miércoles, 23 de diciembre de 2020

La Navidad de Ángela (Angela's Christmas, Irlanda, 2017)

Como ya he comentado en otras entradas acerca de Polonia, también Irlanda se está convirtiendo en uno de los últimos bastiones culturales del cristianismo. Países ambos con una férrea tradición católica donde aún se promueven inversiones artísticas en sintonía con el Evangelio.

En estos días he visto "La Navidad de Ángela", un corto dirigido por Damien O´Connor de 30 minutos de duración y distribuida por Netflix. El corto se basa en un cuento escrito por Frank McCourt (Curiosamente el mismo autor de la obra por la que ganó el Pulitzer en 1997 "Las Cenizas de Ángela") titulado "Ángela y el niño Jesús", escrito en 2007. En ambas obras la protagonista es su madre, Ángela, aunque en esta ocasión la historia se remonta a su infancia.

La historia narra una historia real acontecida en la infancia de su madre, en la que ella y sus hermanos van a la misa del Gallo en la Parroquia de su pueblo. Al terminar la misma, Ángela decide llevarse al niño a su casa para arroparlo en su cama y que no pase frío. El corto se sitúa en esa fría Nochebuena, con las peripecias de Ángela para salirse con su propósito y de paso comprobamos las reacciones de los parroquianos, de los mendigos, de su familia, del sacerdote y del policía -en ese orden- al ir descubriendo lo sucedido.


Además de describir a la perfección el ambiente familiar, religioso y navideño de Irlanda a comienzos del siglo XX, el corto presenta tres lecciones morales. 

1. La primera es describir las buenas intenciones de Ángela, a mi parecer resumidas en estas dos preguntas de la protagonista, una realizada a su madre y la otra al propio niño Jesús:

- ¿Si el Niño Jesús es el centro de la Navidad, por qué está ahí tan solito?
- ¿Por qué nadie quiso arropar ese cuerpecito? Seguro no te estás quejando porque no quieres que tu mami se enfade...

2. La segunda enseñanza es la generosidad, representada en la moneda que el policía regala a Ángela, quien a su vez se la da al mendigo para que pueda comer caliente esa noche. Una concatenación de obras buenas con un final feliz.


3. La tercera lección la da el policía. Cuando el sacerdote regaña a Ángela diciéndole que lo que ha hecho no está bien e insinuando que el policía se la podía llevar detenida, éste responde: "Es cierto. NINGÚN NIÑO debería pasar la Navidad separado de su familia"

En definitiva, una corta pero bonita historia con ambiente navideño y final feliz...


jueves, 17 de diciembre de 2020

El pájaro espino (The Thorn Birds, EEUU, 1983)

Lo primero que tengo que decir de esta película es que no es un largometraje, sino una miniserie de televisión de 460 minutos dividida en cuatro capítulos. Está basada en la novela homónima de la australiana Colleen McCullough. En el telefilm se nos cuenta la relación entre el sacerdote católico Ralph de Bricassart (Richard Chamberlain) y Meggie Carson (Rachel Ward). Muy polémica en su día por la relación prohibida entre los protagonistas, creo que hoy puede ser vista como un cuestionamiento claro del celibato más que como una provocación explícita. Los años que han pasado nos han hecho comprender que en la historia reciente de la Iglesia no han faltado muchos cardenales Bricassart que han incumplido su promesa de celibato y cuyas ambiciones de poder y prestigio hayan sido superiores a su honestidad. Incluso lamentablemente muchos de estos casos reales han tenido como protagonistas no voluntarios a menores de edad, por lo que no creo que a estas alturas haya que escandalizarse por un libro o una película con una temática que en el fondo es el amor. Prohibido e ilícito, pero amor al fin y al cabo.

El primero de los cuatro capítulos es una presentación del sacerdote y de la primera mujer que lo desea, la multimillonaria Mary Carson (interpretada soberbiamente por Barbara Stanwyck), la anciana dueña de Drogheda y poseedora de una fortuna sin descendientes directos. De este capítulo me encanta la confesión de amor de la anciana, llena de amargura y resentimiento hacia la condición humana proyectada en un dios casi sádico:

"Yo le he amado. ¡Y cuánto, Dios mío! ¿Cree que mis años lo impiden automáticamente? Bueno, padre De Bricassart, permítame que le diga una cosa. Dentro de este estúpido cuerpo, soy todavía joven; todavía siento, todavía deseo, todavía sueño, todavía pataleo y maldigo las restricciones que me atan, como mi cuerpo mismo. La vejez es la peor venganza con la que nos aflige un Dios vengativo. ¿Por qué no hace que también envejezcan nuestras mentes?"

