lunes, 31 de octubre de 2022

Thomas vive (España, 2014)

Comentamos hoy una película para gafapastas que combina dos elementos nada de moda como son el teatro y la religión. El film, además, tiene como telón de fondo el punto central de la moral de Santo Tomás Moro: la fidelidad a la conciencia interior aunque la coherencia con la misma te cueste literalmente la cabeza. 

La película está dirigida por Antonio Cuadri, inicialmente dedicado a las producciones televisivas pero que en los últimos años ha girado su carrera hacia producciones cinematográficas de corte humanista y cristiano. La producción corre a cargo de la Universidad a Distancia de la Rioja (UNIR), con todas las limitaciones que ello supone, pero a la que hay que agradecer el esfuerzo por invertir en cultura y arte, algo que en una Universidad se presupone pero que desgraciadamente no está a la orden del día.

El elenco de actores está formado por personas semidesconocidas en el mundo del cine, más vinculados al ámbito teatral, si bien si cierto que casi todos ellos han hecho sus pinitos en la gran pantalla. Rodada en el Monasterio de San Isidoro del Campo de Sevilla, su eslogan promocional (Tras la máscara se esconde el verdadero rostro) nos indica otra de las intenciones del proyecto, mostrar las dificultades existenciales en los actores de teatro, que en todo momento deben conjugar su profesionalidad con los altibajos emocionales propios de cada ser humano, ya sea en sus aspectos afectivos, familiares, existenciales e incluso económicos. 

El argumento quiere representar el ensayo de una obra teatral sobre Tomás Moro en un momento de zozobra en el Teatro (¿cuando no la ha habido?...) propia de una crisis económica. Mientras conocemos detalles de los últimos días de Tomás Moro, vamos descubriendo también las problemáticas internas de los componentes de la obra. En los descansos entre escenas, descubrimos que el director de la compañía, Mario, acaba de romper una relación estable con una de las actrices del reparto, Carmen; o que el protagonista principal, Antonio, sufre frecuentes crisis existenciales que lo angustian durante el rodaje. Una madre soltera obsesionada con su hijo o un actor veterano en pleno declive de su carrera son también personajes cuyas problemáticas salen a relucir. 

A nivel visual, los paisajes, decorados y vestuarios son bastante discretos, aunque el marco del rodaje sea incomparable. Algo que también se le puede reprochar al elenco de actores es una excesiva teatralización por parte de todos los intérpretes. Incluso las escenas que no forman parte del ensayo de la obra presentan a unos personajes que más que interpretar vidas cotidianas con naturalidad siguen enganchados a los guiones teatrales. Que ello sea intencionado por parte del director o una carencia de otros registros interpretativos es algo que solo Antonio Cuadri podría responder, aunque la impresión final que uno saca se inclina más por la segunda teoría.

Los ensayos de las escenas sobre la vida de Tomás Moro se van sucediendo, casi todos ellos dando vida a recuerdos del santo en la prisión en la que pasa sus últimos meses. Allí piensa y recrea momentos de su vida con su primera esposa y madre de sus cuatro hijos, Jane; con su padre John, con su segunda esposa Alice o con su hija Margaret y su esposo William. En sus momentos de delirio-soledad tendrá incluso oportunidad de charlar con utopianos sacados de su obra más famosa. El cardenal Wosley, Cromwell e incluso Enrique VIII también ocupan escenas interesantes que sirven para que Moro se reafirme en sus posturas.

Espiritualmente el film aporta poco más a lo ya comentado en este Blog sobre la biografía clásica de Tomás Moro Un hombre para la eternidad (1966), si bien puede ser entendida como una profundización en los aspectos psicológicos de los personajes. De ninguna manera puede ser vista como un primer acercamiento a la vida del santo, pues los saltos entre escenas son continuos sin seguir un orden cronológico estricto. Pero el mensaje sí es destacable. La coherencia, integridad y amor a la verdad quedan bien manifiestos en un santo que siendo un jurista muere por cuestiones eclesiásticas. El sufrimiento de sus seres queridos queda también muy bien reflejado, visibilizando la impotencia de quienes quieren a Tomas Moro y les gustaría que salvara su vida aún a costa de su integridad. Si el egoísta es Tomás (anteponer sus convicciones a su familia) o su familia (anteponer la vida a la honestidad) es un debate del que se podría sacar mucho jugo en un cineforum posterior. 

