Tengo la suerte de impartir clases a tres seminaristas y tener cuatro en el pueblo. Eso hace que el cordón umbilical con el seminario no se haya cortado del todo a pesar de haber pasado ya ocho años de mi ordenación. Estar en contacto con los seminaristas es muy gratificante. Además de traer a mi memoria viejos tiempos, -no siempre aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, ya me entendéis…- los seminaristas transmiten la frescura y la ilusión de quien comienza la apasionante aventura de ser sacerdote.
Pues bien, fruto de mi relación vía e-mail con uno de ellos, Antonio Luis, es el siguiente cuento que me parece de los más sugerentes que os he presentado en mi blog.
"Un aguador tenía dos grandes vasijas que colgaban de los extremos de un palo. Todos los días las portaba en un trayecto que iba desde una fuente hasta la casa donde trabajaba. Una de las vasijas tenía varias grietas, por lo que goteaba constantemente durante el camino, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua a la llegada a la casa.
El aguador realizó así el mismo trayecto ininterrumpidamente durante dos años completos.
Un día, -esto solo pasa en los cuentos- las dos vasijas comentaron su situación. La vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Sin embargo, la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. La tinaja quebrada decidió hablar con su portador para pedirle disculpas por sus defectos: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir."
El aguador sólo le respondió: "Cuando regresemos hoy a la casa quiero que observes lo que ves al borde del camino"
Así lo hizo la tinaja. Aquel viaje fue especial. Observó por vez primera muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, que con la preocupación del goteo no había observado nunca. Pero, al llegar, de nuevo se apenó mucho porque una vez más sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
Al volver a pedirle disculpas al aguador, éste le dijo entonces: "Estás triste porque tú sólo has visto tu parte del camino. Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado con tu goteo incesante. En el otro borde del camino nunca nació vida alguna. Si no fueras exactamente como eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza."
¡Cuánta razón y sabiduría se ocultan en estas líneas…! Me parece que el cuento lo podría haber firmado el mismo San Pablo, pues su contenido no es muy diverso a la afirmación del Apóstol de los Gentiles en su segunda Carta a los Corintios hablando del Evangelio: "Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que todos vean que una fuerza tan extraordinaria procede de Dios y no de nosotros" (2 Cor 4,7)
Muy buenas, a todos, y en especial a ti, Jaime. Pues la verdad, no sabría que llegaría hasta aquí este correo. No es mio, es de esos que pululeapor la red.
ResponderEliminarPues bien, es un cuentecillos que dice mucha verdad: Dios se sirve siempre de como somos. Sempre pongo el mismo ejemplo, vereis: Judas, emtregó a Jesús, lo hizo rematadamente mal. Pero una cosa sí es verdad, Dios se sirvió de esta entrega para que se cumpliera su plan de salvación. No lo justifico, pero es verdad que Dios se sirve de nuestros males, para converirlos en salvación. Ejemplo de esto puede ser la típica familia que tiene problemas (muerte de un ser querido) y el hecho de tomar contacto con Dios, le ha salido beneficioso, ha superado este fatídico accidente y por así decirlo, "Dios le ha dado vida" y es que el Señor nos ama tal como somos, con una sola petición, nos pide que seamos santos y que vayamos siempre camino de la santidad.
También es necesario que nosotros nos aceptemos a nosotros mismo, necesario para aceptar a Jesús en nuestro corazón.
Por eso, ante la falta de sacerdotes que hay y la santidad que se necesita de éstos, os pido que receis por las voaciones, pero piediendo la santidad de aquellos que ya ejercen su ministerio y los que si Dios quiere, lo ejercerán.
Un abrazo a todos en la alegría de saber que Dios nos llama y nos busca para decirnos cuánto nos quere, aunque a veces no seamos capaces de abrirle las puertas de nuestro corazón.
Bendito sea el Santísimo Sacramento del Altar, sea por siempre bendito y alabado.
Un saludo a todos, Ihs