La dimensión religiosa es evidentemente esencial a la trama, si bien es más discutible la manera en la que el mensaje divino llega al protagonista.

Vamos con el argumento. Neale Donald Walsch es una persona completamente normal al que poco a poco se le complica la vida. En un espacio corto de tiempo se encuentra sin trabajo, sin familia, sin casa y sufriendo un tremendo accidente de tráfico que le lesiona el cuello. Llegado al punto más bajo de una existencia humana (dedicando su vida a mendigar para sobrevivir) comienza a escribir sus Conversaciones con Dios sin ni siquiera sospechar que su vida volvería a dar un giro radical pasando de la miseria al éxito en un corto espacio de tiempo.

A nivel espiritual la película (y los libros) son bastante sincretistas, recogiendo y fusionando una variedad enorme de autores filosóficos (Platón, Sócrates, Rousseau, Spinoza, Hegel, Schopenhauer -incluso Nietzsche-) y sistemas de creencias teológicas tan variadas como el cristianismo, el hinduismo, el budismo y el sijismo. La espiritualidad oriental está especialmente presente en las nociones de Dios y de la creación, siendo de esta manera un claro exponente de lo que se conoció a comienzos del milenio como la espiritualidad New Age.

La crítica anterior no impide que haya contenidos y diálogos interesantes. Voy a destacar estos dos que a mí personalmente son los que más me han llamado más la atención:

Kay: "Si Dios tuviera un solo mensaje, su mensaje más importante para todos nosotros, y pudieras ponerlo en un párrafo, ¿Cuál sería?"
Neale: (pausa) "Puedo encajarlo todo en tres palabras. Me malentienden completamente"

Televidente enojado: "Me parece que has escrito un libro de mentiras".
Neale: "Si me preguntas si inventé todo esto... la respuesta es no. Pero, te diré más, yo me he preguntado lo mismo que tú te estás preguntando... ¿Alguien creerá esto? ¿Me creerán? ¿Creerán de dónde vino el mensaje realmente? Solo espero que tomen esa decisión desde vuestro propio corazón, no desde lo que piensan de mí personalmente. Y por favor, no descalifiquen o marginen el mensaje porque... yo... sea... un mensajero tan falible".

En fin, una película interesante, no cristiana al cien por cien pero con elementos trascendentes que tampoco abundan en los tiempos que corren, lo que hacen aconsejable su visionado, siempre que se tenga claro dónde está el límite entre la realidad y la ficción.