Algunas frases y diálogos merecen la pena ser subrayados. De entre todos ellos me quedo con la carta escrita por Tomás a su hija Margarita en la que es su despedida final. De toda ella, la última frase merece un subrayado especial:

"Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor".

Creo que la profundidad y hondura de esas palabras dan para unos ejercicios espirituales. Es precisamente en esas escenas finales en las que los protagonistas principales lo dan todo, en unas interpretaciones convincentes y dignas de elogio, especialmente la de Tomás Moro.

Por todo ello recomiendo un visionado reposado, como he mencionado anteriormente, para una mayor profundización en uno de los santos más grandes de la historia de Inglaterra.

lunes, 24 de octubre de 2022

Juana de Arco (Joan of Arc, EE.UU., 1948)

Hace unos meses comenté el film Juana de Arco de Luc Besson (1999) y tengo que reconocer que no había visto la obra de Víctor Fleming que hoy comentamos, 50 años anterior a esa versión. En estos días he podido visualizarla y me dispongo a realizar un comentario que en justicia debió ser anterior a aquel. 

Lo primero que llama la atención de este film es algo muy semejante a lo que ya comenté en su día de El Reino de los Cielos de Ridley Scott. He podido visualizar la versión completa de 145 minutos y por los comentarios que leo es una película completamente distinta a la comercial de 100 minutos. No sé de quien fue la "brillante" idea de cercenar un tercio de la película pero la idea no pudo ser más nefasta. En la versión completa la intervención del narrador se limita a la escena inicial mientras que la versión editada está llena de pequeñas intervenciones para aclarar la trama, a menudo incluso mientras los actores están hablando en segundo plano. Un crimen en toda regla. 

La película esta basada en la obra teatral de Maxwell Anderson "Juana de Lorena", interpretada en Broadway por Ingrid Bergman, e intenta ser fiel a su guion, incluso con monólogos -y diálogos- excesivamente interpretados, más propios del teatro que de la gran pantalla. La obra póstuma del director de "Lo que el viento se llevó"Víctor Fleming, fue acreedora de 7 nominaciones a los Oscars, ganando los de Mejor fotografía a color y Mejor vestuario a color. Aunque no funcionó mal en taquilla, su excesivo coste le supuso unas perdidas a la RKO de dos millones de dólares, suponiendo así la quiebra de su productora Sierra Pictures.

Los actores escogidos fueron, fundamentalmente, Ingrid Bergman y José Ferrer. Para el portorriqueño fue su debut en Hollywood, dando vida al excéntrico delfín Carlos VII en un papel que le concedería un espaldarazo a su trayectoria. Más criticada fue la elección de Ingrid Bergman, ya que aunque contaba con la experiencia teatral para plasmar el papel a la perfección, su edad por aquel entonces (40 años) era más del doble de la de la santa interpretada. Tampoco ayudó su romance durante el estreno de la película con Roberto Rosellini, dando lugar a que los sectores más puritanos tildaran la situación de blasfemia, debido a que una mujer que vivía en público adulterio interpretara a una santa de la Iglesia. 

En el comienzo del filmVíctor Fleming se autoplagió a sí mismo, con una introducción de los títulos de crédito semejante a la de "Lo que el viento se llevó", agrupando a los actores y personajes por bloques temáticosResulta curioso que ni siquiera de esta parte se salvaron los recortes, dando lugar al absurdo de que muchos actores no aparecen en el reparto de la versión editada pero sí son visibles en la misma. 

El argumento es una hagiografía pura y dura de la corta vida de Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleáns (1412-1431). En sus 19 intensos años de vida pasó de ser una campesina anónima a convertirse en el estandarte de Francia en su lucha contra los ingleses. Recibiendo mensajes divinos a través de voces internas, es capaz de convencer al Delfín y futuro rey Carlos VII para que comience el asedio de Orleáns y con ella al frente comience la reconquista de los territorios ocupados. 

El film comienza con una voz en off, como comenté anteriormente la única que se escucha en la versión completa de la cinta.

