Siguiendo la temática de la semana pasada comentando
Pio XII esta semana he visto
Escarlata y negro, otra película ambientada en la misma ciudad -
Roma- y en el mismo periodo histórico: 1943-1945. La película está basada en la novela de
J. P. Gallagher Púrpura y negro. La Pimpinela Escarlata del Vaticano, que a su vez tomó como referencia la vida de
Monseñor Hugh O'Flaherty, un sacerdote irlandés que salvó la vida de 6.508 judíos y prisioneros aliados.
No se trata de un largometraje al uso, sino de una producción para televisión. De hecho, parte del vestuario y de los decorados pertenecen a la película Patton, incluso hay una escena que estaba originalmente destinada a dicho film pero que fue descartada y aprovechada en esta obra. Dirigida por un experto director de series de Tv, Jerry London, cuenta con un reparto de auténtico lujo, con los oscarizados Gregory Peck, Christopher Plummer y Sir John Gielgud, secundados por el italiano Raf Vallone. La música corrió a cargo de Ennio Morricone, mezclando magistralmente piezas de tinte bélico con obras clásicas como La Bohème de Puccini o Cuentos de los bosques de Viena de Johann Strauss.
El argumento tiene como protagonista principal a Hugh O'Flaherty, sacerdote irlandés miembro del Santo Oficio de la curia Vaticana, quien de manera clandestina prestó apoyo a los prisioneros de guerra del ejército aliado que llegaban a Roma, así como a los partisanos y judíos del gueto. Para ello buscaba financiación en los poderosos y alojamiento entre las familias romanas dispuestas a colaborar. Su antagonista es el Coronel Kappler, encargado en primera instancia de vigilar sus movimientos y posteriormente de intentar acabar con su vida.
La película comienza con una advertencia que la hace aún más interesante: "Esta película está basada en una historia real". Por supuesto el director ha añadido su propia visión del personaje, con frases y circunstancias guionizadas pero verosímiles. A la hora de hacer una crítica del film, me parece conveniente dividirlo en los dos personajes religiosos de la misma, ya que no salen igualmente bien parados.
De un lado tenemos a O'Flaherty, que es presentado como el héroe de la resistencia espiritual en Roma. Sin ser el líder de la Iglesia Católica lo parece, y la valentía de este monseñor se antepone constantemente al riesgo que corre su vida. Hombre espiritual (aparece rezando, confesando, confesándose, celebrando Misa...) y carismático, es presentado como un irlandés testarudo, duro con sus adversarios pero a la vez sensible con los cercanos. Muchas de sus frases son lapidarias e interesantes, entre las que destaco algunas:
Padre Morosini: "En toda Roma se están agrupando los partisanos"
Monseñor Hugh O'Flaherty: "Padre, Padre, si eso es lo que quiere, únase a esos grupos. Nosotros no somos la resistencia. No estamos aquí para volar trenes"
Padre Morosini: "Pero, Monseñor..."
Monseñor Hugh O'Flaherty: "Padre Morosini, se lo digo de una vez por todas. Como sacerdotes, lo que tenemos que hacer es ayudar a los que están en peligro, a las víctimas de la guerra. No estamos aquí para matar gente".
Padre VitorioI: "Hay personas aquí, en el Vaticano, que tienen celo de tu éxito"
Monseñor O'Flaherty: "Ah. Quien va a tener celos de un pobre Monseñor"
Padre VitorioI: "Tienes enemigos, Hugh"
Monseñor O'Flaherty: "¿En el Vaticano?, ¿Por qué voy a tener enemigos aquí?"
Padre VitorioI: "Dicen que tu trabajo con los prisioneros demuestra que no eres ortodoxo"
Monseñor O'Flaherty: "Vitorio, no voy a empezar ahora a pensar en política".
Monseñor O'Flaherty: "¿Compara la obediencia a Hitler con la fe que un sacerdote debe a su Iglesia?, ¿Cree que es lo mismo? ¡En nombre de Dios!".
