
Supongo que Mel Gibson, de ver a Jim Caviezel caracterizado
como Jesucristo todos los días, terminó por acostumbrarse, pero yo me pongo en
la piel del director de la película y sólo de ponerme en su lugar siento unos escalofríos que me recorren todo
el cuerpo.
Dando un paso más, y mirando la fotografía como el que
contempla una obra de arte que sugiere interrogantes posteriores, se me vienen a
la cabeza muchas sugerencias… Si pudiera volver a ese momento exacto de la historia, sentarme al borde del camino del Calvario y poder tener a Jesús a mi lado en medio de esa Pasión y de esos tormentos insufribles…
¿Qué le contaría?, ¿De qué hablaríamos?, ¿Qué tipo de conversación
mantendríamos?, ¿Cuáles serían mis prioridades?... Seguro que no sería momento
para tener ese tipo de conversación intrascendente en la que muchas veces a diario nos
enredamos y perdemos: Política, trabajo, economía, deportes, personajes
sociales, comidas, programas de televisión… Tonterías, banalidades que a la hora de la verdad poco importan en los momentos decisivos de nuestra existencia.
De tenerlo delante, seguro que -en el caso de poder articular alguna palabra- nuestra conversación sería más profunda y espiritual. No sé, quizás solo saldría de mi boca un "GRACIAS" por haber pasado por todos esos tormentos para rescatarme y perdonarme todos mis pecados. O Quizás lloraría amargamente como Pedro, sintiéndome a la vez cómplice de su injusticia y cobarde por no haberlo defendido lo suficiente con mi vida y en mis ambientes. O quizás le pediría "PERDÓN" por poder reconocerlo en ese momento y no haber sido capaz de ver su rostro en el enfermo que sufre, en el anciano que sufre la soledad, en el emigrante abandonado a su suerte, en la prostituta que es explotada o en el niño que muere de hambre mientras en mi país se tiran toneladas de comida cada día. Lo que sí sé, es que, a buen seguro, encontraría de nuevo su perdón y su consuelo, y que nuestra conversación terminaría en un abrazo acogedor y reparador; y que posiblemente cambiaría radicalmente mi existencia, valorando las cosas que de verdad hay que valorar en esta vida. Y es que, en definitiva,
vamos pasando por este mundo enfrascados en mil y una "preocupaciones" y se nos
olvida “Lo esencial…”, que como se dice en “El Principito”, “…es invisible a
los ojos”.
Un sacerdote al que quiero mucho (que para mí es un santo en vida) me dijo una vez que el
gran problema de nuestra sociedad es que no se sabe diferenciar lo urgente de
lo importante. Yo me doy plenamente por aludido, y casi siempre me afano en lo primero, olvidando completamente lo segundo... y
así me luce el pelo. Espero que, aunque sea virtualmente, este encuentro con Cristo sufriente cambie mi vida y me haga más sensible al dolor de los demás.
¿Y tú, si tuvieras esta oportunidad, de que le hablarías...?
¿Y tú, si tuvieras esta oportunidad, de que le hablarías...?