"Mientras se arrodillaba allí en la pequeña capilla en ruinas... las voces de sus santos le hablaban una y otra vez, instándola a convertirse en soldado, a liderar los ejércitos de Francia, a coronar al Delfín en Reims. Cosas imposibles que le pedían y pedían una y otra vez...".

Que Dios se dedique a entrometerse en las guerras entre las naciones es algo que no tengo claro. Pero lo cierto es que así lo interpretó Juana y así arengaba a sus tropas, infundiéndoles un valor y un coraje hasta entonces desconocido:

Juana de Arco: "Esta es la hora. Ahora es el momento. ¡En el nombre de Dios, atacaad! ¡Atacad con valentía!".

Una escena interesantísima de la película es cuando en lucha con un soldado inglés este la maldice antes de ser devorado por las llamas, lo que se puede interpretar como un adelanto de lo que le sucederá más adelante a la propia Juana. Este es el escueto diálogo entre ambos

Juana de Arco: "Ríndete y salva tu vida y la de tus soldados"
Soldado: "Jamás, bruja. ¡Arderás en el infierno!" (desaparece entre las llamas)
J.d.A.: "Morir quemado es una cosa horrible".

Tras las victorias militares se pasa sin sucesión de continuidad a la traición y a ser capturada por los ingleses, que la someterán a un juicio eclesiástico nulo e injusto a todas luces. Juana deja de escuchar sus voces, por lo que en un primer momento cede al chantaje de salvar su vida retractándose de todo lo dicho hasta ese momento. Poco después, las voces internas vuelven a hablarle y reconsidera su postura en oración:

Juana de Arco: "¡Oh dulce Dios, perdóname, perdóname! Tenía miedo. Lo que dije fue por miedo al fuego. He condenado mi alma para salvar mi vida". (Juana llora, pero luego, llena de alegría, escucha algo internamente) "¡Tú me hablas! Y te negué.. Lo veo tan claro ahora: mi "victoria" es mi martirio. Mi "escape" es mi muerte".

En la escena siguiente, en el tribunal, Juana ya no le tiene miedo al martirio, haciéndoselo saber a sus captores con estas hermosas palabras:

Juana de Arco: "He vuelto a escuchar mis voces. Me dijeron que hice una cosa muy mala al negarlas, pero me han perdonado. Tengo fe en ellas, no tengo ninguna en vosotros".
Jean le Maistre: "Esa es una respuesta fatal".
Padre Massieu: "Juana, ¿sabes lo que esto significa? Significa el fuego, tu muerte".
J.d.A.: "Vivir sin fe es más terrible que el fuego, más terrible que morir joven. No tengo nada más que hacer aquí. Envíame de vuelta a Dios, de quien vengo".

Frente a esta condena alguna voz se levantó en contra, como la del obispo de Avranches. De manera casi profética anuncia lo que algunos años después supondría el levantamiento de la condena y varios siglos más tarde la santidad para Juana

"Les advierto a ustedes, los supuestos jueces, que pueden tener éxito en enviar a esta chica a la hoguera, pero un día, su rey inglés se avergonzará de estos procedimientos. ¡Roma declarará la verdad sobre esta niña, y Francia alabará a la Doncella por su nacimiento como una nación!".

Pese a estas advertencias se llega a la escena final, en el que Juana es quemada en la hoguera, no sin antes pedir un crucifijo para proteger su alma mientras se consume su cuerpo. Sus últimas palabras son una oración al Cielo.

Juana de Arco: "¡Gloria al Padre como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos!...(tose repetidamente debido al humo que la va rodeando) ¡Jesús!".

Poco a poco ese humo se va transformando en una nube que sube al Cielo y oculta un sol que intenta salir de la oscuridad, imagen con la que termina el film

Sobre el proceso de martirologio y canonización de Santa Juana no me detengo, ya que lo analicé detenidamente en la entrada anteriormente mencionada de la película de Besson Juana de Arco.

En resumen, una película muy interesante para conocer mejor la historia de esta santa, aunque insisto, debe verse la versión completa para una mejor valoración. 

lunes, 17 de octubre de 2022

El hombre de la caridad. Don Luigi di Liegro (Don Luigi di Liegro, L'uomo della carità, Italia, 2005)

Envidia sana. Eso es lo que he sentido tras ver esta película sobre Luigi di Liegro, un sacerdote italiano, ni siquiera declarado santo aún por la Iglesia, pero que desde hace años cuenta con el reconocimiento audiovisual de la industria cinematográfica de su país. 

En varias entradas he referido ya el hecho de que naciones como Italia, Polonia -e incluso la laicista Francia- hagan alarde de estas personas que se han esforzado en crear un mundo y una Iglesia mejores. Independientemente del credo que se confiese, la cultura de estos países se rinde ante lo evidente, mostrando sin recelos la ingente tarea de quienes dieron su vida por crear una sociedad más justa y más humana. Es impensable que en España la cadena Mediaset (la productora y emisora de este telefilme en Italia) estrenara en prime time la historia de un hombre de fe y de Iglesia. Ese trabajo corresponde en nuestro país a productoras independientes (Infinito+1, Goya producciones) que después no suelen encontrar canales generalistas dispuestos a estrenar sus propuestas, con lo que solo llegan a un reducido número de televidentes. 

El formato escogido para exponer la vida de Luigi di Liegro es muy semejante al de Prefiero el Paraíso, con dos capítulos televisivos independientes de 90 minutos cada uno. Eso sí, el presupuesto es bastante menor. Sin excesivos alardes, con un director (Alessandro di Robilant) y unos actores (Giulio Scarpati, Carlo Giuseppe Gabardini, Simone Gandolfo) en su mayoría semidesconocidos, pero con una historia que fluye y entretiene. En estas materias no importa tanto la calidad de las interpretaciones cuanto la hondura de lo que se cuenta, vidas excepcionales y no exentas de dificultades e incomprensiones, a menudo desde dentro de la institución eclesiástica. La emisión no obtuvo buenos datos de audiencia, ya que este tipo de proyecciones tiene un pública limitado. 

La primera parte arranca con un Luigi aún niño en su localidad natal, Gaeta. Allí toma la decisión de ser sacerdote. Su primer destino serán las minas de Bélgica donde ayuda a sus compatriotas emigrantes italianos. Como un emigrante más, experimentará la marginación de los belgas e incluso la de sus paisanos, que solo lo aceptan cuando se remanga la sotana y baja a la mina como uno más de ellos. Tras esa experiencia, vuelve a Roma, al suburbio de Giano, donde tendrá que mediar entre funcionarios ferroviarios (en su mayoría comunistas) y emigrantes chabolistas, haciendo de árbitro en los dramas humanos de unos y otros. Tras esa experiencia el arzobispo le encomienda la tarea de fundar y dirigir la Cáritas Diocesana de Roma. Rodeándose de un equipo de colaboradores que lo acompañaran hasta el final (de los que destacan Don Eugenio y la hermana Ada) Luigi comienza a dar dignidad y esperanza a los indigentes, los sin techo, los enfermos y los ancianos. Para ello crea incansablemente comedores sociales, albergues, ambulatorios, hospitales y hasta una casa de moribundos para enfermos de Sida. En esta primera parte es importante la historia de Alfio y Diana, como ejemplo paradigmático de su tarea sin descanso, así como la ayuda de Silvia, su contacto en los medios de comunicación y quien le ayuda a dar voz a los sin voz. 

La segunda parte arranca con el rechazo de los habitantes del barrio pudiente de Parioli a Villa Glori, una casa de acogida para enfermos terminales de Sida. La incomprensión de todos y la tenacidad de monseñor di Liegro quedan bien patentes en este episodio. De ahí será enviado (casi deportado...) a reconstruir la iglesia de Albania, al borde del exterminio por el régimen comunista. Su misión es reunir a los sacerdotes clandestinos y ponerlos en contacto, en su mayoría secularizados y sin poder ejercer el ministerio desde décadas. Allí volverá a ver en primera persona el drama de la inmigración, con un pueblo albanés que huye desesperadamente de la miseria que el régimen comunista ha dejado tras de sí. La última historia reseñable se produce en su vuelta a Roma, en el el edificio Pantanella, donde más de un millar de emigrantes de Pakistán y Bangladesh vivían en condiciones insalubres. De nuevo la intervención de Don Luigi será clave para apaciguar los alborotos y dotar de condiciones higiénicas al barrio, en una lucha constante contra los políticos y la tibieza de la propia diplomacia vaticana.

