Qué puedo decir o escribir de esta superproducción que no se haya dicho... Con siete nominaciones a los Óscar ganó únicamente el de Efectos Especiales, y en las listas actuales ocupa el lugar nº 6 en las películas más taquilleras de la historia si tenemos en cuenta el cálculo de la inflación acumulada de cada año. Quizás el mejor resumen de este tipo de Cine lo hizo el director, Cecil B. DeMille, cuando afirmó: «dadme dos páginas cualesquiera de la Biblia y con ellas haré una película». En este caso no son dos páginas, sino toda la vida de Moisés, contada en los libros del Éxodo, Números y Deuteronomio del Antiguo Testamento. Debido a su extensa duración (220 minutos), en el cine se proyectaba en dos partes con un intermedio. Con tan abundante material, la obra fue colosal, contando con algunos de los mejores actores del momento como Charlton Heston (Moisés), Yul Brynner (Ramsés), Anne Baxter (Nefertari), Edward G Robinson (Datán) e Yvonne de Carlo (Séfora).
El argumento -ya apuntado- es la vida de Moisés, desde su nacimiento hasta su no-entrada en la Tierra Prometida. Tras los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, la historia de Moisés es una de las constitutivas del Pueblo de Israel como nación escogida por Dios. Tras caer en la esclavitud en Egipto, Moisés va a ser el encargado de liberar al pueblo hebreo y volver a llevarlo a la tierra de sus antepasados. Como momentos más impactantes se nos cuentan la infancia de Moisés en el palacio del faraón Seti tras ser abandonado por su madre en las aguas del Nilo (para no ser asesinado por los soldados egipcios), el asesinato de un capataz egipcio por Moisés y su expulsión de la corte, la llegada a Madián, su matrimonio y vida familiar acomodada y la teofanía del Monte Sinaí. A partir de ahí comienza su misión de libertador frente a la obstinación de Ramsés, dando lugar a las diez plagas - concluyendo con la matanza de los primogénitos de Egipto-, la liberación atravesando el Mar Rojo y la fallida persecución del ejército egipcio. Finalmente, la entrega de Dios de los 10 Mandamientos de nuevo e el Sinaí, el pecado de idolatría del pueblo de Israel con el becerro de oro y el Éxodo por el desierto hasta la llegada a la Tierra Prometida.
Entre las numerosas curiosidades de este film merece la pena destacar el amago de infarto que sufrió el director al subir una ladera donde una cámara no funcionaba y que el niño Moisés que es depositado en una cesta de mimbre y abandonado en el Nilo era en realidad Fraser, el hijo de Charlton Heston.
Espiritualmente, además de para conocer mejor la historia del pueblo de Israel (el pueblo de Jesucristo) y su decálogo, la historia es un canto a la libertad, transmitiendo la imagen de un Dios que se preocupa por su pueblo y lo libera de la esclavitud. Quizás hoy nos resulte extraño que para ello sea un Dios que extermina a los primogénitos de Egipto, a su ejército o a los israelitas idólatras, pero la historia tiene que ser comprendido en una lectura correcta de los textos veterotestamentarios. No podemos juzgar en nuestra época situaciones que ocurrieron hace casi 3.500 años, aparte de que el Dios de Jesucristo revela una parte más "amable" de su paternidad parcialmente oculta en estas primeras apariciones de Yahvé. La última frase del film es para enmarcar: "Proclamad la libertad a través de todas las tierras en presencia de todos los habitantes de ellas", rematadas como final de la proyección con un texto escrito de las palabras "Que así se escriba, y así se cumpla" sentencia dicha en varias ocasiones por los faraones Seti y Ramsés a lo largo del film. Cristianamente, esta primera Pascua judía (paso de la esclavitud de Egipto a la libertad de la tierra prometida) es necesario completarla con la Pascua de Jesucristo, quien definitivamente nos libera de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos concede el paso a la libertad de la vida eterna.
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