Sin embargo, el corazón de Ralph de Bricassart no está puesto en Mary, sino en su inmensa fortuna (un camino para ganarse la púrpura cardenalicia) y en su sobrina Meggie. A ella, siendo una niña, el sacerdote le cuenta una historia que es la que da nombre y sentido a la historia, la "leyenda del pájaro espino":

"…Existe una leyenda acerca de un pájaro que canta sólo una vez en su vida. Y lo hace con una armonía y dulzura, que no puede ser igualada por ninguna otra criatura sobre la faz de la tierra. Desde el mismo momento en que abandona el nido y comienza a volar, busca un árbol espinoso, único. Y no descansa hasta encontrarlo. Entonces, sobrevuela en danza y trinando, se introduce entre las crueles ramas y se clava él mismo, en la espina más larga y afilada. Un canto más bello que el de la alondra y el ruiseñor envuelve su lenta y mortal agonía. Un canto sublime, un trinar inefable que ofrece al precio de la vida. Pero todo el mundo enmudece para escuchar, y Dios sonríe en el cielo. Pues lo mejor solo se consigue al precio de un gran sufrimiento... Al menos, así lo dice la leyenda."

Más adelante, la pasión entre ellos irá subiendo de intensidad. Pero insisto, más allá del morbo (las escenas sexuales son muy escasas), el film se centra en el amor desde el punto de vista de cada protagonista. Para Meggie, Ralph es el amor de su infancia, de su juventud y de su madurez. A pesar de casarse con otro hombre, su corazón no se separa ni un solo minuto del objetivo de conseguir a este hombre. Aunque todos le digan que Ralph pertenece a Dios, ella sabe que en el fondo también él la ama y está enamorado de ella. No entiende porqué no comienza una nueva vida con ella, porqué no buscan la felicidad juntos o porqué dice una cosa y hace otra. Lo ama hasta el punto de querer su felicidad aún no estando a su lado. Ralph, por su parte, ama a Meggie, pero también ama a un Dios que prohíbe el amor carnal de los sacerdotes y se debate continuamente entre ambos amores. También ama la riqueza, sobre todo en tanto en cuanto le proporcionan acceso al poder vaticano y al prestigio. Su amor a Meggie  se lo confiesa a ella en una de las frases que más me conmueven:

"¿Por qué tiras tanto de mi corazón? ¿Por qué llenas ese espacio que Dios no puede llenar?"

Colateralmente esta es otra de las claves de la película. El anhelo de felicidad y la vaciedad interior caracterizan no solo al "pájaro espino", sino a la práctica totalidad de los protagonistas, en un reflejo real de la vida misma. A lo largo de la trama no faltan un sinfín de tragedias. Incendios, muertes, dramas personales, conflictos familiares, vidas vacías y existencias sin sentido se van sucediendo sin eclipsar a los dos protagonistas principales y su historia de amor. 

El final, sin ser excesivamente spoiler, sí me parece una declaración de amor similar al acto que realiza el pájaro espino de la leyenda antes de morir. Algo tarde para Meggie, se puede pensar, pero en su justo momento si creemos en los planes de Dios...

Como escena extraña yo reseñaría dos detalles de los que no he leído nada en todos los comentarios que he contrastado, por lo que creo que he sido el único en darme cuenta, o al menos en ponerlo por escrito. En la ordenación sacerdotal de Dane O´Neill (o De Bricassart, según se mire...) un acólito sostiene un libro con las supuestas oraciones consecratorias. El primer fallo es que no se trata del Ritual de Ordenación (el Pontifical Romano), sino del Leccionario V de los Santos. El segundo es que la ordenación tiene lugar en Roma, y curiosamente el Leccionario está en español, abierto por la página de la memoria de San Francisco de Asís. Curioso que ese detalle no se cuidara más. 

Por otro lado, la música de Henry Mancini merece un comentario positivo aparte, ya que acompaña a la perfección el desarrollo de la trama. El autor de Moonriver o La Pantera Rosa nos legó esta pequeña obra maestra que a pesar de acompañar gran parte de los 460 minutos no cansa en absoluto y sí completa el visionado, un visionado que recomiendo, lejos de puritanismos de antaño, para reflexionar sobre la condición humana y sacerdotal, sobre el amor romántico y sobre el sentido de la existencia del ser humano.