lunes, 10 de febrero de 2025

La misericordia de Dios incomprendida: Jonás

El libro de Jonás es una auténtica joya, tanto literaria como espiritualmente. Narra las peripecias de un profeta que se asusta de la labor que Dios le encomienda, que huye de él, que es tragado durante tres días por un gran pez (imagen de Jesucristo en el sepulcro) hasta que finalmente acepta los designios de Dios, si bien posteriormente se pone celoso de su misericordia y su perdón. Un libro corto de sólo cuatro capítulos de lectura obligada.

Espiritualmente, lo más provechoso bajo mi punto de vista es el episodio final, el ricino que Dios regala a Jonás para resguardarlo del sol pero que es comido por los gusanos y provoca la queja de Jonás. La respuesta de Dios es sublime, pues hace caer en la cuenta a Jonás que sus quejas son infundadas e injustas, pues protesta por la muerte de un árbol que el no ha plantado ni ha cuidado pero se enoja con Dios por no haber matado a los pecadores -aunque arrepentidos- ciudadanos de Nínive.  

 Jonás 4, 10-11

El Señor le replicó: «Tú te conmueves por ese ricino que no te ha costado ningún trabajo y que tú no has hecho crecer, que ha brotado en una noche y en una noche se secó, y yo, ¿no me voy a conmover por Nínive, la gran ciudad, donde habitan más de ciento veinte mil seres humanos que no saben distinguir el bien del mal, y donde hay además una gran cantidad de animales?».

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