lunes, 17 de junio de 2024

Una lectura de la providencia divina: el Génesis

El Génesis es uno de los libros más extensos de la Biblia. No solo en cuanto a capítulos, sino desde el punto de vista de los abundantes siglos que transcurren y los personajes tan interesantes que aparecen. Seleccionar unos versículos de cada libro de la Biblia (tarea que me autoimpuse y comencé hace cuatro semanas) no es cuestión sencilla. He descartado a Adan y Eva, Caín y Abel, Noé, Abrahán, Isaac, Esaú y Jacob... De todos ellos me voy a quedar con José. Tentado estuve en seleccionar el sacrificio de Isaac (texto que se puede malinterpretar, no va sobre un padre sádico que va a asesinar a su hijo, sino sobre la fe...) pero finalmente  me quedo con estas palabras tan bonitas del penúltimo hijo de Jacob. En ellas se realiza una lectura optimista y confiada en Dios de una historia personal trágica. Traicionado y vendido por sus hermanos como un animal, es capaz de reconocer en ello la mano de Dios y de sus misteriosos planes: 

Génesis 45, 4-8

"Entonces José volvió a decir a sus hermanos: «Acercaos un poco más». Y cuando ellos se acercaron, añadió: «Sí, yo soy José, vuestro hermano, el mismo que vendisteis a los egipcios. Ahora no os aflijáis ni sintáis remordimiento por haberme vendido. En realidad, ha sido Dios el que me envió aquí delante vuestra para preservaros la vida. Porque ya hace dos años que hay hambre en esta región, y en los próximos cinco años tampoco se recogerán cosechas de los cultivos. Por eso Dios hizo que yo os precediera, para que vuestra descendencia se perpetue en la tierra y salvaros la vida, librándoos de una manera extraordinaria. Ha sido Dios, y no vosotros, el que me envió aquí y me constituyó padre del faraón, señor de todo su palacio y gobernador de Egipto"

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