Esa es una de las claves que transmite el telefilm. La absoluta falta de apoyo por parte de los diferentes partidos políticos gobernantes y el apoyo muy contenido -rozando la cobardía- de la propia jerarquía eclesiástica, preocupada de no romper las relaciones diplomáticas con los gobernantes. Frente a todos ellos se erige la figura colosal de Don Luigi di Liegro, un hombre carismático, de esos que surgen de vez en cuando como por arte de magia y que por sí solos son capaces de transformar el mundo que les rodea. Un santo (aunque oficialmente aún no lo sea) que asume hasta el tuétano el mandamiento de la caridad de Jesucristo con el que transe todas sus obras.

Tres frases me han parecido geniales y que motivan a la reflexión, la última de ellas la que por escrito cierra el film. Las comparto con vosotros pues en su conjunto transmiten la visión de un hombre preocupado por la emigración, la dignidad de la persona y el auténtico sacerdocio de Jesucristo:

"No se puede amar a distancia, manteniéndose al margen, sin ensuciarse las manos, pero sobre todo, no se puede amar sin compartir".

"El amor de Dios no puede hacerse visible si no se convierte en amor humano por el hombre, si no se convierte en amor por los demás".

"Una ciudad donde un solo hombre sufre menos es una ciudad mejor".

lunes, 10 de octubre de 2022

La profecía 4: El renacer (Omen IV: The Awakening, EE.UU., 1991)

Concluyo (de momento) esta serie de comentarios sobre la saga de El Exorcista con una película difícil de catalogar. Producida únicamente para televisión (lo que en aquella época se conocía como Serie B) estaba inicialmente destinada a ser el comienzo de una serie de entregas que dieran continuidad a la exitosa franquicia, pero su rotundo fracaso en share hizo que el proyecto se fuera a pique y pasara así a ser considerada la última entrega de una cuatrilogía nunca planeada. "El terror continúa" fue el poco -casi nada- original slogan publicitario con el que se intentó enganchar al grupo de adeptos a la trilogía original. El resultado es evidente que no fue el esperado. 

Con música de Jonathan Sheffer (primer film que no contaba con la participación de Jerry Goldsmith), dos directores en lugar de uno debido a discrepancias con la productora (Jorge Montesi y Dominique Othenin-Girard) y un elenco de actores en el que solo destacaba Faye Grant, el fracaso estaba casi garantizado. Por si fuera poco todo ello el argumento no dejaba de ser una vuelta de tuerca más a una temática ya exprimida, no aportando en realidad ningún aspecto novedoso. Eso sí, para deleite de los inexistentes por aquel entonces comités de igualdad, el turno de representar al Anticristo recaía ahora sobre una mujer. Igual en los tiempos que corren alguien está replanteando resucitar la saga con un representante del colectivo LGTBI, cosas más raras se han visto y no hay que descartarlo...

Lo dicho sobre la sinopsis, más de lo mismo. Un matrimonio que no puede tener hijos, la adopción de una niña y ¡sorpresa! comienzan las sospechas de que la niña no es tan niña y sí la encarnación del Maligno. Aunque no se menciona explícitamente, se deja entrever que Delia fue concebida en el romance que Damien y Kate Reynolds mantienen en la entrega de 1981. Algo de continuidad, por lo tanto, se pretende.

Como aspectos positivos cabe mencionar la reaparición del elemento religioso como elemento relevante y revelador a partes iguales. Ello se aprecia en los papeles de la Hermana Yvonne y -sobre todo- del Padre Mattson. Ambos cumplen la función de expertos que anuncian a la protagonista -y de paso al espectador- el terror que está por venir.

Destacar algunas frases y diálogos interesantes es un ejercicio de redundancia a los ya realizados en las anteriores entregas. No obstante, he seleccionado algunos que portan algún matiz de originalidad:

Karen York: "Padre, siempre se habla del Anticristo como un "él".
Padre Mattson: "Bueno, la Biblia no pretendía ser sexista. La humanidad también puede significar género femenino".
K.Y.: "Mujer... mujer..."

Padre Mattson: "Nuestro infierno es su paraíso".

