Bueno, en primer lugar tengo que reconocer que esta entrada tendría que haberla publicado hace ya casi tres años, ya que es un “crimen” no haber dedicado antes unas líneas a este maravilloso trabajo sobre la vida del malogrado sacerdote Pablo Domínguez, pero como bien sabéis el Blog estuvo unos añitos en barbecho y coincidió con el lanzamiento de esta producción.
Me dispongo hoy, por lo tanto, a hacer justicia y a recomendaros la visión obligada de este título que sin lugar a dudas hará vuestras delicias. Es verdaderamente magistral la manera tan original en la que se nos presenta la figura de un sacerdote actual, la técnica con la que está realizado y lo que es más importante, el mensaje que nos intenta transmitir.
El documental se centra en contarnos la vida de Pablo Domínguez Prieto (Madrid, 03-07-1966/ Moncayo, 15-02-2009), quien fue un sacerdote diocesano de Madrid y que a pesar de la fugacidad de su existencia escribió varios libros espirituales y de teología. Su talento fue tal que llegó a ser Decano de la Facultad de Teología de San Dámaso de Madrid.
Yo no conocí a Pablo personalmente, pero viví su muerte muy de cerca. Recuerdo como en unos Ejercicios Espirituales en la casa de La Inmaculada de El Puerto de Santa María, el ponente y Obispo de Huesca D. Jesús Sanz (hoy de Oviedo) nos pidió una tarde que rezáramos por un sacerdote amigo suyo que había desaparecido escalando el Moncayo. A la mañana siguiente nos comunicó la trágica noticia. Pablo y su compañera de escalada Sara habían sido encontrados sepultados por un alud. Uno de los dos debió resbalar y al escalar amarrados se precipitaron ambos al vacío. Monseñor Sanz nos hizo una breve semblanza de Pablo, destacando no sólo su evidente faceta intelectual, sino sobre todo su humanidad y cercanía con todos. Desconcertado y abatido, se marchó al funeral y los Ejercicios Espirituales quedaron marcados por aquella impactante noticia.
Un año después me emocioné al ver este documental. A una manera actual y original de presentarnos la figura de Pablo se une la cercanía y el cariño de quienes lo trataron de cerca. Es evidente que si entrevistamos a los padres, hermanos, amigos y compañeros de cualquier persona fallecida podríamos sacar un producto parecido a éste. Las alabanzas y las anécdotas no dejan de ser lo secundario, aunque dejan traslucir que hablamos de alguien excepcional. Lo realmente novedoso -y genuino- del mensaje cristiano y del documental es la manera en la que se habla de la muerte. La muerte no es vista en ningún momento como un drama, como algo lamentable, sino como la puerta necesaria que hay que atravesar para el encuentro definitivo con el Padre. Pablo se encontró con la muerte haciendo escalada y probablemente a las pocas horas de celebrar la Eucaristía. Pablo murió haciendo lo que le gustaba y disfrutando de la vida hasta el límite. Cierto que nos desconsuela no ver más a nuestros seres queridos, pero la esperanza en la resurrección da una perspectiva nueva a cualquier drama humano.
¿Fue Pablo un santo? Posiblemente sí. ¿Subirá a los altares? No tengo ni idea. Pero de lo que sí estoy seguro es que el mundo necesita muchos y santos testigos del amor de Dios. Pablo era uno de ellos. Y un testigo alegre. El documental hace hincapié en el sentido del humor de Pablo, algo que lo acercaba más aún a Cristo si cabe. Citando textualmente al Papa, en unas declaraciones recientes, “Algunos cristianos tienen cara de pepinillos en vinagre” (Francisco I, homilía del 10 de mayo de 2013). Tenemos que ser personas alegres y transmisoras de esperanza, al mismo tiempo que sabemos que sólo estamos aquí de paso. No podemos evangelizar con caras ásperas y con reprimendas constantes. Se consigue más con miel que con hiel.
Y, por que no decirlo también, nuestra sociedad también necesita muchos Juan Manuel Cotelo, el productor y director de esta “rara avis” que consiste en hablar bien de un sacerdote en España dentro de la industria cinematográfica de nuestro país. Olé por su valentía y por su talento. Podéis encontrar el documental en la red, y os aseguro que verlo será para vosotros una inyección de fe y de ganas de vivir. Yo os recomiendo que os lo compréis y lo tengáis en vuestra videoteca, así ayudaremos a que el talento y la creatividad de estos autores sigan adelante.
