lunes, 27 de noviembre de 2023

Se acerca un nuevo Adviento

Ya falta apenas un mes para Navidad, lo que significa que el domingo que viene será el Primer Domingo de Adviento. Al contrario que la Cuaresma, tiempo de penitencia y sacrificios (sobre todo de ayuno, limosna y oración), la Iglesia no sustenta el este tiempo litúrgico en estos tres pilares, sino en fortalecer una de las tres virtudes teologales, en concreto la Esperanza. No corren buenos tiempos para la esperanza, por lo que este año más que nunca nuestra tarea espiritual puede encontrar como una buena propuesta intentar que impregne nuestro corazón. Convertir a Jesús en el "norte" que marque nuestra brújula espiritual y andar en esa dirección es la invitación de estas semanas de preparación a la Navidad

En medio de odios, guerras, hambre, enfermedad, desolación... y ante un mundo que parece haber dado la espalda a Dios y que anda a la deriva, la esperanza no se basa en que todas esas desgracias irán a mejor. Quizás vayan incluso a peor. La verdadera esperanza del cristiano radica en que Cristo ha vencido ya la batalla final por nosotros, independientemente de lo que suceda en el mundo terrenal. Si nos adherimos a su victoria nada debemos temer, nada nos puede hacer dudar, ningún odio puede alterar nuestra paz interior. En palabras de San Pablo: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?...  Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó" (Carta a los Romanos 8, 35.37). La esperanza pasa, por lo tanto en confiar en Dios independientemente del contexto vital y existencial que nos haya tocado vivir en el presente. La esperanza nos proyecta a un futuro mejor porque, tarde o temprano, "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán" (Mateo, 24,35).

El calendario o la corona de Adviento, los adornos de nuestras calles y casas... deben hacernos visualizar esa realidad. Se acerca el momento de celebrar un año más de la venida del Hijo de Dios al mundo, y nuestra esperanza debe fortalecerse para compartir esa alegría con nuestros seres queridos. 

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