Karen York: "¿Se le puede detener? ¿Hay esperanza?"
Padre Mattson: "Si no la hubiera, haría mis maletas ahora mismo".

Bíblicamente también hay algún apunte, corto y tampoco excesivamente  interesante. Tres son las citas mencionadas a lo largo del film, una del A.T. y dos del libro del Apocalipsis. Quizás el mérito es haber rebuscado hasta encontrar citas bíblicas que encajaran con una cuarta película. En ese sentido, la mención a una cuarta Bestia parece bien traída, si bien argumentalmente no deja de ser únicamente la segunda: 

Daniel 7, 23. "Así dijo: En cuanto a la cuarta Bestia, habrá un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los reinos, y devorará toda la tierra".

Apocalipsis 13,1: "Y se paró sobre la arena de la orilla del mar. Y vi una Bestia que subía del mar, que tenía diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos había diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia".

Apocalipsis 13,5: "A la Bestia se le permitió hablar con arrogancia y proferir blasfemias contra Dios, y se le confirió autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses".

Bueno, lo dicho, un producto que no debería haber existido pero que ya que en él se invirtió esfuerzo y dinero lo justo es dedicarle unos minutos. No es para perder la cabeza pero a fuer de ser sinceros tampoco se hace tan cuesta arriba su visionado, la historia fluye y, en algunos momentos, entretiene.  

lunes, 3 de octubre de 2022

La Profecía 3 –El final de Damien- (Omen III: The Final Conflict, EE.UU., 1981)

Como no hay dos sin tres (y dado el enorme éxito económico de sus antecesoras...) tres años después de la segunda parte de la saga de La Profecía se rodaba esta tercera entrega, con un presupuesto -eso sí- algo más modesto (5 millones de dólares frente a los 7 de la segunda) pero intentando mantener una frescura y calidad adecuadas. Su resultado en taquilla obtuvo la nada despreciable cantidad de 20 millones de dólares, lo que demostraba que la franquicia aún era rentable si bien el agotamiento de la temática comenzaba a vislumbrarse. 

Para este tercer capítulo se volvió a producir un cambio de director, tocándole el turno en esta ocasión al debutante tras las cámaras Graham Baker. El inevitable cambio físico del Anticristo y la constante muerte de quienes le rodean obligaron a configurar un nuevo reparto, con Sam Neill (su primer largometraje en EE.UU.) en el papel principal de Damien, secundado por los actores de reparto Rossano Brazzi y Don Gordon entre otros. La música seguía a cargo del oscarizado Jerry Goldsmith, intentando aportar en ese sentido una clara continuidad a la saga. 

Se estrenaba así la película que supuestamente suponía el final de la trilogía, aunque -como comentaremos la semana que viene- diez años más tarde la saga tendría una extraña continuación. A nivel de crítica el film cosechó más malos comentarios que buenos, achacando la bisoñez de director y del actor principal como carencias fundamentales en un argumento que tampoco aportaba excesivas novedades. Además, es cierto que las escenas de asesinatos no resultan tan impactantes ni tan sorpresivas como en las dos anteriores entregas.

El eslogan del film introduce perfectamente el argumento: "El poder del mal ya no está en las manos de un niño". En efecto, Damien aparece ahora como un adulto de 33 años presidente de las industrias Thorn. Consciente de ser el Anticristo, intenta dominar el mundo para evitar la segunda venida del Mesías. Su antagonista será el Padre DeCarlo, quien junto a otros seis monjes (hermanos Antonio, Benito, Martin, Mateo, Pablo y Simeón) intentarán acabar con su vida para evitar su triunfo definitivo, para lo que tendrán que localizar y emplear las siete dagas sagradas de Megiddo

Si bien la película es menos novedosa en cuanto a su argumento, al ser Damien un adulto las conversaciones son mucho más jugosas, teniendo diálogos realmente interesantes y con alto contenido bíblico y teológico, cosa que se echaba en falta en La Maldición de Damien, en la que como ya indiqué en el comentario de la semana pasada, la figura de un referente eclesiástico brillaba por su ausencia. Vamos a comentar algunas de las frases y diálogos más interesantes:

El Hermano Mateo realiza un parafraseo de la Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2, 3-4, si bien el texto bíblico está recortado por cuestión de duración y para agilizar el desarrollo de la acción:

Hermano Mateo: "Que nadie os engañe de ninguna manera. Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición, el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios".

