lunes, 4 de diciembre de 2023

Adviento: La vida es un aeropuerto

Ayer estuve en un retiro de Adviento y esta idea que nos transmitió un sacerdote de mi Diócesis, D. Pedro Yedra, me pareció genial. 

En un aeropuerto no se vive, se está de paso. Excepto Viktor Navorski (Tom Hanks) en la película "La Terminal", a nadie se le ocurriría vivir en un aeropuerto.

Llegamos al aeropuerto (a la vida) con miedos y aceleros. Tememos haber olvidado la tarjeta de embarque, el DNI, el pasaporte o nuestras pertenencias más preciadas. También la vida está llena de preocupaciones y problemas que hay que ir solucionando tal como nos llegan. 

Otro símil interesante es el equipaje. Cuando llegamos al aeropuerto vamos cargados de maletas hasta que nos deshacemos de ellas cuando las facturamos. Entonces vamos más ligeros, más libres, más diligentes. En la vida vamos descubriendo que es igual. De cuantas más cosas materiales nos vamos desprendiendo, mejor. No hay que tener apego a nada porque todo es superfluo, nada permanece. Hay que ir por la vida con lo justo para disfrutarla y compartir con los demás. 

El momento más delicado de todos suele ser pasar por el detector de metales, que nos pone nerviosos y es un momento del que no nos relajamos hasta que lo atravesamos. También la vida nos pone pruebas y momentos difíciles, situaciones en los que el desagradable pitido y la luz roja nos hace dudar incluso de nosotros mismos, aún sabiendo que no hemos hecho nada malo -o quizás sí-. Puede que en nuestro equipaje de mano haya algo de lo que nos tengamos que deshacer para que se nos permita el paso. Pasar en nuestras vidas por esas etapas de crisis es fundamental para crecer como personas y cristianos. Pero no todo son nervios y situaciones difíciles. 

También en la vida hay momentos preciosos, al igual que el aeropuerto está lleno de comercios, restaurantes, tiendas y entretenimientos. Lo importante es saber que en esos entretenimientos no está el sentido de ir a un aeropuerto. Puedes disfrutar de ellos, pero tu objetivo final es tomar un avión. No se te puede olvidar que al aeropuerto llegas, estás un tiempo, tomas tu vuelo y te vas. El aeropuerto, como la vida misma, es un lugar de tránsito, de paso, pero nunca de llegada. El cristiano cree que eso es exactamente la vida humana: un peregrinar hasta el Cielo como destino último. 

Es interesante saber que en el aeropuerto conoceremos a mucha gente. Unos tomarán su vuelo antes que nosotros, abandonándonos de forma más prematura de lo que a nosotros nos gustaría. Otros nos acompañarán casi todo el momento que permanecemos en las instalaciones, y otros se quedarán en el aeropuerto cuando recibimos la llamada de nuestro vuelo y embarquemos, mirando hacia atrás para ver lo que dejamos. 

Y cuando finalmente tomas tu vuelo, esperas que tras despegar nada malo ocurra y no termines estrellado en una montaña, en la tierra o en el mar. Mientras vas despegando y el cosquilleo se apodera de tu estómago, confias en seguir subiendo y llegar al cielo... Para ello confías en que el piloto de tu vida -Dios-sabe dónde te lleva. Entonces puedes cerrar los ojos y descansar plácidamente... 

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