Por otra parte tenemos la figura de Pio XII, quien a pesar de pronunciar bellas frases (casi más que el protagonista principal) es visto más como un político que como un hombre religioso. También aparece rezando, pero sobre todo son frecuentes sus escenas entrevistándose con las autoridades alemanas y buscando soluciones diplomáticas al conflicto. La eterna crítica que el revisionismo histórico hace sobre este Papa se pone incluso en su propia boca: "Quizás pude hacer más". Lo que no cabe duda es que su posición no fue fácil y las repercusiones de sus decisiones complejas, por lo que no parece justo un ataque indiscriminado a su persona. Algunas de sus frases y diálogos más interesantes son:
Pio XII: "Kappler es al que hay que vigilar. Con su línea blanca. No tiene por objeto que sus hombres no entren. Es para recordarnos el límite de nuestra autoridad, hasta dónde podemos llegar"
Pio XII: "Nuestra misión aquí nunca es fácil, pero la guerra la ha complicado infinitamente. La línea blanca se parece cada día más al muro de una prisión y cada día vemos con más claridad el sufrimiento que hay fuera. Hay tantos que nos piden ayuda"
Monseñor O'Flaherty: "Hacemos lo que podemos, Santo Padre"
Pio XII: "Cada uno de mis hijos debe actuar según su conciencia. Solo pido que sea cual sea la conducta elegida no afecte a la neutralidad del Vaticano. Sin embrago, aunque oficialmente ignoro las actividades de mis sacerdotes, deben saber que es muy poco lo que puedo hacer por salvarles si los descubren".
Pio XII: "Conozco su sistema de interrogar, coronel. Incluso a los sacerdotes. Permítame recordarle dónde está, y que mis funcionarios tienen inmunidad diplomática. No tengo nada más que decir. Si quiere dar lugar a un incidente, coronel Kappler, puede continuar".
Pio XII: "Muchos me han condenado por no manifestarme en alto contra el fascismo, o firmar un concordato con Hitler que garantizaba la vida de la Iglesia en Alemania. ¿Hice mal?".
Monseñor Hugh O'Flaherty: "Tal vez no hiciera mal en su momento, Santo Padre"
Pio XII: "Quizás pude hacer más".
Pio XII: "Me alegro que entienda que cualquier actividad que de a los nazis una excusa para invadir nuestro territorio debe evitarse a toda costa. Tales actividades deben cesar. La esencia del estadismo es la diplomacia, monseñor".
Pio XII: "Una vez le hablé de los tesoros de la Iglesia. Tal vez estaba equivocado. El auténtico tesoro de la Iglesia, lo que la hace imperecedera, es que de vez en cuando alguien se entrega, hijo mío, como usted".
El film termina con unos títulos de salida que dejan constancia de lo que sucedió históricamente con cada uno de los personajes. Merece la pena recordarlo:
"Después de la liberación, Monseñor Hugh O'Flaherty fue honrado por Italia, Canadá y Australia. Recibió la medalla norteamericana de la Libertad y nombrado comandante del Imperio Británico. Herbert Kappler fue sentenciado a cadena perpetua por crímenes de guerra. En los largos años que siguieron en la prisión italiana, Kappler tuvo un solo visitante. Todos los meses, año tras año, O´Flaherty iba a visitarlo. En 1959 el antiguo jefe de la Gestapo de Roma recibió el bautismo de manos del sacerdote irlandés".
En conclusión, una película muy interesante, bien ejecutada y que realza la figura de Monseñor Hugh O'Flaherty, uno de tantos santos de la Iglesia que aún no han subido a los altares. Ignoro el motivo de que alguien que salvó casi 6.000 vidas humanas no haya tenido ese reconocimiento interno, pero no deja de ser extraño que no haya avanzado su proceso de beatificación. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia...
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