Yo no me canso de verlo y reverlo. Siempre encuentro una frase nueva, un gesto nuevo, algo que me ayuda a creer que sí, que las personas buenas existen y están a nuestro alrededor, aunque desgraciadamente -y aquí interviene sin duda la envidia humana- sólo solemos hablar bien de ellas cuando ya no están entre nosotros…Lo dicho, que lo veáis y lo disfrutéis...
magnifico documental. Yo me quedo con la pregunta inicial en la que a pie de calle se pregunta ¿conoce usted a algun sacerdote que sea alegre? Una mujer, después de tres o cuatro segundos de silencio incomodo dice: No... Triste pero es la imagen que transmiten muchos curas
ResponderEliminarFátima Ruiz de la Bastida.
ResponderEliminarLa última cima es un documental capaz de hacer reír, emocionar y reflexionar al espectador. Es un muestra de lo querido que era Pablo Domínguez Prieto, sacerdote que dejó una gran huella tras su muerte en la vida de la gente a la que conocía, con la que se cruzó.
Para ello el director plasma las vivencias de todas esas persona que tuvieron la suerte de conocer a Pablo, las cuales muestran esa alegría y seguridad en su fe que les transmitió Pablo.
Humilde, generoso, agradecido, servicial , alegre,... son las palabras que me vinieron a la cabeza cuando terminé de ver el documental de La última Cima.
Por lo que he podido ver en éste, los adjetivos anteriormente mencionados intentan describir a lo que en realidad fue Pablo Domínguez Prieto: un sacerdote deportista, que daba las gracias cuando no tenía que darlas, que se preocupaba más por la salud de los demás que por la suya propia, atento y cariñoso con todo el mundo sin excepciones, inteligente, gran filósofo y teólogo, joven, aficionado al montañismo, siempre disponible las 24 horas del día,...
En conclusión, era un gran sacerdote ejemplo a seguir, cercano a los demás.
Era un cura del siglo XXI, cuyas charlas no eran largas y aburridas sino todo lo contrario, interesantes, cómicas y breves, que te dejaban con ganas de escuchar más.
Documental que nos hace pensar acerca de la Iglesia y la visión que tenemos de ella en la actualidad.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarMe ha parecido un documental muy importante ya que se muestra el cariño de Pablo hacia todo el mundo viajando hacia muchas partes del mundo para sacar una sonrisa a todos que necesitan su ayuda. Todas las preguntas que le hicieron a la gente que conocia a Pablo las respuestas eran todas positivas, esto me hace ver que un cura como lo fue Pablo habrá muy pocos en esta vida. Hubo una parte en la que me emocionó cuando un cura salió en un periódico sin tenerle miedo a ser fusilado puesto que él sabia que iba a pasar el resto de su vida con Dios.
ResponderEliminarÉsta película/documental me ha sorprendido, puesto que esperaba el típico documental de la vida de un santo, y me he encontrado con algo no solo cercano, gracias a los testimonios de gente de a pie sino que me ha gustado y me ha alegrado saber que todavía hay gente que realmente es feliz con todo lo que hace y que incluso muere haciendo lo que les hace feliz. Incluso sin conocer a Pablo me alegro en cierto modo de que muriera así, aunque su perdida fuera un duro golpe para todos. Sin embargo, si no hubiera muerto, ¿Habría causado el mismo impacto? Yo misma no habría oído hablar de él.
ResponderEliminarPara empezar, es de gran admiración ser una persona que está siempre alegre, dedicado hacia los demás y que tenga como prioridad la felicidad de los suyos que la suya misma. Se ve que Pablo tuvo admiradores provenientes de todo el globo a los cuales siempre trataba como se merecen, es lo normal si se te reconoce como un buen sacerdote, no?
ResponderEliminarLa felicidad plena no existe en su totalidad, pero Pablo es un buen ejemplo a seguir para los que quieren conseguir lo más parecido posible a esta felicidad la cual no se puede alcanzar individualmente, hay que alcanzarla con la religión.
Desde mi punto de vista, Pablo ya tenía prevista su muerte y sabía que lo que iba a sueder allí arriba era su destino, es algo que sin saber que fue así estoy seguro de ello.
En conclusión, es una de esas películas religiosas que piensas que no tiene nada que ver contigo y a los diez primeros minutos ya estás totalmente inmerso en ella.
Alejo