
A lo largo de esta semana hemos escuchado reiteradamente en los distintos medios de comunicación que el
Papa Francisco se ha posicionado a favor de que los curas se casen. Ello no es cierto, y supone una tergiversación de sus palabras.
De hecho, no entiendo porqué ha habido tanto revuelo mediático con este tema del celibato. El Papa Francisco no ha dicho nada nuevo ni nada sorprendente, excepto para quienes buscan morbo en cada una de sus declaraciones. Las palabras exactas del Papa Francisco han sido: “El celibato es una regla de vida que aprecio mucho y creo que es un regalo para la Iglesia, pero ya que no es un dogma, la puerta siempre está abierta". Los titulares de los periódicos y los telediarios han hecho el resto. A decir verdad, son palabras que no aportan ninguna novedad al magisterio de sus antecesores Juan Pablo II o Benedicto XVI. Por poner un ejemplo, Juan Pablo II, en julio de 1993 ya dijo: "El celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por Jesucristo." Como veréis hay pocas diferencias entre ambas frases pronunciadas con 21 años de diferencia, salvo que a un Papa se le tachaba de retrógrado y otro es alabado por su progresismo. Pero en el fondo, los dos dicen lo mismo. Es cierto, como aparece en la imagen que ilustra este post, que el celibato parece un tema tabú en la Iglesia católica, pero no es menos cierto que cada vez que un Papa se ha pronunciado al respecto lo ha hecho en una misma línea teológica que sus antecesores. No hay por lo tanto, ninguna ruptura magisterial entre el Papa Francisco y sus antecesores en el Pontificado.
A lo largo de estos últimos años, eso sí, cada vez son más las voces que se elevan solicitando el celibato opcional. Varios han sido los Obispos americanos o africanos (en Europa aún cuesta más dar el paso) que han realizado esta propuesta a través de sínodos diocesanos a los distintos Papas, e incluso a título personal, cardenales como Claudio Hummes, Keith O´Brien o Carlo Martini se han posicionado recientemente a favor de la voluntariedad del celibato.
Sinceramente no creo que haya un cambio en esta disciplina eclesiástica a corto plazo, pero el revuelo mediático ha servido para que tanto defensores como detractores del celibato esgriman sus argumentos y haya saltado a la palestra un tema recurrente que demuestra, una vez más, que el Papa Francisco es un generador incesante de noticias, aún cuando no diga nada novedoso, como es el caso que nos ocupa.
¿Qué dicen los partidarios del celibato? Podríamos enumerar algunos argumentos: Que está recomendado por Jesucristo, quien además fue célibe; que es una tradición en la Iglesia remontable a las primeras comunidades cristianas; que es un signo contracultural en los tiempos que corren donde el sexo se ha convertido en el nuevo dios; que es un signo del amor a Dios; que es difícil conjugar matrimonio y sacerdocio; y que el célibe está más disponible que el casado para sus tareas ministeriales.
¿Y que dicen los detractores? También tienen los suyos: No es algo intrínseco al sacerdocio; su origen histórico es cuanto menos, confuso y tardío (oficialmente en el Concilio de Elvira en el 306, a modo de ley universal en el Concilio de Letrán en 1136 y de facto, en el Concilio de Trento en 1545); casi todos los Apóstoles estaban casados; parte de una concepción platónica de la sexualidad como algo negativo; provoca muchas “dobles vidas” o escándalos sexuales en los sacerdotes; y muchos buenos sacerdotes han dejado de serlo o no han podido serlo por esta ley eclesiástica.
Y junto a todas estas razones a favor y en contra, no lo obviemos, una que subyace como trasfondo: la económica. Muchos han afirmado que el celibato tuvo su origen para terminar con las propiedades y herencias eclesiásticas que los sacerdotes dejaban a sus mujeres e hijos al morir. Si ese fue su origen o no, no es menos cierto que Parroquias que hoy a duras penas dan para sustentar a una persona difícilmente podrían sustentar a una familia. Si bien este argumento que durante varios siglos ha tenido vigencia también hoy es discutible, ya que la hipotética mujer del sacerdote podría trabajar puesto que el mundo ha cambiado mucho en paridad en estas últimas décadas.
En fin, que el asunto no tiene fácil –ni yo diría rápida- solución. Son muchos los pros y los contras que hay que valorar, y creo que sólo se tomará una decisión cuando la necesidad obligue a ello. Será el sensus fidei (no me gustan nada los latinajos, pero en este caso es inevitable) el que determine el rumbo de la Iglesia en este campo. Si siguen habiendo vocaciones, no creo que haya cambios sustanciales, pero si la necesidad comienza a ser acuciante, vendrá acompañada de un replanteamiento a todos los niveles. Puesto que no es un dogma y que “la puerta está abierta” nadie se rasgará las vestiduras en el caso de producirse ese acontecimiento, por lo que las palabras del Papa Francisco pueden ser interpretadas como un globo sonda para tantear el terreno.
Termino con una apreciación personal. La situación actual se me antoja paradójica: las Iglesias americanas y africanas (con una fe floreciente, y partidarias en su mayoría del celibato opcional) están nutriendo con chicos célibes a las necesitadas Iglesias europeas. Muchos seminarios y noviciados de comunidades religiosas no han cerrado sus puertas gracias a jóvenes que proceden de culturas poco afines al celibato, lo que en el fondo, no hace sino retrasar el problema lejos de solucionarlo…
En fin, el tiempo y el Espíritu Santo, que sopla donde quiere y cuando quiere, dirán…