viernes, 28 de marzo de 2008

Pascua!

Ha llegado la Pascua, y la alegría debe desbordarse en nuestro interior del mismo modo que pronto lo hará el azahar de nuestros hermosos naranjos. Serán 50 días para rememorar la Resurrección de Cristo y su victoria sobre la muerte.

En efecto, por mucho que a veces no veamos más allá de la cruz, por mucho que nuestros ojos no vean lo que hay detrás de la empinada cuesta que conduce al Gólgota, nuestra fe nos asegura que todo acaba bien. Dios nos asegura que nuestras lágrimas de tristeza se transformarán un día en alegría, y que la aparente ausencia de Dios en la Pasión se troca ineludiblemente en presencia divina redentora y sanante.

Dios nunca nos deja de la mano, e incluso detrás del salmo rezado por Cristo en la cruz "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?" se oculta una oración de rebeldía pero confiada en que Dios escucha nuestras plegarias, aunque sean desesperadas.

Nuestra historia es Historia de salvación y todo está destinado (si nosotros nos dejamos conducir) a unirnos a la victoria de Cristo glorioso triunfador sobre el mal y la muerte.

Perdonad que insista una vez más con los ejemplos que más me llenan, pero no encuentro otros mejores: Nuestra vida se parece a ese final apretado de un intenso partido de fútbol. Parece que vamos perdiendo, que nuestra fatiga, cansancio y sudor han sido en valde, pero no es así. El gol en el último minuto -que Cristo marca por nosotros- nos da la victoria por la que tanto hemos luchado.

Levantemos el trofeo de la Resurrección que da sentido a tanto esfuerzo.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Semana de Pasión

Me gustan las Hermandades, desde niño he pertenecido a una en Jerez y ahora mismo puedo decir que mis relaciones son excelentes con las tres que el obispo ha puesto a mi cargo como director espiritual. Quizá por ello puedo permitirme este lujo de criticar lo que no me gusta de ellas.
En concreto, me refiero con el titular de hoy a que en el mundo de las Hermandades y Cofradias se hace excesivo hincapié en la Pasión y Muerte del Señor Jesús, arrinconando lo que en realidad es la esencia de nuestra fe cristiana: La resurrección.

"Semana de Pasión", "Estación de Penitencia", "Vía Crucis", "Dolorosas", "Marchas fúnebres"... son palabras del acervo cofrade que, si bien, iluminan una parte del misterio de estos días no es menos cierto que oscurecen la otra parte. No debemos olvidar que la religión cristiana no es el culto a un Dios muerto sino al Dios de la Vida. San Pablo nos lo deja muy clarito en su Primera Carta a los Corintios. En el capítulo 15, versículo 14 afirma: "Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, y vana es también nuestra fe".


Es cierto que Cristo murió crucificado, y que ocultar la cruz es igual de dañino que ensombrecer la resurrección. Son como las dos caras de una misma moneda, inseparables en sí mismas. Me dá mucha pena de aquellos para quienes la Semana Santa termina con la recogida del último paso que hace su recorrido por las calles de cualquier pueblo de nuestra tierra. Han acompañado a Cristo hasta el sepulcro pero en realidad no han entendido nada. No aguardan la esperanza de la resurrección, no ven más allá del Cristo muerto y de la virgen lacrimosa. Les falta la otra cara de la moneda.

domingo, 9 de marzo de 2008

Tierra Santa: Más de lo esperado

Con la frase de este post creo que se resume mi percepción sobre el viaje a la Tierra de Jesús que os había anunciado. Uno se hace una idea de lo que va a ver, se informa, se prepara Biblia y guía en mano... Nada de eso sirve. Israel no es un lugar más del mundo, es EL LUGAR. El viaje no afecta tanto a lo que uno ve cuanto a lo que uno siente. Constantemente va recibiendo información de la tierra de Jesús: sus costumbres, su geografía, su historia, su realidad terrena y humana... Cristo hablaba de lo que veía, y es un privilegio ver las mismas cosas que Él vio: El lago, los pájaros, las plantas, las casas, los olivos, los muros... han pasado los siglos pero las cosas siguen estando allí, dando testimonio del paso de Dios por la historia del hombre.

Como os dije íbamos 100 personas, y sondeando la sensación general la respuesta siempre es la misma: Imposible explicar con palabras lo que únicamente se puede entender estando allí. He visto llorar a personas adultas como auténticos niños chicos. He visto tal fervor religiosos y tal vivencia de las Eucaristías como hacía tiempo no recordaba.

En Israel no hay demasiado arte, ni excesivos lujos. A nivel turístico me parece que tiene por delante más de medio mapamundi. Pero a nivel espiritual, sin lugar a dudas, es la primera. Debería ser parada obligatoria para todo cristiano. Por primera vez en mi vida entiendo por qué los musulmanes obligan a sus fieles a ir a La Meca. Es un baño espiritual del que uno sale regenerado (como el chapuzón que nos dimos en el Mar Muerto, el momento más relajado de la peregrinación...), y ya, estos primeros días en los que leo el Evangelio en misa, lo hago de otra manera. No es un tópico sino una realidad cierta. No puede leer lo mismo El Quijote un chino que alguien que ha deambulado por los campos castellanos. Tampoco se lee la Biblia igual cuando se ha estado tan cerca de la tierra del Maestro.

Este año no han pasado tantas cosas -anécdotas- como en Roma, pero ya os iré comunicando lo más señalado de este viaje. Uno de los peregrinos, Francisco Valenzuela, me ha dejado una página donde podéis encontrar casi 1000 fotos del viaje. Si las queréis ver, no os servirán de nada. Hay que estar allí...