domingo, 4 de abril de 2021

La Pasión (The Passion. U.K., 2008)


Como colofón a esta Semana Santa de 2021 he visto La Pasión (no confundir con La Pasión de Cristo, la obra maestra de Mel Gibson de 2004 de la que aún seguimos esperando la anunciada segunda parte), una miniserie británica de 180 minutos producida por la BBC y HBO que narra la última semana de vida de Jesucristo.  

Con un director experto en series televisivas -el australiano Michael Offer- y un reparto también de actores eminentemente televisivos, la miniserie no desmerece su buena intención de mostrar una nueva perspectiva psicológica de los diferentes protagonistas de uno de los momentos más relevantes de la historia de la humanidad -sino el que más-. Eso sí, hija de su tiempo y del revisionismo histórico actual, el producto final acusa un excesivo feminismo y una ideología algo anacrónica en algunos puntos históricos. No obstante, como televisión moderna está bien trabajada; los vestuarios, la música y el escenario son más que dignos, y las referencias bíblicas son constantes, si bien hay que estar alerta a diálogos añadidos frutos de la invención del guionista. Por ello creo no es la serie adecuada para un primer acercamiento a esta temática, pero sí para una profundización en aquellos espectadores que conozcan bien los relatos neotestamentarios. 

La miniserie consta de 2 capítulos de 90 minutos, por lo que voy a comentar cada uno de ellos por separado ofreciendo unas pautas de interpretación:

Primera Parte: Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Última Cena

En esta primera parte vemos una presentación de los protagonistas principales y del entorno en el que se desarrollan los acontecimientos. La acción se sitúa en Jerusalén, en los días previos a la Pascua judía en la que miles de peregrinos acuden a la Ciudad Santa. Pilatos, el gobernador romano, y Caifás, el Sumo Sacerdote del templo, son conocedores de que se avecinan jornadas difíciles, con muchas revueltas y disturbios que pueden alterar su tranquilidad y el beneficioso status quo que ambos han alcanzado y que no quieren ver peligrar. Quizás son los dos personajes en los que más se profundiza y que ofrecen una perspectiva novedosa en la temática. Junto a los peregrinos llega el grupo de Galileos comandado por un nuevo "rey", Jesús de Nazaret, rodeado de discípulos en su mayoría hombres en edad militar. Uno de ellos es Judas Iscariote, quien va desencantándose de Cristo y será el traidor, María Magdalena, la discípula aventajada que parece ser la única que conoce los planes de Jesús, Santiago y Juan, enzarzados siempre en quién será el más importante, y Mina, una prostituta de Jerusalén que se une al grupo y será la protagonista de la unción en Betania. Historias paralelas a l principal nos presentan a Jesús Barrabás (nombre fruto de la calentura de un guionista), asesino de un recaudador de impuestos y el dúo Dimas y Gestas, ladrones y asesinos de un peregrino que serán crucificados junto a Jesús. Llama la atención de manera negativa la parca aparición de la Virgen María, para intentar que Jesús desista de sus planes y la nula participación de Pedro, ambos hechos bastantes comprensibles desde la perspectiva anglicana reformadora de la miniserie. Por último, y para que todo el mundo esté contento, se presenta a José de Arimatea como un miembro del Sanedrín de raza negra, dato este que también surge de la imaginación del guionista y del esfuerzo por ofrecer un producto multicultural a gusto del consumidor y de los tiempos que corren.

Segunda Parte: Desde la Última Cena hasta "la Ascensión"

La segunda parte arranca en el Cenáculo, donde Jesús lava los pies a su discípulos y les deja como testamento un mensaje de amor y de servicio. Tras instituir la Eucaristía, marcha a Getsemaní o Huerto de los Olivos, lugar en el que será traicionado por Judas y prendido por los soldados del templo. Pese a los sueños premonitorios de su mujer Claudia, Pilatos condena a muerte a Jesús (sin lavarse las manos) y dejando suelto a Jesús Barrabás por aclamación popular. Del Via Crucis destaca una preciosa imagen en la que Jesús recuerda su recibimiento en loor de multitudes unos días antes. Al llegar al Gólgota, de nuevo hermosos planos cenitales y como sorpresa la crucifixión por los antebrazos. María, la Magdalena y Juan están presentes. Judas se suicida en un pozo (ciertamente ni Mateo ni Hechos dicen que se ahorcara en un olivo) y Jesús muere sin responder a la petición de Dimas de llevarlo al paraíso, pero sí añadiendo unas extrañas palabras no evangélicas ("Te he amado y siempre te amaré"). Luego viene el sepulcro vacío y los relatos de las apariciones a María Magdalena, a los discípulos de Emaús y en el Cenáculo, bastante fidedignos: Al principio no lo reconocen pero tras un gesto o una palabra sí lo hacen. Por último, Jesús encomienda a Pedro el cuidado de los demás (ahora sí) y desaparece entre la multitud (en lugar de la Ascensión).

¿Qué imagen de Jesús se desprende de la serie? Ante todo, un Jesús humano, que llama "hermanos" a pecadores y prostitutas y que ha venido para traerles esperanza. Ello lo hace sin perder su misión divina salvadora ni su divinidad, ya que en todo momento parece conocer los planes del Padre aunque no los comprenda y le pida que le ahorre ese sufrimiento. En este sentido la miniserie es bastante respetuosa y fiel a los textos. Como curiosidad apuntar que no hay ninguna mención al demonio ni a Pentecostés y el Espíritu Santo. Otros detalles también se echan en falta, pero es cierto que es difícil comprimir en 180 minutos los cuatro relatos evangélicos sin dejar nada en el tintero. 

Bueno, lo dicho, una aproximación más a un misterio que nunca se agota, interesante, con algunos elementos ausentes y otros que sobran, pero en general bien hilvanada y entretenida. 

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