sábado, 24 de julio de 2021

Textos Bíblicos del Sacramento del Matrimonio

Cuando estaba preparando mi matrimonio -que hoy cumple 6 años- comencé esta entrada que por razones de tiempo no pude terminar. Se trataba de un complemento a otro post preparatorio de la boda, el de la Teología subyacente al Sacramento del Matrimonio. En el caso de hoy se trata de un pequeño acercamiento a las Sagradas Escrituras.

Evidentemente resulta imposible en un post de un blog sintetizar todo lo mucho y bueno que hay en el A.T. y en el N.T acerca del sacramento del Matrimonio, por lo que voy a seleccionar simplemente tres textos que para mi son los más representativos, creo que todos ellos bastante conocidos por cualquier creyente.

El primero de ellos pertenece al relato de la Creación, un relato a través del cual se simboliza la complementariedad entre los dos sexos de una manera bellísima, que hoy sabemos que no debe ser leída literalmente sino alegóricamente. La creación de la mujer es todo un anticipo de la complementariedad entre la pareja y de la vaciedad que produce en el ser humano una vida que no tiene un complemento en el otro sexo: 

"...Entonces Adán exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.». Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro...".

El capítulo 31 del libro de los Proverbios y el capítulo 8 de Tobías también merecerían una mención, aunque por su extensión no me puedo alargar. Sí lo haré con el bello libro Cantar de los Cantares, con estos bellos versículos poéticos:

Mi amado me habla así:
"Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. 
Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas, 
en las grietas de las peñas escarpadas, 
déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz, 
porque tu voz es dulce y tu rostro encantador". 
Mi amado es para mí y yo para mi amado.
Grábame como un sello en tu brazo,
como un sello en tu corazón,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
es centella de fuego, llamarada divina;
las aguas torrenciales no podrán apagar el amor
ni anegarlo los ríos.

Terminamos esta breve exposición con un texto del N.T. y como en la anterior entrada ya expuse las palabras de Cristo acerca de la indisolubilidad matrimonial, ahora me centro en San Pablo y su magnífica definición del Amor que encontramos en la Primera Carta a los Corintios capítulo 13: 

Voy a mostrarles el camino mejor de todos: Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos platillos que aturden. Aunque yo tuviera el don de profecía y penetrara todos los misterios, aunque yo poseyera en grado sublime el don de ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque yo repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites. El amor dura por siempre.

Acompaño este post con la imagen de mi anillo de bodas sobre mi Biblia, abierta por el Evangelio. ¿Muy sugerente el efecto óptico de la sombra, verdad...?

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