lunes, 13 de enero de 2025

Navidad y otras fiestas a evitar (A Merry Friggin' Christmas, EE.UU., 2014)

Intrigado por su título y por la siempre atrayente presencia de Robin Williams, estas Navidades ha visto esta película que -debo reconocer- me ha decepcionado bastante. Y el golpe ha sido doble, tanto por lo normalito de lo cinematográfico como por lo mejorable de la aportación espiritual en un contexto navideño, donde supuestamente lo familiar y lo tradicional se prestan a grandes lecciones morales. En este sentido, y aunque como veremos presenta algunos valores, creo que está bastante desaprovechada. A nivel técnico fue dirigida por el británico Tristram Shapeero (su primera y última película hasta el momento, por algo será...). En esta introducción es justo decir que algunas cosas son salvables, eso sí, pero realizando algunas matizaciones para que nadie se lleve a engaños.

Lo primero que hay que destacar es que no se trata de una comedia al uso. Los gags se van sucediendo de manera casi continua pero uno no debe equivocarse. Yo me atrevería a decir que es un auténtico drama revestido de comedia, que es algo muy distinto. Su calificación en EE.UU. (no recomendada para menores de 13 años) ya hace sospechar que lo humorístico es solo el envoltorio que recubre un caramelo mucho más amargo. Tanto el título como su eslogan publicitario ("Pásalas con aquellos que odias") están cargados de ironía, sarcasmo y de una realidad que encierra la película: las Navidades son un arma de doble filo en el que conviven el amor familiar con las tensiones no resueltas entre sus miembros a lo largo de muchos años. 

El argumento es típico de un film navideño. Boyd (Joel McHale) es un hombre al que el trabajo y la familia le van bien, pero no así su relación con su padre Mitch (Robin Williams), un amargado alcohólico que no supo educar correctamente a sus hijos y vive por ello en una soledad interior en la que se siente abandonado, si bien físicamente no lo está pues aún sigue conviviendo con su mujer. Un rocambolesco bautizo unirá de nuevo a toda la familia (los padres y los tres hermanos) en una noche inolvidable y llena de peripecias y disparates, pero que servirá para replantear las maltrechas relaciones entre todos ellos.

Los aspectos espirituales se reducen al ambiente navideño que rodea la película, más allá de la corta escena del bautizo y de la bendición de la cena de Nochebuena. Varios Santa Claus aparecen por doquier en una trama secundaria que dará sentido y solución al gran problema que plantea el film: la ilusión de los más pequeños por la llegada de los regalos navideños.

A destacar que es una de las tres últimas películas interpretadas por Robin Williams antes de su fatal desenlace en ese mismo año. Un papel casi premonitorio, desgraciadamente.  Al final de los títulos de crédito se puede ver una foto del actor con la siguiente dedicatoria: "Dedicada A la memoria amorosa del hombre que nos hizo reír a todos. Robin Williams 1951 - 2014". Que nos hizo reír, sí. Pero también emocionarnos y soltar alguna lagrimilla, ya que el actor tan polifacético siempre escogía papeles en los que el drama se ocultaba tras la sonrisa. 

¿Qué tiene de espiritual entonces este film?, ¿Sólo el ambiente navideño en el que se desenvuelve?. No. Hay algo más. El nudo gordiano que recorre la trama es la relación entre los dos protagonistas masculinos, una relación rota desde la más tierna infancia pero cuyo cordón umbilical no estaba totalmente roto. Mitch admira a su hijo Boyd y se siente orgulloso de él, como finalmente le hace ver. Y Boyd, con el paso de los años y la madurez que este concede, comprende parte del contexto vital de Mitch, una conciencia que en la infancia es imposible de alcanzar. La madre, la esposa y los hermanos de Boyd ponen cada uno su granito de arena para que conozcamos mejor las interioridades de la familia, mientras que sus hijos y sobrinos aportan la parte cómica e inocente de la historia. Es cine familiar y navideño, sí, pero de una dureza y un realismo que la convierten en verosímil.

En definitiva, una película que se deja ver, con partes muy aprovechables, que posee una gran lección moral sobre la vida y la familia y que es de visionado imprescindible para los aficionados a Robin Williams, sin ser de lejos su mejor actuación. 

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