miércoles, 24 de octubre de 2012

Sólo le pido a Dios (León Gieco, 1978)

Este post no ha sido nada fácil, de hecho, le he dado muchas vueltas y lo he retocado varias veces, cosa que no suele ser habitual en mi. En primer lugar, tengo que reconocer que al documentarme sobre él he sido el primer sorprendido. Al oír el otro día de nuevo esta canción creía sinceramente que era española, ya que la he escuchado muchísimas veces en voz de Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel o Ana Belén. Pues no. El autor de su letra y el primero que la cantó fue el argentino León Gieco, quien la compuso en casa de sus padres en 1978, con tan sólo 26 años, en el pueblo de su infancia, Cañada Rosquín, una pequeña ciudad al norte de la provincia de Santa Fe. A pesar de que él mismo reconoce que por aquel entonces encontraba el tema “Monótono y aburrido”, fue su padre, quien estando presente cuando componía este tema le anunció proféticamente que "será una canción mundialmente famosa", a lo que el tiempo le ha dado la razón. Según las propias declaraciones de Gieco, compuso originalmente esta canción sin letra, simplemente probando melodías con su armónica y su guitarra. 

Luego comenzó a poner por escrito sentimientos personales, los cuales iban reflejando los duros sucesos sociopolíticos de la época de la dictadura militar de Argentina y sus por aquel entonces continuos conflictos con Chile. Como curiosidad, decir que el propio León Gieco, hace apenas unas semanas, ha revelado que “el traidor” mencionado en la canción es Juan Domingo Perón. El que esta canción sea objeto de controversia en el continente americano por sus connotaciones políticas, fue el segundo motivo que me hizo cuestionarme su publicación. Cuestiones políticas aparte, de las que me mantengo completamente al margen (por desconocimiento)  lo que sí es cierto es que la canción-oración de Gieco se ha convertido casi en un Himno Universal a la Paz, a la Solidaridad, a la Esperanza y a la Fe. 

El tercer motivo que me ha hecho dudar acerca de publicar un post sobre esta canción es la ambigüedad de su letra. Evidentemente no estamos hablando de una canción cristiana al 100%, ya que tiene un marcado toque de rencor que la aparta notablemente del mensaje evangélico. Ello es cierto; pero no es menos cierto que gran parte de su letra encaja perfectamente en la doctrina cristiana católica. Es por ello difícil dilucidar si su contenido es cristiano o no. Después de leerla y releerla, escucharla y reescucharla, llego a la conclusión que la canción es un fiel reflejo de esa expresión tan habitual que escuchamos habitualmente “perdono, pero no olvido”. Ciertamente Cristo nos pide un perdón incondicional y muy superior hacia las ofensas recibidas, en el episodio narrado por San Mateo en 18, 21-22, cuando “se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a un hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”. Jesús nos intenta transmitir que del mismo modo que Dios Padre nos perdona siempre, los cristianos debemos estar siempre dispuestos al perdón. No es tarea fácil, menos aún en una sociedad donde el perdón parece reservado a los “ingenuos” o a los “santurrones”. La petición de Jesús sin embargo es clara y universal, y a ello nos comprometemos cada vez que rezamos el Padrenuestro y afirmamos: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Le pedimos a Dios su perdón a cambio de comprometernos nosotros a perdonar a los demás. Deberíamos, por lo tanto, rezar menos de carrerilla y siendo conscientes de lo que decimos… Y, entonces, que… ¿desterramos por ello esta canción por ser claramente anticristiana…?, ¿La mandamos al limbo de la espiritualidad...?

Yo no sería tan radical. Quitando esta laguna mencionada (que no es poca cosa, la verdad) también me parece justo subrayar y destacar los valores humanos -y por lo tanto, en cierto modo, cristianos…- que intenta transmitir Gieco en su letra, por encima de esa falta de perdón y de reconciliación que, a mi modesto parecer, la convertirían en una canción sublime y en una oración casi perfecta. 

Os la dejo a vuestra consideración. Yo por mi parte, la consideraré una canción “imperfectamente cristiana”. Me acabo de inventar la expresión, pero creo sinceramente que hay que valorar lo bueno que hay en este mundo, aunque no coincida plena y totalmente con nuestra óptica evangélica. Es más, quien se considere un perfecto cristiano, que levante la mano (yo no, desde luego…), o dicho de otro modo, y con las propias palabras de Cristo: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra…” (Jn 8,6). 

Por cierto, en el enlace que os pongo, el propio Gieco nos la presenta como una bella Oración a Dios. Es una introducción y un directo que merece muy mucho la pena escuchar... Las imágenes también son muy sugerentes... En fin, que la disfrutéis:






Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente. 

Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte. 

Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente. 

Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente
si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente. 

Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente,
desahuciado está el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.

1 comentario :

  1. la cancion es bonita.. y la solución sencilla: no se debe utilizar en Misa, puesto que no es litúrgica. Tenemos musica católica y tenemos un cantoral nacional litúrgico para elegir los cantos adecuados para cada Misa, guiados por el año litúrgico (valga la redundancia). Cantos de entrada, comunion y salida en Navidad, Cuaresma, Tiempo Ordinario, etc. Cantos para Ofertorio, Gloria, Aleuya, Cordero de Dios, etc. Este canto (Solo le pido a Dios) no entra ni debe entrar en ninguno de estos momentos de la Misa.
    Gracias, que Dios los bendiga

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