Hablando hoy en un recreo del Colegio con mi compañero de música Julio, y poniendo en común nuestros gustos musicales, me ha recomendado esta canción que hoy comparto con vosotros. Lo primero que tengo que hacer es pedirle perdón por etiquetar esta música salsera y caribeña en música pop cristiana, pero es lo más cercano que he encontrado....
La canción en sí está basada en el asesinato del arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, que tuvo lugar el 24 de marzo de 1980 en la ciudad de San Salvador. Un disparo realizado por un francotirador impactó en su corazón momentos antes de la Sagrada Consagración. Es conocido como "El Santo Romero", aunque aún no haya subido oficialmente a los altares. Su causa de canonización sigue abierta, ya que en 2005, la Congregación de la Doctrina de la Fe (presidida aquel entonces por Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI) sentenció: "Romero no era un Obispo Revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres"
El día antes de su muerte hizo un estremecedor llamamiento de paz al ejército salvadoreño que posiblemente fue el detonante de su asesinato:
"Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión."
El día antes de su muerte hizo un estremecedor llamamiento de paz al ejército salvadoreño que posiblemente fue el detonante de su asesinato:
"Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión."
El
Padre Antonio Tejeira vino de España,
buscando
nuevas promesas en esta tierra.
Llegó
a la selva sin la esperanza de ser obispo,
y
entre el calor y en entre los mosquitos habló de Cristo.
El
padre no funcionaba en el Vaticano,
entre
papeles y sueños de aire acondicionado;
y
fue a un pueblito en medio de la nada a dar su sermón,
cada
semana pa' los que busquen la salvación.
ohohohohoh....
El
niño Andrés Eloy Pérez tiene diez años.
Estudia
en la elementaria "Simón Bolivar".
Todavía
no sabe decir el Credo correctamente;
le
gusta el río, jugar al fútbol y estar ausente.
Le
han dado el puesto en la iglesia de monaguillo
a
ver si la conexión compone al chiquillo;
y
la familia está muy orgullosa, porque a su vez se cree
que
con Dios conectando a uno, conecta a diez.
Suenan
la campanas un, dos, tres,
del
Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Suenan
la campanas otra vez
del
Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
El
padre condena la violencia.
Sabe
por experiencia que no es la solución.
Les
habla de amor y de justicia,
de
Dios va la noticia vibrando en su sermón.
Suenan
las campanas: un, dos, tres
del
Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Suenan
la campanas otra vez
Al
padre lo halló la guerra un domingo en misa,
dando
la comunión en mangas de camisa.
En
medio de un padrenuestro entró el matador
y
sin confesar su culpa le disparó.
Y
Antonio cayo, hostia en mano y sin saber por qué
Andrés
se murió a su lado sin conocer a Pelé;
y
entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez
estaba
el Cristo de palo clavao a la pared.
Y
nunca se supo el criminal quién fue
del
Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Pero
suenan las campanas otra vez,
por
el Padre Antonio y su monaguillo Andrés
a
la idea, ¿Verdad?
Suenan
las campanas
y
tierra va a temblar
suenan
las campanas
por
nuestra América
suenan
las campanas
oh;
Virgen señora
suenan
las campanas
y
quien os salva ahora
suenan
las campanas
centroamericana
suenan
las campanas
desde
El Salvador
suenan
las campanas
vamos
que nos llaman
suenan
las campanas
sonido
de Amor
.......
Suenan
las campanas
Para
celebrar
Suenan
las campanas
vuestra
libertad
Suenan
las campanas
porque
un pueblo unido
Suenan
las campanas
jamás
será vencido.
.......
(esta
última parte es un añadido posterior a la canción, durante muchos años se
ignoraba que estaba dedicada a Monseñor Romero)
Suenan
las campanas
barrucuda
güero
Suenan
las campanas
de
Arnulfo Romero
Suenan
las campanas
de
la libertad
Suenan
las campanas
por
nuestra América
Arriba
América Latina ¡Eh!
Recomiendo la película Romero. Es impactante
ResponderEliminarGracias, Jaime, por compartir. En el cielo, el Beato Romero
ResponderEliminarintercede por los pueblos en guerra, los pobres y oprimidos!
FUE UN GRAN HOMBRE DE PAZ,A PESAR YO DE SER VENEZOLANO,LO ADMIRO MUCHO
ResponderEliminarRomero sigue con nosotros, cada día, igual que otros mártires de nuestra fe como los padres polacos y el italiano que fueron martirizados en Perú y hoy nos acompañan en los altares y la fe.
ResponderEliminarsuenan las campanas
ResponderEliminarpor un cura bueno
suenan las campanas
de Arnulfo Romero