El versículo de este libro con el que he decidido quedarme pertenece precisamente a esta llamada al optimismo vital. Dios quiere ser nuestro amigo y viene a nuestra casa a comer con nosotros como cualquier amigo haría en una velada entrañable. Tras las cartas a las siete iglesias, el final del capítulo tercero es una autopresentación de un Dios a la vez autoritario y entrañable.
Os dejo con el versículo, espero que os guste tanto como a mí:
Apocalipsis 3, 20
"Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo".