Vamos a comentar hoy esta película que narra la historia de San
Maximilian Kolbe (1894-1941), un sacerdote franciscano polaco que murió en el campo de
concentración de Auschwitz víctima de la barbarie del nacional-socialismo de
Hitler. La película es una coproducción polaco-alemana, en la que los polacos
pusieron el mártir, el campo de concentración y el director (Krzysztov Zanussi,
sí, no me he equivocado, 7 consonantes seguidas…) y los alemanes prácticamente
el resto, incluyendo el presupuesto.
Como película no está mal, pero presenta muchas lagunas.
Vestuario, ambientación e interpretación dignos, pero poca profundización en el personaje del
santo. En sus escasos 90 minutos de metraje se centra más en las desventuras
del protagonista (el prisionero que huyó de Auschwitz) que en darnos muchos
detalles de la vida de Maximilian Kolbe. Se omiten datos biográficos
esenciales, como que fue fundador de las Milicias de la Inmaculada (el nombre
engaña, su objetivo era únicamente la oración a la Virgen) y que fue muchos
años misionero en Japón. Como dato curioso reseñar que es la última película
rodada en el propio campo de concentración, ya que cuando Spielberg lo solicitó
para rodar “La Lista de Schlinder” le fue denegada su petición porque las instalaciones se estaban reconvirtiendo en el “Museo del Holocausto” que actualmente se puede visitar.
Maximilian Kolbe, el recluso 16.670 de Auschwitz, como
tantos y tantos sacerdotes y religiosos/as que estuvieron en los campos de concentración
nazis, fue
perseguido por denunciar las injusticias del partido nacional socialista alemán. Quienes acusan a la Iglesia de "mirar para otro lado" durante el holocausto, ignoran deliberadamente que muchos católicos - sobre todo monjas y sacerdotes- también fueron asesinados en esa cruel carnicería que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial. El Papa Pío XII actuó con prudencia y con mucha diplomacia para poder ayudar a los perseguidos como se pudo. Santos como el Padre Kolbe o Edith Stein fueron martirizados por su fe cristiana católica. En otros post ya clarifiqué la figura de Pío XII, su importante labor para salvar a los judíos y cristianos de los campos de concentración y cómo tuvo un reconocimiento público por la comunidad judía que le otorgó la máxima condecoración posible para un no judío, el título de "Justo entre las Naciones". Muchos siguen hablando desde la ignorancia, o lo que es peor, desde el intencionado falseamiento de la realidad.
Entremos en el argumento de la película. El sacerdote Maximilian Kolbe (Edward Zentara) es recluido en Auschwitz y condenado a trabajos forzados. En dicho
campo de concentración había una normativa que decía que si algún preso se
fugaba otros diez serían ejecutados muriendo de hambre y de sed en una celda de
castigo. Se produce una fuga y la posterior selección de diez candidatos. El
Padre Kolbe no fue uno de los elegidos, pero voluntariamente se intercambia por
un infeliz que lloraba diciendo “Pobre esposa mía… Pobres hijos míos...”. El
Padre Kolbe dio un paso al frente diciendo “Soy un sacerdote católico. Querría
ocupar el puesto de ese hombre”. La película omite incomprensiblemente este
diálogo reflejado en las actas de su canonización. Tras tres semanas de castigo
en la celda de hambre, fue finalmente asesinado junto a los otros tres
prisioneros que aún sobrevivían con una inyección de fenol. La celda debía ser
reacondicionada de nuevo para otros diez prisioneros.
La historia es real y cruel como la vida misma, mal que le
pese a muchos. Se trata de una historia real que entremezcla cuatro temas esenciales al Evangelio: libertad, fe, sacrificio y amor. Uno de los detalles que más me ha gustado del filme es un diálogo
final en el que los comunistas soviéticos, tras liberar a los prisioneros y
conocer la historia del Padre Kolbe, tienen conocimiento de este este acto heroico pero lo intentan silenciar .
Desesperados por menospreciar la entrega generosa de una vida por otra -en
virtud de unos valores religiosos que ellos detestaban- preguntan a los
esqueléticos supervivientes : “Pero, habrá alguien más que tuviera un gesto
parecido al del cura… ¿Algún médico cambió su vida por un paciente?, ¿Algún
profesor cambió la suya por un alumno?, ¿Podemos encontrar a alguien que
hiciera una acción similar?...”. La respuesta que da un superviviente es tan lacónica
como contundente… “No. Solo un sacerdote lo hizo”. A pesar de sus carencias, la
película termina también de una manera muy afortunada con las palabras de Jesús
en el Evangelio de Juan, capítulo 15, versículo 13: “Nadie tiene amor más
grande que el que da la vida por sus amigos”. El Padre Kolbe no la dio por un
amigo, sino por un auténtico desconocido, lo cual le confiere mayor mérito si
cabe…
Maximilian Kolbe fue beatificado por Pablo VI en 1971 (ceremonia
a la que acudió Franciszek Gajowniczek, el recluso al que salvó la vida) y
canonizado por Juan Pablo II -su compatriota- en 1982. En su homilía, el beato -inminente Santo- Wojtyla lo
definió como “El único triunfador de la Segunda Guerra Mundial”.
Otro mártir de la fe, uno más. Sólo en la Iglesia Católica,
el año pasado (2012) fueron asesinados diez sacerdotes, una religiosa y una
misionera laica. Qué pena que no fueran noticia. Habrá que esperar a que hagan
una película sobre ellos para que se divulguen sus testimonios, todos ellos, a
buen seguro, impactantes.
Me gustaría terminar este post con unas palabras del
director de nombre impronunciable (Krzysztov Zanussi) el día de la presentación
de la película en España. Han pasado 22 años, pero hoy son todavía más
evidentes. En un perfecto castellano (si compráis la película y veis los extras
lo podéis escuchar) dice: “Decidí dirigir esta película porque en el mundo del
arte europeo hay una cierta alergia a los temas religiosos -perdón, rectifico-
a los temas cristianos, porqué el Islam y el Budismo si son en general bien
tratados por nuestra cultura actual…” Vaya palabras más proféticas. Sin lugar a
dudas, sería muy difícil describir en tan pocas palabras el panorama cultural Europeo contemporáneo….
Muy buena peli la recomiendo
ResponderEliminarcapítulo 15, versículo 13: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. El Padre Kolbe no la dio por un amigo, sino por un auténtico desconocido....ME QUEDO CON ESTA FRASE... esta muy bueno gracias por compartir con nosotros que DIOS te siga iluminando.
ResponderEliminarBuen comentario, muchas gracias, que Dios te bendiga.
ResponderEliminarJaime muchas gracias!!!Muy buena reflexión de esta maravillosa película de este gran santo.
ResponderEliminarDios te bendiga.
Vi la película hace un par de años, supongo que es la misma porque la vi durante un viaje y no recuerdo los datos técnicos. Estoy totalmente de cuerdo contigo en tu análisis. Gracias por esta reflexión, es posible que estas películas sobre santos, aunque no sean cinematográficamente espectaculares, puedan impactar, de un modo u otro, en mucha gente no creyente o apartada de la fe. En mi infancia, que no había TV, pero había en la biblioteca pública unos tebeos sobre vidas de santos que devoraba y creo que me generó un buen sustrato de reserva para los tiempos de crisis posteriores.
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