Hoy he escogido la Carta de San Pablo a los Filipenses, concretamente el capítulo 4 y último de dicha carta, que contiene una serie de exhortaciones conclusivas a los habitantes de Filipos, una comunidad emergente a la que Pablo da las gracias por su fidelidad y la ayuda recibida. Ante una muerte cada vez más inminente, el santo anima a los receptores de la misiva con unos versículos preciosos, de entre los que hoy destaco estos dos:
Filipenses 4, 12-13
Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener sobra como a no tener nada. Todo lo puedo en Cristo, aquel que me conforta.
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