Al hablar de Belén no puedo olvidar al pueblo palestino que vive en esta y otras ciudades en conflicto en Israel. Cierto que Bet-lehem (etimológicamente "la casa del pan") pertenece a la región de Cisjordania y no al territorio de Gaza donde en estos últimos meses se han cometido tantas matanzas en nombre de Dios (indistintamente por parte judía como por parte musulmana). Afortunadamente Belén goza ahora mismo de una paz medianamente soportable, aunque aún recuerdo las conversaciones con los pocos cristianos palestinos que vivían en la tierra donde nació Cristo cuando tuve la oportunidad de visitar Tierra Santa y sus testimonios eran conmovedores. En los medios de comunicación, como siempre, se oculta que el 7% de la población palestina tienen por religión el cristianismo, y que sin comerlo ni beberlo, se hayan en medio de una guerra en la que nadie gana y todos pierden. Una población que únicamente quiere vivir en paz en la tierra que fue de sus antepasados y que se resisten a abandonar pese a las presiones y las estrecheces económicas a las que son sometidos. Recuerdo especialmente la conversación con un anciano que me contaba que la persecución política y religiosa que sufrían por parte de Israel rayaban lo inhumano. Padres y madres de familia que al volver a Belén tras una larga jornada de trabajo en la zona israelí eran retenidos -4 o 5 horas, casi a diario- por los soldados israelíes simplemente por diversión o para amargarles la existencia. Estoy hablando del año 2007, imagino que la cosa no habrá ido a mejor en estos años sino todo lo contrario.
Poco podemos hacer por ellos, aunque yo nunca los olvido en la colecta del Viernes Santo, donde toda la recaudación obtenida en las iglesias de todo el mundo va destinada a los cristianos de Tierra Santa. Aún quedan meses para ello, pero os invito a que ese día seáis especialmente generosos. La causa lo merece, intentar que los pocos cristianos que aún quedan en la tierra de Jesucristo puedan vivir con un poco de dignidad.
Mientras tanto, y a pesar de los pesares, ¡Feliz Navidad a todos!
Apunte final: El post va enriquecido por la foto que aquel año pude sacar de la Estrella de Belén en la Basílica de la Natividad, en el lugar exacto donde supuestamente hace 2.023 años el Hijo de Dios vino al mundo. Besarla fue un momento conmovedor, como tantos otros de aquel viaje. En mis clases de Religión siempre les digo a los chavales de Bachillerato que de la misma manera que los musulmanes tienen la obligación de peregrinar una vez en la vida a La Meca los cristianos deberían tener algo parecido. La vida y la existencia se ven de otra manera cuando uno ha tenido la suerte de pisar Belén, Nazaret o Jerusalén. No entiendo que muchos cristianos prefieran ir de excursión a los fiordos noruegos o a las pirámides de Egipto, por poner solo un par de ejemplos. Evidentemente, y por los motivos anteriormente expuestos, ahora mismo no es el momento más oportuno para esa experiencia. Dios quiera que pronto vuelva la estabilidad a la zona y tengamos la oportunidad de visitar de nuevo esos lugares sagrados.
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