Aparte de esta referencia, las frases más interesantes corresponden al protagonista principal, Damien Thorn. He rescatado algunas perlas del guion que no tienen desperdicio, aunque no sean muy edificantes para el alma. Evidentemente al ser el protagonista el Anticristo, su discurso es más bien una "anti-oración" cristiana, pero las recalco porque me parecen originales y creativas. Las dos primeras llaman la atención por lo extenso de las mismas, ya que son dos soliloquios bastante largos para una película que mezcla acción y suspense:

Damien: "Oh, Padre mío, Señor del Silencio, Dios Supremo de la Desolación, aunque la humanidad te vilipendie y no te anhele abrazar, fortalece mi propósito de salvar al mundo de una segunda venida de Jesucristo y su sucio credo mundano. Dos mil años han sido suficientes. Muéstrale al hombre, en cambio, los éxtasis de Tu reino. Infunde en él la grandeza de la melancolía, la divinidad de la soledad, la pureza del mal, el paraíso del dolor. ¿Qué imaginación pervertida ha alimentado al hombre con la mentira de que el Infierno se pudre en las entrañas de la Tierra? Sólo hay un Infierno, la plomiza monotonía de la existencia humana. Sólo hay un Cielo, el éxtasis del Reino de mi Padre".

D.: "Nazareno, charlatán, ¿Qué puedes ofrecer a la humanidad? Desde el momento en que saliste vomitado de la herida abierta de una mujer, no has hecho nada más que ahogar los crecientes deseos del hombre en un diluvio de moralidad santurrona. Has inflamado la mente adolescente de la juventud con tu repugnante dogma del pecado original. ¿Y ahora los absuelves al negarles el máximo gozo más allá de la muerte destruyéndome a mí? Pero fracasarás, Nazareno, como siempre has fracasado. Ambos fuimos creados a imagen de hombre, pero mientras tú naciste de un Dios impotente, yo fui concebido de un chacal. Nacido de Satanás, el desolado, el adversario. Tu dolor en la cruz no fue más que una astilla comparada con la agonía de mi padre. Expulsado del cielo, el ángel caído, desterrado, injuriado. Clavaré más profundamente las espinas en tu cadáver putrefacto, profanador de vicios. Nazareno maldito. Satanás, vengaré tu tormento, destruyendo a Cristo para siempre".

D.: "La mayoría de la gente confunde el mal con sus propios deseos y perversiones triviales. Ahora bien, el verdadero mal es tan puro como la inocencia".

D.: "Si Abraham estaba dispuesto a matar a su propio hijo por amor a su Dios, ¿por qué no harás lo mismo por amor al mío?"

D.: "Dejad que los niños se acerquen a mí. Tus palabras, Nazareno. No las mías".

D.: "Discípulos de la Guardia; estoy ante vosotros; en el nombre del que fue arrojado del cielo, pero que vive en mí".

D.: "Y sucederá que en los últimos días la bestia reinará 100 veintenas y 30 días y noches. Y los fieles clamarán al Señor: '¿Dónde estás tú en el día malo?' Y el Señor oirá sus oraciones. Y de la Isla del Ángel sacará al Libertador, el santo Cordero de Dios que peleará contra la bestia y la destruirá". Sólo que no será la bestia la que será destruida, será el Nazareno".

Destacar también este diálogo con Pedro, su discípulo predilecto, que recuerda enormemente a la conversación entre Jesucristo y San Pedro del Evangelio de San Juan 21,15:

Pedro: "Te amo".
Damien: "Más allá de todos los demás".
P.: "Más allá de todos los demás".
D.: "Más allá de la vida misma".

Por cierto, la película termina -como las dos anteriores- con unos títulos de crédito que mezclan varios versículos del Apocalipsis, en concreto 5,5 y 21,4:

"¡He aquí el León de Judá! ¡El Mesías, que vino primero como un niño pero regresa no como un niño, sino ahora como Rey de Reyes, para gobernar en poder y gloria para siempre!. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado".

Lo dicho, a nivel de cinematografía un film entretenido sin más, pero a nivel teológico-espiritual quizás sea el más interesante de toda la saga.